El próximo 17 de octubre de 2019 tendrá lugar en Cádiz, la XIX Jornada de Desigualdades Sociales y Salud sobre «Acción Comunitaria para la Reducción de las Desigualdades en Salud», con el título :
+ Comunidad – Desigualdad = + Salud emocional
La Jornada, organizada por la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Andalucía (ADSP-A) y el Grupo de Investigación de Salud Pública de Cádiz (GISPCA), se centrará en esta edición en la importancia de la acción local en el desarrollo de una vida emocional saludable destacando la importancia de los determinantes sociales en la salud. Durante su desarrollo, nuestro colectivo papageno.es colaborará con uno de los talleres programados.
En el taller “Las mil caras del suicidio: perspectiva local y desigualdades”, nuestro colaborador D. J. López trabajará el tema del suicidio desde el enfoque de la acción local y las implicaciones que las desigualdades sociales tienen en la aparición de este fenómeno con un importante carácter social.
«La conducta suicida es un fenómeno multicausal y complejo que nos afecta a todos y tiene importantes graves consecuencias individuales, familiares y para la sociedad en su conjunto. El suicido es una manifestación de un grave malestar psicológico y emocional que está afectado por las desigualdades sociales en salud y la cultura. Históricamente se ha mantenido en el terreno de la moral, el estigma y el tabú perdiendo su consideración como problema de salud pública. Pero ¿es lo local el medio más eficiente para afrontar su prevención?, ¿qué variables median las desigualdades en salud y el suicidio?
Nuestro mundo globalizado inundado de tecnologías de la comunicación tiene el reto de volver a dar el protagonismo a las comunidades locales, recuperando los valores tradicionales relacionados con el apoyo familiar y social, para afrontar algunas de las enfermedades más letales de nuestra especia: la soledad, la desesperanza y su cara más lúgubre: el suicidio.»
Si deseas participar en la jornada puedes inscribirte desde:
El miércoles 26 de junio de 2019 se celebró en la Sede de la Delegación de Cádiz del Colegio de Psicología de Andalucía Occidental (COPAO) una jornada, que con el título de Psicología y Salud Mental en Cuerpos Policiales y Militares, reunió a un importante número de personas alrededor del papel que los psicólogos y las psicólogas desarrollan en esos entornos laborales.
El acto fue inaugurado por Isabel Paredes, Delegada Territorial en Cádiz de Salud y Familias y por Jerónimo Acosta, Presidente del COPAO en Cádiz. Paredes destacó la importancia de atender a este colectivo por su papel esencial en el desarrollo democrático de nuestro país, mientras Acosta señalaba el interés del COPAO por establecer lazos de colaboración con los cuerpos policiales y militares y recalcaba la importancia de seguir dignificando la profesión mediante su aportación a su salud mental.
En la primera ronda de ponencias, el Capitán Juan Antonio Martínez Sánchez contribuyó de forma clara a entender el papel del psicólogo en todas las facetas de la vida militar y sobre todo en las tareas de pacificación en países en guerra. Una interesante ponencia que fue enriquecida por las preguntas del público presente que se mantuvo muy activo durante todo el desarrollo de la jornada. Posteriormente María de los Ángeles Martínez Jiménez expuso las diferentes funciones de los psicólogos en el Cuerpo Nacional de Policía como, por ejemplo, el desarrollo de la Unidad de Análisis de la Conducta, la prevención de riegos laborales y sus funciones dentro de los servicios de salud. Jiménez destacó la necesidad de desterrar la idea muy arraigada en la cultura policial de que pedir ayuda es un signo de debilidad. Pese a la evolución positiva en ese sentido, achacó a ese problema la cronificación de casos de problemas psicológicos que hubieran tenido una solución si se hubieran detectado de forma precoz.
El segundo grupo de ponencias fue iniciado por Daniel Jesús López Vega que centró su intervención en la prevención de la conducta suicida entre policías y militares y lo concluyó Francisco Rodríguez Laguna que realizó una amplia disertación sobre el duelo y el estigma alrededor de la muerte. López dedicó parte de su ponencia a hablar de la importancia de evitar la instrumentalización del suicidio en estos colectivos, anteponiendo el respeto a las víctimas y supervivientes y realizó una crítica a la falta de transparencia en cuanto a los datos sobre suicidios que mantiene la administración cuando se trata de estos colectivos. También habló de la importancia de una comunicación responsable y sobre la necesidad de llegar a un consenso entre todas las organizaciones que han ido naciendo alrededor de la prevención. Rodríguez a su vez enriqueció su ponencia sobre duelo relatando casos reales sobre conductas suicidas, comunicación de malas noticias y vivencias relacionadas con el duelo que, según sus palabras, no deja de ser un proceso natural y sano. Posteriormente reinvindicó los beneficios de la expresión emocional del dolor a través del llanto e incidió en el estigma que históricamente ha habido alrededor de la conducta suicida.
