Categoría el Factor de riesgo de suicidio

Debate: armas de fuego y suicidio

Tiempo de lectura: 14 minutos

Esta entrada es recomendable para profesionales o personas interesados en la investigación sobre suicidio, particularmente sobre suicidio en cuerpos policiales.

 

Papageno.es es una plataforma profesional de prevención del suicidio abierto y multidisciplinar. Hoy publicamos una entrada de discusión sobre las armas de fuego y el suicidio. Si quiere dejar tu comentario puedes hacerlo bajo esta entrada. Si deseas suscribirte para recibir las nuevas entradas a través del correo electrónico puedes hacerlo a través del formulario de tu derecha.

 

Rogelio González Weiss es Criminólogo y analista. Representante de la Asociación Unificada de Guardias Civiles. Lleva a cabo estudios epidemiológicos sobre salud laboral y conductas suicidas en el ámbito de la Guardia Civil.

 

Armas de fuego y suicidio

Un concepto relevante en materia de prevención está en la relación entre el acceso a las armas de fuego y su incidencia en el suicidio.

Como he señalado en otra ocasión, no todos los estudios relativos al suicidio son directamente exportables a cualquier otro grupo de población o país. Partimos de una realidad compleja, anclada en patrones y valores de cada sociedad y que se expresa de muchas formas y por diferentes “causas”. Observamos que las tasas de suicidios pueden variar entre países con un ratio 100:1. Con la misma complejidad y diversidad se expresan las tasas según edad, género o modo empleado.

 

Estado de la cuestión

Algunos artículos publicados en este mismo blog (Entrevista Francisco Zaragoza) o más recientemente otro sobre los riesgos de la accesibilidad a armas de fuego invitan a debatir sobre este tema.

Hay bastantes estudios, especialmente americanos, que asocian acceso a las armas con muertes violentas. Sin embargo, los métodos de obtención de datos (generalmente entrevistas a supervivientes o familiares) no siempre diferencian “aumento de la tasa de suicidio bruta” con el “aumento de la tasa de suicidio por arma de fuego”. La propia OMS cae en este error. Por ejemplo, en su informe “Prevención del suicidio, un imperativo global”.

Por otro lado, podemos encontrar publicaciones que, en vez de usar el análisis de datos, se apoyan en el razonamiento lógico.

De esta forma  señalan que: 

 

…el uso de las armas de fuego no aumenta la propensión a suicidarse. Sí aumenta las consecuencias negativas, por ser un medio más letal.

 

Armas de fuego y suicidio en el mundo

De hecho, el binomio armas/suicidio no cuadra bien con lo que podemos ver si comparamos los mapas de suicidios y los mapas de armas.

Tasas de suicidio en el mundo

Tasas de suicidio en el mundo

Armas de fuego (pistolas) en el mundo por 100 habitantes

Armas de fuego (pistolas) en el mundo por 100 habitantes

 

Japón y EEUU

Resultan paradigmáticos los casos de Japón o EEUU. El primero, uno de los países con menor número de armas de fuego disponibles (0,2%) y con elevadísimas tasas de suicidio (21 por cada 100.000 hab.). El segundo se destaca como número uno mundial en disponibilidad (42%) y en laxitud en regulación de armas. Sin embargo, expresa niveles de suicidio (12 por cada 100.000 hab.) por debajo de la media mundial. Incluso menores a países como Francia o Alemania.

 

Armas de fuego en España

En España el número de personas que tienen acceso a un arma es más alto de lo que tendemos a suponer. Sin alcanzar las cifras de los EEUU, la afición a la caza ha hecho que sea muy común la accesibilidad a escopetas. Estadísticamente, el 5% de la población española cuenta con una licencia de armas y éstas están presentes en el 12% de los hogares.

 

Armas de fuego y suicido en cuerpos policiales españoles

Según los datos de los que dispongo, aproximadamente el 85% de los suicidios consumados en la Guardia Civil y Policía Nacional, son por armas de fuego. En la población española esa proporción baja hasta un 6%. No es necesario un complejo cálculo estadístico para deducir que la accesibilidad y el conocimiento de su funcionamiento determinan cual es el modo usado para suicidarse en este colectivo.

La rotundidad de este dato sobre suicidio con armas en nuestras policías no nos aclara si, como ha llegado a afirmarse por algún responsable de las FyCSE, el hecho de disponer de un arma es “la razón” de un mayor índice de suicidios que entre aquellos que carecen de esta “accesibilidad” (en la Guardia Civil la tasa de suicidios en determinados grupos de edad triplican la tasa de su equivalente de la población española).

Frente a los estudios que avalan aquella afirmación, otros no son tan rotundos:

 

Se debe buscar un análisis más riguroso al de la simple especulación razonada que muestre esa posible relación causa/efecto entre armas y suicidio.

 

Propuesta de debate

Para afrontar con garantías esa duda, veríamos dos posibles estrategias:

a) Una investigación que partiera del seguimiento de un gran número de personas con acceso a un arma y que comparta el resto de factores sociales y ambientales respecto de la población de referencia. Por ejemplo, entre cazadores o deportistas de tiro olímpico. Esta técnica epidemiológica supone contar unos medios que solo están al alcance de algunas instituciones públicas.

b) Un Plan Nacional para la Prevención del Suicidio, con un observatorio estadístico que, entre otras muchas medidas, recogiera sistemáticamente las personas en riesgo, las tentativas, una estadística fiable de este tipo de muertes y que obligara las autopsias psicológicas de los suicidios, especialmente en colectivos “de riesgo”; que reflejara las circunstancias relevantes de la persona que realiza la tentativa o la consuma: profesión o actividad, crisis personal o familiar, estado de salud, situación económica, procesado por delito, víctima de acoso o discriminación, acceso a las armas, medicamentos u otros medios letales, y un largo etcétera.

Como no parece inminente un abordaje de ese tipo me permito hacer un ejercicio estadístico, humilde pero riguroso. Con él solo se pretende comprobar si hay evidencia bastante para una afirmación que parece dictar el sentido común, que tan unánimemente se señala y de la que algunos responsables políticos y policiales españoles han hecho bandera (según creo, para justificar su inacción).

