Etiqueta el duelo

Confía en la vida

Tiempo de lectura: 5 minutos

Autora: Marien Sosa Rojano.

Cuando escuché esa palabra, “confía”, me dolió, era un sin sentido… Porque a veces no podemos escuchar cosas que nos duelen, porque a veces, es mejor el silencio, porque a veces no ves más allá que tu dolor, porque aún no estás preparado para escuchar otras cosas, porque a veces solo necesitas llorar y que te abracen, porque esa fue mi despedida y mi comenzar.

Desde que te marchaste tuve que aprender a vivir con un dolor inexplicable, tuve que asumir tu ausencia sin más, a pesar de que mi mente luchaba porque no entendía ni aceptaba que te hubieras marchado, tuve que aprender a sobrevivir sin ti, tuve que aprender a aceptar el vacío que dejaste en mí.

Desde que te marchaste, he vivido muchas experiencias que nunca imaginé vivir, he conocido a personas que nunca pensé que conocería y formarían parte de mí, de mi recorrido, de mi acompañamiento, de mi crecimiento, de mi sanación.

Desde que te marchaste repaso cada momento que compartimos juntos, recuerdo cada frase que me dijiste a la que ahora le doy otro sentido y otro significado. Recuerdo con cariño y cierta nostalgia cada sonrisa y cada gesto hermoso que compartimos, cada bache que encontramos y juntos superamos, cada experiencia nueva vivida y compartida, cada cosa que aprendimos el uno del otro, cada beso, cada abrazo, cada reencuentro, cada despedida, sobre todo, la última.

Desde que te marchaste, “hago mal” en recordar aquello que pude decir y no dije, porque ya no lo puedo cambiar y he tenido que aprender a perdonarme por ello. Recorro mentalmente situaciones que obvié porque no sabía que podían tener otro mensaje, y ahora, tarde, me doy cuenta que querías decirme otra cosa. Por ello, aún mantengo un dolor emocional conmigo misma, uno que aún estoy aprendiendo a sanar.

Desde que te marchaste, he aprendido tanto, y la verdad es que tengo que agradecértelo a ti, que me llevaras por esos caminos, que me acompañaras a encontrarme con esas personas que me han guiado y enseñado cómo comprender, cómo recordarte cada día sin ese dolor, y cómo ser paciente conmigo cuando te echo tanto de menos que me recuesto en mi soledad y te lloro.

Leí una vez que “en esta vida no pierde quien se cae, pierde quien no se levanta”. Ya sabía que la vida es difícil y dura. A veces, viene, te da un empujón y te deja caer. Otras veces, te pone una zancadilla y te hace tropezar. Otras, viene de golpe y te tumba. En ocasiones, te deja KO. Y he aprendido, que, con cada una, algo te viene a enseñar, algo te quiere decir, algo te quiere mostrar… Pero tiene una forma peculiar de que aprendamos, un tanto dolorosa, porque si lo piensas, no hay aprendizaje en la vida que te haya causado dolor. De esos son de los que verdaderamente aprendemos.

Ahora sé, que esto es aprendizaje también, pero aún no estoy segura de qué podré aportar yo con ello a los demás. Porque como sabes, mi pasión es enseñar.

Lo que sí sé es que soy una versión diferente y mejor de mí misma, lo que sí sé es que no lo hubiera conseguido sin ayuda, lo que sí sé es que he leído como nunca, lo que sí sé es que he crecido como persona, lo que sí sé es que he aprendido mucho en todo este tiempo, lo que sí sé es que ahora ya no me voy a rendir, lo que sí sé es que me he hecho más fuerte, lo que sí sé es que ha sido también gracias a ti.

Te quiero y te seguiré queriendo, te di un lugar en mi vida y ese siempre será tu lugar. Sé que hay quienes no lo entienden y no lo comparten, pero a mí eso me da igual.

Quizás de todo lo que he aprendido, me quedo con haberme descubierto, con conectar con mi ser, despojarme de mi ego, sentir mi esencia y sentir la tuya.