La jornada fue evaluada satisfactoriamente y abre un camino de colaboración entre las diferentes organizaciones participantes. Entre las entidades colaboradoras estuvieron la Asociación Unificada de Guardias Civiles, el Sindicato Unificado de la Policía, la Asociación Unificada de Militares Españoles y el Sindicato de Policía Locales y Bomberos de Andalucía. También asistieron miembros de la plataforma 45sindespidos y de Ángeles de Azul y Verde, además de psicólogos y psicólogas miembros del COP y otros profesionales y personas interesadas.
Jerónimo Acosta Presidente del COPAO- Cádiz
Juan Antonio Martínez Sánchez
María de los Ángeles Martínez Jiménez
Manuel Antonio García Sedeño -Universidad de Cádiz-
Daniel Jesús López Vega
Francisco Rodríguez Laguna
Sede del Colegio Oficial de Psicología (Delegación de Cádiz
El pasado viernes, Daniel J. López, asesor técnico del Servicio de Salud Pública de la DT de Salud y Familias en Cádiz, responsable del grupo de psicología y conducta suicida del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Occidental (COPAO) y colaborador de www.papageno.es, participó en el programa «El Mirador» de Onda Cádiz en la presentación de la Jornada sobre «Psicología y Salud Mental en Cuerpos Policiales y Fuerzas Armadas» que se celebrará el próximo miércoles 26 de junio de 17:00 a 21:00 en la nueva delegación del COPAO en Cádiz.
La conducta suicida es multicausal y compleja. Aducir razones para explicar su aparición explicitando una sola causa es simplista y dificulta el abordaje preventivo, porque son muchos los factores de riesgo los que influyen en la decisión de una persona que termina con su vida.
Sin embargo, hay factores que tienen una importante influencia en la muerte autoinflingida y las autolesiones. Uno de ellos es el acoso en todas sus manifestaciones: sexual, escolar, laboral…
Ya hablamos en una anterior entrada de la doble relación entre la violencia de género y la conducta suicida, Pero la relación con el acoso no se circunscribe al entorno doméstico exclusivamente. El entorno escolar y laboral puede convertirse para personas vulnerables en verdaderos infiernos que las empujan a tomar decisiones erróneas con graves consecuencias.
El bullying o acoso escolar está detrás de muchas conductas suicidas, lo que puede ser constatado en muchos estudios. La muerte por conductas autolíticas puede afectar tanto al agresor (relacionado con su impulsividad), como al agredido. La víctima de la conducta de acoso siente como su agresor aumenta su poder sobre ella y queda en el desamparo, sintiéndose culpable por lo que ocurre y esperando la próxima agresión. El círculo vicioso acaba trayendo consecuencias, siendo la más dramática el suicidio. Vivir con miedo es la peor de las vidas cuando no se es capaz de romper las dinámicas de grupo perniciosas.
Cuando este acoso se da en el entorno laboral, se utiliza el anglicismo de «mobbing». Esta variante del acoso tiene características similares al anterior, salvo que se desarrolla en el mundo adulto. Algunas prácticas propias de algunas organizaciones pueden fomentar este tipo de problemas. El acoso laboral destroza vidas. Empresas como France Telecom, acusada de prácticas de recursos humanos agresivas, afrontan complejos procesos judiciales por acusaciones de este tipo.
Pero el acoso no es sólo un problema de que existan agresores. Por desgracia, aunque es nuestra obligación conseguir un mundo lo más justo posible, vivir conlleva saber afrontar de forma adecuada las injusticias que nos puedan suceder. En consecuencia tenemos que aprender recursos para defendernos, para ser críticos con lo que nos ocurre o les ocurre a otros y evitar las actitudes sumisas que nos hacen daño. El agresor es responsable de su acción, evitarla es responsabilidad de todos. El suicidio nunca será una solución a un problema.