 

Hipótesis

Si partimos de las hipótesis de que “hay relación causa/efecto entre disponer de un arma respecto del modo elegido para consumar la intención suicida” (como ocurre con la policía en España), la serie temporal de la población española en posesión de armas de fuego, tendría que mostrar alguna correlación con aquella tasa. Asimismo, cabría esperar que, “un mayor índice en el acceso a las armas sea lo suficientemente significativo como para expresarse en una mayor tasa de suicidios” como sostiene alguna literatura científica (y el sentido común).

A nuestro favor juega:

a) El hecho de que en España al menos el 10% de su población adulta pueda tener un acceso inmediato a arma de fuego y sabe como utilizarla. Es un número suficientemente elevado, incluso para un evento de baja incidencia como es el suicidio (estadísticamente hablando, claro) y la poca variabilidad anual.

b) Si la relación de causalidad es alta, las matemáticas pueden mostrarla.

Por el método de análisis empleado y la confianza en las fuentes tan solo trataremos de valorar hasta qué punto se refleja en los datos alguna relación significativa entre “acceso a un arma de fuego” y la “tasa de suicidios”, no determinar si existe o en qué medida.

 

Metodología

Vamos a intentar comprobar, mediante un sencillo análisis estadístico (correlación bivariada), en qué medida las poblaciones con mayor o menor acceso a un arma expresan alguna tendencia estadística vinculada a las conductas suicidas.

 

Problemas metodológicos

En cuanto al método, la recopilación de datos sobre licencias de armas por regiones en España no ha sido fácil, al no disponer de series de datos homogéneas. El Ministerio del Interior si publica regularmente datos globales sobre licencias de armas, pero no muestra el dato “número de personas titulares de armas”. Los números no son coincidentes pues una misma persona puede ser cazador y aficionado al tiro deportivo, figurando en ambas licencias. Aún así se ha obtenido una serie fiable entre el año 1990 y el 2017 para los datos nacionales y dispersos y poco fiables para las CCAAs a partir del INE o sus propios boletines estadísticos.

En el caso del INE se ha observado que las tablas referidas al desglose de suicidios por CCAAs o provincias no coinciden con los totales de los resúmenes nacionales. Ocurre igual cuando usamos las series nacionales y las comparamos con los desgloses por el método empleado. En aras de esa “homogeneidad” he optado en esta ocasión por usar los datos del Ministerio de Sanidad (si bien, este organismo también divide sus resúmenes en dos periodos 1981/1998 y 1999/2017 y se detectan 2 diferentes criterios de adquisición). Hemos utilizado directamente sus tasas ya calculadas.

Los valores de tasas de suicidios y acceso a las armas de otros países, están referidos a periodos de tiempo no coincidentes y provienen de fuentes distintas, por lo que las conclusiones estadísticas deberán considerarse también con prudencia.

Las variables disponibles se han considerado a nivel Nacional, pero también se ha intentado una comparación en varias CCAAs y dentro de estas, una relación transversal referida al comportamiento medio de cada CCAA. El análisis de otros países solo ha sido posible desde este concepto transversal, considerando solo el comportamiento medio o de “foto fija” disponible y usando solo los datos referidos a Estados con estructuras administrativas fiables (Europa, USA, Canadá, etc.) cuya recogida de datos se ajustan a los estándares internacionales y se mantienen en el tiempo. Nos hemos centrado también en el caso estadounidense, al poder comparar una serie temporal larga sobre acceso a las armas, tasas de sucidios y datos sobre homicidios. Los referidos a armas se han obtenidos a partir de encuestas y suponen una mera aproximación.

Se ha optado por incluir también un cotejo referido a tasas de suicidio del género “hombre”. La intención es forzar sensibilidad del análisis concentrando respecto de esa mitad de la población que más armas tiene (20:1), más se suicida (3:1) y más frecuentemente usa las armas de fuego como método de consumación (26:1).

Para los cálculos estadísticos se ha usado la herramienta SPSS, obteniendo un análisis descriptivo, tablas de correlación bivariada, gráficas de dispersión de variables asociadas y cálculo de regresión lineal mediante una Anova. No profundizo en el análisis consciente de las limitaciones de los datos y que los resultados son difícilmente exportables.

 

Fuentes:

Recurriremos a las fuentes en las que es posible observar el fenómeno autolítico y la posesión de armas con carácter general: INE, Ministerio de Sanidad Consumo y Bienestar Social (Instituto de Información Sanitaria), Anuarios estadísticos del Ministerio del Interior, Boletines estadísticos de la Administraciones públicas y Anuarios de estadísticas deportivas del Ministerio de Educación Cultura y Deporte. También dispondremos de datos referidos a armas y suicidios en otros países:

 
Problemas metodológicos de las fuentes
  • No podemos hacer un muestreo y dependemos exclusivamente de los datos que aquellos organismos han estimado oportuno publicar. No se pueden revisar, contrastar con otras fuentes o cuestionar la metodología sobre captación/elaboración de esos datos.
  • No en todos los casos consideramos a las personas que, sin tener licencia de armas, pueden acceder a las de un familiar que sí las tenga y las guarde en el domicilio común. Tampoco a aquellas que disponen de un arma ilegalmente obtenida.
  • Y por último, la poca disposición de las instituciones públicas para ampliar los datos y ponerlos a disposición de los investigadores. Sirva de ejemplo que, pese a haber pedido en abril a la Secretaria de Estado para la Seguridad del Ministerio del Interior el resumen del número de personas con licencias de armas por provincias y años, al día de hoy sigo sin recibir noticia.
 
