Las personas privadas de libertad son un colectivo vulnerable que presenta tasas superiores de suicidio a la población general. Junto al aumento de factores de riesgo, el estrés del entorno son las claves para entender el riesgo.
El pasado miércoles 11 de septiembre organizamos una jornada formativa para personal del Centro Penitenciario y el Centro de Inserción Social de Algeciras. En la actividad participaron profesionales de ambos centros y miembros de cuerpos y seguridad del estado. La actividad fue organizada por las direcciones de los centros con la colaboración de la Delegación de Salud y Consumo en Cádiz.
La actividad tiene como objetivo dotar de competencias en prevención y posvención de la condcuta suicida a las personas participantes, así como explorar la posibilidad de establecer otras actividades con la finalidad de mejorar la atención de personas vulnerables.
En relación a la celebración del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, el Centro de Inserción Social y el Centro Penitenciario de Algeciras organiza un acto donde participarán varios miembros de nuestra asociación.
El suicidio en centros penitenciarios constituye un importante problema de salud pública. La concentración de factores de riesgo con el estrés propio de las situaciones de privación de libertad, convierte estos espacios en lugares donde es necesaria fomentar la sensibilización, la formación de profesionales y las actividades de corte preventivo.
Charlas de sensibilización y formativas para profesional sanitario, personal funcionario y personas privadas en libertad en el Centro Penitenciario Puerto II (Cádiz)
Daniel J. López participa en talleres de prevención del suicidio en el Centro Penitenciario «Puerto II». López es psicólogo general sanitario, técnico de salud, presidente de Papageno y está especializado en la atención de grupos vulnerables
Suicidios en privación de libertad
La muerte por suicidio es una causa de mortalidad que aparece en los diferentes niveles socioculturales y económicos. Sin embargo, como el resto de problemas de salud pública, no está exento de la influencia de las desigualdades sociales en salud.
Entre las personas privadas de libertad podemos encontrar perfiles con un mayor riesgo de muerte por sucidio u otras conductas suicidas o autolesiones no suicidas. A las particulares circunstancias de vida propias de un centro penitenciario, se suma la mayor presencia de factores de riesgo. El abuso de sustancias o las adicciones, la presencia de una mayor agresividad y comportamientos impulsivos, los trastornos mentales y el aislamiento social contribuyen a convertir estos espacios en un lugar clave para la prevención.
Los estudios demuestran además, no solo una diferencia de tasas entre personas privadas de libertad y población general, sino dependiendo de su situación penitenciaria. De esa forma las personas con penas preventivas tienen una menor tasa de suicidio que las personas con condena firme que alcanzan cifras preocupantes.
Sobredosis y patología dual
A pesar de la complejidad del suicidio y particularmente dentro de establecimientos de privación de libertad, nos parece interesante resaltar dos aspectos a tener en cuenta en la prevención. ¿Cuántas muertes por sobredosis ocultan realmente una conducta suicida? Por otro lado, también parece interesante resaltar una de las grandes asignaturas pendientes de la salud publica en nuestro país: la atención integral de muchas personas que por tener patología dual, o sea la presencia de un trastorno adictivo junto a un trastorno de salud mental, quedan fuera del sistema. En muchos casos esto tiene como consecuencia la desatención y que se conviertan en personas marginales, acabando en centros penitenciarios.
De la palabra a la acción
Dada la situación de tutela de la administración frente a las personas privadas de libertad, sea cuales sean las razones que han llevado a esta situación, parece adecuado establecer las medidas necesarias para afrontar de forma adecuada este importante problema en nuestros centros penitenciarios.
Dentro de los objetivos que son importantes en este ámbito, uno de ellos es la formación de profesionales y otro la de los internos de apoyo o sombra cuya función hace necesario un mayor grado de alfabetización en suicidio y de habilidades de detección precoz del problema.
Por ello, es nuestro compromiso aprovechar las oportunidades desde cualquier faceta para poder aportar un grano de arena con el objetivo de disminuir esta causa de muerte en aquellos grupos más vulnerables. Para ello, creemos necesario el desarrollo de programas multidisciplinares que aprovechen las sinergias de diferentes elementos institucionales y asociativos que puedan incidir en aspectos esenciales de la prevención del suicidio en centros de privación de libertad.
