Despedida y duelo en tiempos de pandemia por COVID-19

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Duelo durante el confinamiento

La muerte como despedida

La muerte es una despedida de la vida en todos los aspectos, es un proceso de preparación no sólo a nivel biológico. El cuerpo se va apagando poco a poco, pero también a nivel emocional, a nivel social y a nivel espiritual. La muerte moviliza una gran cantidad de emociones, tanto para el que se está enfrentando a ella como para sus familiares así como para los profesionales que están a su cuidado. En función de cómo se movilicen estas emociones se incrementará o disminuirá el sufrimiento asociado al impacto emocional y el proceso de adaptación a la nueva situación del enfermo y sus familiares será más o menos difícil.

 

El duelo durante el confinamiento

En estos momentos lamentablemente vivimos una situación de excepcionalidad en la que  no es posible despedirse,  debido al aislamiento que sufren los enfermos. Estas  personas, sobre todo muchos mayores, mueren sin el calor de sentir cerca a sus seres queridos, sin tener cerca a alguien que  les coja la  mano, sin una caricia que los tranquilice. El personal sanitario debido a la  enorme saturación de los hospitales a duras penas puede suplir en estos momentos a la familia y acompañar a estas personas en este tránsito.  Me consta que lo hacen cuando  pueden y que  también están sufriendo por esto. El desgaste físico y emocional de esta crisis también les está dejando huella.

 

Humanización del proceso de duelo en situaciones de excepcionalidad

Con las medidas de seguridad  impuestas para evitar el contagio, las autoridades sanitarias no están teniendo en cuenta la importancia de humanizar el acto de morir. Mi pregunta es ¿con los medios de protección adecuados una hija o un hijo podría despedirse de su  madre o de su  padre? 

 

Poder estar con ellos en sus últimos momentos y decirle  “Gracias mamá o papá por haberme dado la vida y haberme cuidado, te quiero”.  

 

Y exactamente lo mismo con aquellos que tienen hermanos, pareja y  amigos a punto de fallecer. Estoy hablando de posibilitar una  despedida amorosa  para el que se marcha y para los que se quedan, con la que poder transitar el duelo de otra forma menos traumática.

En las actuales circunstancias muchas personas han ido viendo como su familiar entraba en un hospital para no verlos nunca más. Es una situación muy dolorosa, en la que las familias quedan sumidas en una gran tristeza al no haber podido acompañarlos, por tanto es frecuente que sientan  una montaña rusa emocional, que va desde la tristeza, la confusión, la impotencia,  la culpa,  el enfado, para tocar con el vacío que siempre deja el sentimiento de orfandad, en el caso de haber perdido  a alguno de los progenitores.

El  hecho de no poder ver el cuerpo de la persona fallecida  puede dificultar la aceptación  a la realidad. El no poder velar a su familiar o no saber cuándo podrán celebrar su funeral  supone para muchas personas entrar en un estado de enorme confusión e incertidumbre   que hace todavía más difícil el duelo. Las despedidas son necesarias para poder elaborar el duelo.

 

Despedidas simbólicas

Si bien es cierto que debido a la situación actual las despedidas con funeral están  restringidas o incluso aplazadas, las personas que han perdido al algún ser querido pueden ir haciendo otro tipo de despedidas. Estas despedidas se realizarán de forma simbólica hasta que pueda hacerse con un funeral o el ritual que decidáis los familiares.

A nivel individual, una opción es escribir una carta de despedida, en la que puedas trasmitirle cómo te sientes tras su marcha, si te quedó  algo pendiente por decirle y en definitiva todo aquello que sientas que te va a ayudar a despedirte de tu ser querido. En esta despedida  puedes ayudarte viendo una foto suya,  escuchando una canción que le gustase, recordando su olor,  o con cualquier objeto que te ayude a conectar.    

A nivel grupal, otra opción es hacer una caja de recuerdos en la  que cada  miembro de la familia pueda depositar algunas  fotos, cartas, o algún objeto de la persona fallecida que  sea significativo. Incluid a los niños en esta despedida,  pueden hacer dibujos o escribir cartas, ellos también necesitan despedirse,  no los dejéis al margen.

También se puede hacer un pequeño altar o dedicar un espacio en vuestra casa para poner  fotos, encender una vela, colocar flores y  objetos que sean significativos para recordar a vuestro ser querido.