Fue tan bonito sentirte que pensé que era una locura, pero hoy sé que muchas personas viven algo similar, y sé que te comunicas conmigo, en esos sueños, en esos olores, en esos sonidos, en eso que siento en mi mano cuando me acuesto y toco tu lado de la cama… Yo nunca creí en ello, hasta que no supe ni pude explicar cada cosa que me ha ocurrido. Cada casualidad empecé a ver que era causal, porque fueron demasiadas para mi cabeza lógica… Y busqué, y compartí, y hubo quien no sabía escucharme y hubo quién sí porque vivió lo mismo que yo, y es maravilloso saber que no es el final.

Me encantan las mariposas porque se han convertido en mi descubrimiento, me encantan los búhos porque me recuerdan a ti, me encantan los girasoles porque me iluminas con ellos. Todos ellos son mi nueva conexión contigo. Hacen que te vea y te recuerde de otra manera, hacen que te tenga presente cada día, aunque sabes que te llevo en mi corazón.

Me he hecho amiga de mi nuevo yo, y la verdad es que me gusta, aunque sé que aún no he terminado de sanar y me queda camino por delante. Me encanta escribirte y hablarte, me encanta nombrarte, me encanta recordarte, me encanta mirarte cada día en nuestra foto, me encanta pensar en ti. Porque ya son más los días que no dueles y eso me gusta, porque he aprendido a recordarte sin tanto dolor, aunque a veces, de repente vuelve y me tumba, me anula, me gana.

Cuando me recupero, vuelvo a conectar conmigo y también contigo, sin llanto, sin pena, desde el amor y cariño que te tengo, pero hasta que vuelve ese momento me siento derrotada, abatida, agotada.

Qué duro y qué difícil es vivir con esto, aunque he encontrado verdaderas guerreras valientes en mi camino, ahora son parte de mí, las quiero en mi vida porque me ayudan a continuar, me apoyo en ellas si lo necesito porque sé que están ahí conmigo igual que yo estoy con ellas. Son una nueva familia, muy especial, con una fortaleza enorme, y las conocí gracias a ti. Son mis papagenas.

Ahora ya me cuesta un poco menos escuchar “confía” porque veo que a pesar del dolor y de la experiencia vivida, la vida me regala personas maravillosas… así que he decidido abrir un poco el corazón y dejarme recibir aquello que esté por venir.

Grupo de ayuda mutua supervivientes de suicidio
Participa individualmente en la actividad formativa o crea ideas de prevención en equipo (actividad para mayores de edad)
¿Quieres enfrentarte a un reto?
El suicidio es un problema de salud pública a nivel mundial. Se calcula que mata cada año a 800.000 personas, una cada 40 segundo. El número de personas que lo intenta es de 10 a 20 veces superior y cada muerte trae problemas emocionales de 6 a 12 personas que verán su vida cambiadas para siempre. Cuando el suicidio se da en la infancia y la adolescencia, el problema se agrava. Esta causa de muertes es la tercera en el grupo de edad de 14 a 29 años. No podemos permanecer impasibles antes este drama.

Convertir el dolor en una experiencia cuando se pierde un hijo

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Marilú Ancona Rosas, psicóloga y colaboradora de papageno.es nos regala su experiencia personal en la construcción de grupos de ayuda mutua para afrontar el duelo por la pérdida de un hijo de una manera constructiva.

La parte más personal y humana del suicidio y de las consecuencias emocionales para familiares y allegados.


 

 

Marilú Ancona Rosas

Licenciada en psicología clínica. Terapeuta cognitivo conductual. Máster en psicología clínica aplicada. Especialista en manejo de duelo. Fundadora del grupo de ayuda mutua «Renacer Mérida» (México), para padres que afrontan la muerte de un hijo. Miembro del grupo interinstitucional para la prevención del suicidio en Mérida. Docente en talleres para prevención de suicidios. En proceso de formación del grupo «Ancla de la Esperanza» para sobrevivientes de suicidio.