En ese orden de cosas, el pasado viernes 25 de enero se celebró en el Centro Penitenciario Puerto II una sesión formativa en el que participaron funcionarios y profesionales sanitarios que sirvió para reflexionar sobre el tema y tender puentes de colaboración para mejorar los programas de prevención en este entorno. En paralelo a esta formación, hoy día 29, se realizará una actividad donde los propios internos podrán conocer mejor las señales y factores de riesgo y protección y mejorar sus habilidades en ese sentido.
De esta forma, esperamos hacer más visible el problema del suicidio en este grupo vulnerable y deseamos que sea una oportunidad para seguir trabajando en este sentido en el futuro con programas de mayor calado y valor preventivo.
Sigue habiendo quien cuestiona el cambio climático. Aún así la realidad es muy tozuda.
Desde las ciencias de la economía hasta las de la salud (y no solo la meteorología), son varias las disciplinas que están analizando como las variaciones del clima tiene consecuencias en las personas o en la sociedad.
Son muchas las publicaciones que acreditan la relación de las condiciones meteorológicas extremas con determinadas enfermedades o con el número de fallecidos en general:
Normalmente estos estudios no suelen entrar a valorar cuales podrían ser las razones de fondo que expliquen estas conductas asociadas al riesgo de suicidio. Como excepción un reciente estudio en India (Crop-damaging temperatures increase suicide rates in IndiaTamma A. Carleton) argumentaba el efecto del clima en las cosechas, estos en las economías familiares y, finalmente, éstas en la desesperanza y el suicidio.
Además de las consecuencias negativas en sectores económicos, es fácil establecer causa efecto entre condiciones extremas del clima con estrés, irritación, desasosiego o aumento de síntomas negativos de algunas enfermedades. También parece lógico ver estos estados de ánimo como elementos perturbadores que pudieran sumarse al resto de factores de riesgo. De hecho, empieza a hablarse del “estrés térmico”, generalmente asociado a “olas de calor”.
Cosa distinta es la accesibilidad a los datos detallados sobre suicidios cuando se quiere trabajar con cierto nivel de detalle. El único lugar que dispone de los datos y permite el acceso es el INE (www.ine.es). Incluso ésta, por razones de protección de la intimidad, limita esta información y no la publica en su web. No obstante lo anterior, el INE ofrece un recurso de petición de datos “a medida” anonimizados, sujetos a control y con un coste para el investigador (aunque asumible).
Metodología de trabajo.
Dispuesto a comprobar que los estudios extranjeros que asocian muerte con clima extremo son extensibles a nuestro país, se hace necesario concretar los parámetros que quieren usarse. Recordemos que las investigaciones previas se detienen en las condiciones extremas, tales como temperatura o velocidad del viento.
Como pequeño guiño a los activistas del cambio climático, he elegido la variable: media mensual de las temperaturas máximas absoltas diarias. El periodo analizado comprende desde 1998 a 2021. Para obtener un panorama geográfico amplio, seleccioné una estación meteorológica por provincia. Generalmente la más cercana a la capital que contara con un registro regular y amplio en el tiempo.
Tras formalizar la petición de datos al INE sobre “número de fallecidos por suicidio” (desagregado por género, provincia de residencia, año y mes), recibir la aprobación, firmar el documento de condiciones de uso y pagar la tasa, recibí en pocos días un archivo de Excel con los datos solicitados.
Previamente procedí a comprobar (una vez más) que no correlacionan temperaturas y muertes por suicidio. Esta falta de correlación nos señala que el dato del termómetro “per sé” no es un factor de riesgo (cosa evidente al observar que los países con climas cálidos no sufren necesariamente más muertes por suicidio que los fríos. Con el clima entran en juego muchos otros factores (como la adaptabilidad de las personas al entorno donde vive). No deberíamos usar como elemento de comparación las temperaturas absolutas, porque no sería correcto entender que una temperatura de 35 grados en mayo o junio afecte igual a alguien que vive en Córdoba que a alguien de Soria. Esta consideración es un jarro de agua fría para quienes ven “cambio climático” tan solo como “aumento de temperatura”. Los datos nos muestran que dicho fenómeno resulta más “perturbador” por su exageración de los contrastes tales como las cada vez más frecuentes “olas de calor extremo”, pero que podría extenderse a otros fenómenos admosféricos.
