La sección ‘Periodismo Responsable’ busca ayudar, orientar e instruir a los periodistas que publican informaciones sobre el suicidio. La ausencia de formación universitaria en este sentido, los mitos que acompañan al suicidio y el conocido como ‘efecto Werther’ complican la función de informar sobre este tema en los medios de comunicación. Sin embargo, es conocida e indiscutible la necesidad de implicar a los medios de comunicación en la prevención de este grave problema de salud pública que produce más de 800.000 fallecidos al años en el mundo cada año.
«La función de los medios de comunicación es vital para ayudar a sacar de la sombra al suicidio. Los periodistas necesitan dejar atrás los mitos y formarse en este ámbito para colaborar con la sociedad y ayudar a salvar vidas»
GUILLERMO CÓRDOBA SANTOS, periodista y coordinador del programa #periodismoresponsable para la prevención del suicidio
Líneas de trabajo
Este programa desarrollado por profesionales de la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención de la Conducta Suicida «Papageno» cuenta con dos líneas de trabajo paralelas. Apoyados en la evidencia científica y en varios manuales recientes, esta iniciativa de papageno.es aporta datos, fuentes y referencias a los periodistas, pero además analiza al detalle piezas publicadas en castellano sobre el suicidio. Realizado el análisis, contacta con el medio y el autor o autora para ayudar a detectar virtudes y defectos de la pieza y se pone a su disposición para futuras consultas.
Por otro lado también se abre una línea de asesoramiento directa a través del correo: periodismoresponsable@papageno.es y el WhatsApp 633 169 129.
Una acción necesaria que mejora la formación en las redacciones en la promoción de la salud mental. De esta forma se brinda una oportunidad perfecta para implicar al periodista en la prevención y formarle en el buen tratamiento del suicidio. Además, en el futuro se desarrollará una iniciativa para premiar los trabajos periodísticos que más destaquen en el tratamiento de este delicado tema en los medios de comunicación.
Con esta actividad, papageno.es busca visibilizar la importante labor desarrollada por los medios de comunicación en la promoción de la salud mental y la prevención del suicidio evitando enfoques sensacionalistas que pueda promover un efecto contagio y promoviendo una visión responsable del periodismo como pilar fundamental en el control de este fenómeno.
El pasado viernes 17 de julio, el Ministerio de Sanidad publicó en su página web un manual con el título ‘Recomendaciones para el tratamiento del suicidio por los medios de comunicación’. El documento, elaborado a partir de la positiva sinergia entre diversas instituciones, busca orientar a los periodistas en la complicada tarea de informar sobre el suicidio. Algo que, tengamos claro, siempre será difícil hacer: lo era antes, lo es ahora y lo será en el futuro.
Leído el manual, que cuenta además con una amplia bibliografía, he querido escribir y reflexionar sobre los conocimientos que transmite y sobre los que no aparecen. Un análisis donde aportaré recomendaciones y comentariospara mejorar dicho manual, algo que podría ayudar a comprender mejor un grave problema de salud pública por el que pierden la vida más de 3.000 personas cada año en España, siempre según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística.
Terminadas las presentaciones, es turno de comenzar. Os animo a acompañarme y, sobre todo, aportar vuestra visión en los comentarios. Vamos a por ello.
En primer lugar, me ha gustado mucho la sinergiaentre diversas organizaciones (periodistas, policías, bomberos, psicólogos, supervivientes de suicidio…) para crear dicha guía. Esa colaboración es positiva para que todos aporten sus conocimientos y ayuden a los periodistas a hacer un correcto tratamiento del suicidio.
En segundo lugar, el manual cuenta con abundantes datos y un contexto necesario: antecedentes, mitos o cifras para comprender un urgente problema de salud pública que pasa desapercibido en la sociedad de la información. Pero, por otro lado, me ha faltado la aportación de varios gráficos para comprobar la escasa variación de las cifras en el siglo XXI, y otro donde se podrían comparan las muertes por suicidio con las de accidentes de tráfico o violencia machista. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y en este caso este tipo de gráficos ayudarían a la comprensión.
En tercer lugar, una de las carencias del manual es la nula explicación sobre qué es elefecto Werther. Por mi experiencia y contacto con los periodistas, sé que una frase habitual entre el gremio es “hablar del suicidio provoca un efecto contagio”. Pero, ¿saben qué es eso o se quedan en el mero titular? Habría que explicarles la historia de «Las desventuras del joven Werther» o el estudio que el sociólogo David Phillips publicó en 1974. Y, por supuesto, enseñarles ejemplos del incremento de los suicidios cuando se informa mal sobre ellos (sobre todo en el caso de los famosos) les ayudaría a comprender mejor el problema y tomar más precauciones. O, mejor dicho, saber por qué deben seguir las recomendaciones del manual.
Por el contrario, se explica con más detalle el origen delefectoPapageno con la ópera de Mozart. Hay un párrafo con una comparativa Werther-Papageno que me ha encantado. Lo podéis encontrar en la cuarta página del manual.
“Los medios de comunicación pueden tener una influencia en la conducta suicida de la población que puede ser tanto perjudicial como preventiva, según cuáles sean las características y el tratamiento de la información elaborada”.
Desde hace décadas, la inmensa mayoría de los periodistas tenían una idea sobre el suicidio: el efecto contagio. La frase de ahí arriba, junto con el manual, amplía su perspectiva sobre este problema. Probablemente exagere, pero me ha recordado a Colón descubriendo América. Si ese manual llega más lejos que las pautas que la Organización Mundial de la Salud distribuyó en el año 2000, el gremio periodístico podrá descubrir un nuevo mundo. Existe un continente casi desconocido donde los periodistas pueden hablar del suicidio y, lo más importante, si lo hacen bien pueden salvar vidas. El continente no se llama América: se llama Papageno.
Para terminar, dejo otro párrafo del manual que me ha gustado (página 7).
“El tabú ante el suicidio debe ser superado en los medios de comunicación a la vez que el tratamiento de las noticias sobre suicidios debe cumplir determinados criterios, que deben ser claros y consensuados con los y las profesionales de los medios para evitar el efecto contagio (“efecto Werther”) pero potenciar el efecto preventivo (“efecto Papageno”)”.
Recomendaciones
Entrando en las recomendaciones, paso a comentar las más destacadas:
“En el titular, no use la palabra “suicidio”, ni concrete el método y lugar (los métodos y los lugares se imitan)”.
Esta recomendación, quizá la más importante, está bien escrita y bien explicada. Los periodistas se preguntarán: ¿Por qué no contamos cómo se ha suicidado X famoso?Porque puedes provocar más víctimas. Pero aquí vuelvo al punto del efecto Werther: faltan ejemplos y son fundamentales.
“No publicar las notas de suicidio o las fotos dramáticas (por ejemplo, fotos de la persona en cornisas o similares, o de los instrumentos utilizados)”.
Este es un error habitual de las noticias o reportajes actuales sobre suicidio, ya que el periodista no sabe con qué imagen acompañar la pieza periodística. A veces, por costumbre o por error, lo hace de forma indebida, con una persona en un lugar elevado o con unas pastillas dispersas. Eso hay que evitarlo.
“Resaltar las alternativas al suicidio”.
Aunque se ofrecen recursos, quizá habría que haberlos personalizado según la pieza (si es una noticia sobre un suicidio podría acompañarse de unos recursos, y si es un reportaje sobre los supervivientes de otros). También hay que procurar que el manual seactualice cada cierto tiempo (cada seis meses o cada año), sobre todo para cuando se ponga en marcha ese teléfono de tres cifras tan deseado.
“Tenga especial cautela cuando informe sobre suicidios de personas famosas”.
Esta es, sin ninguna duda, la recomendación más importante del manual, ya que un alto porcentaje de las piezasperiodísticas (sobre todo las noticias) son sobre un famoso que se ha suicidado. También se suele escribir sobre el aniversario de un suicidio, aunque en este caso la pieza se acercaría más a un reportaje. Es clave que este punto quede claro desde un principio, ya que numerosos estudios afirman que el efecto contagio es mayor cuando se informa mal sobre el suicidio de una persona famosa.