Aprender a decir adiós

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Nada hay más doloroso emocionalmente que la pérdida de una persona a la que se ama. Vivimos en una sociedad que potencia la idea romántica del «amor eterno». Esta falacia está detrás de muchas rupturas que no aguantan la tensión provocada por la idealización. Pinta la vida como un viaje que hacemos acompañados en todo momento de la gente a la que amamos tanto dentro de la pareja como en la vida familiar y social.

¡Mentira! El resto de personas entra y sale de nuestras vidas de forma más o menos abrupta y desaparecen del mismo modo. Cuanto antes aceptemos este hecho, antes estaremos preparados para transitar por el sendero de la felicidad. Quizás pienses que el mundo es un teatro y que el resto de figurantes sólo está ahí para darle sentido a tu vida, pero esto no es cierto. Nadie nació para hacerte feliz. Sólo tú

 

Con ella descubrí que hay amores eternos  que duran lo que dura un corto invierno…

Joaquín Sabina

 

La pérdida es consustancial a nuestra existencia y aprender a afrontarla quizás sea unos de los aprendizajes más útiles. Un camino de madurez que no se puede hacer sin ciertas dosis de sufrimiento que nos llevará a entender el trayecto como un viaje que hacemos con la única compañía de nosotros mismos. Cuando afrontamos pérdidas muchas veces nos resistimos a dejar ir a la otra persona. Confundimos nuestros deseos con lo que debería ocurrir y pensamos que la realidad es injusta cuando muy probablemente la realidad sea sólo lo que es. «Dejar ir» es una tarea complicada, pero obligada si deseamos recuperar nuestro equilibrio y respetar el curso natural de las cosas adaptándonos a los cambios que esto supone.

Haz un pequeño paréntesis en lo que estés haciendo y párate a pensar en cuantas cosas y personas estuvieron en tu vida y se marcharon para no volver. Por muy joven o mayor que seas las encontrarás. Quizás un día pensaste que serían para siempre. No lo fueron y eso no hace menos bonito lo que viviste. Puede que el ejercicio te provoque añoranza, pero puede también que te vuelva a hacer feliz. Nada ni nadie puede robarte tus experiencias, mientras que seas capaz de recordarlas. Intenta recuperarlas y vuelve a sentir lo de entonces. Los recuerdos son un tesoro que guardas en una caja y que puedes sacar cada vez que desees para disfrutarlos si eres capaz de entender que luego tendrás que devolverlos a su lugar. Ya no están. Acéptalo.

¿En qué has pensado? ¿Las amistades de tu niñez? ¿Tu primera pareja a la que juraste amor eterno? ¿Tu madre o tu padre que fallecieron? ¿Tu hijo o hija, tu hermano o hermana…? O quizás ¿La casa en la que pasaste tu niñez, tu primera moto, tu coche? Nada estará ahí para siempre. Saca el recuerdo de tu caja, permítete volver a disfrutar con su recuerdo y devuélvelo, no te pertenecen. Sólo tus emociones son tuyas.

Inevitablemente mientras escribo, mis recuerdos también me transportaron a mi pasado. Seguro que desvaídos por mis deseos y por el tiempo, me llevaron a la casa familiar de siempre, a una tarde de invierno soleada, al olor de tetina de goma y leche caliente (alrededor alguien corretea) y, como no, a la figura de mi madre. Casi puedo escucharla reír. Imagino que la existencia de la felicidad es incierta, pero en caso de que exista a mí me lleva a el estado de plenitud y seguridad de cuando ella estaba. Ya no queda nada de mis padres, la casa se vendió y ahora viven otras personas que la llenan con sus cosas. Mientras acabo esta línea sé que los tendré que devolver a la caja, no me pertenecen. Lo que sentí mientra los pensaba, eso, eso me lo quedo.