Como método analítico decidí usar la perspectiva epidemiológica de “casos-controles, longitudinal hacia atrás”. Para ello diseñé en Excel una rejilla que permitiera filtrar los casos (año, mes, provincia) en los que se producían determinadas desviaciones porcentuales de temperatura respecto de la media mensual de las máximas de la estación, mes y periodo estudiado y aplicarla a las tablas de suicidios y poblaciones.
La anterior rejilla se aplicó a los parámetros siguientes:
Expuestos: Suicidios y poblaciones para los meses en los que la temperatura media mensual de las máximas absolutas de cada año/mes/provincia era superior a los siguientes valores: 0%, 5%, 10%, 15%, 20%, 25% y 30%.
No Expuestos: Suicidios y poblaciones para los meses en los que la temperatura media mensual de las máximas absolutas de cada mes/año/provincia era igual o inferior a la media del mismo mes/provincia del periodo 1998/2021.
Se considera “poblaciones de control”, el resto de personas residentes en las provincias/meses en las que coincidiendo en las circunstancia climáticas de exposición/no exposición, han muerto (o no) por suicidio.
Se desagrega un subgrupo que corresponde a los meses de más calor (de mayo a septiembre) para observar los efectos en este periodo.
Resultados de la rejilla año/mes/provincia.
El conjunto de datos desplegados en la rejilla climática nos proporciona una matriz de 24x52x12 celdas, idéntica a la correspondiente a los suicidios.
Los cortes por grupos de rangos de temperatura se indican en la siguiente tabla:
Resultados de los Ratios Casos/controles para suicidio.
De los rangos de temperatura anteriores y trabajando por separado el ámbito temporal (todo el año/meses de calor), se obtienen tablas con los ratios y los intervalos de confianza, como en el ejemplo siguiente:
Con todos ellos Obtenemos una tabla resumen de resultados:
Aún considerando las reservas que se señalan en el párrafo sobre problemas metodológicos, nos atrevemos a concluir que España no es una excepción en cuanto a la perniciosa (aunque leve) influencia de las temperaturas extremas en las muertes por suicidio. Meses con olas de calor que hagan superar las temperaturas medias máximas mensuales un 10% se expresan en un 3% (OR=1,0342 IC+=1,0081 IC-=1,0609) más de fallecidos por “lesiones autoinfligidas” que en los meses en los que no se superan las medias históricas para ese mes y provincia. Cuando las olas de calor suben las medias máximas mensuales por encima del 15%, los fallecidos son un 5% más (OR= 1,0517, IC+=1,0010, IC-=1,1050).
Sorprendentemente los resultados obtenidos en el periodo cálido del año no muestra valores mucho más altos que los considerados en el total del año. Aunque los ratios parecen superiores, observamos que la disminución de la muestra hace que los intervalos de confianza dejen de ser relevantes.
Rechazamos estimar los resultados de las rejillas de excesos de temperaturas superiores al 25% (aunque resulten muy ventajosos para nuestra hipótesis). Formalmente están comprendidos dentro de los intervalos de confianza, cumplen con los requisitos de homogeneidad de la razón de ventajas y de las pruebas de independencia condicional. Aún así entendemos que el método de extracción desde las rejillas hace que el dato que se analiza es el desarrollo de otro menos representativo. En este corte, el número de fallecidos que consta en la celda es de 38 fallecidos (aparentemente suficiente), pero procede de solo 3 supuestos: junio de 1998 en Asturias (11 fallecidos), abril de 2011 en A Coruña (15 fallecidos) y mayo de 2020 también en Asturias (12 fallecidos). Nuestras dudas para aceptar estos resultados se apoya también en que en el corte anterior (20%), el intervalo de confianza no es significativo.