Cuando terminen las medidas de confinamiento podréis compartir lo que cada uno ha ido colocando en la caja o en ese espacio que habéis creado, en una ceremonia de homenaje y despedida a vuestro ser querido. Podréis leer las cartas que le habéis escrito o bien dejarlas en el sitio donde vayáis a depositar sus cenizas en caso de cremación.

Mientras tanto es importante darse permiso para llorar  la pérdida, a veces será  en soledad en los momentos que así lo necesites  y otras también en compañía. Los abrazos y muestras de cariño también  ayudan a transitar el duelo. Es importante por tanto no aislarse más aún y apoyarse en la familia y amigos,  aunque ahora sea  de forma virtual también pueden acompañar  en estos momentos.

 

Búsqueda de ayuda profesional

El duelo en estos momentos es más difícil  de lo habitual, debido a la  complicada situación que vivimos  ya estamos atravesando por una pandemia a nivel global. Por tanto no dudes en pedir ayuda profesional  en caso necesario, un acompañamiento terapéutico puede ser de gran  ayuda para elaborar este tipo de duelos.

El colegio oficial de psicólogos de Madrid,  está ofreciendo atención psicológica para las personas que han perdido a un ser querido durante la emergencia del corona virus a través del correo ayudaduelocopm@cop.es

 

Carolina Ratia Ceña

Licenciada en Psicología y habilitada para el ejercicio de la psicología general sanitaria. Especialista en Tratamiento psicológico de la obesidad y trastornos del comportamiento alimentario. Máster en Gerontología. Psicoterapeuta humanista con orientación gestáltica y tutora en la formación de Terapia Gestalt en el centro Syam en Cádiz. 

El rincón del superviviente: la utilidad de los grupos de ayuda mutua

Senderismo recurso para mejorar tu salud mental
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Qué es ser superviviente de un suicidio

Los supervivientes son los grandes olvidados entre las víctimas del suicidio. Se denominan supervivientes a aquellas personas afectadas por la muerte por suicidio de un familiar o allegado.

Se calcula que cada muerte por suicidio afecta de seis a doce personas, convirtiéndolas en un grupo de riesgo por el impacto de la muerte traumática de su familiar y por el efecto contagio.

El duelo por suicidio tiene complicaciones emocionales por dicha naturaleza traumática. Aunque muchas personas encuentran recursos propios y apoyos sociales para afrontarlo, otras necesitan de un apoyo profesional.

Sin embargo, todas tienen un punto en común. El estigma y el tabú impide en muchos casos hablar del tema. Las reuniones de supervivientes son una herramienta útil que les permite tanto expresarse emocionalmente sin barreras, como encontrar recursos para reestructurar su vida, trabajar la culpa y seguir viviendo.

 

Los grupos de ayuda mutua

Para ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a las asociaciones de supervivientes la creación de grupos de ayuda mutua. Según la OMS, un grupo puede proporcionar: sensación de comunidad y apoyo, ambiente de empatía y sensación de pertenencia, esperanza de volver a la “normalidad”, competencias para tratar con aniversarios u ocasiones especiales, nuevas formas de enfrentar los problemas y un lugar para expresar temores, preocupaciones y dolor de forma confidencial y sin ser juzgado.

 

El rincón del superviviente

Desde papageno.es queremos aportar un grano de arena dando voz a los supervivientes. Sus testimonios favorecen la visibilidad de su colectivo y son valiosos para la prevención del suicidio. Una prueba viva de que el colectivo existe y que la muerte por suicidio no acaba en los fallecidos, sino que provoca graves consecuencias entre familiares y amigos. La sociedad no puede darles la espalda.

 

Testimonios de supervivientes por suicidio

 

Yo soy superviviente por suicidio

«Mi nombre es Eva M. y soy superviviente de familiar fallecido por suicidio. Desde el principio, tras el fallecimiento de mi hermano querido, supe que nadie, ni siquiera un especialista de la salud mental, podría entender el camino de dolor inhumano que tendría que emprender.

Para quien pueda ayudar mi aporte, aquí lo dejo escrito».

