El peso de la culpa tras el suicidio de un ser querido

Tiempo de lectura: < 1 minuto

 

Dentro del ciclo de actividades organizadas por Ubuntu y Papageno en el marco de la atención a personas que han perdido a seres queridos por suicidio, el próximo día 30 de abril de 2021 Carolina Ratia dará una ponencia con el nombre «El peso de la Culpa».

La psicóloga gaditana participará en esta actividad interna donde las personas que conforman los diferentes grupos de ayuda mutua podrán trabajar sus emociones y aprender recursos para afrontarlas adecuadamente.

La actividad está reservada a miembros de los grupos de ayuda mutua de Cádiz, Sevilla, Jaén y Albacete y se celebrará por videoconferencia (Zoom) el viernes 30 de abril de 17.00 a 19.00. El enlace se enviará el mismo día por la mañana a través de los WhatsApp de ambas asociaciones. 

 

¡Te esperamos!

 

Supervivientes por suicidio: «No Sabía»

Tiempo de lectura: 4 minutos
Foto de Daria Sannikova en Pexels

Autora: Marien Sosa Rojano es superviviente de suicidio y participa en un grupo de ayuda mutua.

En este artículo Marien narra su proceso de duelo personal tras la pérdida de un ser querido a través de las emociones a las que se enfrenta.

 

NO SABÍA.

No sabía que un día se me pararía la vida.
No sabía lo que me iba a ocurrir.
No sabía que ese día descubriría cuánto puede doler el alma.
No sabía que mi alma se podía sentir así.
No sabía que se podía romper tan fuerte, que cada trozo de mi alma podía doler tanto.
No sabía que serían cuchillas penetrantes que me acompañarían mucho rato.
No sabía que cada trozo cortaba, hería, sangraba y escocía con sólo respirar.
No sabía que sólo respirar dolía.
No sabía que el dolor que sentía se haría cada vez más intenso y me ahogaría.
No sabía que me hundiría en un mar de lágrimas.
No sabía que el dolor tenía color.
No sabía que cuanto más sufría más oscuro se volvía mi mundo.
No sabía que la penumbra envolvería mi vida.
No sabía que mi ser se apagaría.
No sabía cómo volverlo a encender.
No sabía que estaría tan perdida, sin rumbo.
No sabía el sentido de vivir.
No sabía que mi mente me pediría abandonar.
No sabía que mi corazón también quería parar.
No sabía cómo dejar de caer.
No sabía cómo dejar de crujir.
No sabía qué encontraría al final.
No sabía que volvería a tocar fondo, pero que éste sería diferente al que conocí.
No sabía que lo necesitaba, que querría quedarme allí.
No sabía que me levantaría y permanecería de pie, ahí.
No sabía que me untaría de la sombra del lecho oscuro, no sabía cómo me haría sentir.
No sabía que descubriría un momento, una reflexión, un rayo de luz.
No sabía que querría salir de allí.
No sabía cómo hacerlo, no sabía cómo ascender.
No sabía que escalaría, no sabía que volvería a caer.
No sabía que treparía y me quedaría a medias de bajar o subir.
No sabía que había encontrado un camino y que debería seguir por ahí.
No sabía que quienes me ayudaban, me acompañaban y guiaban, lo daban todo por mí.
No sabía cuánto amor me rodeaba porque sólo pensaba en salir.
No sabía que avanzaba, a pesar del peso que arrastraba.
No sabía que crecía y aprendía, pero mientras me sanaba.
No sabía que aún me curo, mientras gano fuerza y confianza.
No sabía que en mi camino encontraría almas hermanas.
No sabía que notaría claridad en mi mirada.
No sabía que volvería a sentir.
No sabía que este camino, aun acompañada, sola lo tenía que vivir.
No sabía que cansada me tocaría seguir subiendo.
No sabía que mientras subía, me estaba conociendo.
No sabía que descubriría un ser que habitaba en mí, diferente al que fui.
No sabía que lograría ver que estaba saliendo de allí.
No sabía que aún me queda camino, pero la luz es cada vez más cálida al subir.
No sabía que me daría cuenta que fue toda una oportunidad haberte conocido a ti.
No sabía que serías un gran maestro de mi vida y yo solo tu aprendiz.
No sabía que descubriría todo lo que te hacía sufrir.
No sabía que me perdonaría por no haberte podido ayudar.
No sabía que me perdonaría, y que podría encontrar la paz.
No sabía que en mi camino me has acompañado siempre, aunque no te podía ver.
No sabía que aprendería a sentirte, en otro modo, tu ser.
No sabía que aceptaría que ya no estás conmigo, que ahora estás siempre.
No sabía que te echaría de menos de tantas formas diferentes.
No sabía que descubriría tu energía y me acompaña cada día.
No sabía que serías mi luz, mi guía, mi razón para continuar.
No sabía que serías un ángel azul de alas abatidas.
No sabía que mi luz te alumbraría en tu oscuridad.
No sabía que no pude alumbrarte lo suficiente y perdiste la batalla.
No sabía que ahora donde estás me esperas y nos volveremos a abrazar.
No sabía que mientras nos reencontramos a mí me queda mucho que caminar.
No sabía que mientras avanzo aceptaré lo que me tenga que llegar.
No sabía que aprendería otra forma de mirar.
No sabía que ahora solo me apetece ayudar.
No sabía que tú serías mi razón por la que estas frases escribir.
No sabía que tenía en mi interior muchas cosas que decir.
No sabía que esta tormenta me iba a destruir.
No sabía que el paraguas no sirve de nada aquí.
Pero mi tormenta me acompaña, aunque a veces parezca desaparecer.
Ahora la acepto y la quiero, forma parte de mi ser.
Ahora sé y te agradezco lo feliz que me hiciste sentir.
Ahora sé que quiero que los demás te recuerden también así.
Ahora sé que volveré a escribirte porque nunca me despedí.
Ahora sé y te prometo que intentaré volver a ser feliz.
Porque sé que es lo que tú querrías, volver a verme sonreír.
Porque sé que tu sonrisa me daba ganas de vivir.
Y ahora sé que con la mía me toca regalarla y compartir.
Ahora sé y agradezco a la vida, que me tocara esto a mí.
Porque sé que era el camino que me preparó para seguir.
De todo ello he aprendido y ahora quiero continuar
Aunque me enfadé con la vida, ya la puedo perdonar.
No me importa quién no lo entienda, son mis zapatos, mi caminar.
Quién me acompañe en este viaje aprenderá de mi lección
Aunque sé que este trayecto es diferente en cada corazón.