“Esperar que la vida te trate bien por ser una buena persona es como esperar que un tigre no te ataque porque tú eres vegetariano»
(Bruce LEE)
El acoso es un problema social y de los grupos humanos. El desarrollo de estas conductas necesita de cómplices a través del silencio. Si conoces algún caso de acoso o tienes alguna sospecha, nunca guardes silencio. Si eres víctima de acoso, busca ayuda.
¡Por un mundo sin acoso, lucha!
Daniel J. López Vega es Psicólogo y colaborador de la plataforma de profesionales de prevención del suicidio papageno.es
El suicidio y la violencia de género son dos importantes causas de sufrimiento que en ocasiones aparecen asociadas indeleblemente. El estigma y el tabú que persiste alrededor de estos fenómenos mantiene este problema social latente y muchas veces oculto a la opinión pública. La relación entre ambos temas está esencialmente ligado a los valores de nuestra sociedad que sigue siendo predominantemente machista y que vive en la ambivalencia de una sociedad masculinizada y la lucha de los valores igualitarios según el sexo. La gravedad de los dos fenómenos hace que en muchos casos uno de los temas oculte el otro.
Esta dramática asociación entre ambos temas puede manifestarse de dos formas principales. Por un lado nos encontramos el homicidio-suicidio (H-S) también denominado muerte diádica o suicidio ampliado que se define como un acto violento en el cual el agresor tras acabar con la vida de la víctima, se da muerte. Ambos actos violentos están relacionados motivacionalmente, además de suceder en el mismo intervalo temporal.
La gravedad de este problema viene señalada porque si bien en el mundo existen más víctimas de muerte violenta entre varones, en el caso de las mujeres se estima que el 70% de estas muertes tiene sus causas dentro del ámbito doméstico (relaciones de pareja o familiares) o por violencia sexual. De la misma forma son las mujeres las principales víctimas del H-S.
La otra cara del suicidio en la violencia de género esconde el drama de muchas mujeres maltratadas que viven la violencia de forma trágica y que optan por acabar con sus vidas para terminar con su sufrimiento cuando no perciben otra salida para sus problemas. Este tipo de muertes podría ser evitado a través de un mejor abordaje de la violencia machista. Como en otro tantos temas, la EDUCACIÓN se hace vital en su atención. En muchos casos la violencia aparece desde las primeras relaciones en la adolescencia y ese es un momento perfecto para implementar las primeras intervenciones dirigidas a combatir los mitos de los agresores y enseñar habilidades sociales y herramientas de detección y protección a las jóvenes. El problema también tiene un cariz SANITARIO. En este sentido la atención primaria es un lugar idóneo para la detección precoz del maltrato. Cuando se detecta es adecuado investigar el riesgo de suicidio de la víctima. La ideación suicida y los intentos son habituales en muchas víctimas de violencia machista.
Una mujer que ha sufrido abusos en el marco de la violencia doméstica podría tener una probabilidad de suicidarse 12 veces mayor que quien no lo ha sufrido. La violencia psicológica puede estar detrás de la conducta suicida de muchas mujeres maltratadas.
Esta doble manifestación de conductas violentas requieren una mayor atención social que evite el estigma y las posturas moralizantes y que los atiendan como un problema de salud pública para evitar la muerte y sufrimiento de tantas personas cuya única causa es haber nacido mujer en un mundo regido por valores machistas.
Para solucionar un problema, lo primero es reconocer su existencia y en este caso, con fuerte componente social, la visibilidad se hace necesaria. Porque la violencia machista y el suicidio son prevenibles, ¡HAZLOS VISIBLES!
Si sufres maltrato o si eres testigo de maltrato ¡DENUNCIA!. Tu denuncia puede salvar vidas.
Silenciar el suicidio tiene el efecto de que se silencie también el efecto global. Que el suicidio sea invisible.
En los pasados 7 días he hablado con dos personas anónimas que me han contado casos de suicidio cercanos. Ambas personas han reconocido la conmoción que les ha generado ese caso tan cercano en su vida personal.
Los casos de suicidio se han demonizado en la prensa por el denominado efecto “Werther” (de imitación) dejando a todas las personas sin la información, el aliento y las historias que el periodismo les puede proporcionar para entender y normalizar, en lo posible, este suceso que afecta de forma dantesca a los allegados, sumiéndoles, en algunos casos, en alteraciones que se cronifican.
