Silenciar el suicidio tiene el efecto de que se silencie también el efecto global. Que el suicidio sea invisible.
En los pasados 7 días he hablado con dos personas anónimas que me han contado casos de suicidio cercanos. Ambas personas han reconocido la conmoción que les ha generado ese caso tan cercano en su vida personal.
Los casos de suicidio se han demonizado en la prensa por el denominado efecto “Werther” (de imitación) dejando a todas las personas sin la información, el aliento y las historias que el periodismo les puede proporcionar para entender y normalizar, en lo posible, este suceso que afecta de forma dantesca a los allegados, sumiéndoles, en algunos casos, en alteraciones que se cronifican.
Desde el año 2000 la Organización Mundial de la Salud difunde una guía con recomendaciones para el tratamiento del suicidio en los medios de comunicación, que se ha revisado y actualizado en 2008 y 2017 (Organización Mundial de la Salud, 2018), con recomendaciones encaminadas a evitar informar del suicidio como algo morboso, solución a problemas y para evitar el efecto imitativo.
Con el trabajo que adjuntamos al final de esta entrada tratamos de combatir el tabú del suicidio en los medios de comunicación para evitar las reservas sobre este tema y el aislamiento que produce a los afectados.
La idea surge fruto de la observación del silencio de los medios de comunicación en contraposición a la locuacidad que se da en general en el resto de temas sociales. La muerte se trata de evitar porque es un tema desagradable (tanatofobia), esta etapa de la vida es silenciada porque no interesa al consumo. Por otra parte, el suicidio es la forma de muerte más silenciada, es multicausal y está directamente relacionada con la presión del individuo, sería disruptivo reconocerlo en política porque las soluciones a aplicar cambiarían el tipo de gobernanza actual.
Este trabajo podría sacar a la luz distintos aspectos de cómo se está manejando este tema por parte de profesionales y organizaciones sociales implicadas, se pone el punto de vista en lo positivo y menos positivo de sus medidas, para reforzarlas o denunciarlas.
Además, al interpretar la comunicación como una periodista puedo ayudar a cambiarlo, dentro del ámbito sanitario. Este, es un problema de actualidad, porque lleva años siendo tabú. en consecuencia, se debe proporcionar información como elemento base para hacer el Plan Nacional de Prevención del Suicidio por parte de los medios de comunicación. Podría conducir a nuevas investigaciones y resolver la falta de práctica de informadores. Al tener proyección social podría repercutir en política, sanidad y medios de comunicación y podrían extrapolarse los resultados a personas interesadas para influir con este tema.
Estudiante del Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid. Interesada por la salud en distintas esferas. Técnica Cuidados Auxiliares de Enfermería. Voluntariado en Cruz Roja Española en área de Transporte Sanitario y en Conservación del Medio Ambiente.
De esta forma se pone en valor la prevención de riesgos psicosociales en un colectivo que se relaciona con un alto nivel de estrés derivado de la práctica profesional, desde un punto de vista positivo y una perspectiva biospicosocial.
Con esa finalidad se realizarán dos mesas redondas. En la primera se tratará el papel del psicólogo en estos escenarios profesionales y en la segunda la conducta suicida como una de las principales causas de mortalidad y años de vida potencialmente perdidos en este colectivo. La actividad acabará con una ponencia sobre el afrontamiento del duelo asociado a este problema de salud pública.
La importancia de la prevención en salud mental en los entornos policiales, militares y de personal de emergencia requiere de una respuesta multidisciplinar y con el principio de coordinación institucional de todos los colectivos implicados. Esta jornada es un ejemplo de dicha coordinación que responde al interés de reflexionar sobre soluciones constructivas a los problemas derivados del desarrollo de funciones ligado a estas profesiones.
Las jornadas son gratuitas y al aforo limitado por orden de llegada.