 

«…cuando te encariñas de una cosa, no con algo que no te pueden quitar sino con algo como una jarra para el agua o una copa de cristal. deberías tener en mente lo que es, para no sentirte afectado cuando se rompa. Lo mismo debe ocurrir con las personas; si besas a tu hijo, o a un hermano o a un amigo… debes recordar que amas a un mortal y que nada que ames es de tu propiedad; se te entrega durante ese momento, no para siempre ni indisolublemente, sino como un higo o un racimo de uvas en la estación adecuada del año, y si lo ansías durante el invierno, eres un loco. Asi que, si sientes añoranzas por tu hijo o por un amigo, cunado no te es dado tenerlo, debes saber que añoras un higo en invierno».

EPICTETO (Hierápolis,​ 55-Nicópolis, 135)

 

No soy superviviente y aunque conozco a gente con la que compartí experiencias que fallecieron por suicidio sólo puedo imaginar por empatía como se siente alguien que pierde a un ser querido y ve su vida destrozada por el terrible mazazo de perder a alguien de esta forma. Pero si tú has pasado por ese mal trago te invito a que este rato lo pasemos juntos. Sin límites. Tu y yo. Sin máscaras ni caretas. No como terapeuta y superviviente, sólo como personas. Te acompañaré a la caja de tus recuerdos. Te ayudaré a sacar los más felices y podrás revivirlos. Una persona es mucho más que la causa de su muerte. Cuando seas capaz de recordarlo sin añorarlo, cuando seas consciente que luego tendrás que volver a dejarlos, cuando tengas claro que no te pertenecen que no nacieron para hacerte feliz a ti, yo estaré ahí, silencioso. Sé que lo conseguirás. Ya hice el viaje otras veces y me fío plenamente en que tendrás éxito en tu tarea.  Luego, yo también me iré. Estaremos juntos sólo en ese momento, pero no para siempre. No nos pertenecemos. Con el paso del tiempo a veces tu presencia se volverá más nítida y recordaré lo que vivimos juntos. Ambos nos dejaremos marchar y recordaremos con alegría el haber pasado este instante juntos.

Este texto está dedicado a todas las personas que perdieron a alguien por suicidio. No estáis solos. Siempre habrá alguien dispuesto a acompañarte un trozo del camino. Búscalos, la vida es como una colcha echa con retazos que tú tejes. Sólo de ti depende el resultado, déjame estar también ahí para verlo.  

Este texto también está dedicado a todas las personas que amaron y perdieron lo que amaron, en especial a ella, que leerá este texto de las primeras. Que el miedo a perder lo amado no te prive de amar. Cuando ya no quede nada siempre quedarás tú dispuesta a seguir levantándote después de cada caída, cada vez más fuerte. La mejor versión de ti misma. Siempre.

Cómo comunicar el suicidio de un familiar a niños y niñas

Tiempo de lectura: 3 minutos

Nuestra cultura ha convertido el tema de la muerte en algo tabú y de lo que hay que evitar hablar. Eso convierte el duelo en algo doloroso que muchas veces se coarta y más en casos de que la muerte sea por suicidio y haya que comunicarla a menores.

El duelo por suicidio es especialmente complicado. Los supervivientes, tas un período inicial inician una búsqueda de las causas de la muerte que puede ahondar el sufrimiento y que cursa con sentimientos de culpabilidad, vergüenza y de abandono.

 

“El duelo reclama zurcir los rotos del corazón que la pérdida ocasiona, sanando con paciencia la nueva vida”.
José Carlos Bermejo – Director del centro de Humanización de la Salud 

Cuadernos de ayuda al duelo (ALBIA)

 

El ocultismo y la evitación conlleva a veces problemas agravados puesto que perdemos importantes momentos de aprendizaje para afrontar la muerte de una forma más adaptativa. Los niños y niñas que pasan por situaciones de este tipo necesitan saber para integrar la experiencia en sus vidas y superarlas. Por lo tanto, es importante que todos aprendamos a hablar del suicidio y a comunicarlo adaptándolo al nivel madurativo de cada uno.