Desde el año 2000 la Organización Mundial de la Salud difunde una guía con recomendaciones para el tratamiento del suicidio en los medios de comunicación, que se ha revisado y actualizado en 2008 y 2017 (Organización Mundial de la Salud, 2018), con recomendaciones encaminadas a evitar informar del suicidio como algo morboso, solución a problemas y para evitar el efecto imitativo.
Con el trabajo que adjuntamos al final de esta entrada tratamos de combatir el tabú del suicidio en los medios de comunicación para evitar las reservas sobre este tema y el aislamiento que produce a los afectados.
La idea surge fruto de la observación del silencio de los medios de comunicación en contraposición a la locuacidad que se da en general en el resto de temas sociales. La muerte se trata de evitar porque es un tema desagradable (tanatofobia), esta etapa de la vida es silenciada porque no interesa al consumo. Por otra parte, el suicidio es la forma de muerte más silenciada, es multicausal y está directamente relacionada con la presión del individuo, sería disruptivo reconocerlo en política porque las soluciones a aplicar cambiarían el tipo de gobernanza actual.
Este trabajo podría sacar a la luz distintos aspectos de cómo se está manejando este tema por parte de profesionales y organizaciones sociales implicadas, se pone el punto de vista en lo positivo y menos positivo de sus medidas, para reforzarlas o denunciarlas.
Además, al interpretar la comunicación como una periodista puedo ayudar a cambiarlo, dentro del ámbito sanitario. Este, es un problema de actualidad, porque lleva años siendo tabú. en consecuencia, se debe proporcionar información como elemento base para hacer el Plan Nacional de Prevención del Suicidio por parte de los medios de comunicación. Podría conducir a nuevas investigaciones y resolver la falta de práctica de informadores. Al tener proyección social podría repercutir en política, sanidad y medios de comunicación y podrían extrapolarse los resultados a personas interesadas para influir con este tema.
Estudiante del Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid. Interesada por la salud en distintas esferas. Técnica Cuidados Auxiliares de Enfermería. Voluntariado en Cruz Roja Española en área de Transporte Sanitario y en Conservación del Medio Ambiente.
De esta forma se pone en valor la prevención de riesgos psicosociales en un colectivo que se relaciona con un alto nivel de estrés derivado de la práctica profesional, desde un punto de vista positivo y una perspectiva biospicosocial.
Con esa finalidad se realizarán dos mesas redondas. En la primera se tratará el papel del psicólogo en estos escenarios profesionales y en la segunda la conducta suicida como una de las principales causas de mortalidad y años de vida potencialmente perdidos en este colectivo. La actividad acabará con una ponencia sobre el afrontamiento del duelo asociado a este problema de salud pública.
La importancia de la prevención en salud mental en los entornos policiales, militares y de personal de emergencia requiere de una respuesta multidisciplinar y con el principio de coordinación institucional de todos los colectivos implicados. Esta jornada es un ejemplo de dicha coordinación que responde al interés de reflexionar sobre soluciones constructivas a los problemas derivados del desarrollo de funciones ligado a estas profesiones.
Las jornadas son gratuitas y al aforo limitado por orden de llegada.
Difunde, participa…
Te esperamos el día 26 de junio en la Delegación de Cádiz del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental (Avenida Juan Carlos I, esquina Avenida de Portugal).
En el imaginario colectivo el negro ha sido siempre un color que se relaciona con aspectos negativos, quizás por ser el negro el color de la oscuridad y provocar miedo por las amenazas que suponía para nuestra superviviencia. Sin embargo, el negro no siempre es un mal color. Seguro que si lo piensas encuentras muchos objetos que teniendo ese color te inspiran cosas positivas.
En este ejemplo está claro que no es el color negro el que nos inspira miedo en sí -no tiene esa capacidad- sino que es nuestra interpretación la que nos atemoriza. Lo mismo ocurre con muchos sucesos de nuestra vida. El mismo hecho ocurrido a diferentes personas o en diferentes momentos de la vida inspira emociones diferentes y reacciones dispares.