También hay que tener en cuenta un par de detalles fundamentales. En primer lugar, el suicidio de una persona famosa puede ocurrir en cualquier parte del mundo, pero la información no siempre la escribe un periodista que vive en España. Me sirvo de un ejemplo para explicarlo. A finales de marzo, los medios informaron del suicidio de Thomas Schäfer, ministro de Finanzas del estado alemán de Hesse. Varios medios como EL MUNDO o El Periódico publicaron la triste noticia a partir de un teletipo de la Agencia EFE… escrito en Berlín. Tanto en el teletipo como en la noticia de ambos medios se incluía el método. En este enlace podéis encontrar la de EL MUNDO.
Sigo con el ejemplo de Schäfer para analizar la noticia publicada por la corresponsal de ABC en Berlín, Rosalía Sánchez. Cito textualmente: “Su cuerpo fue encontrado el sábado junto a las vías del tren. El ministro regional de Finanzas de Hesse, Thomas Schaefer, de 54 años, casado y con dos hijos, dejó una carta de suicidio”. El error, doble, está claro: método y nota. Conocido esto, ¿cuál sería el objetivo? No olvidarse de formar a los corresponsales de los medios españoles por todo el mundo. Y, si esto no tiene resultado, olvidarse de copiar y pegar ese teletipo que ha llegado de Berlín y modificar la noticia eliminando los detalles (método y nota en este caso) y añadiendo los recursos de prevención disponibles en España.
Los medios de comunicación no han tardado en relacionar el coronavirus con el suicidio. El caso más mediático hasta ahora ha sido el de Thomas Schäfer, ministro de Finanzas del estado alemán de Hesse.
“Sea cuidadoso en los contenidos, también en situaciones de presiones por tiempo”.
Esta situación es importante, ya que publicar el contenido antes que la competencia puede llevar al periodista al error. Es fundamental crear una conciencia para que tanto el periodista como su jefe den más tiempo, ya que una pieza sobre suicidio no se escribe en cinco minutos. Y menos si no se ha recibido la formación adecuada, claro. Este punto está relacionado con el anterior, ya que copiar y pegar un teletipo no lleva el mismo tiempo que leerlo con detenimiento y modificar lo necesario. Toca insistir en una idea de la introducción: hablar del suicidio siempre será difícil.
“Escriba siempre el artículo o elabore la pieza informativa con sensibilidad, pensando que uno de los seres queridos que ha sufrido la pérdida, lo va a leer y cómo se puede sentir”.
Algo parecido a lo que comentaba antes: hay que convencer al periodista de que se puede hablar del suicidio, y que si lo hacemos bien se pueden salvar vidas.
Siguiendo con las recomendaciones, en la página 12 aparece un apartado titulado ‘Características que debe reunir la información en prensa’, que está cogido del plan de prevención de Navarra. Si vamos al primer punto, leemos lo siguiente:
“Evitar explícitamente los detalles sobre el método de suicidio»:
Características que debe reunir la información en prensa. En ‘Recomendaciones para el tratamiento del suicidio por los medios de comunicación’ (página 12).
► P. ej. Se puede hacer referencia a una sobredosis, pero no al tipo y número de pastillas.
► P. ej. Decir que alguien se ha ahorcado es mejor que decir que alguien se ha ahorcado en su habitación usando su camiseta de fútbol”.
Pero… ¿No habíamos quedado en que no había que informar del método porque se imita? Este punto puede generardudas en el periodista, ya que anteriormente ha leído que “no debe concretar el método ni el lugar” y ahora ve que puede contar que una persona ha muerto por sobredosis o que se ha ahorcado, pero no detallar con qué pastillas o prenda lo ha hecho. El periodista no puede dudar, y menos aquí. Que quede claro: no hay que contar ni detallar el método.
“La responsabilidad debe implicar, entre otros aspectos, considerar los sentimientos de los parientes, evitar la descripción detallada del método de suicidio adoptado y tener en cuenta la sensibilidad del público receptor. Aunque pueda resultar relevante indicar cómo murió una persona, proporcionar demasiados detalles podría estimular a otras personas a probar esos métodos”.
El manual, aprobado por el Consejo de Administración en 2010, me deja a medias. Pide “evitar la descripción detallada” y “no proporcionar demasiados detalles”, pero no deja claro si hay que contar o no el método. Si vamos a la parte práctica, que en este caso aporta más que la teórica, podemos encontrar varios malos ejemplos donde periodistas de RTVE no cumplen con las directrices. A pesar de ello, hay que decir que RTVE es el grupo que más reportajes ha hecho sobre la prevención del suicidio. Vamos con los malos ejemplos.
Titular: “La policía confirma el suicidio de Robin Williams”.
En el cuerpo de la noticia leemos lo siguiente.
“La investigación preliminar sobre la muerte de Robin Williams ha determinado, según han informado las autoridades del condado de Marin (California), que el actor se ahorcó con un cinturón en su dormitorio. El actor, de 63 años, se habría quitado la vida sin dejar una nota de suicidio, según ha declarado Keith Boyd, policía del condado”.
Recomiendo también ver el vídeo para escuchar las palabras de Almudena Ariza.
“La policía ha dado una rueda de prensa y ha confirmado que la muerte de Robin Williams fue un suicidio, se ahorcó con un cinturón y se cortó una de las muñecas”.
Titular:“Muere el expresidente peruano Alan García tras dispararse cuando iba a ser detenido por supuesta corrupción”.
En el cuerpo de la noticia leemos lo siguiente:
“El ministro del Interior, Carlos Morán, ha informado que cuando la policía llegó a casa de García para arrestarlo, el expresidente dijo que necesitaba llamar a su abogado. Después, entró en su habitación y cerró la puerta. A los pocos minutos se escuchó un disparo de arma de fuego, la policía entró por la fuerza en la habitación y encontró a García sentado con una herida en la cabeza», ha añadido Morán”.
Hay que decir que, días después, la cadena pública informó de que García había dejado una nota de suicidio. La nota fue leída en público por su hija y en la noticia se incluía, de nuevo, el método utilizado por el expresidente de Perú.
Titular: “Un hombre mata a su pareja en Puertollano, Ciudad Real”.
En el cuerpo de la noticia leemos lo siguiente:
“La Policía que investiga la muerte de dos personas en su domicilio de Puertollano (Ciudad Real) por disparos de arma de fuego ha señalado que los indicios apuntan a que el hombre disparó a la mujer, que era su pareja sentimental, y posteriormente se suicidó con el mismo arma, y se ha descartado por el momento la intervención de terceras personas”.
Volviendo al manual del Ministerio de Sanidad, echo de menos una mención o una recomendación al libro Hablemos del suicidio de Gabriel González. De hecho, este libro no aparece ni en la bibliografía, cuando es probablemente la mejor fuente de información sobre este tema en español, y no solo desde la perspectiva periodística. Siguiendo con el libro de González, en el manual falta algo fundamental: ¿cuándo un suicidio es noticia? No aparece por ningún lado y es una carencia total.
Conclusiones
El manual publicado por el Ministerio de Sanidad cumple, tanto en extensión como en el formato, con una buena guía de recomendaciones para el gremio periodístico. La necesaria sinergia entre organizaciones, la aportación de datos y contexto, el descubrimiento del efecto Papageno o cómo desmiente un buen número de mitos. A pesar de las carencias, que existen y en mi opinión son importantes, es un buen primer paso para comenzar a trabajar.
Adecuar ellibro de estilode los medios de comunicación sería un paso de gigante para fomentar la prevención. Se podría empezar con los que cita la guía (EL PAÍS y EL MUNDO), ya que son los más conocidos y podrían generar un efecto rebote sobre el resto. Hay que pensar que los estudiantes de Periodismo pueden guiarse a partir de los libros de estilo y, si están actualizados, llegarán a las redacciones con otra imagen sobre el suicidio.
Formar a lasagencias de noticias (Europa Press, Agencia EFE o Servimedia) sería otro gran paso para crear un efecto de prevención. Si una agencia no sabe cómo tratar el suicidio e informa mal sobre ello, habrá medios de comunicación que copien-peguen esa información y, cómo no, también informen mal. Creo que el ejemplo del Schäfer comentado por ahí arriba ilustra bien esta necesidad.