 

La búsqueda de recursos: los primeros días

«No sé cómo, busqué y busqué información en las redes sociales acerca de mi dolor. Desde el primer momento supe que nadie que no estuviese en mi situación podría entenderme. Sin embargo, lo primero que sentí el primer día, es que no estaba sola. Solo eso es un mundo entero emocionalmente.

 

Mi grupo de supervivientes

«Más tarde pude acceder a un grupo de supervivientes. Allí nos encontramos personas en diferentes etapas del duelo. Algunos con los fallecimientos más recientes, otros con su duelo más elaborado.

Ellos han encontrado recursos y esos recursos son los que yo pongo en práctica. Solamente una frase, una palabra, te sirven de ancla para sobrevivir a tu dolor y desbancar un pensamiento que te ha estado atormentado desde el primer segundo desde el momento en que te dan la noticia».

 

La culpa

La culpa es devastadora, es la emoción que está presente cada segundo. Desde que participo en el grupo estoy aprendiendo a transitarla, aceptarla y viendo que puedo aprender de ella. Empiezo a manejarla, aún sabiendo que será mi compañera de viaje.

También estoy aprendiendo a protegerme de lo que considero que en estos momentos no puedo enfrentar, el grupo me enseña a darme cuenta de eso.

Nunca había leído sobre el tema y nunca imaginé estar aquí. Ahora sé que el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España.

Pero así es y así es como lo estoy viviendo».

 

Eva M. participa en el Grupo de Ayuda Mutua de Apoyo al Duelo dentro del Plan Local de Salud del Ayuntamiento de Cádiz, gestionado por www.papageno.es


 

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Eva M. participa en el Grupo de Ayuda Mutua de Apoyo al Duelo dentro del Plan Local de Salud del Ayuntamiento de Cádiz, gestionado por www.papageno.es

Nuevo grupo de ayuda mutua para supervivientes en Ibiza (AFASIB)

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Afasib, Familiars i Amics Supervivents per suïcidi de les Illes Balears organiza una visita a ibiza para crear un nuevo grupo de ayuda mutua para familiares y allegados de personas fallecidas por suicidio.

Si eres de Ibiza o Formentera y has pasado por esta experiencia contacta con AFASIB y podrás compartirla con nosotros. Los grupos de ayuda mutua son el sitio ideal para expresar tus emociones de forma segura en un ambiente cálido y aprender recursos para afrontar el duelo a través de la interacción con otras personas que también perdieron a un allegado por suicidio. ¡Te esperamos!

AFASIB
Llamar 657 71 63 40
asociacionafasib@gmail.com
Facebook: @afasib.supervivents.illes.balears

Abre el primer grupo de apoyo al duelo para familiares y allegados de personas fallecidas por suicidio en la provincia de Cádiz

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El próximo viernes 8 de noviembre a las 17:00 h dará inicio el primer grupo de apoyo al duelo para familiares y allegados que han perdido a alguien por suicidio. El grupo se desarrollará en la Fundación Municipal de la Mujer en la Plaza del Palillero de Cádiz y será dinamizado por profesionales voluntarios de papageno.es

La actividad, que cuenta con el apoyo del Plan Local de Salud de Cádiz, tiene como objetivo ofrecer un apoyo a las personas que sufren esta situación tanto a la hora de expresar emociones de forma libre y segura, como de encontrar recursos conjunto para afrontar la pérdida.

La OMS describe los Grupos de Ayuda Mutua como un instrumento útil para enfrentarse a este drama, que es la primera causa de mortalidad externa en España y supone una importante amenaza a la salud pública en nuestra provincia. 

El estigma produce en muchas ocasiones una doble victimización hacia los supervivientes que provoca una mayor dificultad para pasar esta dolorosa etapa caracterizada por una fuerte carga emocional. Los grupos contribuyen a la gestión emocional y ofrecen un apoyo importante para abordar este problema.

Para participar en el grupo se necesita solicitarlo previamente a través de nuestro WhatsApp: 633 169 129, por correo electrónico: prevención@papageno.es o a través de las redes sociales (Facebook: @papageno.es y Twitter: @EsPapageno).

 

 

Se crea el primer grupo de ayuda mutua de allegados de personas fallecidas por suicidio (supervivientes) en la provincia de Cádiz

Grupo de ayuda mutua supervivientes de suicidio
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El Ayuntamiento de Cádiz y papageno.es colaborarán para impulsar la creación del primer Grupo de Apoyo al Duelo para familiares y allegados de personas fallecidas por suicidio en la provincia de Cádiz.