Es el caso de los pensamientos depresivos que nos sumen en una especia de túnel que filtra todo lo que nos ocurre. Nos hacen ven el «color negro» como algo negativo aunque no sea necesariamente así y da tonalidades negras a otros colores diferentes. Los problemas muchas veces son oportunidades que te presenta la vida y si eres capaz de sacar la mejor versión de ti mismo para solucionarlos ellos te ayudarán a ser mejor persona. En estas ocasiones nuestro cerebro consigue enfocar nuestra atención sólo en lo negativo que nos ocurre. Su consecuencia más grave son las conductas suicidas.
Aunque el suicidio es multicausal y complejo parece que existe evidencia de que detrás de este tipo de conductas existe siempre un sentimiento de desesperanza que llega a hacernos pensar no sólo que nuestra vida es un caos, sino que además no seremos capaz de salir de la situación y estamos en consecuencia condenados de por vida. Es sólo una perspectiva poco objetiva de lo que ocurre. Eres capaz de conseguirlo.
El suicidio es una solución eterna a un problema que se vive en un momento concreto. Si decides hacerlo ya nunca habrá vuelta atrás. Jamás volverás a disfrutar aquello que amaste. El daño afectará a gente que quieres y que verán su vida truncada para siempre. Cuando uno de nosotros muere, nunca es un hecho individual. Somos seres sociales y cuando alguien fallece nos afecta a todos.
¡Atrévete a ver otros colores y a interpretar de otra forma el color negro!
Para vivir es necesario aprender a apreciar todos los colores y entender la función que cada uno tiene en tu vida. Busca la mejor versión de ti mismo y afronta tus problemas. Si piensas que puedes estar pasando por un proceso depresivo consulta a un profesional cualificado que te acompañe.
Daniel J. López Vega
Coordinador de www.papageno.es
Psicólogo General Sanitario. Máster en Intervención Psicológica en Contextos de Riesgo, autor de «¿Todo por la Patria?», socio fundador de la Sociedad Española de Suicidiología. Experto Universitario de Estadística Aplicada a las Ciencias de la Salud (UNED).
María Francisca Morell García (Presidenta de AFASIB) y Javier Jiménez Pietropaolo (Presidente de la red AIPIS) en el Congreso de los Diputados en una jornada reivindicativa.
María Francisca Morell García, Xisca, es la presidenta y fundadora de Familiares y Amigos Supervivientes por Suicidio de las Islas Baleares (Afasib). Es psicóloga, y está formada en la rama de la suicidología, por elección propia y porque también la vida la sacudió con la pérdida de un ser querido. Ahora pasado un tiempo, se ha centrado en la construcción de red de apoyo y prevención que da cobertura en Baleares, ofreciendo su ayuda a una gran cantidad de familias que están pasando por lo mismo.
Cuando Xisca habla de su fase de duelo no deja de mencionar a Javier Jiménez, presidente de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (RedAIPIS), a quien agradece la protección y la atención recibida y asegura que fue él quien la animó a montar esta asociación. Su objetivo lo tiene claro: prestar información y orientación, a los familiares, amigos y otros amigos que han sufrido la pérdida por suicidio. Xisca además es colaboradora activa de papageno.es, puedes ver algunas de sus entradas aquí.
P.-¿Cuál es el origen de Afasib?
R.- El origen está en el suicidio de mi hermano. Tuvo varios intentos durante varios meses y nuestra única preocupación era su recuperación, ni siquiera nos planteamos hablar con sus psiquiatras. Cuando ocurre el suicidio, te quedas destrozado. Son momentos en lo que te quedas descolocado, la culpabilidad desunió mucho a la familia, la dirigimos los unos contra los otros y sin decírnoslo, el gran fallo del superviviente, porque hace que los miembros de la familia se dispersen más y los familiares lejanos acaben desapareciendo. Te quedas en una situación de aislamiento muy grande, sin tener recursos, no sabes reconocer si lo que te pasa es normal o estás enferma. Desamparada sería la palabra.
P.- En una entrada de este mismo medio hablabas de la importancia de practicar el silencio terapéutico: “El silencio atento y presente invita a hablar, porque alguien te escucha”, “basta con conectar la mirada para que invada la sensación de empatía, comprensión y confianza”… ¿Cuál es el límite entre el silencio de ayuda y el silencio, que por el contrario, evita hablar del tema del suicidio?
R.- La presencia. Es suficiente con que vengas y estés, incluso sin que yo te lo pida. Me da igual que hables o no. A nivel profesional, lo veo también en las personas a las que atiendo tanto a nivel grupal y en mi trabajo como psicóloga. Es necesario concederle ese espacio a la persona, necesita el silencio para reordenar sus ideas, aún más, cuando estás en una situación tan traumática.