Difunde, participa…
Te esperamos el día 26 de junio en la Delegación de Cádiz del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental (Avenida Juan Carlos I, esquina Avenida de Portugal).
En el imaginario colectivo el negro ha sido siempre un color que se relaciona con aspectos negativos, quizás por ser el negro el color de la oscuridad y provocar miedo por las amenazas que suponía para nuestra superviviencia. Sin embargo, el negro no siempre es un mal color. Seguro que si lo piensas encuentras muchos objetos que teniendo ese color te inspiran cosas positivas.
En este ejemplo está claro que no es el color negro el que nos inspira miedo en sí -no tiene esa capacidad- sino que es nuestra interpretación la que nos atemoriza. Lo mismo ocurre con muchos sucesos de nuestra vida. El mismo hecho ocurrido a diferentes personas o en diferentes momentos de la vida inspira emociones diferentes y reacciones dispares.
Es el caso de los pensamientos depresivos que nos sumen en una especia de túnel que filtra todo lo que nos ocurre. Nos hacen ven el «color negro» como algo negativo aunque no sea necesariamente así y da tonalidades negras a otros colores diferentes. Los problemas muchas veces son oportunidades que te presenta la vida y si eres capaz de sacar la mejor versión de ti mismo para solucionarlos ellos te ayudarán a ser mejor persona. En estas ocasiones nuestro cerebro consigue enfocar nuestra atención sólo en lo negativo que nos ocurre. Su consecuencia más grave son las conductas suicidas.
Aunque el suicidio es multicausal y complejo parece que existe evidencia de que detrás de este tipo de conductas existe siempre un sentimiento de desesperanza que llega a hacernos pensar no sólo que nuestra vida es un caos, sino que además no seremos capaz de salir de la situación y estamos en consecuencia condenados de por vida. Es sólo una perspectiva poco objetiva de lo que ocurre. Eres capaz de conseguirlo.
El suicidio es una solución eterna a un problema que se vive en un momento concreto. Si decides hacerlo ya nunca habrá vuelta atrás. Jamás volverás a disfrutar aquello que amaste. El daño afectará a gente que quieres y que verán su vida truncada para siempre. Cuando uno de nosotros muere, nunca es un hecho individual. Somos seres sociales y cuando alguien fallece nos afecta a todos.
¡Atrévete a ver otros colores y a interpretar de otra forma el color negro!
Para vivir es necesario aprender a apreciar todos los colores y entender la función que cada uno tiene en tu vida. Busca la mejor versión de ti mismo y afronta tus problemas. Si piensas que puedes estar pasando por un proceso depresivo consulta a un profesional cualificado que te acompañe.
Daniel J. López Vega
Coordinador de www.papageno.es
Psicólogo General Sanitario. Máster en Intervención Psicológica en Contextos de Riesgo, autor de «¿Todo por la Patria?», socio fundador de la Sociedad Española de Suicidiología. Experto Universitario de Estadística Aplicada a las Ciencias de la Salud (UNED).
María Francisca Morell García, Xisca, es la presidenta y fundadora de Familiares y Amigos Supervivientes por Suicidio de las Islas Baleares (Afasib). Es psicóloga, y está formada en la rama de la suicidología, por elección propia y porque también la vida la sacudió con la pérdida de un ser querido. Ahora pasado un tiempo, se ha centrado en la construcción de red de apoyo y prevención que da cobertura en Baleares, ofreciendo su ayuda a una gran cantidad de familias que están pasando por lo mismo.
Cuando Xisca habla de su fase de duelo no deja de mencionar a Javier Jiménez, presidente de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (RedAIPIS), a quien agradece la protección y la atención recibida y asegura que fue él quien la animó a montar esta asociación. Su objetivo lo tiene claro: prestar información y orientación, a los familiares, amigos y otros amigos que han sufrido la pérdida por suicidio. Xisca además es colaboradora activa de papageno.es, puedes ver algunas de sus entradas aquí.