Me preocupa no saber cada cuánto tiempo va a compartir el Ministerio estas normas con los periodistas. No vale con dejarlas ahí y compartirlas una vez. Hay que hacerlo, como mínimo, una vez al mes y sobre todo al principio, para que el periodista tenga claro que, si alguien insiste tanto, será porque es importante.
Relacionado con el punto anterior, también hay que realizar un seguimiento de las noticias. Voy con otro ejemplo. Si dentro de un mes se suicida un famoso y los medios cuentan todos los detalles, algo habría que corregir. Para que eso no pase, debe crearse lo antes posible un grupo de trabajo que analice a diario las piezas publicadas sobre el suicidio y ayude a los periodistas en su correcto tratamiento. Quizá llegue con el esperado pero todavía invisible Plan Nacional de Prevención. Pero cuanto antes se ponga en marcha, mejor.
Otro punto negativo es el momento en el que se ha publicado la guía. La vida nos ha puesto en una coyuntura en la que el coronavirus ocupa casi toda la agenda y, por desgracia, el manual no va a tener tanto protagonismo como desearíamos todas las personas que trabajamos en la prevención del suicidio. Una rueda de prensa del ministro Illacon los principales agentes que han trabajado en la guía sería una buena noticia para que tuviera más relevancia y llegar de lleno a la sociedad, no solo al periodista.
Queda muchísimo trabajo por hacer. La publicación del manual del Ministerio nos puede ilusionar como un amor de verano, pero la historia nos dice que la existencia deunas recomendaciones sobre cómo informar del suicidio no garantizan su cumplimiento. Después de perder una oportunidad de oro en el año 2000 con las recomendaciones de la OMS (o incluso decenas con el abundante número de pautas publicadas desde entonces), no podemos perder otro tren. Llegar tarde otra vez sería imperdonable.
Formar bien a los periodistas bajo el paraguas de un Plan Nacional de Prevención es posible. Y no solo a los periodistas, sino a los estudiantes que acuden a las facultades a estudiar Periodismo. Si les formamos a ellos, ganaremos tiempo, ya que llegarán a la redacción con una idea diferente que las promociones anteriores. Hacen falta tiempo, ganas y querer hacerlo. El recurso está ahí, ya ha terminado la parte más fácil. Es el momento de ir a por la parte más difícil del puzzle: enseñar, ayudar y convencer a los periodistas de que hablar bien del suicidio salva vidas.
Existen diferencias en el momento que en cada país estamos en cuanto a la epidemia de COVID-19. Cuando la curva de fallecimientos y personas contagiadas desciende, aparecen otros problemas de enorme gravedad económica y social. Es entonces cuando los medios destacan otros aspectos dolorosos de esta época que nos ha tocado vivir.
En las últimas semanas, los medios de comunicación digital de diversos países se hacen eco de la aparición de casos de suicidio relacionados con la epidemia. Y es que parece que existen diferentes razones por las cuales ambas situaciones se relacionan de forma estrecha.
Pero, el suicidio es un fenómeno complejo y multicausal. En la descripción de los casos frecuentemente se confunde el precipitante o hecho que empuja a la conducta con su causalidad. Sin embargo, en muchos casos este solo es el hecho más visible de una situación con diferentes causas que la persona vive como insostenibles y que la precipitan a tomar una decisión errónea.
La OMS estima que cada 40 segundos fallece una persona por suicidio en el mundo. Las circunstancias de cada caso son muy específicas y concretas y envuelven un amplio abanico de variables. Los medios de comunicación no solo narran la realidad, sino que ayuda a construirla. El suicidio es un reto global de salud pública en el mundo, antes y después de la pandemia. Aunque esta pueda relacionarse con un aumento de la aparición de este tipo de conductas podría deberse al aumento de las desigualdades sociales en salud que ya existían previamente. La pobreza o el desempleo, la desesperanza o el empeoramiento de los problemas psicopatológicos en personas vulnerables por ejemplo por el confinamiento o miedo a padecer enfermedades, pueden ser las verdaderas causas. ¿Qué puede estar ocurriendo en realidad?
¿Cómo puede relacionarse la epidemia del COVID-19 y la conducta suicida?
Si nos atenemos a la información sobre casos de coronavirus y suicidio que han aparecido en medios de comunicación hispanoamericanos, parece que la relación puede deberse a diferentes variables.
En una serie de artículos publicados, se destacan casos de personas concretas contagiadas y con miedo a contagiar a personas queridas. También existen casos de personas que piensan erróneamente que están contagiadas. En ambos, parece jugar una baza importante el miedo por anticipación o un riesgo por un mal que les hace la situación como inabarcable.
Por otro lado, también están los incidentes relacionados con el estrés sostenido en profesionales sanitarios. Esto puede ser debido tanto a las jornadas maratonianas de trabajo, al miedos al contagio, o al contacto estrecho con el dolor y la muerte. Han sido varios los casos de este tipo en Italia y EEUU de profesionales de primera línea. Incluso en Alemania se ha descrito el suicidio de un político relacionado en los medios con su incapacidad para superar la responsabilidad sobre las consecuencias económicas y sociales de la pandemia.
Solo en un caso parece que haya una relación directa entre el coronavirus y la conducta suicida. Este caso registrado en México nos habla de una persona que a causa de la desorientación y los síntomas provocados por la enfermedad intentó acabar con su vida, para acabar muriendo más tarde a causa de la enfermedad.
La opinión de expertos
A través de medios digitales, diversos organismos han destacado el posible repunte de suicidios en esta época, por ejemplo, relacionado con el confinamiento. Sin embargo, no dan mayores datos y se basan en opiniones de profesionales versados en el tema.
Otros artículos ofrecen datos sobre el aumento de la atención en niños y adolescentes relacionados con la violencia física, psicológica y sexual dentro del ámbito doméstico durante el confinamiento. Esta información parece ser consistente con estudios previos.
En otro medio, la psicóloga murciana Laura pilar Moya indica la necesidad de hablar y comunicarse cuando existe presencia de ideas suicidas que relaciona no solo con no salir a la calle, sino con el miedo al contagio, el duelo y la incertidumbre laboral, social y económica.
¿Qué sabemos de otras pandemias?
Es pronto para encontrar en la literatura científica estudios de amplio calado sobre el tema. Por la gravedad de la situación necesitamos movernos según lo ocurrido en diversas situaciones anteriores. La última pandemia de este tipo se sufrió a principios del S. XX , hace ahora un siglo, durante la mal llamada gripe española.
Si bien existen analogía entre ambas epidemias, en otros sentidos son incomparables. La pandemia de 1918 se llevó al vida de entre 50 y 100 millones de personas y coincidió con uno de los períodos mas luctuosos de nuestra historia, la Primera Guerra Mundial. La evolución socioeconómica también era muy diferente. Durante este período los medios de comunicación hablaron de la presencia de conductas violentas y suicidios achacados judicialmente a una «psicosis o delirio durante la influenza».
Pero, ¿qué dice la ciencia?
El estudio de la relación entre los coronavirus y el suicidio no es algo nuevo, aunque aún queda mucho por investigar.Author links open overlay panelOlaoluwa Okusag (2011) destacó la falta de estudios sistemáticos sobre este tema ante la presencia de casos que vinculaban ambos trastornos en el último siglo. En especial, la relación entre la influenza B y coronavirus con los trastornos del estado de ánimo y con la conducta suicida.
Ya durante este año, existen publicaciones que hablan sobre este tema. Reger, Stanley y Joiner (2020) advierten sobre las posibles consecuencias del distanciamiento social sobre la muerte por suicidio. Los autores lo relacionan con el estrés económico, el aislamiento social y la falta de accesibilidad a recursos de apoyo comunitario, religioso y de salud mental. También a problemas de salud, ansiedad, incremento de suicidios entre personal sanitario, incremento de venta de armas de fuego (EEUU) e incrementos debido a la estacionalidad (finales de la primavera e inicios del verano en el hemisferio norte).