Por desgracia lo que me he encontrado es que no hay presencia. El silencio se basa en que desaparecen de tu lado, no vienen a verte ni te llaman. A veces tienes la sensación de tener algo como contagioso. La gente evita ese contacto, seguramente porque no saben qué decir, no saben cómo apoyarte. De ahí que escribiese sobre el silencio terapéutico como un «basta con que vengáis».
P.- Que alguien fallezca normalmente supone un duelo, pero cuando se trata de un suicidio parece que el esfuerzo de sobreponerse es doble: la pérdida de esa persona y la de aquellos que han decidido alejarse.
R.- Claro. Tienes que gestionar la pérdida de las personas que se alejan y lo peor de todo es que no puedes culparlos porque en el fondo entiendes que se alejen. Sabes que ese distanciamiento deriva del estigma del suicidio que está tan arraigado, porque no saben cómo manejarlo. Supongo que vivimos en una sociedad en la que huimos del dolor, no deja de ser una combinación de cosas, pero es cierto que los supervivientes pasamos por un doble duelo. En el primero, con la muerte, asumes que es algo definitivo, pasas por todas las etapas hasta que acabas gestionando esa pérdida como puedes. Pero la segunda pérdida, las personas que se alejan, normalmente parte de tu familia que necesitas y que están vivas, es algo que no te permite cerrar un ciclo. La muerte si algo tiene es que es un fin, por lo que puedes gestionarlo, pero cuando están vivos es mucho más difícil, entre otras cosas porque no tenemos recursos para comunicarnos.
Desde la asociación intentamos que esa verbalización y expresión no se interrumpa. En la primera o segunda reunión me impactó que hubo gente que expresó tal cual el suicidio que presenciaron, ahí te das cuenta de que necesitan soltarlo de esa manera porque nunca habían podido hablarlo con nadie.
P.- ¿Soltarlo todo ayuda a interpretar y asimilar lo que está pasando, a ser capaz de ver la magnitud de lo que uno se estaba guardando para sí?
R.- Sí, somos personas que nos tenemos que comunicar continuamente. Sentimos miedo de que no nos entiendan, de que se alejen de nosotros. Cuando estas dentro del grupo de apoyo lo primero que haces es contar todo aquello que has tenido que guardar y callar por la vergüenza o incomodidad que te ha producido hasta el momento. Pero una vez lo dices, te encuentras que no hay ninguna cara ni de incomprensión, ni de sorpresa. Todos hemos vivido situaciones tan difíciles relacionadas con el suicidio que cuando nos cuentan otras experiencias sobre el tema lo que no es invade es un pensamiento de comprensión y empatía.
P.- El suicidio, a fecha actual, sigue estando ligada a connotaciones negativas arrastradas de una construcción social y cultural. En la última década se ha puesto de moda una cultura ‘mindfulness’, como proceso de alcanzar ese bienestar total, pero el tema de la muerte sigue siendo algo esquivo… ¿debería de empezar a abordarse en las aulas, desde la infancia?
R.- Falta una educación en la realidad de la muerte. Se tiene que afrontar como en todo en la vida, y además con equipo de profesionales que te puedan asesorar sobre cómo abordar el tema, porque hay que saber bien cómo dirigirlo de la manera correcta.
Hay que empezar a mentalizar desde la temprana edad que la vida y la muerte son cosas de las que no podemos escapar. Vivimos y algún día moriremos, cuanto más tarde mejor, pero existe la posibilidad de que muramos antes de lo que tenemos previsto. Tomar conciencia de ello permite recolocar muchísimas cosas en nuestro orden de prioridades. En nuestra sociedad actual tratamos de anestesiar la realidad, como si fuese posible vivir toda la vida, la eterna juventud y los ideales que arrastra. Nosotros trabajamos con la filosofía budista, pero otros disponen de su fe católica que también les va bien para superar las cosas, su bien de la muerte es más esperanzadora…
P.- La fe católica tacha al suicidio de pecado, lo considera algo antinatural…
R.- La raíces del estigma las tenemos que buscar ahí, en los castigos que tenían que asumir tanto el suicida como su familia.