Aproximaciones
  • Comparación de las series temporales “proporción de personas en España que poseen una licencia de armas de fuego”, con “tasas de suicidio nacionales”, con “porcentaje de suicidios por arma de fuego respecto del total de los diferentes métodos empleados para consumarlo” y con “tasas de muertes por homicidio”.
  • Comparación de series temporales y datos globales de las CCAAs en los conceptos de “proporción de licencias de armas de fuego”, “tasa de suicidio” y “porcentaje de uso de arma de fuego en la consumación suicida”.
  • Comparación de datos globales de varios países en los conceptos de “número de licencias de armas de fuego por cada 100 habitantes”, “% de hogares con armas de fuego”, “número de propietarios de armas de fuego con licencia por cada 100 habitantes”, “tasas de suicidio nacionales” y con “tasa de suicidios por arma de fuego nacionales”.
  • Comparación de las series temporales “proporción de domicilios en EEUU que poseen al menos un arma de fuego”, con “tasas de suicidio nacionales”, con “tasa de suicidios por arma de fuego” y con “tasas de muertes por homicidio”.
 
Resultados
El caso español

No ha sido posible encontrar ninguna correlación significativa entre variaciones anuales en el porcentaje de licencias de armas en España y su mayor incidencia en la tasa de suicidios.

No significa que se descarte totalmente la hipótesis, tan solo se acredita que, de existir, no es lo suficientemente alta como para mostrar alguna relevancia estadística en el global de los datos, bien porque ha quedado enmascarada entre la imprecisión de las fuentes, bien por otros tipos de errores. No hay elementos de estudio para identificar interacciones con otras variables o establecer relación causa/efecto.

Solo cuando se ha comparado la evolución de “licencias de armas” y la evolución de “suicidios por medio de armas” a nivel nacional se ha podido acreditar la hipótesis (pero no demostrar desde el punto de vista científico): relación estadística significativa entre un mayor acceso a las armas de fuego y la proporción de personas que terminan usando éstas como medio para suicidarse, confirmando la utilidad de la técnica estadística usada y ajustándose a la evidencia del arma como medio más empleado en Guardia Civil para las conductas autolíticas.

Se aprecia también correlación entre número de licencias y homicidios en España, lo que nos refuerza la confianza en la validez general de estos análisis (por lo que procedemos a apuntarnos un nuevo “positivo” 😉

Las tablas de correlaciones entre los datos globales “suicidios en España” y el tratamiento específico en “suicidios en hombres” no han mostrado diferencias, con lo que no se confirma la premisa (mejor dicho, la esperanza) de encontrar “más evidencia estadística” por “concentración de las muestras”.

 

Por comunidades autónomas

Los datos parciales referidos a Comunidades Autónomas no han mostrado ningún tipo de correlación entre licencias de armas y suicidios y poca entre armas y modo empleado para el suicidio. No ha sido posible ni en el enfoque “evolución temporal” ni en el transversal entre CCAAs. Posiblemente debido no solo por el menor número de datos de cada serie, sino también por la menor fiabilidad de los mismos, por los diferentes modos de recopilación y los heterogéneos conceptos de cada Administración Regional.

 
Relación suicidio armas en otros países

WHO Mortality Database. World Health Organization (elaboración propia).

Como análisis previo, al intentar comparar la evolución anual de suicidios de cada país respecto de la evolución de la media de todos ellos, se comprueba que 19 de los 30 países observados se ajustan muy bien al patrón medio, entre ellos Francia, Italia o Alemania. Algunos no expresan ninguna correlación, como es el caso de España. Otros, como Polonia, Portugal o Japón expresan correlación inversa. Adjunto la tabla, aunque no encuentro interés para nuestro enfoque sobre armas ni relación con el resto de variables.

El análisis transversal sobre los distintos países expresa datos similares a los obtenidos en España. Esto ocurre especialmente en el que se refiere a “% de domicilios con armas” respecto del “método de suicidio”. Además existe un nulo reflejo accesibilidad y tasa de suicidio general. En consecuencia se confirma la consistencia de nuestra aproximación estadística.

 

(Más acceso a las armas no supone, aparentemente, más suicidios pero si influye en la forma en que se lleva a cabo).

 

El peculiar caso norteamericano

Como decíamos al inicio, USA is different. Recordemos que en casi la mitad de los domicilios en EEUU disponen de, al menos, un arma de fuego. Su propia constitución ampara ese derecho y hay pocos controles para la adquisición legal de armas. Por otro lado, la legitimación de la autodefensa parece que tiene sus consecuencias. La tasa de homicidios anual es de 7,35 por cada 100.000 habitantes. En España no se alcanza el 0,1.

Otro efecto de su “especial idiosincracia” es que el 67% de los suicidas usan un arma de fuego como método. En España, recordemos, es escasamente el 6%.

Una prueba más de que los cotejos estadísticos empleados en este artículo tienen cierta capacidad para detectar las relaciones entre disponibilidad de armas y suicidio se encuentra en los datos en EEUU.

 

Analizadas las series de datos (1981-2017) sobre “% de hogares con armas de fuego”, “% de suicidio con arma de fuego”, “% de homicidios” y “% de homicidios por arma de fuego” se expresa una fuerte correlación entre todas las series.

Es importante destacar que se ha observado relación leve entre la mayor proporción de domicilios con armas y tasa de suicidios. Como en las series anteriores, no podemos identificar interacciones con otras variables o establecer relación causa/efecto.

De esta última tabla podemos extraer varias consideraciones:

  • Los resultados son coherentes con los estudios que señalan esa relación entre armas y sucidio para la población USA.
  • El elevado número de armas y la facilidad para el acceso a ellas marcan diferencias sustanciales en su comportamiento respecto de los países de nuestro entorno cultural.
  • El rango de relación entre acceso a las armas / suicidio por medio de armas / homicidios, es superior al de acceso a las armas / tasa de suicidio.

 

Discusión

Es razonable establecer que en España y los países desarrollados los requisitos de acceso a las armas disminuyen el riesgo inherente al acceso a un arma. Estos filtros parecen servir para aminorar algunas de las situaciones de mayor exposición: problemas mentales, adicciones, situaciones de conflicto con la ley o conductas asociales…

La clave parece estar en esos controles para la posesión de armas, no tanto en el número de ellas. Entiendo que es argumento suficiente para estimar que cualquier normativa para limitar el acceso a las armas de grupos de riesgo son efectivas y muy recomendables.