Para abordar este problema, los autores recomiendan diferenciar entre distancia física para evitar el contagio y distancia social, usar medios telemáticos de salud mental, aumentar accesibilidad de estos servicios, los programas de prevención del suicidio basados en la evidencia y seguir escrupulosamente las indicaciones para la publicación de noticias sobre suicidios en medios de comunicación.
Comunicación responsable y preventiva del suicidio
En conclusión, todo parece señalar un posible repunte (prevenible) de conductas suicidas provocado por las consecuencias psicosociales de la pandemia (aislamiento social, desempleo, cierre de negocios, problemas económicos, aumento de la violencia intrafamiliar…). Esto indica claramente la necesidad de tomar medidas preventivas en esta dirección para el control de esta consecuencia en la que, como siempre, debemos estar todos.
Dada la universalidad del fenómeno suicida independientemente de la cultura o estratos socioeconómicos y su complejidad en su vertiente social, los medios de comunicación juegan un papel esencial en su prevención.
Los medios de comunicación social son una parte esencial de este puzzle, y deben comunicar en estos casos siempre desde la mayor responsabilidad y evitando en todo momento el sensacionalismo que puede provocar inseguridad o refuerce la imitación de este tipo de conductas (efecto Werther), o aumente el dolor de los supervivientes.
Artículo realizado por Guillermo Córdoba Santos, periodista colaborador de papageno.es
Introducción
El artículo analiza el tratamiento que hacen EL PAÍS y EL MUNDO del suicidio de cinco personas famosas. Comienza en el año 1994 con Kurt Cobain, y prosigue con Luis Ocaña, Tony Scott y Robin Williams para acabar en 2018 con el suicidio de Tim Bergling, más conocido como el DJ Avicii. El objetivo es conocer si el tratamiento del suicidio ha variado en los últimos 25 años. El artículo está tomado del Trabajo Fin de Grado de Guillermo Córdoba Santos titulado ‘El tratamiento del suicidio en los medios de comunicación’.
El suicidio vive acompañado del tabú y del estigma desde hace siglos. El temor a la muerte ha sido inculcado desde siempre por el poder y la religión, que han logrado con éxito que la población viva con miedo a un final inesperado. Acciones como ver por la calle a un gato negro o tirar algo de sal en casa siguen viéndose como un mal augurio, como si no tocar madera pudiera provocar la muerte. La costumbre, siempre presente, se impone ante la racionalidad del ser humano.
La sociedad rechaza al suicida influida por la historia, de la misma forma que los medios de comunicación tratan al suicidio de una forma diferente al resto de las muertes. Lo hacen por su miedo al efecto contagio, que solo se produce cuando aportan detalles de la muerte del suicida. Lo tratan o quieren tratarlo de una forma diferente porque no quieren provocar más víctimas, pero las cifras continúan estancadas ante la pasividad de la clase política.
Para conocer cómo han tratado los medios de comunicación este tema a lo largo de la historia se ha realizado un análisis de cinco suicidios de personas famosas en los últimos 25 años. Todos ellos reúnen evidencias claras de que esas cinco personas se suicidaron. El objetivo es analizar el tratamiento que hacen EL PAÍS y EL MUNDO de estos suicidios para conocer si ha existido una evolución en su manera de informar sobre este espinoso tema.
Dicho análisis se ha realizado gracias a la hemeroteca de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Primero, se han solicitado los periódicos publicados en papel por EL PAÍS y EL MUNDO en las fechas de la muerte de los cinco famosos para realizar de forma pausada un análisis exhaustivo tanto del primer día en el que informaron de su muerte como de los seis días siguientes. Por tanto, se han analizado las piezas publicadas por ambos medios durante una semana y en un soporte de papel.
Suicidios seleccionados
Los cinco suicidios de personas famosas elegidos son los siguientes.
Kurt Cobain: 5 de abril de 1994.
Luis Ocaña: 19 de mayo de 1994.
Tony Scott: 19 de agosto de 2012.
Robin Williams: 11 de agosto de 2014.
Avicii (Tim Bergling): 20 de abril de 2018.
Estas cinco personas reúnen una serie de características, como el desarrollo de diversas profesiones. Kurt Cobain era cantante y el líder del grupo Nirvana; Luis Ocaña era un ciclista de éxito, ganador del Tour de Francia de 1973; Tony Scott era director de cine y hermano de Ridley Scott; Robin Williams era actor, ganador de un Oscar por El indomable Will Hunting; por último, Avicii (Tim Bergling) era un DJ de notable fama.
Otra característica que les diferencia fue la elección del método que usaron para morir. Solo Cobain y Ocaña comparten sistema, mientras que el resto utilizó una forma diferente para suicidarse. Además, la amplitud del análisis (25 años) hace posible comprender la evolución del papel, que ha menguado su tamaño desde la aparición de las plataformas digitales. Ahora no suele superar las 60 páginas diarias, número que sobrepasaba sin problemas a finales del siglo XX.
Elementos que se van a analizar:
Portada. Si la noticia del suicidio aparece o no en la portada del medio.
Espacio en el periódico. Qué lugar ocupa dentro del medio centrándose en dos elementos: su extensión y si aparece en una página par o impar.
Titulares de la noticia en la que informan de la muerte del famoso. Si incluyen la palabra suicidio en el titular y si informan en él del método empleado.
Lenguaje. En primer lugar, si revelan el método empleado por el suicida en el cuerpo del texto. En segundo lugar, qué palabras utilizan para describir la muerte (si emplean la palabra suicidio o buscan diferentes sinónimos).
Análisis del volumen de la información, para conocer qué se publicó sobre esa persona en la misma semana de la muerte. El objetivo es averiguar si las piezas publicadas mencionan el suicidio y cuál es el género protagonista.
Finalizado el análisis, se ha elaborado un cuadro comparativo donde aparecen todas las variables estudiadas. Este cuadro servirá como resumen del artículo, ya que reflejará de una forma más directa si ha existido o no tal evolución. El objetivo de este apartado es encontrar aquellas semejanzas y diferencias del tratamiento que EL PAÍS y EL MUNDO han hecho del suicidio en los últimos 25 años, para aportar una última perspectiva sobre la manera en la que ambos medios informaron de estos cinco suicidios de famosos.
Kurt Cobain
Las portadas de EL PAÍS y EL MUNDO
Kurt Cobain se suicidó el 5 de abril de 1994. Tres días más tarde, un electricista encontró su cuerpo y llamó a la policía. Al día siguiente, tanto EL PAÍS como EL MUNDO concedieron un espacio en sus portadas al cantante de Nirvana.
Portada de EL MUNDO del 9 de abril de 1994 informando del suicidio de Kurt Cobain.
Portada de EL PAÍS del 9 de abril de 1994 sobre el suicidio de Cobain.
EL MUNDO dedica un protagonismo importante a la muerte de Kurt Cobain. A la imagen del cantante le acompañan un titular directo como “se suicida el líder de Nirvana” más una mención al método utilizado. Además, aportan un contexto al comentar que Cobain estuvo internado en una clínica en Roma para tratar sus problemas con las drogas. Por otro lado, EL PAÍS es más escueto en su portada. No dan detalles de su muerte, ya que solo se limitan a informar del suicidio del cantante.
Espacio en el periódico y titulares
El espacio que dedican ambos medios en el interior del periódico es idéntico. Los dos medios asignan una página completa a la muerte del cantante, situada en la página impar. Acompañan la noticia del suicidio con una columna de opinión (dos en el caso de EL PAÍS). Además, una imagen completa la página.
Respecto a los titulares, tanto EL PAÍS como EL MUNDO son muy descriptivos. Incluyen la palabra suicidio en el titular e informan del método empleado, que en el caso de Cobain fue un disparo en la cabeza con tan solo 27 años.
Titular empleado por EL PAÍS para informar de la muerte de Kurt Cobain.
Titular utilizado por EL MUNDO para informar de la muerte de Kurt Cobain.