La aplicación de este método casos/controles nos permite ratificar una vez más los estudios que muestran mayores o menores tasas de suicidio asociados a la estacionalidad (no a la temperatura), en este caso los meses de mayo a septiembre respecto de los meses octubre a abril:
OR = 1,0732 IC+ = 1,0575 IC- = 1,0891
Estos resultados son coherentes con estudios previos sobre estacionalidad del suicidio en España:
Problemas metodológicos
Contar con una rejilla de amplitud mensual para cotejar temperatura y muerte por suicidio supone aceptar un gran margen de imprecisión. Asumimos que los “picos” de altas temperaturas se suelen mantener durante algunos días, pero es evidente que, al considerar la media mensual, algunos de esos “picos” pueden ocultarse tras días con temperaturas bajas. Por otro lado, y hasta que se emprenda un estudio con rejillas diarias, no conocemos el alcance temporal del posible efecto del “estrés térmico” en la decisión de quitarse la vida. Para complicar el análisis, será difícil demostrar si el estrés climático es un simple precipitador “instantáneo” o tiene influencia persistente en el sufrimiento que conduce al suicidio.
Asimismo la elección de una sola estación meteorológica por provincia significa que los datos de “ola de calor” de esa estación no refleja exactamente su influencia en toda la geografía provincial.
Debemos señalar también que los picos de temperatura tienen efectos/sensaciones más acentuados cuando se asocian a humedades relativas altas o no están moderados por el viento. Posteriores estudios deberán contemplar el efecto de diferentes parámetros climáticos y la combinación de éstos en la decisión de quitarse la vida.
Aún así, los datos son coherentes: riesgo relativo más alto cuando las temperaturas máximas absolutas son superiores a la media, márgenes muy ajustados; progresividad en los cortes con muestra óptima y márgenes de confianza que contienen el “1” (no significativos) para diferencias de temperatura más bajas o con menor números de casos.
CONCLUSIONES
Confirmamos para toda España los estudios locales o extranjeros sobre influencia negativa del calor extremo respecto del número de fallecidos por suicidio, así como cierta estacionalidad de la conducta suicida, mayor entre los meses de mayo a septiembre.
Con estos resultados queremos animar a realizar investigaciones más completas, amplias y rigurosas. Y no solo por curiosidad científica. Entender de qué manera nuestro entorno condiciona nuestras decisiones como personas ayudará a prevenir esta lacra social que nos cuesta 4 mil vidas al año solo en España.
En definitiva, la ciencia seguirá descubriendo centenares de aspectos que nos hacen sufrir. También cómo la confluencia de muchos de ellos llevan a la compleja decisión de quitarse la vida como “solución” a sus padecimientos.
Lo que no cambiará es que, aunque no sea fácil verlo, hay otras formas para aminorar el sufrimiento. La primera es pedir ayuda cuando creas que no puedes soportar más. Habla de ello con las personas de tu entorno que puedan empatizar con tu dolor, aunque a veces no te entiendan o no sepan como reconforte. Verbalizarlo, encontrar sentido a lo que nos pasa, sentir apoyo de nuestro entorno, empezar a creer que puede haber solución, significa ESPERANZA. Y la esperanza es la mejor prevención del suicidio.
Como sociedad, ayudemos a acabar con los tabúes de la muerte, el sufrimiento o la salud mental. Que el suicidio no sea un estigma para la persona que piensa en quitarse la vida ni para los supervivientes. Defiende ante las Administraciones y representantes políticos una sanidad pública de primer nivel ( o al menos, equiparable a la de nuestro entorno). Escucha activamente y acompaña a ese amigo o familiar que te regala el preciado don de su confianza, especialmente cuando te cuenta que está pensando en la muerte como solución a su dolor.
Esta iniciativa nace con el objetivo de concienciar y sensibilizar el problema del suicidio que opera en nuestra sociedad. Se ha convertido en la primera causa de muerte no natural en nuestro país, no se pudiéndose atribuir a una sola causa, es multicausal e intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales.
La media que presenta la Guardia Civil es un suicidio cada 26 días, en un estudio realizado por la Dirección General de la Guardia Civil, refiere que hay 323 casos de suicidios, en el período comprendido entre 1996 al 2020, siendo Andalucía la comunidad autónoma con más casos, 71 concretamente.