El suicidio es un problema de salud complejo, multicausal y prevenible que provoca enormes consecuencias a la sociedad en general. Afecta no sólo a las víctimas mortales, sino a aquellas personas que lo intentan o viven en la ambivalencia que provocan las ideas suicidas. Durante 2017, fueron registrados 110 suicidios en la provincia y se estima que el número de intentos es 10-20 veces superior. Cada muerte trae además consecuencias emocionales graves a unas 6 personas de su entorno.

Con el propósito de afrontar el problema del duelo en estos casos, la OMS y otros organismos nacionales e internacionales, recomiendan la creación de Grupos de Ayuda Mutua (GAM). En España podemos encontrar este tipo de grupos en diferentes comunidades autónomas, que puedes consultar aquí.

 

«Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla»

Facundo Cabral

 

Con la creación de este grupo en Cádiz se viene a dar respuesta a la necesidad de muchas personas de encontrar un lugar para expresar sus emociones libremente y sin ser juzgadas. El Grupo de Apoyo al Duelo (GAD) será una actividad gratuita y confidencial. Contará con el apoyo de los profesionales de Papageno en su creación y en el desarrollo de actividades. El grupo será autogestionado por los participantes.

 

Si deseas participar llama o envía un whatsapp al 633.169.129 o un email a prevencion@papageno.es y responderemos a tus dudas. 

 


ACCESO A NOTICIAS (CREACIÓN GRUPO DE APOYO AL DUELO-CÁDIZ)

Hablar del suicidio en primera persona

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¿Hablar del suicidio? Sí, pero bien. 

Desde que en el año 2000 la Organización Mundial de la Salud publicara su informe sobre el impacto de los medios de comunicación al informar del suicidio y las recomendaciones de cómo informar correctamente sobre el suicidio en general o específico, se ha generado un debate continuo sobre los límites de la libertad de expresión, el interés periodístico y la responsabilidad de los medios en contribuir a la prevención del suicidio.

En líneas generales, y tal y como afirma la citada organización, existe evidencia suficiente para sugerir que algunas formas de tratamiento periodístico están relacionadas con un aumento estadísticamente significativo de suicidios, mientras que ciertos estilos de manejo de la información, útiles, exactos y apropiados, pueden ayudar a prevenir conductas suicidas. En este sentido, las recomendaciones del tratamiento de la información se basan en la interpretación cuidadosa de las estadísticas y el uso de fuentes fiables, evitar descripciones del método, las exageraciones y el trato sensacionalista, prescindir de explicaciones simplistas, y tener muy en cuenta el impacto sobre las familias u otras personas del entorno que se han visto afectadas por el fallecimiento.

 

Por todo ello es imprescindible la organización de acciones formativas a los profesionales de la comunicación por parte de profesionales de salud mental con amplios conocimientos y experiencia en conducta suicida, para que, de forma progresiva, se vayan construyendo nuevas formas de comunicar e informar sobre el suicidio.

 

En este contexto, se hace necesario reflexionar sobre los testimonios en primera persona, que han encontrado en los medios de comunicación una forma de compartir información y experiencias personales con un público amplio. Sin duda, la visibilización de las personas que han pasado directamente por la experiencia de la conducta suicida, está contribuyendo a la ruptura de estereotipos y tabúes, al aumento del movimiento asociativo y a generar nuevos espacios de cambio social. Por este motivo, parece lógico que esta exposición pública obligue, en cierta manera, a la necesidad de que estos testimonios conozcan y respeten las directrices antes mencionadas.

El problema surge cuando, de alguna manera, se entiende que someter los testimonios de primeras personas a recomendaciones institucionales pueden precisamente sesgar estas opiniones y estas vivencias. Como superviviente de suicidio, presidenta de AFASIB y psicóloga, me he encontrado con esta reflexión algunas veces contradictoria y confusa cuando desde la asociación hemos ofrecido nuestro testimonio sincero en entrevistas y reportajes.

Por un lado, es cierto que todas las personas tienen sus vivencias y su forma de describirlas, y por otro, el sentido de nuestra proyección pública va (o debería ir) más allá de nuestra propia historia, ya que nuestro objetivo es ayudar a otras personas que estén pasando por una situación muy similar, pero no la misma.