 

Es muy difícil encontrar las palabras para comunicar la desalentadora noticia del suicidio de un ser querido. Tal vez sientas la tentación de «proteger» a tu hijo de tan traumática información contándole «mentiras piadosas» o verdades a medias. Sin embargo, al no tener una explicación sincera, los niños tienden a inventarse sus propias historias. Estas historias que se cuentan a sí mismos pueden provocar todavía más confusión, miedo y aislamiento.

Margo Requarth, terapeuta de pareja y de familia
margo@HealingHeartsPress.com

Como explicarles a los niños el suicidio

 

Los ingredientes principales para una comunicación efectiva se basan en dos pilares. Por un lado, la honestidad. Mentir suele traer consecuencias y hoy en día es difícil ocultar un hecho de tal envergadura. Siempre será mejor que un adulto sensibilizado comunique la muerte del familiar, que la información llegue por otro medios (otros niños, medios de comunicación, redes sociales…). Por otro lado, a la hora de informar hay que personalizar el mensaje teniendo en cuenta la edad de la persona superviviente y su nivel madurativo. Adaptar el lenguaje a sus necesidades es vital para ser entendidos.

Otro aspecto importante son los tiempos. La precipitación o los miedos  y los retrasos pueden hacer de la comunicación un proceso complicado que nos aleje del objetivo que no es otro que ayudar al menor a adaptarse a la falta del ser querido y a los cambios que ello conlleva.

Por último es necesario destacar que muchas de nuestras experiencias traumáticas están más ligadas al silencio alrededor de éstas que al hecho que las motivó. Esto está causado porque hablar y comunicar sana y el dolor compartido se atenúa. En cosnecuencia debe favorecerse la expresión emocional. El duelo no es patológico y sólo necesita de apoyo profesional cuando se patologiza.


MÁS INFORMACIÓN

El final del duelo

Tiempo de lectura: 3 minutos

¿Qué significa elaborar el duelo?, ¿existe una manera adecuada de procesar esta experiencia? A pesar de que el dolor no restaura el vinculo perdido, existe evidencia de que tal experiencia estimula un complejo neurológico responsable del procesamiento de la información que incluye un establecimiento de nuevos significados o la reorganización de nuevos esquemas mentales. En definitiva, una reestructuración de nuestro mundo interior y nuestra propia identidad.

Pero detrás de estos procesos hay una base biológica, así las acciones arriba indicadas y que señalaban autores como Robert Neymeyer y Ronnie Janoff-Bulman en lo referido al propio sistema de creencias y valores del doliente tras el proceso traumático, o Richard Tedeschi y Lawrence Calhoun en lo que se refiere al crecimiento postraumático que experimentan algunas personas en la etapa final del duelo y por último en cuanto a la creación de nuevos significados o esquemas mentales que citan Mardi Horowitz y Susan Folkman, todas ellas tienen un incuestionable correlato neurobiológico

Ello, tiene importantes implicaciones en cuanto al diseño de estrategias de intervención, así , estos cambios citados, en forma de nuevas creencias, o significados o conclusiones referidas a una misma persona, sobre la vida y las relaciones con las demás personas deben emerger de forma natural como consecuencia del proceso de asignación de significación emocional-cognitiva, y no como un esfuerzo mental de distorsión para reducir la sintomatología. Es por ello que el trabajo desde lo puramente cognitivo e implicando auto instrucciones del tipo: Hay que resignarse, no debo pensar en ello, tienes que esforzarte, etc.., no sólo resultan poco útiles sino que pueden complicar el proceso de recuperación y elaboración del duelo

Pero ello no implica la eliminación o minimización de las conductas de afrontamiento del duelo por parte de la persona superviviente, lo que cabe es una exploración cuidadosa de la vivencia subjetiva de la persona con el objetivo de determinar si las conductas, sentimientos o pensamientos que experimenta la persona doliente son realmente estrategias que contribuyen a un adecuado procesamiento del duelo o por el contrario se constituyen como respuestas inadaptativas

