Daniel J. López Vega es psicólogo general sanitario. Ha trabajado en salud pública en los últimos 25 años y tiene experiencia en el desarrollo y dirección de estrategias y planes integrales. También participa como responsable del grupo de Psicología y Conducta Suicida del Colegio de Psicología de Andalucía Occidental (COPAO).
Actualmente trabaja como asesor técnico de salud en el ámbito público lo que complementa en el ámbito privado con la coordinación de papageno.es. Esta plataforma profesional de prevención del suicidio, independiente y de naturaleza no lucrativa, cuenta con 32 profesionales colaboradores y 14 asociaciones adheridas.
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Los planes de prevención del suicidio
A estas alturas de la película quizás no sea necesario recordar la importancia de que los gobiernos se involucren en la prevención de la conducta suicida. Ni siquiera en España, que no cuenta con un plan de prevención del suicidio, incluso siendo el suicidio la primera causa de mortalidad externa de nuestro país. El suicidio es un problema de salud pública complejo, multicausal y prevenible que requiere una respuesta contundente de toda la sociedad en su conjunto. Y esto requiere una dirección clara marcada por las instituciones sanitarias.
En consecuencia, no vendría mal recordar la recomendación de la OMS sobre la creación de planes de prevención del suicidio. Estos suponen una forma de sistematizar la respuesta de un país antes este fenómeno. Según este organismo internacional:
«…una estrategia nacional indica un compromiso claro de un gobierno con el establecimiento de prioridades y el tratamiento del problema del suicidio. También proporciona liderazgo y orientación con respecto a las principales actividades de prevención del suicidio basadas en datos científicos y a lo que debe priorizarse. Una estrategia permite la identificación transparente de los interesados directos responsables de tareas específicas y describe maneras de coordinarse estos eficazmente entre sí«.
OMS
Por suerte, y gracias al trabajo de muchas personas anónimas, el movimiento asociativo, y algunos periodistas y políticos, en los últimos tiempos estamos asistiendo a una mayor conciencia social sobre el suicidio. Esto ha provocado un mayor interés por su aparición en la agenda de nuestros políticos y un tratamiento (más responsable) en los medios de comunicación. En esta época convulsa en la política española, con el desmembramiento del bipartidismo, hay decisiones que no pueden esperar.
Y es que la creación de un Plan Nacional de Prevención del Suicidio en España es ya una asignatura pendiente.
Desde hace años han existido iniciativas claras en este sentido. En una jornada reivindicativa, el entonces diputado de UPN, Íñigo Alli, subrayó que la prevención del suicidio era una «cuestión de Estado». Aquella jornada no contó con la presencia del ministerio, que si intervino en ocasiones anteriores aunque sin que se llevaran a cabo iniciativas para el control del suicidio de forma efectiva.
Por ejemplo, la Exministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, lo hizo en una jornada organizada por la Confederación Salud Mental España. En ella realizó una declaración contundente:
«Hablando del suicidio se podría ayudar a eliminar los estigmas de la enfermedad mental y acabar con el problema oculto».
María Luisa Carcedo
También anunció la creación de un teléfono de atención a personas en riesgo que supuestamente empezaría a funcionar alrededor de los dos meses siguientes, pero que nunca llegó a materializarse (¡Maldita hemeroteca!).
Su antecesora en el cargo, Carmen Montón presentaba en 2017, el I Plan de Prevención del Suicidio y Manejo de la Conducta Suicida en la Comunidad Valenciana durante su etapa como consejera de Sanidad de la Generalitat Valenciana. En 2018, antes de su dimisión repentina, declaraba ante un medio de comunicación el compromiso de impulsar una Estrategia Nacional de Salud Mental y un plan integral de prevención del suicidio y de manejo de la conducta suicida. No llegó a materializarse (¡Maldita hemeroteca!).
No podemos perder otra oportunidad. La accidentada llegada del nuevo gobierno debe ser una oportunidad para desarrollar el Plan Nacional de Prevención del Suicidio de una vez por toda. Este debe marcar las líneas estratégicas nacionales para controlar las muertes por suicidio.