 

Grupo de ayuda mutua supervivientes de suicidio
Grupo de ayuda mutua supervivientes de suicidio en Cádiz

 

Grupos de ayuda mutua para supervivientes de suicidio

Si deseas participar en un grupo puedes consultar en el listado de los grupos que funcionan en España.

Papageno coordina un grupo de ayuda mutua en Cádiz. Si deseas ponerte en contacto con nosotros utiliza el WhatsApp 633 169 129

Para tener más información sobre el duelo por suicidio puedes consultar aquí.

La culpa del superviviente

Tiempo de lectura: 2 minutos

Las consecuencias psicológicas de vivir situaciones traumáticas relacionadas con riesgo a nuestra vida o a la de otros, catástrofes o situaciones de emergencia o violencia extrema pueden llegar a ser devastadoras.

Al riesgo de muerte o consecuencias sobre la salud, se unen emociones complejas, y en casos más graves. puede favorecer la aparición de un Trastorno por Estrés Postraumático. Este tipo de trastorno tiene entre sus posibles causas lo que se ha denominado el síndrome o la culpa del superviviente provocado por los sentimientos generados por sobrevivir a un suceso donde murió alguna persona cercana.

La culpa puede ser frecuente y natural y debe ser identificada en personas vulnerables que no deben dudar en pedir ayuda cuando lo necesiten. Estos sentimientos pueden llevar a la aparición de ideación u otras conductas suicidas y son un factor de riesgo reconocido para el suicidio. En principio, no podemos definir las emociones como buenas o malas intrínsecamente, todas cumplen una función positiva. La culpa surge en situaciones donde percibimos que hemos cometido un error o falta o hemos perjudicado a otra persona. Para superarla reaccionamos con una mayor motivación a restituir el daño hecho con nuestras acciones. 

Sin embargo, hay ocasiones donde esta emoción es irracional. Podemos identificar esta irracionalidad cuando el hecho ocurrido no está provocado por una acción u omisión nuestra, sino cuando es efecto de la suerte u otras causas externas. Eso ocurre, por ejemplo, en los casos de atentados terroristas o asesinatos masivos o ante catástrofes naturales. Se han descrito ocasiones donde la culpa ha empujado a los supervivientes a acabar con su propia vida. Sean cuales sean sus consecuencias, también es una emoción muy relacionada con las personas que han vivido cerca la muerte por suicidio de una persona querida.

Muchas veces la irracionalidad viene dado por nuestra propia manera de ser. Según Ciara Molina, esto ocurre en personas con tendencia a vivir en tensión, con angustia y sentimientos de desvaloración hacia sí mismo, perfeccionistas, con miedo al rechazo o a equivocarse y con excesiva necesidad de aprobación de los demás.

Para manejar la culpa del superviviente es aconsejable fomentar la comunicación con personas representativas o contando lo ocurrido para compartirlo con otros, recordar continuamente que los hechos traumáticos no son responsabilidad nuestra, regresar a la rutina personal cotidiana lo antes posible y ponerse en disposición de ayudar a otros a través de nuestra experiencia.


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