Así, la pregunta que debemos hacernos es precisamente esta: ¿Qué es lo que quiero transmitir al que me está escuchando, viendo o leyendo? ¿Qué sentido tiene para mí exponerme públicamente? Si la respuesta es ayudar a los demás, enviar un mensaje de solidaridad y empatía como “yo he estado allí, y el dolor se transforma, puedes encontrarle un sentido a lo que ha ocurrido, puedes integrarlo en tu vida, aunque duela”. Entonces tienes que plantearte tu responsabilidad como comunicador/a, encontrar la manera de expresarte sin perder de vista que el foco de atención no eres tú, sino la persona que te está escuchando, de qué manera tu experiencia puede ayudarle o reconfortarle. Se trata de encontrar un sentido a nuestra imagen pública y la de nuestro ser querido para que de esta exposición pública pueda surgir un cambio social, en nosotr@s y en l@s otr@s.

 

María Francisca Morell García

Psicóloga en intervención social de Cruz Roja Islas Baleares. Cursando el máster en psicología general sanitaria. Miembro del Grupo de Trabajo de Investigación, Prevención y Actuación en la Conducta Suicida del Colegio Oficial de Psicología de las Islas Baleares. Presidenta de AFASIB, familiares y amigos supervivientes por suicidio de las Islas Baleares.


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Aprender a decir adiós

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Nada hay más doloroso emocionalmente que la pérdida de una persona a la que se ama. Vivimos en una sociedad que potencia la idea romántica del «amor eterno». Esta falacia está detrás de muchas rupturas que no aguantan la tensión provocada por la idealización. Pinta la vida como un viaje que hacemos acompañados en todo momento de la gente a la que amamos tanto dentro de la pareja como en la vida familiar y social.

¡Mentira! El resto de personas entra y sale de nuestras vidas de forma más o menos abrupta y desaparecen del mismo modo. Cuanto antes aceptemos este hecho, antes estaremos preparados para transitar por el sendero de la felicidad. Quizás pienses que el mundo es un teatro y que el resto de figurantes sólo está ahí para darle sentido a tu vida, pero esto no es cierto. Nadie nació para hacerte feliz. Sólo tú

 

Con ella descubrí que hay amores eternos  que duran lo que dura un corto invierno…

Joaquín Sabina

 

La pérdida es consustancial a nuestra existencia y aprender a afrontarla quizás sea unos de los aprendizajes más útiles. Un camino de madurez que no se puede hacer sin ciertas dosis de sufrimiento que nos llevará a entender el trayecto como un viaje que hacemos con la única compañía de nosotros mismos. Cuando afrontamos pérdidas muchas veces nos resistimos a dejar ir a la otra persona. Confundimos nuestros deseos con lo que debería ocurrir y pensamos que la realidad es injusta cuando muy probablemente la realidad sea sólo lo que es. «Dejar ir» es una tarea complicada, pero obligada si deseamos recuperar nuestro equilibrio y respetar el curso natural de las cosas adaptándonos a los cambios que esto supone.

Haz un pequeño paréntesis en lo que estés haciendo y párate a pensar en cuantas cosas y personas estuvieron en tu vida y se marcharon para no volver. Por muy joven o mayor que seas las encontrarás. Quizás un día pensaste que serían para siempre. No lo fueron y eso no hace menos bonito lo que viviste. Puede que el ejercicio te provoque añoranza, pero puede también que te vuelva a hacer feliz. Nada ni nadie puede robarte tus experiencias, mientras que seas capaz de recordarlas. Intenta recuperarlas y vuelve a sentir lo de entonces. Los recuerdos son un tesoro que guardas en una caja y que puedes sacar cada vez que desees para disfrutarlos si eres capaz de entender que luego tendrás que devolverlos a su lugar. Ya no están. Acéptalo.

¿En qué has pensado? ¿Las amistades de tu niñez? ¿Tu primera pareja a la que juraste amor eterno? ¿Tu madre o tu padre que fallecieron? ¿Tu hijo o hija, tu hermano o hermana…? O quizás ¿La casa en la que pasaste tu niñez, tu primera moto, tu coche? Nada estará ahí para siempre. Saca el recuerdo de tu caja, permítete volver a disfrutar con su recuerdo y devuélvelo, no te pertenecen. Sólo tus emociones son tuyas.