En principio, parecen no haberse olvidado del tema. En el documento COALICIÓN PROGRESISTA: Un nuevo acuerdo para España, suscrito por PSOE y Unidad-Podemos, aparece una escueta mención al suicidio y su prevención:
«Prestaremos especial atención, en colaboración con las comunidades autónomas, al diseño y desarrollo de una estrategia de prevención de la conducta suicida, que incluya un protocolo especial de actuación y que prevea la puesta en marcha de un teléfono de atención público, entre otras medidas.»
PSOE-UNIDAS PODEMOS
Ojalá este exiguo texto sea el preludio de la puesta en marcha de estrategias efectivas de prevención del suicidio, más allá de anuncios rimbombantes. Deseamos creernos que esta vez si será. Los políticos jamás deben gobernar un país ajenos a los problemas acuciantes de la población. Por el contrario, deben afrontar con diligencia las necesidades manifiestas, máxime cuando hablamos del suicidio, responsable de 3.539 muertes registradas durante 2018.
¿Prevención del suicidio en el plan de salud mental o plan nacional de prevención del suicidio?
Desde papageno.es, entendemos que incluir la prevención del suicidio exclusivamente en las estrategias de salud mental puede diluir la importancia del problema. La primera causa de mortalidad externa en España requiere de estrategias concretas que ayuden a su control. Experiencias similares como la de la prevención de accidentes de tráfico, han dado resultados muy positivos. Un tratamiento diferente entre las víctimas de accidentes de tráfico y los fallecidos por suicidio, señalaría de nuevo el estigma alrededor de esta conducta. El suicidio es un problema de salud pública y no moral y necesita de un plan exclusivo.
Atención de colectivos vulnerables
Cualquier Plan Nacional de Prevención del Suicidio debe contemplar los colectivos de riesgo o que presentan mayor vulnerabilidad a la aparición de conductas suicidas. Aunque no es el objetivo de esta entrada en el blog y solo nombremos algunos de dichos colectivos, no deseamos dejar pasar la oportunidad de señalar algunos.
Las profesiones de primera línea de emergencias, y particularmente los cuerpos policiales y la Guardia Civil son colectivos de riesgo para la conducta suicida. A la accesibilidad a métodos letales (armas de fuego), se unen otras muchas condiciones que hacen que puedan presentarse mayores tasas que en la población general. La creación del Plan Nacional de Prevención del Suicidio debe ir en paralelo de la modernización de los planes de estos cuerpos para ser actualizados en sintonía (como el de la Guardia Civil) o impulsar la puesta en marcha de los que están previsto que salgan (como el del Cuerpo Nacional de Policía), o de nuevas estrategias para cuerpos de policía autonómica o local.
No es un tema nuevo, las asociaciones profesionales y sindicatos han mostrado una especial sensibilidad sobre la muerte por suicidio dentro de los cuerpos policiales. La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), por ejemplo, ha trabajado durante años para sensibilizar sobre este problema, y contribuyó a que entrara de lleno en el calendario político. Otras muchas asociaciones y sindicatos han estado ahí señalando ese problema, lo que ha contribuido a la creación de varias asociaciones e iniciativas concretas como ViveCNP una experiencia pionera en España, u otras iniciativas como Ángeles de Azul y Verde que llevan años trabajando en el tema desde su creación. El exdiputado español J. Antonio Delgado Ramos, guardia civil, ayudó a colocar este tema en el candelero, en un intento de mejorar la atención sobre la situación laboral dentro de este cuerpo policial.
Y no es el único colectivo afectado. Los profesionales de la medicina, enfermería, veterinaria, farmacia y otros colectivos laborales han mostrado una mayor predisposición a la aparición de este tipo de conductas que afecta al número de fallecimientos. El entorno laboral no debe ser olvidado de ninguna forma en las estrategias de prevención de la conducta suicida.
Además, y a pesar de que el suicidio es una causa de mortalidad que castiga a todos los colectivos independientemente del nivel socioeconómico y otras variables, también se ha estudiado la aparición de mayores tasas en minorías (como el colectivo LGTBIQ) o personas en riesgo de exclusión social (personas privadas de libertad , personas sin hogar…).
El suicidio es un problema de salud pública con claras desigualdades sociales que deben ser atendidas para reducir su impacto. El suicidio no es un problema meramente personal, es una manifestación de una cultura y un escenario socioeconómico concreto.