Lenguaje
El vocabulario empleado en los titulares se corresponde con el usado líneas más tarde en el cuerpo del texto. EL PAÍS informa de la muerte con la siguiente frase: “El líder del grupo Nirvana, Kurt Cobain, de 27 años, se suicidó en su casa de Seattle (EE UU) de un disparo en la cabeza”. Por su parte, EL MUNDO emplea un estilo casi idéntico al de su competencia. “El líder del grupo estadounidense, que contaba con 27 años de edad, se suicidó disparándose un tiro en la cabeza”. En conclusión, ambos medios informan del método empleando la palabra tabú.
Volumen de información
La muerte de Kurt Cobain provocó la publicación de una gran cantidad de piezas en los días posteriores a su muerte. Desde la perspectiva de los géneros, ambos medios combinaron la publicación de noticias con varias columnas de opinión, y estos fueron acompañados por reportajes más elaborados.
Entre las piezas destacadas sobresale la inclusión de una imagen del cuerpo del cantante siendo examinado por la policía de Seattle. El 10 de abril EL PAÍS y EL MUNDO publicaron esa fotografía en la que se ve a Cobain tirado en el suelo con la policía al lado de su cuerpo. Por un motivo de conciencia y respeto he decidido no incluir esa fotografía en este trabajo.
Titular de la noticia publicada por EL MUNDO el 13 de abril de 1994.
Otra noticia destacada es la publicada por EL MUNDO el 13 de abril, donde sale a relucir ese efecto imitación (efecto Werther) tan temido por el periodismo. Menos de una semana después del suicidio del cantante, un admirador siguió sus pasos y se suicidó con el mismo método que su ídolo.
El 15 de abril, el suplemento Tentaciones de EL PAÍS publicó una entrevista con el cantante de Nirvana, la última que concedió antes de suicidarse. El titular, algo siniestro, decía lo siguiente. “Me gustan las armas. Tengo un M-16 y me encanta dispararlo”. Teniendo en cuenta que Cobain se suicidó con una escopeta el titular no parece el adecuado. Pero 25 años después de su muerte, nada ha cambiado.
Titular del reportaje publicado por ICON (EL PAÍS) el 9 de abril de 2019.
Noticia publicada por EL PAÍS el 18 de marzo de 2016.
Luis Ocaña
Las portadas de EL PAÍS y EL MUNDO
Luis Ocaña se suicidó el 19 de mayo de 1994. Al día siguiente, tanto EL PAÍS como EL MUNDO concedieron un espacio en sus portadas al ciclista español.
Portada de EL PAÍS del 20 de mayo de 1994.
Portada de EL MUNDO del 20 de mayo de 1994.
EL PAÍS (izquierda) aporta algunos detalles de la muerte de Ocaña, pero no menciona la palabra suicidio. Sustituye esta por muerte tanto en el titular como en el breve párrafo que lo acompaña. El método de la muerte sí que aparece en dos ocasiones. Por otro lado, EL MUNDO (derecha) sí emplea la palabra suicidio e informa del método utilizado por el ciclista. Un detalle curioso es que ambos medios utilizan la misma fotografía para ilustrar su muerte.
El espacio que dedican ambos medios en el interior del periódico es idéntico. Los dos medios asignan dos páginas completas a la muerte del ciclista, pero difieren ligeramente en su ubicación. EL PAÍS le dedica dos páginas impares, mientras que EL MUNDO le dedica una página doble con par e impar. Ambos acompañan la noticia del suicidio con varios artículos de opinión (donde destacan las figuras del periodista José María García y del ex ciclista José Miguel Echávarri), además de otras noticias que complementan la información sobre la muerte.
Respecto a los titulares, tanto EL PAÍS como EL MUNDO mencionan la palabra suicidio en el titular. Sin embargo, mientras que el primero informa del método en el subtítulo, el segundo lo hace en el propio titular.
Titular empleado por EL PAÍS para informar de la muerte de Luis Ocaña.
Titular utilizado por EL MUNDO para informar de la muerte de Luis Ocaña.
Lenguaje
Tanto EL PAÍS como EL MUNDO describen con detalle la muerte de Ocaña en el cuerpo de la noticia. EL PAÍS informa así de su muerte. “Luis Ocaña, una gloria del ciclismo español, se suicidó ayer en el cobertizo de su finca, en la localidad francesa de Caupenne de Armagnac, a los 48 años”. Varias frases más tarde, el periodista describe el método. “Ocaña, vencedor del Tour de 1973 y de la Vuelta a España en 1970, se disparó en la cabeza con un arma de fuego”. Por su parte, EL MUNDO es más directo y menciona el método empleado pero no la palabra tabú. “Ocaña murió ayer después de haberse pegado un tiro en la cabeza”.
Volumen de información
Breve publicado por EL PAÍS el 25 de mayo de 1994.
Los dos medios analizados publican numerosas piezas sobre el ciclista la misma semana de su muerte. En el apartado de géneros, destacan por encima del resto la noticia y los artículos de opinión. En ambas se describen sus duelos con Eddy Merckx y las reacciones de compañeros de profesión como Miguel Induráin o Pedro Delgado. Además, informan de los motivos que podrían haberle llevado a la muerte, como los problemas familiares o económicos.
Las noticias y columnas de opinión se completan con los breves, que son noticias más escuetas. Estas pequeñas noticias, como la que vemos a la derecha sobre el entierro de Ocaña, tienen el objetivo de informar al lector de algo concreto de lo que no se necesita una amplia información. El breve es más habitual en el diario EL PAÍS.
Tony Scott
Las portadas de EL PAÍS y EL MUNDO
Tony Scott se suicidó el 19 de agosto de 2012. Al día siguiente, las plataformas digitales de EL PAÍS y de EL MUNDO ya recogían esta información, pero no fue hasta el 21 de agosto cuando la noticia fue publicada en el diario de papel.
El suicidio de este director de cine no aparece en las portadas de EL PAÍS y EL MUNDO, que centran sus titulares en otras noticias. Scott, menos protagonista para el gran público que su hermano Ridley Scott, queda relegado a las páginas interiores de estos dos grandes medios.
Espacio en el periódico y titulares
El espacio que dedican ambos medios en el interior del periódico es diferente en una pequeña parte. EL PAÍS le asigna una página entera en forma del tradicional obituario, mientras que EL MUNDO, además de un obituario de media página, le concede otra página en la sección de cine. Coinciden en ubicar los obituarios en una página impar, mientras que la noticia de la sección de cine en EL MUNDO está ubicada en página par. A las tres piezas las acompaña una imagen de Scott.
Respecto a los titulares, EL PAÍS y EL MUNDO difieren en su forma de informar de la muerte del director. Mientras que EL PAÍS centra su atención en su carrera sin mencionar su muerte, EL MUNDO prefiere hacerlo sobre el último día de su vida. Ninguno de ellos utiliza la palabra suicidio en el titular, pero EL MUNDO sí que utiliza el tradicional sinónimo de “quitarse la vida” en el subtítulo, además de informar del método de la muerte en este mismo espacio del periódico.
Titular empleado por EL PAÍS para informar de la muerte de Tony Scott.
Titular utilizado por EL MUNDO para informar de la muerte de Tony Scott.
Lenguaje
El vocabulario empleado en el cuerpo del texto de los dos obituarios destaca por la ausencia de la palabra suicidio para informar sobre su muerte. Así lo hace EL PAÍS: “Scott falleció el domingo a los 68 años en Los Ángeles (residía en Beverly Hills), tras tirarse desde un puente a las aguas de su puerto”. EL MUNDO sigue la misma línea, sin mencionar la palabra tabú y describiendo su muerte. “Cuando se haga pública la causa que el pasado domingo Ilevó a Tony Scott a quitarse la vida arrojándose a las aguas del puerto de Los Ángeles, a buen seguro que esta no será el fracaso profesional”.
La diferencia la encontramos en la noticia que publica EL MUNDO en su sección de cine. Lo hace, ya de paso, describiendo con detalle sus últimos momentos de vida. “A plena luz de un día glorioso de sol y playa para una inmensa mayoría de angelinos, el director aparcó su coche, caminó por uno de los puentes colgantes más empinados de Estados Unidos, se saltó la valla de protección para suicidas y se lanzó al vacío sin pensárselo ni un segundo, poniendo punto y final a su aventura con 68 años”. La forma de explicar los últimos momentos de la vida de Scott está lejos de esa necesaria función de prevención tan demandada.