Inevitablemente mientras escribo, mis recuerdos también me transportaron a mi pasado. Seguro que desvaídos por mis deseos y por el tiempo, me llevaron a la casa familiar de siempre, a una tarde de invierno soleada, al olor de tetina de goma y leche caliente (alrededor alguien corretea) y, como no, a la figura de mi madre. Casi puedo escucharla reír. Imagino que la existencia de la felicidad es incierta, pero en caso de que exista a mí me lleva a el estado de plenitud y seguridad de cuando ella estaba. Ya no queda nada de mis padres, la casa se vendió y ahora viven otras personas que la llenan con sus cosas. Mientras acabo esta línea sé que los tendré que devolver a la caja, no me pertenecen. Lo que sentí mientra los pensaba, eso, eso me lo quedo.

 

«…cuando te encariñas de una cosa, no con algo que no te pueden quitar sino con algo como una jarra para el agua o una copa de cristal. deberías tener en mente lo que es, para no sentirte afectado cuando se rompa. Lo mismo debe ocurrir con las personas; si besas a tu hijo, o a un hermano o a un amigo… debes recordar que amas a un mortal y que nada que ames es de tu propiedad; se te entrega durante ese momento, no para siempre ni indisolublemente, sino como un higo o un racimo de uvas en la estación adecuada del año, y si lo ansías durante el invierno, eres un loco. Asi que, si sientes añoranzas por tu hijo o por un amigo, cunado no te es dado tenerlo, debes saber que añoras un higo en invierno».

EPICTETO (Hierápolis,​ 55-Nicópolis, 135)

 

No soy superviviente y aunque conozco a gente con la que compartí experiencias que fallecieron por suicidio sólo puedo imaginar por empatía como se siente alguien que pierde a un ser querido y ve su vida destrozada por el terrible mazazo de perder a alguien de esta forma. Pero si tú has pasado por ese mal trago te invito a que este rato lo pasemos juntos. Sin límites. Tu y yo. Sin máscaras ni caretas. No como terapeuta y superviviente, sólo como personas. Te acompañaré a la caja de tus recuerdos. Te ayudaré a sacar los más felices y podrás revivirlos. Una persona es mucho más que la causa de su muerte. Cuando seas capaz de recordarlo sin añorarlo, cuando seas consciente que luego tendrás que volver a dejarlos, cuando tengas claro que no te pertenecen que no nacieron para hacerte feliz a ti, yo estaré ahí, silencioso. Sé que lo conseguirás. Ya hice el viaje otras veces y me fío plenamente en que tendrás éxito en tu tarea.  Luego, yo también me iré. Estaremos juntos sólo en ese momento, pero no para siempre. No nos pertenecemos. Con el paso del tiempo a veces tu presencia se volverá más nítida y recordaré lo que vivimos juntos. Ambos nos dejaremos marchar y recordaremos con alegría el haber pasado este instante juntos.

Este texto está dedicado a todas las personas que perdieron a alguien por suicidio. No estáis solos. Siempre habrá alguien dispuesto a acompañarte un trozo del camino. Búscalos, la vida es como una colcha echa con retazos que tú tejes. Sólo de ti depende el resultado, déjame estar también ahí para verlo.  

Este texto también está dedicado a todas las personas que amaron y perdieron lo que amaron, en especial a ella, que leerá este texto de las primeras. Que el miedo a perder lo amado no te prive de amar. Cuando ya no quede nada siempre quedarás tú dispuesta a seguir levantándote después de cada caída, cada vez más fuerte. La mejor versión de ti misma. Siempre.

La lágrima terapéutica

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Llorar constituye una habilidad humana universal, pero llorar cuando estamos triste implica un proceso natural que tiene elementos diferenciadores de cuando lloramos por ejemplo cuando algo nos ha resultado muy gracioso o estamos emocionados por otros motivos diferentes a la pena.