P.-¿Cuál es el origen de Afasib?
R.- El origen está en el suicidio de mi hermano. Tuvo varios intentos durante varios meses y nuestra única preocupación era su recuperación, ni siquiera nos planteamos hablar con sus psiquiatras. Cuando ocurre el suicidio, te quedas destrozado. Son momentos en lo que te quedas descolocado, la culpabilidad desunió mucho a la familia, la dirigimos los unos contra los otros y sin decírnoslo, el gran fallo del superviviente, porque hace que los miembros de la familia se dispersen más y los familiares lejanos acaben desapareciendo. Te quedas en una situación de aislamiento muy grande, sin tener recursos, no sabes reconocer si lo que te pasa es normal o estás enferma. Desamparada sería la palabra.
P.- En una entrada de este mismo medio hablabas de la importancia de practicar el silencio terapéutico: “El silencio atento y presente invita a hablar, porque alguien te escucha”, “basta con conectar la mirada para que invada la sensación de empatía, comprensión y confianza”… ¿Cuál es el límite entre el silencio de ayuda y el silencio, que por el contrario, evita hablar del tema del suicidio?
R.- La presencia. Es suficiente con que vengas y estés, incluso sin que yo te lo pida. Me da igual que hables o no. A nivel profesional, lo veo también en las personas a las que atiendo tanto a nivel grupal y en mi trabajo como psicóloga. Es necesario concederle ese espacio a la persona, necesita el silencio para reordenar sus ideas, aún más, cuando estás en una situación tan traumática.
Por desgracia lo que me he encontrado es que no hay presencia. El silencio se basa en que desaparecen de tu lado, no vienen a verte ni te llaman. A veces tienes la sensación de tener algo como contagioso. La gente evita ese contacto, seguramente porque no saben qué decir, no saben cómo apoyarte. De ahí que escribiese sobre el silencio terapéutico como un «basta con que vengáis».
P.- Que alguien fallezca normalmente supone un duelo, pero cuando se trata de un suicidio parece que el esfuerzo de sobreponerse es doble: la pérdida de esa persona y la de aquellos que han decidido alejarse.
R.- Claro. Tienes que gestionar la pérdida de las personas que se alejan y lo peor de todo es que no puedes culparlos porque en el fondo entiendes que se alejen. Sabes que ese distanciamiento deriva del estigma del suicidio que está tan arraigado, porque no saben cómo manejarlo. Supongo que vivimos en una sociedad en la que huimos del dolor, no deja de ser una combinación de cosas, pero es cierto que los supervivientes pasamos por un doble duelo. En el primero, con la muerte, asumes que es algo definitivo, pasas por todas las etapas hasta que acabas gestionando esa pérdida como puedes. Pero la segunda pérdida, las personas que se alejan, normalmente parte de tu familia que necesitas y que están vivas, es algo que no te permite cerrar un ciclo. La muerte si algo tiene es que es un fin, por lo que puedes gestionarlo, pero cuando están vivos es mucho más difícil, entre otras cosas porque no tenemos recursos para comunicarnos.
Desde la asociación intentamos que esa verbalización y expresión no se interrumpa. En la primera o segunda reunión me impactó que hubo gente que expresó tal cual el suicidio que presenciaron, ahí te das cuenta de que necesitan soltarlo de esa manera porque nunca habían podido hablarlo con nadie.
P.- ¿Soltarlo todo ayuda a interpretar y asimilar lo que está pasando, a ser capaz de ver la magnitud de lo que uno se estaba guardando para sí?
R.- Sí, somos personas que nos tenemos que comunicar continuamente. Sentimos miedo de que no nos entiendan, de que se alejen de nosotros. Cuando estas dentro del grupo de apoyo lo primero que haces es contar todo aquello que has tenido que guardar y callar por la vergüenza o incomodidad que te ha producido hasta el momento. Pero una vez lo dices, te encuentras que no hay ninguna cara ni de incomprensión, ni de sorpresa. Todos hemos vivido situaciones tan difíciles relacionadas con el suicidio que cuando nos cuentan otras experiencias sobre el tema lo que no es invade es un pensamiento de comprensión y empatía.