La finalidad de esta jornada es llamar la atención de las autoridades nacionales y locales, instituciones, colectivo facultativo, académico, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, las diferentes personas que por su profesión necesitan de una mayor fortaleza emocional para el desarrollo de su actividad profesional sobre la importancia y la naturaleza del problema del suicidio y conseguir abordar la necesidad de una labor preventiva.
TALLER ONLINE PREENCUENTRO 06 de marzo de 2023 de 17:00 a 18:30
Con motivo de la celebración del II Encuentro Internacional en Prevención, Intervención y Posvención de la Conducta Suicida el 10 de marzo en Salamanca, ofrecemos la posibilidad de participar en una serie de talleres online que iremos anunciando en nuestro blog. Se celebrarán en fechas cercanas al encuentro.
En esta entrada anunciamos la participación de nuestro compañero Natalia Lorenzo Ruíz. Con el título «Relación entre trauma, retraumatización y conducta suicida» Lorenzo, psicóloga general sanitaria y experta en emergencias y desastres, nos ayudará a reflexionar sobre la intrincada relación del trauma y la conducta suicida..
Recuerda que para participar en estos talleres, has de inscribirte previamente en la Jornada y abonar la cuota de inscripción.
TALLER ONLINE PREENCUENTRO 07 de marzo de 2023 de 17:00 a 18:30
Con motivo de la celebración del II Encuentro Internacional en Prevención, Intervención y Posvención de la Conducta Suicida el 10 de marzo en Salamanca, ofrecemos la posibilidad de participar en una serie de talleres online que iremos anunciando en nuestro blog. Se celebrarán en fechas cercanas al encuentro.
En esta entrada anunciamos la participación de nuestro compañero Ángel Luis Mena. Con el título «Factores de riesgo en la conducta suicida: el estigma en la salud mental» este experto en Humanidades y en Comunicación, con una dilatada experiencia en el trabajo de campo sobre el estigma en la salud mental reflexionará de cómo influye este fenómeno y como combatirlo.
Recuerda que para participar en estos talleres, has de inscribirte previamente en la Jornada y abonar la cuota de inscripción.
Hugo López Cuetos, es un Guardia Civil retirado que prestó sus servicios en Zaragoza y planea el reto de cruzar España de norte a sur en 5 etapas desde el día 28.8.22.
Debido a un accidente laboral en 2015, al expediente que le abrieron en su empresa a continuación, y a su retirada del servicio activo en abril de 2022. Siente la necesidad de visibilizar la salud mental y en especial la prevención del suicidio. Para ello ha elegido hacer un reto con su bicicleta, con la que ha participado en numerosos retos deportivos (destacamos: Paris brest Paris, diferentes series de brevet entre 200 y 1200 kilómetros…)
La bici le sostiene en todo su proceso y sus familiares están acostumbrados a verle encima de ella, por lo que ha decidido hacer estos kilómetros solidarios, para visibilizar a todas las personas que están en una situación similar y a las personas que han elegido el suicidio como salida a su sufrimiento.
Uno de sus mensajes que porta es «Ignorantia Tenebrarum«, que significa ignorancia a las tinieblas. Esas tinieblas, añade, son los problemas que van surgiendo y que se acaban convirtiéndose en trastornos y pueden cambiar el trayecto y propósito de una vida.
El camino que se ha marcado para su reto, estará desarrollado en cinco etapas:
La primera comienza en Blimea y termina en Tudela de Duero (358 km)
En la segunda irá desde Tudela de Duero hasta Ávila (210 km)
La tercera etapa está comprendida entre Ávila y Mérida (340 km)
La cuarta tendrá su inicio en Mérida y culminará en Baeza, localidad con especial significado para muchos Guardias Civiles (400 km)
La quinta y última une Baeza con Málaga, donde finaliza el reto (256 km)
La Asociación Unificada de Guardias Civiles lleva años pidiendo a la Administración medidas urgentes para paliar la elevada tasa de suicidios que prevalece entre los componentes de la Institución. Es una tragedia que presenta una media aproximada de una muerte cada 26 días, cifra más elevada que la de otros Cuerpos policiales. En la Policía este año, la media es de 1 suicidio cada 72 días.