El doctor Frey, indicó que la composición de las lágrimas que se nos caen cuando estamos tristes es diferente. Contienen una serie de hormonas, entre otras la prolactina, que tienen una función de preparar al organismo frente a una amenaza. Hormonas que nuestro organismo arroja al torrente sanguíneo para prepararnos ante dicha amenaza, con la finalidad de afrontarla o bien huir de una situación a la que no podemos hacer frente. Básicamente me refiero a la respuesta de estrés.

Hoy sabemos, que dichas hormonas mantenidas en el organismo durante mucho tiempo, tienen la capacidad de producir daños fisiológicos y mentales.

 

Llorar, en este contexto, nos libera del exceso de tensión, reduce la presión sanguínea, facilita la distensión muscular, tiene un efecto sedante y antidepresivo,  y a todo ello se le suma el hecho de poder eliminar dichas hormonas del estrés.

 

El llanto pues, cuenta con diferentes e importantes funciones. A las ya citadas a nivel fisiológico se le suman los beneficios a nivel social a través de la comunicación, puesto que llorar es una forma no verbal de pedir ayuda física y emocional en momentos de estrés o sufrimiento e implica poder responder al dolor ajeno mostrando empatía.

Finalmente supone poner en marcha otra funcionalidad excepcional, y es que a través de las lágrimas que expulsamos cuando estamos tristes, podemos elaborar nuestro duelo, dotando de significado a nuestra pérdida.

Se sabe, que los recuerdos producidos en un determinado estado emocional propician la evocación de más recuerdos consonantes con dicho estado emocional. Así, cuando estamos tristes, resulta más fácil evocar más recuerdos que incrementan dicha tristeza o al menos, la mantienen.

De esta manera, al recordar nuestra pérdida facilitamos la actividad en el sistema límbico y más en concreto entre otras estructuras a la amígdala que a su vez activa el hipocampo, que en conjunto vienen a determinar que nuestros recuerdos relativos a la pérdida sean consignados en el lugar adecuado de nuestro cerebro y no se conviertan en el obstáculo que paraliza y destruye a muchas personas en la elaboración de su duelo.

 

Francisco Rodríguez Laguna

Psicólogo. con formación avanzada en duelo (Modelo Integrativo-Relacional), Máster en Psicopatología y Salud, Experto en trastornos Infanto-Juveniles y en Intervención profesional desde la Perspectiva de Género es socio fundador de la Sociedad española de Suicidiología.

El duelo: lo que la muerte de los seres queridos se lleva de nosotros

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Saber vivir, es también saber morir

Pocas cosas hay tan ciertas en la vida, como que todos moriremos. Sin embargo, vivimos a espaldas de esta realidad y en muchas ocasiones carecemos de habilidades para afrontar la muerte de nuestros seres queridos o para prepararnos para la nuestra. 

La vida es una aventura que se recorre en soledad y en la que gozamos de la compañía momentánea de otras personas con la que tenemos la suerte de cruzarnos. «Dejar ir» es quizás una de las habilidades más útiles que podemos aprender y para la que menos se nos prepara. Nuestra sociedad está gobernada por el hedonismo y los placeres efímeros y fáciles de conseguir y mantiene ocultos los verdaderos placeres de la vida que requieren de una constancia para conseguirlos. 

Saber vivir implica necesariamente saber morir cuando llega nuestro fin. No todo los procesos de duelo por muerte son iguales. La gravedad del duelo puede depender de muchas variables y en algunos casos puede ser la última oportunidad de aprendizaje que tengamos.

 

“Hablando con amigos y colegas, compruebo que muchos pueden describir su participación en una muerte especial, como aquella en la que el moribundo parece poder controlar y orquestar el proceso y morir con tal dignidad y calma que todos los que le rodean, entre ellos el médico, se sienten privilegiados, por la vivencia de esa situación y, en cierta forma extraña, enriquecidos por ella” (Heath I, 2008), en Fisterra.com.

 

El duelo como proceso individual y normal

El duelo tanto cuando nos preparamos para nuestra propia muerte como cuando está provocado por la muerte de personas cercanas es un proceso único e individual. Aunque no existe acuerdo en cuáles son las fases por las que pasa una persona en duelo, parece que existe un consenso en determinar que su evolución tiene diferentes etapas. Sea como sea este proceso es un proceso normal y sano que nos ayuda a readaptar la situación tras una pérdida.