P.- El suicidio, a fecha actual, sigue estando ligada a connotaciones negativas arrastradas de una construcción social y cultural. En la última década se ha puesto de moda una cultura ‘mindfulness’, como proceso de alcanzar ese bienestar total, pero el tema de la muerte sigue siendo algo esquivo… ¿debería de empezar a abordarse en las aulas, desde la infancia?
R.- Falta una educación en la realidad de la muerte. Se tiene que afrontar como en todo en la vida, y además con equipo de profesionales que te puedan asesorar sobre cómo abordar el tema, porque hay que saber bien cómo dirigirlo de la manera correcta.
Hay que empezar a mentalizar desde la temprana edad que la vida y la muerte son cosas de las que no podemos escapar. Vivimos y algún día moriremos, cuanto más tarde mejor, pero existe la posibilidad de que muramos antes de lo que tenemos previsto. Tomar conciencia de ello permite recolocar muchísimas cosas en nuestro orden de prioridades. En nuestra sociedad actual tratamos de anestesiar la realidad, como si fuese posible vivir toda la vida, la eterna juventud y los ideales que arrastra. Nosotros trabajamos con la filosofía budista, pero otros disponen de su fe católica que también les va bien para superar las cosas, su bien de la muerte es más esperanzadora…
P.- La fe católica tacha al suicidio de pecado, lo considera algo antinatural…
R.- La raíces del estigma las tenemos que buscar ahí, en los castigos que tenían que asumir tanto el suicida como su familia.
P.- Papageno recopila muchas variantes de la conducta suicida, no cierra campos. Desde tu opinión como psicóloga, ¿crees que la formación que os imparten en la carrera en las universidades cuenta con un desarrollo fuerte o, al menos, un concepto claro de cómo abordar la conducta suicida?
R.- Yo personalmente en la carrera no estudié ningún tema que tratase el abordaje de la conducta suicida. Como otros temas que tampoco se tocan: el duelo o la gestión de la pérdida. Lo que no quiere decir que tú puedas optar por tratar ese tema para algún trabajo, pero es a iniciativa propia. Debería ser una asignatura obligatoria, ¿cómo vas a salir de la carrera sin haber estudiado de forma completa el abordaje del duelo y la pérdida?
P.- También es un tema pendiente en la sanidad pública.
R.- Sí, los protocolos de atención a la conducta suicida están tardando.
P.- De nuevo, como persona que has vivido de cerca el suicidio, ¿qué sensación tienes al hablar de este tema con otras que no están formadas, informadas o que no lo han padecido directamente?
R.- Entiendo todas las posturas y las respeto, pero a mí no me incomoda hablar del suicidio, y eso es un proceso que me ha llevado tiempo. Al principio sólo con oír la palabra suicidio me incomodaba. Una de las luchas que tenemos desde Papageno y cualquier otra iniciativa profesional por la prevención de la conducta suicida, es precisamente que no se oculte el hecho de que el fallecimiento de alguien ha sido por suicidio.
P.- Si no tengo mal entendido, el término ‘culpa’ es algo recurrente en el superviviente, ¿cómo trabajáis para combatir este sentimiento?
R.- Compartiéndolo. Hay personas que acaban de perder a un ser querido, y otras que ya están en otro momento de la gestión emocional. Los hay que vienen y nos dan unas lecciones de vida increíbles, como padres que han perdido a sus hijos. Son los que peor gestionan la culpabilidad y cargan con la responsabilidad, piensan que algo hicieron mal en la educación para que su hijo acabase quitándose la vida. Entre ellos se ayudan mucho porque están en distintas etapas del proceso. La idea siempre parte de que has hecho algo mal, se entra en un bucle de reproches sobre lo que hicieron o no para evitar el suicidio. Y en cambio el resto están ya en la fase de darse cuenta del amor que profesaba a su hijo y que, como cualquier persona, se pueden equivocar, pero saben que hicieron todo lo que podían y estaba en sus manos.