 

Implicaciones en cuerpos policiales

¿El fácil acceso a las armas de fuego entre miembros de cuerpos policiales explica “per se” su elevada tasa de suicidio?

En el caso de los agentes de policía en España, podemos afirmar que se trata de una población seleccionada en cuanto a salud física y mental. Sus agentes han tenido que superar un riguroso examen previo al acceso. Esto supone pruebas físicas/deportivas, un reconocimiento médico exhaustivo y otro de evaluación psicológica. Durante su vida profesional y en todos los procesos de especialización y promoción han de evidenciar encontrarse en condiciones de aptitud psicofísica adecuada. Esto puede ser propuestos por sus mandos para su evaluación cuando se observen conductas anómalas o déficit de salud.

 

El caso de la Guardia Civil

En la Guardia Civil, cuando se detectan indicios de afectación por enfermedad psicológica, crisis emocional, roce con la justicia, o así lo comunique el afectado (también compañeros o familiares), se adoptan medidas cautelares. Por ejumpelo, la separación del servicio, la activación de un protocolo de retirada preventiva del arma y de reconocimiento obligatorio por el Servicio de Sanidad y/o Servicio Psicológico. Este proceso puede acabar con expediente de “Pérdida de Aptitud” por un Tribunal Médico Pericial. Estas evaluaciones son rigurosas, pues conducen con frecuencia a su pérdida de condición de Guardia Civil. En muchas ocasiones puede llevar a su declaración como “apto con limitaciones” para prestar servicios sin armas. En su contra, la adopción de esas medidas preventivas se traducen en estigmatización, pérdidas retributivas y dificultades futuras para la promoción, lo que puede disuadir de la utilización del cauce “oficial” o, lo que es peor, a no pedir ayuda.

Los datos parecen concordar bien con la predilección entre los agentes para usar el arma como medio para el suicidio. Esto ocurre entre la población americana. Sin embargo, no mostramos en España los efectos perversos del acceso sin control. No hay evidencia de la influencia de las armas en una mayor tasa bruta de suicidio. Tampoco sufrimos las altísimas tasas de homicidios de aquel país. Afortunadamente también, los policías españoles parece que no expresan las tasas de homicidio que observamos entre la población norteamericana. Según las estadísticas de Defensa, en los últimos años no ha habido ningún ingreso penitenciario de agentes de la Guardia Civil para cumplir penas superiores a 12 años.

 

Conclusiones

En base a los resultados no es lógico concluir que este colectivo profesional tenga un comportamiento muy distinto al resto de la población española. Los controles de acceso y seguimiento, aunque mejorables, son aún mayores a los que ya existen para el resto de ciudadanos. Estos deberían por tanto compensar en mayor medida el riesgo inherente al acceso inmediato a un arma letal.

 

No debemos caer por tanto en la explicación simplista de que la disponibilidad de un arma sea la causa para aumentar el suicidio en España. Tampoco, como se ha llegado a afirmar para los guardia civiles, como “la principal causa de sus altas tasas de suicidio”.

 

Para llegar a esa conclusión será necesario otro tipo de investigaciones, con más y mejores datos que los existentes. Esto permitiría determinar cuales son los auténticos factores de riesgo para poder fijar políticas y protocolos preventivos más eficaces.

Hombres y mujeres frente al suicidio: desigualdades entre géneros

Tiempo de lectura: 3 minutos
Diferencias entre hombres y mujeres frente al suicidio
Foto de Naveen Annam en Pexels

 

Suicidio y diferencias de Género

El estudio del suicidio en el mundo señala diferencias entre hombres y mujeres en conductas suicidas. En casi todo el mundo, el registro de hombres que mueren por esta causa es muy superior al de mujeres. Sin embargo, los intentos de suicidio son más frecuentes entre sus compañeras. Algunos autores han denominado a esta diferencia la Paradoja de Genéro en el Suicidio.

China parece en la actualidad el único país donde el suicidio es mucho más alto entre mujeres. Se estima que cerca de 160.000 mujeres del ámbito rural mueren cada año en este país asiático. Esta cifra representaría la mitad de los suicidios entre mujeres del mundo.

 

¿A qué se deben estas diferencias?

Un estudio reciente relaciona estas diferencias con las desigualdades de género. De esta forma, las diferencias entre sexos que se observaron a nivel mundial fueron más marcadas en los países con normas de género más igualitarias. Mientras, en aquellos países con más desigualdades, las diferencias entre las tasas eran menores. En ese sentido los indicadores de desigualdad de género se mostraron más predictivos que los indicadores económicos. Los autores señalan como conclusión que aquellas estrategias que eliminan la discriminación contra las mujeres son útiles para prevenir el suicidio.

En consecuencia la realidad del suicidio a nivel mundial parece marcada por variables complejas de carácter cultural que interacciona a varios niveles, donde no hay que obviar la desigualdad de género como factor de riesgo.

 

¿Por qué mueren más los hombres?

En la actualidad, no es raro observar a través de las redes sociales un movimiento que utiliza de forma ideológica las muertes de hombres por suicidio. Este hecho parece cuestionar la violencia de género como un problema con connotaciones culturales de tipo machista, negando el hecho de que la inmensa mayoría de las víctimas son mujeres. En ese sentido se usa el mayor número de muertes de hombres por suicidio de forma artificial para mostrar tesis diferentes que no parecen sustentarse en otras razones más allá de opiniones personales de carácter emocional.

Frente a esta cuestión, algunos autores piensan que no solo que esto no es así, sino que el mayor número de muertes entre hombres podría ser también fruto del problema de cómo la cultura tradicional ha definido el rol de la masculinidad. Entre las posibles causas, se ha señalado un mayor consumo de drogas y alcohol entre los varones, una mayor relación entre violencia y suicidio o una mayor dificultad a la hora de pedir ayuda o mostrar las emociones por parte de los varones.