P.- Papageno recopila muchas variantes de la conducta suicida, no cierra campos. Desde tu opinión como psicóloga, ¿crees que la formación que os imparten en la carrera en las universidades cuenta con un desarrollo fuerte o, al menos, un concepto claro de cómo abordar la conducta suicida?
R.- Yo personalmente en la carrera no estudié ningún tema que tratase el abordaje de la conducta suicida. Como otros temas que tampoco se tocan: el duelo o la gestión de la pérdida. Lo que no quiere decir que tú puedas optar por tratar ese tema para algún trabajo, pero es a iniciativa propia. Debería ser una asignatura obligatoria, ¿cómo vas a salir de la carrera sin haber estudiado de forma completa el abordaje del duelo y la pérdida?
P.- También es un tema pendiente en la sanidad pública.
R.- Sí, los protocolos de atención a la conducta suicida están tardando.
P.- De nuevo, como persona que has vivido de cerca el suicidio, ¿qué sensación tienes al hablar de este tema con otras que no están formadas, informadas o que no lo han padecido directamente?
R.- Entiendo todas las posturas y las respeto, pero a mí no me incomoda hablar del suicidio, y eso es un proceso que me ha llevado tiempo. Al principio sólo con oír la palabra suicidio me incomodaba. Una de las luchas que tenemos desde Papageno y cualquier otra iniciativa profesional por la prevención de la conducta suicida, es precisamente que no se oculte el hecho de que el fallecimiento de alguien ha sido por suicidio.
P.- Si no tengo mal entendido, el término ‘culpa’ es algo recurrente en el superviviente, ¿cómo trabajáis para combatir este sentimiento?
R.- Compartiéndolo. Hay personas que acaban de perder a un ser querido, y otras que ya están en otro momento de la gestión emocional. Los hay que vienen y nos dan unas lecciones de vida increíbles, como padres que han perdido a sus hijos. Son los que peor gestionan la culpabilidad y cargan con la responsabilidad, piensan que algo hicieron mal en la educación para que su hijo acabase quitándose la vida. Entre ellos se ayudan mucho porque están en distintas etapas del proceso. La idea siempre parte de que has hecho algo mal, se entra en un bucle de reproches sobre lo que hicieron o no para evitar el suicidio. Y en cambio el resto están ya en la fase de darse cuenta del amor que profesaba a su hijo y que, como cualquier persona, se pueden equivocar, pero saben que hicieron todo lo que podían y estaba en sus manos.
P.- ¿Tiene sentido ahondar en los porqués, en el pasado?
R.- Los porqués salen y tienen que salir. Nuestra naturaleza se basa en buscar respuestas de todo aquello que no entendemos, y el suicidio no lo entendemos. Primero porque es tabú, y segundo porque no estamos preparados para saber gestionar estar explicaciones. Tenemos la tendencia a querer encontrar una explicación razonable a lo que ha ocurrido. Cada uno lleva su ritmo. Con el paso del tiempo todo se suaviza un poco, el porqué deja de ser una duda tan intrusiva.
P.- Los métodos de comunicación han avanzado bastante, ¿cuáles dirías que son los riesgos o beneficios que integran a la hora de tratar el tema del suicidio?
R.- La gente cuando está mal asesorada y no tiene el apoyo profesional adecuado, busca información en las redes. En este espacio digital hay mucha información, pero no todo es buena. Ahí es donde más hay que trabajar, pero es sumamente difícil. Muchos supervivientes hablan de cosas que ven en las redes, vídeos, auténticas barbaridades…
P.- Es un terreno pantanoso, con un vacío legal en especial en las redes sociales.
R.- Es imposible de controlar. Y también da pena ver cómo hay personas que utilizan estos medios para sacar provecho del dolor, pero es algo contra lo que debemos luchar todos.
P.- ¿Con qué canales trabajáis en Afasib?
R.- Todavía seguimos en fase de conocimiento, no llega a un año que empezamos a funcionar. La mayoría de los supervivientes son nuevos, y todavía estamos conociéndonos. Por el momento realizamos reuniones mensuales de grupo de ayuda mutua.
A su vez, estamos trabajando con el Observatorio del Suicidio para la realización de los protocolos de prevención. Ellos nos derivan a los supervivientes, y nosotros les contactamos también cuando sabemos que alguien no se encuentra bien para que reciba ayuda lo antes posible.