P.- ¿Tiene sentido ahondar en los porqués, en el pasado?
R.- Los porqués salen y tienen que salir. Nuestra naturaleza se basa en buscar respuestas de todo aquello que no entendemos, y el suicidio no lo entendemos. Primero porque es tabú, y segundo porque no estamos preparados para saber gestionar estar explicaciones. Tenemos la tendencia a querer encontrar una explicación razonable a lo que ha ocurrido. Cada uno lleva su ritmo. Con el paso del tiempo todo se suaviza un poco, el porqué deja de ser una duda tan intrusiva.
P.- Los métodos de comunicación han avanzado bastante, ¿cuáles dirías que son los riesgos o beneficios que integran a la hora de tratar el tema del suicidio?
R.- La gente cuando está mal asesorada y no tiene el apoyo profesional adecuado, busca información en las redes. En este espacio digital hay mucha información, pero no todo es buena. Ahí es donde más hay que trabajar, pero es sumamente difícil. Muchos supervivientes hablan de cosas que ven en las redes, vídeos, auténticas barbaridades…
P.- Es un terreno pantanoso, con un vacío legal en especial en las redes sociales.
R.- Es imposible de controlar. Y también da pena ver cómo hay personas que utilizan estos medios para sacar provecho del dolor, pero es algo contra lo que debemos luchar todos.
P.- ¿Con qué canales trabajáis en Afasib?
R.- Todavía seguimos en fase de conocimiento, no llega a un año que empezamos a funcionar. La mayoría de los supervivientes son nuevos, y todavía estamos conociéndonos. Por el momento realizamos reuniones mensuales de grupo de ayuda mutua.
A su vez, estamos trabajando con el Observatorio del Suicidio para la realización de los protocolos de prevención. Ellos nos derivan a los supervivientes, y nosotros les contactamos también cuando sabemos que alguien no se encuentra bien para que reciba ayuda lo antes posible.
P.- Hazme un balance de lo que habéis conseguido hasta el momento y otros retos que tengáis. (Afasib se fundó en agosto de 2018)
R.- El balance es muy positivo, yo no soy tan consciente porque estoy detrás de todo. Pero los que lo ven desde fuera ven los pequeños avances como grandes logros porque al fin y al cabo somos una organización incipiente. Yo veo que funciona desde el momento en que siento que hay un respaldo por parte de las demás asociaciones, de la Consejería de Salud, y estoy segura de que se pueden abrir nuevas vías de construcción y colaboración muy bonitas. Queremos un proyecto que realmente sea capaz de cubrir una atención efectiva a los familiares. No olvidemos que ellos también son un grupo de riesgo en la conducta suicida por lo que las medidas de prevención son esenciales.
Entrevista realizada por:
Brezo Criado Santos
Periodista. Estudiante de último curso en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Ha escrito para la Nueva España de Gijón y actualmente da sus primeros pasos radiofónicos en la Cadena Ser.
Durante años los padres y madres hemos pensado que el éxito en la vida, y en resumidas cuentas la felicidad de nuestros hijos e hijas, se relacionaba con las habilidades intelectuales clásicas y con los resultados académicos. Los hemos preparado para «competir» en una sociedad que nos pareció amenazante y pensando que lo importante era ser «el mejor». Y ahí andamos dándonos codazos entre todos (acercándonos peligrosamente a nuestra extinción como especie) y dando la espalda a la mayor herramienta para afrontar los retos: la colaboración.