 

Uso de métodos más violentos

Sea como sea, un hecho que está claro a la luz de los datos, es que los hombres se caracterizan por el uso de métodos de suicidio más violentos. Este hecho podría reflejar un mayor grado de decisión al buscar la muerte, pero también ser indicadores de una mayor agresividad o impulsividad general. De esta forma la diferencia entre géneros estaría causada por la elección del método, de forma que los varones eligen métodos potencialmente más letales que provocan un mayor número de víctimas.

 

Dificultad para pedir ayuda

Esta variable tiene un alto valor preventivo. La detección precoz de casos depende mucho de la demanda de ayuda que las personas en riesgo suicida realicen a proveedores de servicios sanitarios o a personas cercanas.

El rol asociado a la masculinidad hace falsamente pensar a muchos hombres que pedir ayuda es un signo de debilidad imperdonable. Muchos hombres que tienen problemas no acuden a pedir ayuda y esto puede provocar mayores dosis de sufrimiento. El dolor acumulado y no expresado podría convertirse en una trampa que aumente la probabilidad de conducta suicida y sus consecuencias.

 

Consumo de drogas y alcohol y suicidio

Uno de los mayores factores de riesgo de suicidio es el consumo de alcohol y drogas o la presencia de otras adicciones que en muchos casos pueden ir aparejadas a la presencia de un trastorno mental (patología dual).

Las encuestas realizadas en España señalan consumos superiores en todas las drogas estudiadas por parte de los varones. Estas diferencias van desde el doble en el caso del cannabis al triple en el de la cocaína, MDMA y las anfetaminas. Las diferencias son aún mayores cuando nos referimos al número de personas que son admitidas a tratamiento.

 
MÁS INFORMACIÓN

Los factores de riesgo del suicidio: ¡combátelos y aprende a afrontarlos!

Factores de riesgo en el suicidio

Tiempo de lectura: 3 minutosEl suicidio es complejo y multicausal y se ve influido por un amplio abanico de variables de diferente naturaleza. Cuando estas variables influyen de forma negativa, osea, aumentan la probabilidad de su aparición, se denominan factores de riesgo en la prevención del suicidio. Estos factores pueden ser sociodemográficos, personales, familiares o sociales.

En general, el suicidio es efecto de la confluencia de las demandas estresantes del ambiente y la percepción de falta de recursos personales para afrontarlas. Paralelamente aparece falta de apoyo social, soledad extrema y desesperanza. Este sentimiento hace evaluar negativamente no solo pasado y presente, sino también el futuro que se prevé de forma negativa.

Esta situación se ve influenciada por diferentes variables con evidencia de consecuencias negativas en la aparición de conductas suicidas, que pasamos a desgranar.

Factores de riesgo sociodemográficos de suicidio

En el caso del sexo en la mayoría de países, exceptuando China, el mayor riesgo lo corren los hombres. 3 de cada 4 muertes por suicidio se dan entre varones. Otras variables influyentes puede ser estar en la adolescencia o en las franjas de edad más elevadas, vivir en una zona rural, la ausencia de pareja sentimental, niveles educativos y económicos bajos y la posible pertenencia a una minoría étnica o sexual.

Factores de riesgo personales en conducta suicida

La aparición de enfermedades físicas dolorosas o incapacitantes, con estigma social o baja supervivencia, las hospitalizaciones frecuentes o durante largos períodos de tiempo, pueden producir en la persona un sufrimiento al que no encuentren sentido y que les haga pensar en la idea de acabar con su vida. Acompañar a estas personas en ese momento puede ayudarles a pasar por esa etapa decidiendo lo más adecuado en cada situación.

Una de las variables que más se ha relacionado con el suicidio es la aparición de trastornos mentales. Estos trastornos se asocian a episodios depresivos o ansiosos, el trastorno bipolar, la dependencia a drogas, alcohol o psicofármacos, trastornos de personalidad como el narcisista, el tratorno límite, la esquizofrenia o el trastorno por estrés portraumático…

Cuando nos referimos a variables relacionadas al carácter o personalidad las que más influyen en esta conducta son la agresividad y la impulsividad. Ambas pueden influir en la elección de un método letal empleado sin una evaluacion previa de los riesgos y consecuencias.

También en los casos donde existen situaciones de privación de libertad, antecedentes de autolesiones o intentos suicidas, o se han vivido situaciones de violencia, maltrato o riesgo extremo para la vida, el riesgo de suicidio sube exponencialmente.

Factores de riesgo familiares

La familia es uno de los principales grupos socializadores. La ausencia de referentes familiares, la falta de comunicación, los conflictos o problemas económicos, los bajos niveles educativos, el duelo asociado a la pérdida por separación o muerte o los antecedentes de enfermedad mental o intentos de suicidio familiares pueden suponer una carga que contribuya a la desestructuración personal y la aparición de conducta suicida.

Factores de riesgo sociales

Algo similar sucede entre las variables de carácter social. Bajos niveles económicos y educativos, la exposición a violencia o a consumo de drogas o a conductas suicidas en otras personas y la baja alfabetización en salud que dificulta la petición de ayuda y el acceso a servicios sanitarios eficaces o la inexistencia de estos, inciden negativamente en las tasas de suicidio.

El acoso laboral, sexual, escolar o las conductas intimidatorias de todo tipo están también detrás de muchas de las conductas suicidas.


MÁS INFORMACIÓN

El suicidio en las prisiones españolas

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Con esta infografía, iniciamos una serie de entradas con datos gráficos que resumen la realidad del suicidio en diferentes aspectos y entornos. 

El de hoy se dedica a la situación de la conducta suicida en centros penitenciarios españoles, una realidad que muchas veces pasa desapercibida y que necesita de medidas preventivas de urgencia.

El nivel democrático de un país también se mide a través del termómetro de la situación de sus centros penitenciarios y la calidad de vida de las personas privadas de libertad.