Cuando el duelo no se desarrolla de forma adecuada, pueden existir complicaciones. Por ello, es importante prevenir y actuar de forma precoz evitando patologizar un proceso que es de naturaleza adaptativa.

El duelo por ruptura emocional

Aunque con características diferentes, el duelo también puede aparecer en ausencia de muerte. Las rupturas emocionales ligadas a la pérdida de pareja por separación puede también provocar un estado emocional alterado caracterizado por una soledad extrema. Este estado se caracteriza por el dolor, la desesperación, la rabia y  la decepción.  A esto se puede unir la sensación tormentosa al tener la falsa esperanza de la vuelta de la pareja, y en consecuencia, el círculo vicioso de emociones dolorosas.

 

El duelo por suicidio

El suicidio supone la ruptura abrupta de la vida de una persona y de las personas cercanas. Se estima que cada muerte por suicidio deja 6 supervivientes o personas que verán afectadas sus vidas. Por las características de la muerte por suicidio, su duelo es por naturaleza más doloroso y complicado. El estigma y el tabú añade al dolor de la pérdida, la culpa, la vergüenza y el aislamiento. 

Cuando se vive una pérdida de suicidio el apoyo social se convierte en el elemento esencial para la recuperación. El aislamiento anteriormente mencionado y el rechazo social hacia este problema de salud pública convierte a los Grupos de Autoayuda para Supervivientes en instrumentos para poder expresarse en un ambiente libre de prejuicios donde elaborar la pérdida e integrarla. Un proceso de reinvención donde indefectiblemente se ha perdido algo importante.

En este proceso la expresión del llanto, el enfado, la culpa, la vergüenza es uno de sus pilares. Las emociones no son ni positivas ni negativas, todas cumplen una función adaptativa. Sin embargo, cuando no se expresan, las emociones pueden provocar importantes consecuencias psicológicas y físicas. En consecuencia, ante la pérdida de alguna persona importante en tu vida, crea y buscas espacios seguros para mostrar tu dolor. Recuerda, que a pocos metros de ti siempre habrá alguien dispuesto a escucharte y que tú puedes encontrarlos para acompañarte en esta parte del viaje.

 


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Las conmovedoras historias humanas que esconden las cifras del suicidio

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18 años después de la muerte de Ketty Díaz Llofriu se publicó su obra poética con el nombre «Mi Reflejo». Escrito en castellano y catalán, y con poemas escogidos por su madre y un buen amigo, recogen el interés de Ketty por usar la poesía como forma de expresar sus emociones. Ahora su familia decide mostrar mostrar al mundo la obra como forma de mantener viva su memoria. 

Ketty falleció con 19 años cuando la vida se le hizo demasiado grande y decidió acabar con ella. Una historia dura de las que esconden las dramáticas cifras de suicidio en nuestro país. Un ejercicio valiente de mostrar lo más íntimo de la existencia de una persona y que paradójicamente puede servir para recordarla y darle vida a muchas personas que pasan por trances similares y puedan sin embargo decidir seguir viviendo y luchar. Un empujón para familias y allegados que perdieron personas cercanas por suicidio y que deben aprender a reinventarse, para reconstruir el sentido de sus vidas.

 

Era una forma de que que no muriese del todo y que sus palabras no quedarán en un cajón olvidado que no hubiera servido para nada todo lo que Ella había hecho. Había una historia que contar…

Antonia (madre de Ketty)

 

El libro fue presentado en Manacor, en la sede de Estel de Llevant, durante un acto donde también participó la Associació de Familiars i Amics Supervivents per Suïcidi (AFASIB). La madre de la autora, Antonia, también tuvo la oportunidad de participar en un programa de la Cadena Ser, donde pudo contar la historia de su hija y sus anhelos.

Recuerda que la conducta suicida no es nunca la solución. Es un problema complejo y multicausal que provoca gran sufrimiento a las víctimas y a los supervivientes. Si tienes ideación suicida, necesitas ayuda o estás preocupado por algún familiar y amigos en el este enlace puedes encontrar información y servicios de ayuda. Si estás preocupado por alguien cercano puedes acceder también a estos recursos.


DATOS BIBLIOGRÁFICOS

AUTOR: DÍAZ LLOFRIU, KETTY
EDITORIAL: GRANADA CLUB SELECCIÓN
ISBN: 978-84-16656-79-

 

 

 

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