P.- Hazme un balance de lo que habéis conseguido hasta el momento y otros retos que tengáis. (Afasib se fundó en agosto de 2018)
R.- El balance es muy positivo, yo no soy tan consciente porque estoy detrás de todo. Pero los que lo ven desde fuera ven los pequeños avances como grandes logros porque al fin y al cabo somos una organización incipiente. Yo veo que funciona desde el momento en que siento que hay un respaldo por parte de las demás asociaciones, de la Consejería de Salud, y estoy segura de que se pueden abrir nuevas vías de construcción y colaboración muy bonitas. Queremos un proyecto que realmente sea capaz de cubrir una atención efectiva a los familiares. No olvidemos que ellos también son un grupo de riesgo en la conducta suicida por lo que las medidas de prevención son esenciales.
M. Fca. Morell en las I Jornadas de Suicidio de Mallorca con otros miembros y colaboradores de AFASIB
Entrevista realizada por:
Brezo Criado Santos
Periodista. Estudiante de último curso en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Ha escrito para la Nueva España de Gijón y actualmente da sus primeros pasos radiofónicos en la Cadena Ser.
Durante años los padres y madres hemos pensado que el éxito en la vida, y en resumidas cuentas la felicidad de nuestros hijos e hijas, se relacionaba con las habilidades intelectuales clásicas y con los resultados académicos. Los hemos preparado para «competir» en una sociedad que nos pareció amenazante y pensando que lo importante era ser «el mejor». Y ahí andamos dándonos codazos entre todos (acercándonos peligrosamente a nuestra extinción como especie) y dando la espalda a la mayor herramienta para afrontar los retos: la colaboración.
Sobreprotección, la mejor manera de criar hijos e hijas frágiles
Igualmente hemos intentado simplificar su vida, sobreprotegiéndolos y evitando que se enfrenten a la mínima dificultad, lo que ha evitado que se responsabilicen en muchas ocasiones de las consecuencias de su conducta y los ha convertido en muchos casos en seres frágiles.
Como decía Rudyard Kipling «Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia».
Ahora tenemos a la generación más preparada académica e intelectualmente de la historia, pero a su vez una «generación de cristal»azotada por la depresión y la ansiedad. Y es que quizás olvidamos que lo que nos diferencia de los animales no es sólo la razón, sino la riqueza emocional que nos aporta las habilidades superiores de pensamiento. Por que los seres humanos somos puras emociones y porque parece que la manera en la que gestionamos nuestras emociones y nuestra inteligencia emocional es más importante de lo que pensábamos.
Goleman definió esta inteligencia como “un concepto que incluye la habilidad para motivarse y persistir frente a las frustraciones, controlar impulsos y demorar gratificaciones, regular los estados de humor, evitar que las desgracias obstaculicen la habilidad de pensar, desarrollar empatía, esperanza, etc.”
Baja tolerancia a la frustración y suicidio
Quitándole los obstáculos de la vida a las generaciones más jóvenes, le robamos la oportunidad de adquirir la tolerancia a la frustración, una habilidad esencial para afrontar con éxito las «bofetadas» que da la vida. Aprender a tolerar la frustración nos enseña a enfrentarnos adecuadamente a las situaciones adversas de la vida. Nos frustramos cuando no conseguimos satisfacer algo que deseamos y eso nos enfrenta a emociones que vivimos de forma negativa. Aprender a tolerarlas significa una mayor capacidad de afrontar los problemas y limitaciones, a pesar de las molestias que nos causan.
La baja tolerancia a la frustración se relaciona con enormes consecuencias a la salud psíquica de las personas. En su extremo más dramático puede estar detrás de la conducta suicida de los más jóvenes. En ese sentido puede ser considerada como un importante factor de riesgo. El suicidio es en muchos casos la decisión que alguien toma cuando siente que los problemas desbordan a su capacidades. No podemos seguir criando «niños y niñas de cristal», sino que debemos educarlos de forma libre y responsable. Prevenir el suicidio pasa también por estar atentos a sus señales de riesgo.
Por todo ello, hagamos un regalo a nuestros menores, adolescentes y jóvenes. Acompañémoslos en los problemas, permitiendo que se equivoquen, que asuman las consecuencias de su actos y que usen sus propios recursos para encontrar la mejor versión de ellos mismos. Porque parafraseando a Nelson Mandela, lo importante no es «no caer» sino levantarse después de cada caída.
MÁS INFORMACIÓN
Goleman, D. (1996). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.
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