 

«Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán
orientadas hacia la reeducación y reinserción social…»
Constitución Española Artículo 25.2

Suicidio en cuerpos policiales: el caso de la Guardia Civil

Tiempo de lectura: < 1 minuto
ACCESO A LA NOTICIA Nº 243 de ctxt de fecha 16 de octubre de 2019

La periodista Brezo Criado ha publicado en el nº 243 de la Revista Contextos – «ctxt» un amplio e interesante artículo sobre el fenómeno del suicidio entre guardias civiles.

En él entrevista a afectados y afectadas, a responsables de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) y a otros profesionales para intentar profundizar entre las causas que provoca que este colectivo sea un grupo de riesgo.

Un artículo serio y documentado sobre una realidad, en muchos casos desconocida, que afecta a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado y por el que la sociedad, los políticos y los medios de comunicación han mostrado en los últimos años un interés creciente.

Aún queda mucho camino por andar, solo la presión ejercida hacia el tema dejará de mantener el suicidio entre policías, militares y guardias civiles oculto en el terreno de lo moral para convertirlo en el problema de salud pública que es. 

ACCESO A LA NOTICIA COMPLETA

 

Suicidio en el colectivo LGTBI: víctimas invisibles

Tiempo de lectura: 3 minutos

El suicidio es un grave problema de salud pública, que afecta de manera especial a un grupo de personas; al colectivo de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales , cuyo acrónimo es LGTBI.

En las siguientes líneas, me quiero referir de manera más concreta a las víctimas de acoso escolar, tanto por razón de orientación como de identidad sexual.

La víctima del acoso escolar homofóbico sufre experiencias constantes de violencia por parte de sus compañeros y compañeras durante largos períodos de tiempo, lo cual propicia que la víctima entre en una espiral emocional en la que no verá fin a su sufrimiento, en la que no verá salida a su situación, y finalmente donde la desesperanza se instala como antesala de posible salidas definitivas e irreversibles.

En oposición a otras minorías susceptibles de victimización como pueda ser la etnia gitana, inmigrantes o las personas de color, la minoría sexual posee en este tipo de prácticas acosadoras un plus de aislamiento y soledad , ya que en la mayoría de los casos, la víctima no es consciente de cuál es la causa de su sentimiento de diferencia, pues la identidad o la orientación sexual se van forjando a lo largo del desarrollo, y no es identificable ni visible desde el principio de la vida como otras identidades.

Así mismo al crecer sin un grupo de iguales de referencia en sus entornos más cercanos, su vulnerabilidad al aislamiento es mayor y, por tanto, en situaciones de insulto y acoso, no suelen tener en quien apoyarse y desahogar su malestar.

El acoso escolar homofóbico frecuente y prolongado, provoca en los adolescentes y jóvenes de este colectivo que lo sufren sentimientos claros de vulnerabilidad, aislamiento, autocastigo y culpabilidad, y todo ello deviene además en un sentimiento de desesperanza como señalé más arriba, y, en definitiva a vislumbrar que no hay solución para la situación que están sufriendo, determinando todo esta experiencia un elevado riesgo de ideación de suicidio, de planeamiento del mismo y, en menor medida, pero en un importante porcentaje, de intento de suicidio.

Generelo y Pichardo, en un informe elaborado en el 2005 explican que las características que hacen tan peligrosa y compleja la homofobia son :la invisibilidad, la falta de apoyo familiar, el contagio del estigma, el horizonte de la injuria, el continuo de la exclusión y la normalización del rechazo.

Esa vivencia temprana del insulto, de la ofensa, es lo que se conoce como el horizonte de la injuria , una de las características particulares de la homofobia que la hace especialmente dañina

Por otra pare en lo referido al contagio del estigma , a diferencia de otras formas de discriminación, el estigma que conlleva la orientación sexual o la identidad sexual es contagioso, quien se aproxima a las víctimas de la homofobia es susceptible de que esta también recaiga sobre él o ella; “Ahí va el hermano del maricón”

Además el riesgo suicida se ve incrementado en situaciones de falta de apoyo familiar, por parte del profesorado y de una red social adecuada.

El riesgo suicida en este contexto se vería reducido notablemente, si la persona contara con información, referentes, apoyo y comprensión suficientes. En la mayoría de las ocasiones, en realidad, es suficiente con que la familia le muestre su comprensión y apoyo incondicional, y con que el sistema educativo trabaje la diversidad afectivo-sexual desde la positividad y desde la lucha contra el acoso.


 

Francisco Rodríguez Laguna

Psicólogo. con formación avanzada en duelo (Modelo Integrativo-Relacional), Máster en Psicopatología y Salud, Experto en trastornos Infanto-Juveniles y en Intervención profesional desde la Perspectiva de Género es socio fundador de la Sociedad española de Suicidiología.

Cannabis y suicidio: mitos y realidades

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Hoja de marihuana
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El cannabis o cáñamo conocido en botánica como “cannabis sativa” produce diversos derivados, entre los cuáles los más usados son el aceite, la marihuana y el hachís. Popularmente estos derivados han tomado múltiples nombres (grifa, hierba, maría, cogollo, chocolate, costo, goma, piedra, china…). La planta produce un principio, el THC (delta-9-tetrahidrocannabinol), que es responsable de los efectos que se le atribuyen. Sin embargo, contiene muchos más compuestos químicos capaces de alterar el funcionamiento de nuestras neuronas.

El consumo recreativo de esta sustancia o con otros fines se extiende a lo largo de siglos. En la actualidad es la droga ilegal de mayor consumo. No en vano, existen grupos de presión interesados en la difusión de falacias que potencien su venta. En ese sentido, no toda la información utilizada para su defensa es cierta, sino que se basa en falacias que buscan investir en un halo bondadoso a una sustancia que tiene importantes repercusiones para sus consumidores, en mayor grado cuando se trata de infantes o adolescentes. Estas mentiras se basan esencialmente en la asociación del consumo de esta sustancia con dos conceptos básicos: LIBERTAD y EFECTOS MEDICINALES. 