Sobreprotección, la mejor manera de criar hijos e hijas frágiles
Igualmente hemos intentado simplificar su vida, sobreprotegiéndolos y evitando que se enfrenten a la mínima dificultad, lo que ha evitado que se responsabilicen en muchas ocasiones de las consecuencias de su conducta y los ha convertido en muchos casos en seres frágiles.
Como decía Rudyard Kipling «Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia».
Ahora tenemos a la generación más preparada académica e intelectualmente de la historia, pero a su vez una «generación de cristal»azotada por la depresión y la ansiedad. Y es que quizás olvidamos que lo que nos diferencia de los animales no es sólo la razón, sino la riqueza emocional que nos aporta las habilidades superiores de pensamiento. Por que los seres humanos somos puras emociones y porque parece que la manera en la que gestionamos nuestras emociones y nuestra inteligencia emocional es más importante de lo que pensábamos.
Goleman definió esta inteligencia como “un concepto que incluye la habilidad para motivarse y persistir frente a las frustraciones, controlar impulsos y demorar gratificaciones, regular los estados de humor, evitar que las desgracias obstaculicen la habilidad de pensar, desarrollar empatía, esperanza, etc.”
Baja tolerancia a la frustración y suicidio
Quitándole los obstáculos de la vida a las generaciones más jóvenes, le robamos la oportunidad de adquirir la tolerancia a la frustración, una habilidad esencial para afrontar con éxito las «bofetadas» que da la vida. Aprender a tolerar la frustración nos enseña a enfrentarnos adecuadamente a las situaciones adversas de la vida. Nos frustramos cuando no conseguimos satisfacer algo que deseamos y eso nos enfrenta a emociones que vivimos de forma negativa. Aprender a tolerarlas significa una mayor capacidad de afrontar los problemas y limitaciones, a pesar de las molestias que nos causan.
La baja tolerancia a la frustración se relaciona con enormes consecuencias a la salud psíquica de las personas. En su extremo más dramático puede estar detrás de la conducta suicida de los más jóvenes. En ese sentido puede ser considerada como un importante factor de riesgo. El suicidio es en muchos casos la decisión que alguien toma cuando siente que los problemas desbordan a su capacidades. No podemos seguir criando «niños y niñas de cristal», sino que debemos educarlos de forma libre y responsable. Prevenir el suicidio pasa también por estar atentos a sus señales de riesgo.
Por todo ello, hagamos un regalo a nuestros menores, adolescentes y jóvenes. Acompañémoslos en los problemas, permitiendo que se equivoquen, que asuman las consecuencias de su actos y que usen sus propios recursos para encontrar la mejor versión de ellos mismos. Porque parafraseando a Nelson Mandela, lo importante no es «no caer» sino levantarse después de cada caída.
MÁS INFORMACIÓN
Goleman, D. (1996). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.
Alrededor de la conducta suicida y su comunicación a través de medios de comunicación y redes sociales existe una paradoja que, por desgracia, contribuye al mantenimiento del problema a través del tabú y el estigma y que indirectamente podría estar influyendo en la muerte de personas vulnerables.
Por un lado, existe un consenso entre los medios de comunicación alrededor de su responsabilidad para evitar que las noticias publicadas contribuyan a fomentar el efecto que se denominó Werther. Este efecto tomó el nombre del personaje homónimo de la novela de Goethe «Las penas del joven Werther», que acaba por suicidarse tras una contrariedad amorosa. Después de su publicación, se registró un importante número de suicidios de jóvenes que imitaban la conducta del personaje. Este efecto también se ha denominado de imitación, contagio o copycat. Su existencia ha sido demostrada científicamente. Consiste en la imitación de conductas suicidas por parte de personas vulnerables por la repetición de noticias sobre suicidio sobre todo cuando son personajes públicos o mediáticos de cierta relevancia y en especial en población adolescente. También hay estudios que han investigado la relación de relatos o series de ficción en este mismo sentido. El consenso entre los medios no impide, sin embargo, que existan artículos que aparecen en nuestros periódicos obvien las indicaciones que al respecto ha realizado la OMS.