Formación de profesionales sanitarios
En un eventual plan nacional, una estrategia vital sería la instauración de un plan de formación adecuada de profesionales. Esta estrategia de formación debe ser ambiciosa, sistemática y progresiva para combatir los mitos y el estigma que también afecta a los profesionales. Además debe dotarles de herramientas de prevención en los diferentes niveles de atención.
Un colectivo esencial en este sentido, son los profesionales de atención primaria, como primera puerta al sistema sanitario y cuyo rol en la detección precoz del problema puede suponer disminuir el número de fallecimientos por esta causa.
Otros profesionales involucrados en el control del suicidio como psicólogos, psiquiatras, periodistas, trabajadores sociales, educadores sociales, farmacéuticos, criminólogos…. son también pilares en la reducción de fallecimientos por esta causa. La participación de sus Colegios Profesionales es necesaria en todas las fases tanto de creación como de implementación de estrategias preventivas.
El papel de las escuelas en prevención del suicidio
La escuela es, como siempre, uno de los escenarios más importantes de carácter preventivo. En este sentido, no es solo un lugar importante para el aprendizaje de habilidades académicas o de transmisión de conocimiento, sino de valores y habilidades para la vida.
La prevención en el entorno escolar y centros educativos no es un aspecto accesorio, sino central. Las estrategias en otros planes de salud, cometen un error básico poniendo la asistencia como punto central. La asistencia a personas en riesgo tiene un carácter obligatorio porque «salva vidas» y es totalmente necesario. Sin embargo, los mayores impactos en reducir las tasas de suicidio tienen que ver con estrategias preventivas y de marketing social relacionadas con la salud mental que pueden y deben ser implementadas en centros educativos y a nivel comunitario.
Teléfono de atención a personas en riesgo de suicidio
Los teléfonos de atención sobre suicidio son instrumentos muy útiles para la prevención. Actualmente, y en ausencia de un teléfono de carácter público, existen asociaciones privadas como el Teléfono de la Esperanza que históricamente han realizado una labor socialmente impagable, junto a otras de nuevo cuño como el Teléfono del Suicidio de la Asociación la Barandilla en Madrid.
La creación de una línea a nivel estatal es un buena medida, pero claramente insuficiente. A pesar de su utilidad, no debemos correr el riesgo de convertirlo en una medida efectista que busque la ilusión de control más que un impacto real. Los teléfonos son complementos de otro tipo de asistencia cuando esta se hace complicada o imposible, un eslabón de una cadena que debe contemplar otras muchas medidas.
Supervivientes, las víctimas olvidadas
Por último, pero no menos importante, trabajar sobre el control del suicidio pasa por tener en cuenta que cada muerte por suicidio deja otras víctimas que verán como la muerte impacta en sus vidas con un duelo doloroso y complicado.
Los supervivientes y sus asociaciones son un colectivo que debe participar en todas las fases del proceso de creación del Plan Nacional de Prevención del Suicidio. La postvención forma parte de la prevención ya que este colectivo no solo es un colectivo de riesgo para el suicidio, sino que pueden presentar secuelas que requieren de la atención necesaria para mitigar las consecuencias negativas.
El papel del asociacionismo
El compromiso social de las asociaciones que han ido creándose alrededor de este tema candente de salud pública, puede ser verificado por sus acciones y los valores que estas trasmiten.
Su importancia en el desarrollo de estrategias es claro, pero de ningún modo pueden delegarse la responsabilidad de la prevención del suicidio en entidades no gubernamentales que tienen objetivos muy diferentes, de apoyo y de reivindicación. De ninguna forma su labor debe sustituir a profesionales debidamente cualificados ni al sistema sanitario público ni a otros estamentos que no pueden obviar su responsabilidad sobre el tema.
La prevención del suicidio requiere de un esfuerzo de la sociedad en su conjunto donde cada uno tenga definido claramente el papel y los límites en sus funciones.
Ahora que ya existe, por fin, un nuevo gobierno, le conminamos a seguir trabajando en el tema de mano de todos los colectivos involucrados para que la creación del esperado Plan Nacional de Prevención del Suicidio en España sea una realidad.
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