Bajo la primera premisa, el uso del cannabis se asocia a la libertad en un doble sentido. Primero haciendo apología de su consumo bajo el criterio de que el consumo de drogas es un derecho personal y que la decisión depende de cada uno. El cannabis, sin embargo, es una sustancia adictiva lo que está reñido con la libertad en cuanto que muchas personas que intentan dejarlo siguen haciéndolo empujados por las propiedades de la sustancia más que por su propio deseo. El consumo de sustancias adictivas y la libertad es un mito, puesto que en muchas ocasiones se inician en edades muy tempranas por motivos ajenos a decisiones conscientes y se mantienen a causa de la adicción o para evitar el síndrome de abstinencia. Por otro lado, se defiende el concepto de libertad para impulsar el proceso de legalización. Nada más lejos de la realidad. La nicotina y el tabaco como drogas legales son un buen ejemplo en este sentido. Una vez que se legaliza una droga, su comercialización sufre un control estatal que la diferencia de otros productos de consumo. La imagen supuestamente idílica no deja de ser otro engaño. En el caso del tabaco su legalización no evita el contrabando, los beneficios se concentran en grandes corporaciones y son sustancias sometidas a aranceles e impuestos.

La situación no mejora si tenemos en cuenta los efectos medicinales de la sustancia. Primero, su uso medicinal no justifica en ningún caso su uso recreativo. En segundo lugar nos encontramos la forma de administración. El uso del principio activo mediante píldoras o comprimidos no es comparable en ningún sentido, por ejemplo, con el consumo de hachís en cigarrillos, que suele ir acompañada de tabaco. Por lo tanto sean o no ciertos los beneficios para la salud (que en muchos casos no los son o se exageran), no pueden ser excusa para defender su uso recreativo puesto que la mayoría de las drogas adictivas que han constituido problemas de salud se utilizaron o se utilizan en medicina, aunque su consumo recreativo esté desaconsejado.

El cannabis, lejos de ser la sustancia milagrosa que se promete desde esas instancias, tiene efectos muy negativos para la salud. Por ejemplo, el consumo de cannabis puede desencadenar episodio de psicosis con ideas delirantes, paranoides, alucinaciones auditivas y visuales, ideas de persecución u otras. En el caso de las personas con esquizofrenia el consumo de cannabis provoca efectos negativos en diferentes dimensiones, con consecuencias agravantes para la enfermedad. También se asoció el consumo con el síndrome amotivacional, que cursa con apatía, falta de motivación y desinterés por la actividad laboral o los estudios y por el cuidado personal.

En cuanto a la relación entre cannabis y conducta suicida y pese a las dificultades metodológicas, parece que existe cierto consenso en que existe cierta relación, si no directamente, indirectamente a través del desarrollo de trastornos psicopatológicos  (psicóticos o afectivos) o contribuyendo al consumo de otras sustancias como el alcohol como factor de riesgo. 

Todo lo anterior indica que la defensa realizada del consumo de cannabis viene más motivada por fines económicos que de salud pública. Al margen del debate alrededor de la legalización de esta sustancia, la manipulación de la información provoca la pérdida de la sensación de riesgo ante su consumo. En consecuencia, esto puede repercutir en mayor consumo y la aparición de los efectos negativos relacionados, incluidos los relacionados indirectamente con la conducta suicida.


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La culpa del superviviente

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Las consecuencias psicológicas de vivir situaciones traumáticas relacionadas con riesgo a nuestra vida o a la de otros, catástrofes o situaciones de emergencia o violencia extrema pueden llegar a ser devastadoras.

Al riesgo de muerte o consecuencias sobre la salud, se unen emociones complejas, y en casos más graves. puede favorecer la aparición de un Trastorno por Estrés Postraumático. Este tipo de trastorno tiene entre sus posibles causas lo que se ha denominado el síndrome o la culpa del superviviente provocado por los sentimientos generados por sobrevivir a un suceso donde murió alguna persona cercana.

La culpa puede ser frecuente y natural y debe ser identificada en personas vulnerables que no deben dudar en pedir ayuda cuando lo necesiten. Estos sentimientos pueden llevar a la aparición de ideación u otras conductas suicidas y son un factor de riesgo reconocido para el suicidio. En principio, no podemos definir las emociones como buenas o malas intrínsecamente, todas cumplen una función positiva. La culpa surge en situaciones donde percibimos que hemos cometido un error o falta o hemos perjudicado a otra persona. Para superarla reaccionamos con una mayor motivación a restituir el daño hecho con nuestras acciones. 

Sin embargo, hay ocasiones donde esta emoción es irracional. Podemos identificar esta irracionalidad cuando el hecho ocurrido no está provocado por una acción u omisión nuestra, sino cuando es efecto de la suerte u otras causas externas. Eso ocurre, por ejemplo, en los casos de atentados terroristas o asesinatos masivos o ante catástrofes naturales. Se han descrito ocasiones donde la culpa ha empujado a los supervivientes a acabar con su propia vida. Sean cuales sean sus consecuencias, también es una emoción muy relacionada con las personas que han vivido cerca la muerte por suicidio de una persona querida.

Muchas veces la irracionalidad viene dado por nuestra propia manera de ser. Según Ciara Molina, esto ocurre en personas con tendencia a vivir en tensión, con angustia y sentimientos de desvaloración hacia sí mismo, perfeccionistas, con miedo al rechazo o a equivocarse y con excesiva necesidad de aprobación de los demás.

Para manejar la culpa del superviviente es aconsejable fomentar la comunicación con personas representativas o contando lo ocurrido para compartirlo con otros, recordar continuamente que los hechos traumáticos no son responsabilidad nuestra, regresar a la rutina personal cotidiana lo antes posible y ponerse en disposición de ayudar a otros a través de nuestra experiencia.


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El negro no siempre es mal color

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En el imaginario colectivo el negro ha sido siempre un color que se relaciona con aspectos negativos, quizás por ser el negro el color de la oscuridad y provocar miedo por las amenazas que suponía para nuestra superviviencia. Sin embargo, el negro no siempre es un mal color. Seguro que si lo piensas encuentras muchos objetos que teniendo ese color te inspiran cosas positivas. 