En otros casos, se opta por el silencio más rotundo ante este problema de salud pública lo que contribuye a mantener el estigma y el tabú. El silencio tampoco está justificado de ninguna forma. Esta práctica se ha extendido en muchos colectivos que mantienen en secreto las estadísticas y datos sobre conductas suicidas lo que le quita visibilidad al problema y le resta importancia contribuyendo a su mantenimiento. Esto ni siquiera consigue evitar que los hechos lleguen al conocimiento de las personas a través de redes sociales o a través del boca a boca con la merma de calidad de la comunicación que estas formas de transmisión representan.
Las redes sociales y la comunicación digital han cambiando nuestro mundo de forma irremediable y representan uno de las herramientas más revolucionarias a las que se ha enfrentado la humanidad. Conseguir grandes cantidades información se ha convertido en un proceso fácil y rápido. Alrededor del tema del suicidio se han creado miles de grupos que han encontrado en los medios digitales y de mensajería instantánea una forma de expansión y que en su mayoría tienen finalidades preventivas y nacen del buen corazón de colectivos. Sin embargo, no necesariamente son acertadas. Hablar del suicido es positivo, pero todos estamos obligados a formarnos para no contribuir a difundir mitos y conseguir el efecto contrario al que buscamos.
Además, tanto la familia como las personas afectadas se merecen el máximo de los respetos. La publicación de datos concretos del fallecido o de los familiares, fotos identificativas, especialmente cuando son menores, la especulaciones sobre las causas o su simplificación, el alarmismo y el sensacionalismo vienen a añadir dolor a los supervivientes y pueden complicar un duelo ya de por sí complicado.
Nuestro blog, http://www.papageno.es toma el nombre de un personaje de la ópera de Mozart «La Flauta Mágica» que al contrario de Werther fue ayudado a encontrar razones para seguir viviendo. Al final dio nombre al efecto contrario por el cual hablar del suicidio puede ser preventivo. Por lo tanto, existen prácticas de comunicación «buenas» y otras «malas». ninguno estamos exentos de cometer errores, por lo que la formación se convierte en esencial en este tema.
Vídeo promocional de www.papageno.es
Así que recuerda: Hablar del suicido o el silencio no son en sí prácticas preventivas. Todo depende del cómo lo hagamos. La rigurosidad en respetar el dolor de los afectados y supervivientes y a las indicaciones que se realizan desde las instituciones, deben ser siempre la guía de nuestras comunicaciones al respecto.
Resumen de indicaciones de la OPS/OMS
QUÉ SE DEBE HACER
Suministra información exacta acerca de dónde buscar ayuda
Educa al público acerca de los datos sobre el suicidio y la prevención del suicidio, sin difundir mitos
Informa sobre maneras de hacer frente a los estresantes de la vida o a pensamientos suicidas y sobre formas de obtener ayuda
Tiene mucho cuidado al informar sobre suicidios de celebridades (en caso de que lo haga)
Tiene cuidado al entrevistar a familiares o amigos que estén atravesando un duelo por haber perdido a un ser querido
Reconocer que los profesionales mismos de los medios de comunicación se pueden ver afectados por noticias sobre suicidios
QUÉ NO SE DEBE HACER
No destacar ni repetir innecesariamente las noticias sobre suicidios
No utilizar un lenguaje que sea sensacionalista o normalice el suicidio, ni se presente el suicidio como una solución constructiva a problemas
No describir explícitamente el método utilizado
No facilitar detalles acerca del sitio ni la ubicación
No usar titulares sensacionales
No usar fotografías, material de vídeo ni enlaces a redes sociales
Vive CNP es un servicio de atención psicológica y prevención de riesgos laborales de carácter psicosocial. No tienen un carácter oficial y es administrado por compañeros y compañeras del Sindicato Unificado de la Policía (SUP). Nació de forma pionera con la finalidad de ofrecer apoyo a los policías para mejorar su bienestar y prevenir riesgos en personas vulnerables. Este recurso psicológico tiene su origen en la vocación de servicio de este sindicato y tiene como principal valor la sensibilidad ante el problema del suicidio dentro de la Policía. Cada mes aparece un nuevo caso, lo que justifica el esfuerzo del SUP para poner a disposición de todos los miembros del colectivo policial este recurso.