El servicio de psicología de la Guardia Civil está compuesto por 44 profesionales cuando la plantilla es superior a los 75.000 agentes. El servicio de atención psicológica debe ser externalizado para que accedan facultativos que no pertenezcan a la escala de sus mandos y especialistas ajenos. De este modo, los Guardias Civiles que precisen atención y tratamiento podrían obtenerlo sin miedos a represalias de los mandos.
Si desean colaborar con el reto solidario de Hugo López Cuetos pueden hacer llegar una donación en La Caixa, al siguiente número de cuenta: ES04 2100 2922 6602 0024 1725. La cuantía la percibirá la ONG: Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio, PAPAGENO entidad sin ánimo de lucro.
“Hay que ver la concepción del suicidio de forma plural, entenderla más allá del modo biomédico. Porque es un fenómeno complejo, dinámico, que está anclado a circunstancias biográficas, sociales y que tiene más que ver con el sentido de la existencia que con un factor clínico”.
Susana Al-Halabí
Sabemos que el sexo, la edad o el lugar donde vivimos influyen en las personas cuando afrontan la idea de acabar con la propia vida. Conocemos también por muchos y variados estudios que las condiciones económicas, el estado de salud, las dependencias, contar o no con apoyos sociales, un historial de maltrato infantil o afrontar una crisis personal, son algunos de los muchos factores de riesgo/protectores del suicidio.
Una forma sencilla de mostrar esta complejidad del comportamiento humano es comparar los datos de suicidio en España, discriminando por nacionalidad española / nacionalidad extranjera.
Si bien el INE no publica en su web los datos separados por nacionalidad por CCAAs o provincias, si disponemos los datos globales con indicación de sexo y grupos de edad en el periodo 2005/2020.
Residentes extranjeros en España
En el periodo 2005/2020 el 10% de la población residente tiene nacionalidad extranjera. La mayoría proceden de nuestro entorno europeo, pero también de países como Marruecos o de Sudamérica.
Con todo, tras la lista de los 14 países más representados en España, el “resto” supone aún el 30% de los extranjeros residentes en España.
No es fácil establecer un nexo común a semejante amalgama cultural, por lo que nos limitaremos a describir su comportamiento conjunto a la luz de los datos de los nacionales españoles.
El nivel de fallecidos por lesión autoinfligida en España (7,634 por cada 100.000 habitantes en el periodo 2005/2020) está en un nivel «medio bajo» respecto al resto de países del mundo. Baja si la comparamos con los países europeos o los llamados países «ricos» (EEUU o Japón prácticamente doblan las tasas españolas).
Metodología
No es posible comparar grupos poblacionales si no atendemos al menos a su diferenciación por grupos de género y edad.
Para ello hemos obtenido del INE las series de fallecidos por suicidio de cada uno de los años en los que se incluyen datos sobre nacionalidades (2005/2020), sexo y edad. De la misma fuente, las series de población residente española/extranjera por sexo y edad.
Como los grupos de edad no se correspondían entre ambas, hemos realizado la siguiente: 0-14, 15-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70-79, >79.
Se ha verificado mediante la prueba de Kolmogorov-Smirnov el ajuste de normalidad de cada una de las series, su homocedasticidad a través de una Anova (Leneve) y demostrado la dependencia de las variables que expresan las tasas de suicidio de nacionales y extranjeros mediante prueba de Chi-cuadrado y de Pearson. Mediante el estadístico de T-Studen hemos acreditado qué grupos tienen un comportamiento significativamente diferente al 95%.
Conclusiones
La limitada serie cronológica y la relativamente baja incidencia en algunos grupos de edad (menores de 15 años) descartan la posibilidad de extraer resultados con relevancia estadística.
Para visualizar los resultados expresamos las gráfica de las medias, en las que hemos disgregado por géneros:
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
Los jóvenes de nacionalidad extranjera expresan tasas de suicidio más altas que las de los de nacionalidad española. A partir de los 30 años, la tendencia se invierte y los nacionales tienen mayores tasas de suicidio que los extranjeros. A partir de los 50 años hay un nuevo punto de inflexión, con diferente comportamiento entre géneros. En los varones se igualan las tasas de ambas poblaciones hasta alcanzar los 69 años para, a partir de esa edad, disminuir notablemente la tasa de suicidios entre la población extranjera. Con las mujeres la evolución parece diferente entre ambos grupos, si bien fuera de los márgenes de error para poder ser concluyentes.