En este ejemplo está claro que no es el color negro el que nos inspira miedo en sí -no tiene esa capacidad- sino que es nuestra interpretación la que nos atemoriza. Lo mismo ocurre con muchos sucesos de nuestra vida. El mismo hecho ocurrido a diferentes personas o en diferentes momentos de la vida inspira emociones diferentes y reacciones dispares.

Es el caso de los pensamientos depresivos que nos sumen en una especia de túnel que filtra todo lo que nos ocurre. Nos hacen ven el «color negro» como algo negativo aunque no sea necesariamente así y da tonalidades negras a otros colores diferentes. Los problemas muchas veces son oportunidades que te presenta la vida y si eres capaz de sacar la mejor versión de ti mismo para solucionarlos ellos te ayudarán a ser mejor persona. En estas ocasiones nuestro cerebro consigue enfocar nuestra atención sólo en lo negativo que nos ocurre. Su consecuencia más grave son las conductas suicidas.

Aunque el suicidio es multicausal y complejo parece que existe evidencia de que detrás de este tipo de conductas existe siempre un sentimiento de desesperanza que llega a hacernos pensar no sólo que nuestra vida es un caos, sino que además no seremos capaz de salir de la situación y estamos en consecuencia condenados de por vida. Es sólo una perspectiva poco objetiva de lo que ocurre. Eres capaz de conseguirlo.

El suicidio es una solución eterna a un problema que se vive en un momento concreto. Si decides hacerlo ya nunca habrá vuelta atrás. Jamás volverás a disfrutar aquello que amaste. El daño afectará a gente que quieres y que verán su vida truncada para siempre. Cuando uno de nosotros muere, nunca es un hecho individual. Somos seres sociales y cuando alguien fallece nos afecta a todos. 

 

¡Atrévete a ver otros colores y a interpretar de otra forma el color negro!

 

Para vivir es necesario aprender a apreciar todos los colores y entender la función que cada uno tiene en tu vida. Busca la mejor versión de ti mismo y afronta tus problemas. Si piensas que puedes estar pasando por un proceso depresivo consulta a un profesional cualificado que te acompañe. 


 

 

Daniel J. López Vega

Coordinador de www.papageno.es

Psicólogo General Sanitario. Máster en Intervención Psicológica en Contextos de Riesgo, autor de «¿Todo por la Patria?», socio fundador de la Sociedad Española de Suicidiología. Experto Universitario de Estadística Aplicada a las Ciencias de la Salud (UNED).

La generación de cristal: baja tolerancia a la frustración y suicidio

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Competir o colaborar, esa es la cuestión

Durante años los padres y madres hemos pensado que el éxito en la vida, y en resumidas cuentas la felicidad de nuestros hijos e hijas, se relacionaba con las habilidades intelectuales clásicas y con los resultados académicos. Los hemos preparado para «competir» en una sociedad que nos pareció amenazante y pensando que lo importante era ser «el mejor».  Y ahí andamos dándonos codazos entre todos (acercándonos peligrosamente a nuestra extinción como especie) y dando la espalda a la mayor herramienta para afrontar los retos: la colaboración.

 

Sobreprotección, la mejor manera de criar hijos e hijas frágiles

Igualmente hemos intentado simplificar su vida, sobreprotegiéndolos y evitando que se enfrenten a la mínima dificultad, lo que ha evitado que se responsabilicen en muchas ocasiones de las consecuencias de su conducta y los ha convertido en muchos casos en seres frágiles. 

 

Como decía Rudyard Kipling «Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia». 

 

 

Ahora tenemos a la generación más preparada académica  e intelectualmente de la historia, pero a su vez una «generación de cristal» azotada por la depresión y la ansiedad. Y es que quizás olvidamos que lo que nos diferencia de los animales no es sólo la razón, sino la riqueza emocional que nos aporta las habilidades superiores de pensamiento. Por que los seres humanos somos puras emociones y porque parece que la manera en la que gestionamos nuestras emociones y nuestra inteligencia emocional es más importante de lo que pensábamos. 

Goleman definió esta inteligencia como “un concepto que incluye la habilidad para motivarse y persistir frente a las frustraciones, controlar impulsos y demorar gratificaciones, regular los estados de humor, evitar que las desgracias obstaculicen la habilidad de pensar, desarrollar empatía, esperanza, etc.”

 

Baja tolerancia a la frustración y suicidio

Quitándole los obstáculos de la vida a las generaciones más jóvenes, le robamos la oportunidad de adquirir la tolerancia a la frustración, una habilidad esencial para afrontar con éxito las «bofetadas» que da la vida. Aprender a tolerar la frustración nos enseña a enfrentarnos adecuadamente a las situaciones adversas de la vida. Nos frustramos cuando no conseguimos satisfacer algo que deseamos y eso nos enfrenta a emociones que vivimos de forma negativa. Aprender a tolerarlas significa una mayor capacidad de afrontar los problemas y limitaciones, a pesar de las molestias que nos causan. 

La baja tolerancia a la frustración se relaciona con enormes consecuencias a la salud psíquica de las personas. En su extremo más dramático puede estar detrás de la conducta suicida de los más jóvenes. En ese sentido puede ser considerada como un importante factor de riesgo. El suicidio es en muchos casos la decisión que alguien toma cuando siente que los problemas desbordan a su capacidades. No podemos seguir criando «niños y niñas de cristal», sino que debemos educarlos de forma libre y responsable. Prevenir el suicidio pasa también por estar atentos a sus señales de riesgo.

 

Por todo ello, hagamos un regalo a nuestros menores, adolescentes y jóvenes. Acompañémoslos en los problemas, permitiendo que se equivoquen, que asuman las consecuencias de su actos y que usen sus propios recursos para encontrar la mejor versión de ellos mismos. Porque parafraseando a Nelson Mandela, lo importante no es «no caer» sino levantarse después de cada caída.

 


 
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