Papageno.es nace en 2019 con el deseo de ser un punto de encuentro de profesionales, personas en general y colectivos que tienen como objetivo la lucha contra el estigma que rodea la conducta suicida y su prevención en todos los colectivos. El problema del suicidio representa una de las mayores amenazas a la salud pública y es, por tanto, un problema que nos afecta a todos. En consecuencia las soluciones pasan por buscar sinergias que respondan al fenómeno como un problema biopsicosocial.
Ambos colectivos unen ahora sus esfuerzos por responder a esta lacra que castiga de forma especial a nuestros cuerpos policiales.
La Fundación para el desarrollo de la enfermería (FUDEN) en Cádiz, del Sindicato de Enfermería (SATSE) organiza durante el mes de mayo una actividad formativa mixta (presencial y a distancia) de 50 horas, que se celebra en el Hospital de San Carlos de San Fernando y que tiene como objetivo sensibilizar y formar a los profesionales de enfermería, sus especialidades y fisioterapeutas en la detección precoz de la conducta suicida.
Durante la formación los profesionales podrán adquirir los rudimentos básicos de la prevención de la conducta suicida desde los diferentes contextos sanitarios, educativos y sociales.
El papel de enfermería es vital en la detección precoz de personas con ideación suicida que puedan ser derivadas correctamente a profesionales cualificados para realizar el seguimiento de estos casos. Las características inherentes de la profesión enfermera las hace personal indicado para ser formados en estas materias. Y la formación de profesionales sanitarios es una de las medidas preventivas de la conducta suicida que cuenta con más consenso.
SATSE apuesta así por la formación de sus asociados en este problema de salud pública que supone en España la mayor causa de mortalidad externa y que es la causante de más de 3.500 muertes anuales en nuestro país.
En el diseño y docencia del curso colabora papageno.es entre cuyos objetivos se encuentra la formación y la colaboración entre todos los profesionales y colectivos que tienen entre sus fines el mejorar la salud emocional y la prevención de conductas suicidas.
El suicidio entre miembros de cuerpos policiales es una de las principales causas de muerte en esta profesión que cursa con elevados niveles de estrés y accesibilidad a un medio letal. En los últimos años, este tema ha despertado la atención social, lo que ha llevado a una mayor sensibilización y a la creación de organizaciones que tienen como objetivo su prevención.
La Asociación Andaluza Preventiva del Suicidio Policial (AAPSP) es una asociación sin ánimo de lucro, creada el 29 de Abril de 2018 en la localidad de Castilleja de la Cuesta (Sevilla) con la finalidad de paliar silencios y olvidos de estos colectivos profesionales.
Papageno.es es una unión de profesionales con experiencia en prevención del suicidio que tiene como objetivo luchar contra el estigma y el tabú alrededor de la conducta suicida y que nace con el espíritu de ser un punto de encuentro para las personas y los colectivos implicados en esta lacra social como una de las principales amenazas a la salud pública en nuestra sociedad actual.
El aprendizaje y la formación continua son objetivos comunes de ambas organizaciones, que ahora aúnan sus esfuerzos para aprovechar las sinergias y perseguir su objetivo común.
La conducta suicida no es un problema individual, sino un problema social que debe ser atajado de forma multidisciplinar e intersectorial. El trabajo en red debe caracterizar los esfuerzos preventivos.
Juntos somos más fuertes, porque en la prevención del suicidio todos somos importantes
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