Mediante gráficas de error, en las que también hemos separado por género, vemos con más claridad que grupos de población extranjera tienen un comportamiento distinto y cuales de ellos son estadisticamente significativos.
HombresMujeres
En definitiva, pese a la diversidad de orígenes y a pesar de la influencia ambiental de nuestro entorno de adopción, la población extranjera residente en España se distingue claramente de la población española, mostrando un patrón de conducta suicida propio y diferenciado, en el que queremos destacar que, mientras que la población extranjera de mas edad tiene menor incidencia de suicidio, los jóvenes presentan tasas de suicidio superiores a las de sus homólogos nacionales.
En el año 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró un informe con el objetivo de promover la atención de los gobiernos sobre la muerte por suicidio, afirmando categóricamente que su prevención no solo es posible sino necesaria y urgente. En nuestro país, de acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre defunciones por causa de muerte, el suicidio se mantiene como la principal causa externa de fallecimientos. Y aún más alarmante es el hecho de que, de acuerdo con algunas publicaciones, la discrepancia existente entre los datos aportados por el INE y los institutos de medicina legal hace pensar en una subnotificación del número de muertes. Además, estas cifras no incluyen la ideación suicida o las tentativas de suicidio que pueden ser hasta veinte veces más frecuentes que el suicidio consumado, con el subsiguiente coste social y sufrimiento personal que conlleva. Explicar las causas de esta elevada prevalencia no es fácil, ya que, como en casi todos los fenómenos complejos, no hay una única respuesta. El suicidio no es algo que ocurra en el vacío, sino que tiene lugar en un contexto específico y en unas circunstancias determinadas de la vida de una persona, en las que la desesperanza y el sufrimiento cobran especial relevancia. El suicido es fenómeno multifactorial, plural, interactivo, dinámico, cultural, contextual y existencial, lo que se traduce en que, para cada persona, existen diversas configuraciones problemáticas que pueden estar a la base de numerosos problemas o dificultades.
Intervención temprana en la prevención del suicidio
Entre las variadas y posibles explicaciones que podemos encontrar, destacarían que no existen intervenciones específicas para poblaciones de riesgo ni tenemos actualmente un plan nacional para la prevención de suicidio, a pesar de que la Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud lo incluye como uno de sus objetivos. Además, en el ámbito sanitario, la evaluación clínica del riesgo suicida no siempre se lleva a cabo de forma comprehensiva y, a pesar de contar con instrumentos específicos de evaluación de la conducta suicida validados en población española para adultos y adolescentes, es infrecuente realizar un cribado específico.
A pesar de estas dificultades, el suicidio es prevenible. De hecho, no enfrentamos a un problema que –por su propia naturaleza– solo puede ser abordado desde la prevención. Aun así, constituye uno de los problemas más importantes de la salud pública mundial, de tal manera que la Comisión Europea en su Pacto Europeo por la Salud Mental y el Bienestar incorpora la prevención del comportamiento suicida dentro de las cinco áreas de actuación prioritaria. También otras entidades, como la Sociedad Británica de Psicología o la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos señalan que la intervención temprana es fundamental para cualquier estrategia de prevención del suicidio. En todo caso, tal y como ha señalado la OMS, la prevención del suicidio requiere un enfoque innovador, integral y multisectorial, con la participación tanto del sector de la salud como de otros sectores, como por ejemplo los de la educación, el mundo laboral, la policía, la justicia, la religión, el derecho, la política y los medios de comunicación.
¿Y si empezamos por la adolescencia?