En este contexto, por extraño que parezca, la estrategia de afrontamiento más efectiva no es siempre la que modera el efecto del estrés sobre la persona, sino la que promueve un procesamiento emocional-cognitivo de la experiencia de pérdida, por ello, la efectividad del afrontamiento puede ser independiente de la sintomatología, pudiéndonos encontrar con situaciones donde un afrontamiento correcto es aquel que incrementa la sintomatología y en otras ocasiones la reduce, así por ejemplo en una primera etapa, una persona puede intentar evitar conectar con la pérdida y su significado y ello le ayuda a permanecer estable de tal manera que se protege de un exceso de sufrimiento que es difícil de asimilar en principio.

En definitiva, el quid de la cuestión reside en si el afrontamiento que emplea la persona en ese momento le ayuda o no, a asimilar la situación traumática.

Payás Puigarnau, Alba (2010). Las tareas del duelo. Editorial Paidós

Reseña

Francisco Rodríguez Laguna

Psicólogo. con formación avanzada en duelo (Modelo Integrativo-Relacional).

Tradición y duelo

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La Santa Muerte y el Día de los Muertos en Méjico (tradición y duelo)

Francisco Rguez. Laguna 6 de marzo del 2019

El día de los muertos es una celebración mejicana similar a nuestro día de los difuntos. Se celebra el 1 y 2 de noviembre, y se festeja durante todo un día y la noche, como fiesta en los cementerios, mediante comidas, en muchas ocasiones sobre las propias lápidas, hay música , se charla con el difunto y los niños y niñas juegan por todo el cementerio. Se mezcla el dolor y la fiesta, el recuerdo y el amor por los seres queridos y también se celebra la vida.

Reconozco que cuando tuve conocimiento de tal tradición me sorprendió gratamente. Tener presente la muerte de esta manera facilita a muchas personas que transitan el duelo, una conexión intensa y eficaz relacionada con los propios significados de su pérdida.

La muerte nos acompaña desde nuestro nacimiento, una vez nacidos ya tenemos escrita nuestra sentencia de muerte , sin embargo, no existe una didáctica salutogénica entorno a la misma, ni respecto del duelo.

Hablar de la muerte no sólo es de mal gusto, si no que propicia sanciones
morales y éticas en el entorno, hacia quien trata sobre este tema.

Ante las pérdidas, el dolor nos atraviesa y lo sufrimos muchas veces en
solitario pensando que el tiempo es al que le corresponde realizar las tareas que procesan nuestro duelo, sin embargo, los mitos, como éste, respecto de este proceso tan importante en nuestras vidas como es el duelo se imponen; “expresar tu dolor te hace daño o hace daño a las demás personas, el dolor debe ser expresado en la intimidad…, etc.”

Otras expresiones inadecuadas son utilizadas en el propio tanatorio, desde la ignorancia y con la mejor intención expresamos mensajes que también dificultan el duelo; “ ahora tienes que ser fuerte, ahora tienes que distraerte, los niños son pequeños y no se acordarán de nada, piensa en tus otras hijas, a él/ella no le gustaría verte así, etc…”

También se ignoran las diferencias relativas al género en cuanto a la elaboración del duelo; mujeres y hombres presentan diferencias  importantes a la hora de afrontar la pérdida.

En cuanto a la infancia procuramos extraer a niños y niñas de cualquier
situación que pueda suponer un contacto con el dolor o la visión del ser
querido en el tanatorio. ¿Cómo se ha de actuar ante la pérdida de un ser querido con un menor de 5 años que le sobrevive, y con una persona en plena adolescencia?

Con el paso del tiempo, una parte de la población llega a desarrollar trastornos psicosomáticos relacionados con un duelo mal realizado, patológico o crónico. Y son muchas las consultas en salud mental realmente motivadas por duelos mal resueltos.

En definitiva es hora de ponerse manos a la obra e introducir una didáctica adecuada entorno a la muerte y el duelo, precisamente para proteger nuestra salud mental en primer lugar y para reconfigurar muchos significados en entorno a estos conceptos

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