Parte de la tribuna publicada por EL MUNDO el 27 de agosto de 2012.
Volumen de información
El escaso conocimiento que el gran público tenía de la trayectoria de Tony Scott hizo que EL PAÍS y EL MUNDO no le dedicasen ninguna pieza informativa en la semana posterior a su muerte. Solo EL MUNDO dedica un breve espacio el 27 de agosto en una tribuna escrita por el juez y abogado Javier Gómez de Liaño. El autor reflexiona en estas líneas sobre el problema del suicidio, dando datos sobre este problema y poniendo el ejemplo cercano de un juez amigo suyo que decidió suicidarse. Más allá de esas líneas, ninguno de los dos medios vuelve a mencionar el suicidio del director en la semana posterior a su muerte.
Robin Williams
Las portadas de EL PAÍS y EL MUNDO
Robin Williams se suicidó el 11 de agosto de 2014. Al día siguiente, EL MUNDO le dedicó un espacio preferencial en su portada. Este medio incluye la causa de la muerte y el método, en este caso un suicidio por asfixia.
Portada de EL MUNDO del 12 de agosto de 2014 informando del suicidio de Robin Williams.
Por otro lado, EL PAÍS no incluye el suicidio de Williams en su portada.
Espacio en el periódico y titulares
El espacio que dedican los dos medios en el interior del periódico es totalmente diferente. EL PAÍS le asigna una página entera impar, donde queda recogida una filmografía básica del actor además de un repaso a su carrera y a las reacciones provocadas por su muerte. Por otro lado, EL MUNDO se inclina por un pequeño espacio en su sección de La Otra Crónica (LOC) en una página impar. A ambas piezas les acompaña una imagen del actor estadounidense.
Respecto a los titulares, ninguno incluye la palabra suicidio ni informa del método empleado por Williams. De hecho, encontramos una similitud entre el subtítulo que utiliza EL PAÍS (“el actor es hallado muerto”) con el titular empleado por EL MUNDO (“encuentran muerto en su casa”). En esta forma influye que cuando los dos medios publicaron esta información no estaba clara cómo murió Williams.
Titular empleado por EL PAÍS para informar de la muerte de Robin Williams.
Titular utilizado por EL MUNDO para informar de la muerte de Robin Williams.
Lenguaje
Los dos medios coinciden en el cuerpo del texto en la no oficialidad de la causa de la muerte del actor. EL PAÍS menciona la causa y el método empleado por el estadounidense sin entrar en los detalles que se conocerían al día siguiente. “El parte oficial que hizo público la Oficina del Sheriff del condado de Marin apunta al suicidio por asfixia como probable causa de su fallecimiento”. Por su parte, EL MUNDO no alude al método. “Aunque aún se desconocen las causas exactas de su muerte, las autoridades del Condado de Marin, en el norte de California, han asegurado que todo apunta a un posible suicidio”.
Volumen de información
Los dos medios analizados publican numerosas piezas sobre la muerte del actor en la semana de su muerte. En el apartado de géneros, predominan los artículos de opinión y las noticias por encima del reportaje. En estos dos últimos aparece el método empleado por Williams, algo que no se conocía oficialmente el primer día después de su muerte (12 de agosto). Describen su muerte con todo tipo de detalles, como en un reportaje de EL MUNDO. “Un asistente personal le encontró en el dormitorio con un cinturón en el cuello y una muñeca cortada”.
Portada de EL PAÍS del 13 de agosto de 2014 con Robin Williams como protagonista.
Dos días después su muerte, EL PAÍS le dedicó parte de su portada y un amplio reportaje en el que se recopilaba su vida como actor. En dicho artículo destaca su subtítulo por emplear un extraño sinónimo para anunciar la muerte del actor.
Reportaje publicado por EL PAÍS el 13 de agosto de 2014.
Avicii
Las portadas de EL PAÍS y EL MUNDO
Tim Bergling, más conocido por el nombre de Avicii, se suicidó el 20 de abril de 2018. EL PAÍS y EL MUNDO no informaron de su muerte hasta dos días después y cuando todavía no se conocía la causa del fallecimiento. Sin embargo, no será hasta el 1 de mayo cuando la revista TMZ anuncie que el DJ se suicidó. Ese día Avicii no ocupa las portadas de los dos medios analizados.
Espacio en el periódico y titulares
El espacio que dedican los dos medios en el interior del periódico es totalmente diferente. EL PAÍS le asigna media página impar acompañada de una fotografía del DJ y hace un pequeño repaso de su vida. Respecto al titular, emplea los dos factores analizados: la palabra suicidio y el método empleado.
Titular de la noticia publicada por EL PAÍS el 2 de mayo de 2018.
Por otro lado, la noticia del suicidio del sueco no aparece en la edición de papel de EL MUNDO, por lo que el análisis no puede llevarse a cabo. En la versión en Internet sí publican una noticia con el mismo titular que EL PAÍS.
Lenguaje
EL PAÍS, el único medio analizado en este apartado, utiliza la palabra suicidio en el cuerpo del texto y el método empleado por el DJ. Lo hace así: “Tim Bergling, más conocido como Avicii, se suicidó. Así lo publicó ayer la web estadounidense TMZ. Varias fuentes cercanas al caso aseguraron que el dj y productor sueco utilizó el cristal de una botella rota para quitarse la vida. Dos fuentes señalan que se cortó el cuello, mientras otra lo niega y apunta que la estrella de la música dance electrónica se hirió en la muñeca”. Aunque no es recomendable revelar el método empleado por el suicida, EL PAÍS lo hace en tres ocasiones.
Volumen de información
En este caso, va a analizarse la información publicada después de confirmarse el suicidio del DJ. Sin embargo, las piezas publicadas son escasas, ya que solo se publican dos artículos de opinión, uno en cada medio analizado.
Cuadro comparativo
En el siguiente cuadro se muestran, a modo de resumen, las diferentes variables analizadas.
Cuadro comparativo sobre el tratamiento del suicidio en los últimos 25 años.
Guillermo Córdoba Santos
Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Autor de un Trabajo Fin de Grado sobre el tratamiento del suicidio en los medios de comunicación. A partir del curso 2019/2020 forma a los estudiantes de cuarto de Periodismo de la UCM en el buen tratamiento del suicidio.
Hoy papageno.es participará en el programa «Mi Gramo de Locura» de RADIO 5.
Los organismos internacionales, señalan la necesidad de implicación de los medios de comunicación en la prevención del suicidio a través de la comunicación responsable.
Hoy papageno.es participará en el programa de RADIO 5 «Mi Gramo de Locura». Porque una radio con compromiso social es posible. Si quieres escuchar la entrevista de José Manuel Cámara, sintoniza tu radio a las 10:22 y aprendamos juntos.
papageno.es en RADIO 5
¿Cuáles son las señales verbales y no verbales que lanza una persona que está pensando en quitarse la vida?
Daniel Jesús López Vega es uno de los psicólogos de la Plataforma PAPAGENO de Prevención del Suicidio.
Él nos desvela cómo detectar y ayudar a quien tiene ideas autolíticas. Unas 3.600 personas se suicidan cada año en España (3.539 en 2018); es la causa más habitual de muerte violenta: triplica a la cifra de muertes en carretera.
El pasado lunes 14 de octubre, se presentó en el programa del canal de TV Onda Cádiz el grupo de ayuda mutua para familiares y allegados de personas fallecidas por suicidio.
Si desea recibir más información sobre el grupo o participar activamente en su desarrollo puede contactar con nosotros a través del whatsapp 633 169 129, del email: prevencion@papageno.es, el blog www.papageno.es , twiter @EsPapageno y el facebook: @papageno.es
Con una asistencia masiva de estudiantes, desde el SAP se destacó la importancia de la reivindicación de la psicología en nuestra sociedad y en especial de la atención a personas con conductas suicidas y sus familiares. También se destacaron datos epidemiológicos del suicidio en España y se describió el perfil de las personas que se atienden desde el servicio.