La literatura científica ha puesto de relieve la importancia de la prevención del suicidio juvenil y la trascendencia de que los adultos que forman parte de la vida de estos jóvenes conozcan las posibles señales de alarma. Asimismo, existen intervenciones preventivas basadas en la evidencia empírica que pueden llevarse a cabo en diferentes contextos para prevenir los intentos de suicidio. Recientemente, la Organización Panamericana de la Salud ha publicado una guía para promover la salud de los adolescentes que insta a la adopción de medidas a nivel estructural, ambiental, institucional, comunitario, interpersonal e individual para prevenir la muerte por en la adolescencia. No existe un camino único que lleve a un adolescente a intentar quitarse la vida o a realizar conductas que pongan en peligro su bienestar. La investigación ha determinado la existencia de numerosos factores de riesgo (ambientales, psicológicos, clínicos y biológicos) y comportamientos de riesgo relacionados (acoso escolar, prácticas sexuales de riesgo, delincuencia, abuso de sustancias, auto-agresiones, falta de actividad física, hábitos alimentarios inadecuadas, violencia familiar, etc.). Se desconoce la función que juega cada factor por separado, así como las interacciones que pueden establecerse entre ellos. Lo que sí parece claro es que el tamaño del efecto de cada factor es, en general, bajo o muy limitado. Por otro lado, los factores de protección no son sólo la ausencia o la cara inversa de los de riesgo, sino que tienen “entidad propia”. Según la Guía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida, los factores protectores asociados a una reducción del riesgo de suicidio en la infancia y adolescencia son: 1) alta cohesión familiar y bajo nivel de conflictos; 2) habilidades de solución de problemas y estrategias de afrontamiento; 3) actitudes y valores positivos, en particular frente al suicidio; 4) sexo femenino; 5) creencias espirituales ; 6) habilidades para estructurar razones para vivir; 7) nivel educativo medio-alto, y 8) locus de control interno, adecuada autoestima y sistemas de apoyos y recursos.
Niveles de intervención
Las estrategias de prevención de suicidio propuestas por la OMS incluyen niveles de intervención en el ámbito social, comunitario, interpersonal e individual, con el objetivo de fortalecer los esfuerzos de prevención del suicidio. Este modelo estimula el uso de estrategias de prevención universales, selectivas e indicadas (las estrategias de prevención universal se dirigen a toda la población con el objetivo de mejorar la conciencia pública y los sistemas de atención de la salud, el acceso a dicho apoyo y las condiciones de vida de la sociedad en general; las estrategias de prevención selectiva se enfocan en ciertos grupos de riesgo dentro de una población, que pueden no mostrar conductas suicidas, pero tienen un mayor riesgo; y las estrategias de prevención indicadas se centran en personas que son particularmente vulnerables, ya que han mostrado signos de comportamiento suicida o intentos de suicidio). Por lo tanto, los esfuerzos de prevención del suicidio deben abordarse desde una postura multisectorial de amplio alcance. En el caso de la conducta suicida en adolescentes, la intervención en los contextos educativos es algo crucial. Varias revisiones prestigiosas han indicado que, entre otros abordajes, los programas de prevención escolar y otro tipo de intervenciones en los contextos educativos pueden ser métodos de prevención del suicidio eficaces, aunque la evidencia científica aún es limitada. Se han establecido cinco tipos de programas de prevención del suicidio en las aulas: concienciación y educación transversal del alumnado; liderazgo entre iguale; entrenamiento del personal del centro escolar; cribado de alumnos de riesgo; y entrenamiento de competencias sociales y emocionales. Sintetizando, el contexto escolar supone un excelente panorama de intervención para los psicólogos donde, además de intervenciones de carácter más asistencial y clínico, los estudiantes podrían verse beneficiados de protocolos de cribado de adolescentes en riesgo, así como del trabajo “a pie de aula” de programas bien construidos con el objetivo de reducir factores de riesgo y potenciar factores de protección de la conducta suicida, aprender a manejar situaciones de crisis, fomentar una buena salud mental, promover las redes de apoyo social, identificar situaciones de riesgo, etc. Todo ello constituye aspectos involucrados en el complejo fenómeno de la conducta suicida. También el personal de la escuela puede beneficiarse del entrenamiento en habilidades que permitan la identificación y derivación de los estudiantes hacia los recursos sociales y sanitarios disponibles.
En cualquier caso, parece necesario potenciar las estrategias de promoción de la salud mental en los adolescentes. En este sentido, numerosos autores abogan por un cambio de paradigma o añadir un enfoque complementario que no se limite al abordaje de problemas, trastornos y factores de riesgo, sino que también atienda a las fortalezas, potencialidades, capacidades y factores de protección.
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