Posteriormente, los estudiantes tuvieron la oportunidad de conocer el trabajo que se hace desde CIBERSAM en actividades científicas, de investigación y formativas centradas en la depresión y el suicidio. Este organismo está formado por 23 grupos de investigación clínica, preclínica y traslacional pertenecientes a 8 comunidades autónomas dedicados fundamentalmente al estudio de trastornos mentales o la innovación terapéutica.
Desde papageno.es participaron Aquiles Marcelo, médico de familia, Luis Fernando López, psicólogo y responsable del proyecto ISNISS, Marilú Ancona, psicóloga, Xisca Morell, psicóloga y presidenta de AFASIB y Daniel López, psicólogo.
Aquiles Marcelo dinamizó una actividad con estudio de casos en el que pudieron participar los estudiantes. Resaltó la importancia de la atención primaria en la detección precoz de casos de riesgo, así como la necesidad de apoyo psicológico de los profesionales que atienden casos de urgencia de alto impacto emocional.
Por otro lado, Daniel López presentó el proyecto de las guías de autoayuda de prevención de conducta suicida en la comunidad universitaria que están previstas publicar proximamente partiendo de la colaboración con el SAP. Posteriormente se presentó el proyecto ISNISS de la Facultad de Psicología de la UNED a través de un video realizado por uno de sus coordinadores, Luis Fernando López.
Marilú Ancona (Mérida-México) y Xisca Morell (islas Baleares) presentaron sus experiencias de trabajo en asociaciones de supervivientes a través de un vídeo realizado para el acto.
También se debatió sobre la necesidad de ser críticos ante los mensaje de cine y TV que abordan el tema y sobre la importancia de entender a la persona con conductas suicidas como alguien que solicita y necesita ayuda a la que no podemos seguir dando la espalda.
Bajo estas líneas puede escuchar el mensaje experanzador en un cortometraje de Dulcinea Studios que está dirigido a comprender que mientras no somos responsables de muchas de las cosas que nos ocurren en nuestras vidas, sí lo somos de la actitud y de la respuesta con las que los afrontemos.
El suicidio es una salida definitiva a problemas que son pasajeros. Busca las razones para seguir viviendo…
Con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio que se celebra cada 10 de septiembre, leí una noticia que me llamó mucho la atención. Se trata de la iniciativa de la ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (OMS) de pedir ayuda a Hollywood para romper el tabú que existe en torno al suicidio, animando a la gente a buscar ayuda.
Con esto se pretende que tomemos conciencia de este grave problema de salud pública dado que los datos son verdaderamente alarmantes: 800.000 personas mueren al año por esta causa, una cada 40 segundos. En España se producen 10 suicidios al día: uno cada dos horas. Se trata de un problema especialmente alarmante entre los jóvenes: es la segunda causa de muerte entre personas de entre 15 y 29 años.
De esta manera la OMS le ha dado a Hollywood unas recomendaciones sobre cómo abordar esta temática de forma correcta: señalando la importancia que no sea un acto romántico, ni sensacionalista, tampoco debe enseñarse directamente ni simplificarse. Así que películas como Romeo y Julieta donde los protagonistas se suicidan por amor no constituyen un ejemplo de lo que quiere la OMS.
El suicidio es un tema recurrente en el cine, ya sea en menores o en adultos y que no siempre se aborda de una forma adecuada. Por tanto desde esta organización quieren que se traslade el mensaje de que el suicidio es algo más complejo y un grave problema de salud pública. En esta guía que recibirán los directores de cine y otros profesionales del sector, también se recomienda mostrar personajes que en lugar de optar por esa vía consiguen superar sus problemas. Diferentes estudios científicos en torno a películas y programas de televisión muestran que cuando éstos presentan detalles de suicidios hay quien intenta imitarlos, como declaró en rueda de prensa Alexandra Fleischmann, experta del departamento de salud mental de la OMS.
Una de los casos que actualmente causo mayor polémica fue el de la serie “13 Reasons Why”, original de Netflix. Esta serie presentó en su primera temporada la historia de Hannah Baker, una adolescente que termina suicidándose por diversos acontecimientos que sucedieron en su vida, de los cuales somos testigos a lo largo de los episodios de esta producción. Esta serie rápidamente recibió severos ataques debido a que se comenzó a especular que esta fomentaba el suicidio, ya que cifras revelaron que durante el mes en que se estrenó la serie, hubo un 30% más de suicidios de jóvenes de entre 10 y 17 años en Estados Unidos, así lo concluyó un estudio publicado en el “Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry”.
Por otro lado Fleischmann destacó que es importante trabajar con los jóvenes dentro de las escuelas y enseñarles cómo superar problemas y situaciones estresantes, además de señalar el importante papel que tienen los medios de comunicación en la prevención del suicidio, por lo que no deben darle un aura romántica o sensacionalista.
Como una gran apasionada del cine inmediatamente al leer esta noticia me han venido a la memoria multitud de películas donde el suicidio ha sido una temática de interés de muchos cineastas y uno de los que mejor lo ha tratado desde el punto de vista “terapéutico” ha sido el genial Frank Capra con su maravillosa película “Qué bello es vivir” (1946).
Por tanto esta película podría ser un claro ejemplo de lo que la OMS le pide ahora al sector cinematográfico. Por cierto aprovecho para recomendárosla para aquellos que todavía no la hayáis visto y pido disculpas de antemano por hacer spoiler. Está considerada una obra maestra del cine clásico, imprescindible en navidad. En esta película Frank Capra va desgranando la historia del protagonista George Bailey, hasta llegar a un punto de inflexión cuando está a punto de suicidarse el día antes de Nochebuena porque cree que su vida carece de sentido y que el mundo sería un lugar mejor si él no estuviera. Justo en ese momento aparece su ángel de la guarda que le irá mostrando como habría sido la vida en el lugar donde ha vivido siempre si él no hubiera nacido y los efectos que tendría en las personas que él quiere. Metafóricamente aquí el ángel representa a la figura del terapeuta que acompaña y guía al paciente en esos momentos difíciles de visión en túnel donde la persona no puede ver más allá del dolor y por consiguiente su percepción está totalmente distorsionada.
El trabajo terapéutico es hacerle ver que existen más opciones. De esta manera hacen un recorrido vital desde sus primeros años de vida y así van repasando escenas donde el ángel le va mostrando una parte de sí mismo que él no recordaba, escenas donde sus acciones aportaron algo positivo a otras personas, en definitiva le va ayudando a tener una mirada compasiva hacia sí mismo y a tomar conciencia de su valía como ser humano, dejando de centrar su atención únicamente en la faceta de hombre fracasado y sin salida.
Comparto con vosotros estas palabras que le dice el ángel: “Curioso, ¿eh? La vida de cada hombre afecta a muchas vidas y cuando él no está deja un terrible hueco, ¿no crees?”.
La película es un verdadero canto a la vida donde podemos rescatar que aunque estemos atravesando momentos de gran angustia y desesperación la vida por encima de todo merece ser vivida.
Como curiosidad me llamó la atención hasta dónde llego la influencia de este mensaje de esperanza que quiso transmitir Capra que en el año 1987, 41 años después de que se estrenara, un juez de Florida impuso como parte de la condena, la obligación de ver la película a un hombre que había matado a su esposa enferma, tratando de suicidarse él después. Este juez argumentó que quería mostrarle al reo el valor de la vida.
Desde aquí me gustaría dedicar este artículo a todas las personas que con su profesión se ponen al servicio del otro: psicoterapeutas, psiquiatras, médicos y también a aquellos voluntarios/as de asociaciones que cada día tienden una mano a personas que necesitan ayuda.
¡Gracias a todas y a todos!
Carolina Ratia Ceña
Licenciada en Psicología y habilitada para el ejercicio de la psicología general sanitaria. Especialista en Tratamiento psicológico de la obesidad y trastornos del comportamiento alimentario. Máster en Gerontología. Psicoterapeuta humanista con orientación gestáltica y tutora en la formación de Terapia Gestalt en el centro Syam en Cádiz. Psicóloga voluntaria en Ángeles de Azul y Verde.
Desde que en el año 2000 la Organización Mundial de la Salud publicara su informe sobre el impacto de los medios de comunicación al informar del suicidio y las recomendaciones de cómo informar correctamente sobre el suicidio en general o específico, se ha generado un debate continuo sobre los límites de la libertad de expresión, el interés periodístico y la responsabilidad de los medios en contribuir a la prevención del suicidio.
En líneas generales, y tal y como afirma la citada organización, existe evidencia suficiente para sugerir que algunas formas de tratamiento periodístico están relacionadas con un aumento estadísticamente significativo de suicidios, mientras que ciertos estilos de manejo de la información, útiles, exactos y apropiados, pueden ayudar a prevenir conductas suicidas. En este sentido, las recomendaciones del tratamiento de la información se basan en la interpretación cuidadosa de las estadísticas y el uso de fuentes fiables, evitar descripciones del método, las exageraciones y el trato sensacionalista, prescindir de explicaciones simplistas, y tener muy en cuenta el impacto sobre las familias u otras personas del entorno que se han visto afectadas por el fallecimiento.
Por todo ello es imprescindible la organización de acciones formativas a los profesionales de la comunicación por parte de profesionales de salud mental con amplios conocimientos y experiencia en conducta suicida, para que, de forma progresiva, se vayan construyendo nuevas formas de comunicar e informar sobre el suicidio.
En este contexto, se hace necesario reflexionar sobre los testimonios en primera persona, que han encontrado en los medios de comunicación una forma de compartir información y experiencias personales con un público amplio. Sin duda, la visibilización de las personas que han pasado directamente por la experiencia de la conducta suicida, está contribuyendo a la ruptura de estereotipos y tabúes, al aumento del movimiento asociativo y a generar nuevos espacios de cambio social. Por este motivo, parece lógico que esta exposición pública obligue, en cierta manera, a la necesidad de que estos testimonios conozcan y respeten las directrices antes mencionadas.
El problema surge cuando, de alguna manera, se entiende que someter los testimonios de primeras personas a recomendaciones institucionales pueden precisamente sesgar estas opiniones y estas vivencias. Como superviviente de suicidio, presidenta de AFASIB y psicóloga, me he encontrado con esta reflexión algunas veces contradictoria y confusa cuando desde la asociación hemos ofrecido nuestro testimonio sincero en entrevistas y reportajes.
Por un lado, es cierto que todas las personas tienen sus vivencias y su forma de describirlas, y por otro, el sentido de nuestra proyección pública va (o debería ir) más allá de nuestra propia historia, ya que nuestro objetivo es ayudar a otras personas que estén pasando por una situación muy similar, pero no la misma.
Así, la pregunta que debemos hacernos es precisamente esta: ¿Qué es lo que quiero transmitir al que me está escuchando, viendo o leyendo? ¿Qué sentido tiene para mí exponerme públicamente? Si la respuesta es ayudar a los demás, enviar un mensaje de solidaridad y empatía como “yo he estado allí, y el dolor se transforma, puedes encontrarle un sentido a lo que ha ocurrido, puedes integrarlo en tu vida, aunque duela”. Entonces tienes que plantearte tu responsabilidad como comunicador/a, encontrar la manera de expresarte sin perder de vista que el foco de atención no eres tú, sino la persona que te está escuchando, de qué manera tu experiencia puede ayudarle o reconfortarle. Se trata de encontrar un sentido a nuestra imagen pública y la de nuestro ser querido para que de esta exposición pública pueda surgir un cambio social, en nosotr@s y en l@s otr@s.
María Francisca Morell García
Psicóloga en intervención social de Cruz Roja Islas Baleares. Cursando el máster en psicología general sanitaria. Miembro del Grupo de Trabajo de Investigación, Prevención y Actuación en la Conducta Suicida del Colegio Oficial de Psicología de las Islas Baleares. Presidenta de AFASIB, familiares y amigos supervivientes por suicidio de las Islas Baleares.
Las tasas de suicidio se ven influenciadas por la forma en que se comunican las conductas suicidas a través de los medios de comunicación. La aparición de Internet y las redes sociales han aumentado las vías de comunicación y esto afecta a las fuentes que las personas usamos para informar e informarnos.
Junto a este hecho, en los últimos años existe un interés mayor en partir el estigma y el tabú asociado al suicidio y eso hace que se multipliquen las comunicaciones sobre conductas suicidas por diferentes medios. Muchas veces estas comunicaciones movidas desde la mejor de las intenciones no se someten a las indicaciones preventivas y pueden llegar inadvertidamente a constituir un riesgo para personas vulnerables. Por eso es importante que aquellas personas que por razones de carácter profesional o de otra naturaleza, hablemos sobre este problema de salud pública tengamos en cuenta las recomendaciones para evitar comunicar de forma irresponsable. Máxime cuando las redes sociales tienen un fuerte impacto y son muy accesibles tanto para publicar como para acceder a lo publicado. En ocasiones las redes sociales «las carga el diablo».
Si no estoy seguro de la utilidad de lo que publico o tengo una fuerte carga emocional por lo que ha ocurrido, es útil esperar para evitar efectos negativos. También se debe evitar utilizar casos concretos para instrumentalizarlos con otros fines que no sean preventivos. Recuerda que detrás de cada caso de suicidio hay una persona que merece el mayor de los respetos y unos supervivientes a los que hay que evitarles procesos de revictimización.
El efecto de imitación en el suicidio ha sido descrito en la literatura científica y verificado por lo que existe consenso sobre su existencia. Parece estar relacionado con la aparición de descripciones pormenorizadas de sucesos relacionados con el suicidio, donde se describen por ejemplo el lugar exacto del hecho o el método utilizado, donde se simplifica la causa de lo ocurrido o generalmente escrito destacando detalles sensacionalistas. Este efecto puede ser mayor cuando el caso relatado es de una persona relevante o modélica.
A este efecto imitativo se le dio el nombre de «efecto Werther» tomado del personaje homónimo de la novela de Goethe «Las Penas del Joven Werther», escrita en 1774. El personaje se suicidaba por razones atribuidas al desamor. Su publicación se relacionó con un aumento de los suicidios que imitaron el método o incluso la manera de vestir típica de Werther en el acto final. Este efecto también se ha denominado efecto contagio, copycat…
Existe una variante de este efecto que atribuye un efecto negativo por la exposición de la muerte de personajes mediáticos. Tomó el nombre de Yukiko Okada, una cantante de rock japonesa cuyo suicidio tuvo una amplia cobertura sensacionalista, provocando un importante efecto de imitación en el país nipón.
Sin embargo, frente a ambos efectos, existe una manera adecuada y responsable de informar sobre suicidio (Efecto Papageno) que tiene carácter preventivo y que reivindica la importancia de los medios de comunicación en atajar uno de los mayores dramas de salud pública. Por eso el efecto imitación no impide hablar del suicidio, sino que incide más en el modo en el que debemos hacerlo, como indica las recomendaciones de organismo internacionales como la OMS.
RECOMENDACIONES DE LA OMS/OPS (2017)
Referencia rápida
Lo que se debe hacer
Suministrar información exacta acerca de dónde buscar ayuda
Educar al público acerca de los datos sobre el suicidio y la prevención del suicidio, sin difundir mitos
Informar sobre maneras de hacer frente a los estresantes de la vida o a pensamientos suicidas y sobre formas de obtener ayuda
Tener mucho cuidado al informar sobre suicidios de celebridades
Tener cuidado al entrevistar a familiares o amigos que estén atravesando un duelo por haber perdido a un ser querido
Reconocer que los profesionales mismos de los medios de comunicación se pueden ver afectados por noticias sobre suicidios
Lo que NO se debe hacer
No destacar ni repetir innecesariamente las noticias sobre suicidios
No utilizar un lenguaje que sea sensacionalista o normalice el suicidio,ni se presente el suicidio como una solución constructiva a problemas
No describir explícitamente el método utilizado
No facilitar detalles acerca del sitio ni la ubicación
No usar titulares sensacionales
No usar fotografías, material de vídeo ni enlaces a redes sociales
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.