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El peso de la culpa tras el suicidio de un ser querido

Tiempo de lectura: < 1 minuto

 

Dentro del ciclo de actividades organizadas por Ubuntu y Papageno en el marco de la atención a personas que han perdido a seres queridos por suicidio, el próximo día 30 de abril de 2021 Carolina Ratia dará una ponencia con el nombre «El peso de la Culpa».

La psicóloga gaditana participará en esta actividad interna donde las personas que conforman los diferentes grupos de ayuda mutua podrán trabajar sus emociones y aprender recursos para afrontarlas adecuadamente.

La actividad está reservada a miembros de los grupos de ayuda mutua de Cádiz, Sevilla, Jaén y Albacete y se celebrará por videoconferencia (Zoom) el viernes 30 de abril de 17.00 a 19.00. El enlace se enviará el mismo día por la mañana a través de los WhatsApp de ambas asociaciones. 

 

¡Te esperamos!

 

La culpa de los supervivientes por la pérdida de un ser querido por suicidio

Tiempo de lectura: 6 minutos

Carolina Ratia Ceña. A 1 de Abril de 2021

 

La culpa del superviviente

Es un sentimiento fuertemente arraigado en todo tipo de duelos, sobre todo en los duelos por suicidio. 

La culpa aparece como una respuesta emocional que hace que la persona viva su duelo con un intenso sufrimiento y aumente la devastación que producen estos fallecimientos. Es un sentimiento que golpea incesantemente y lleva una y otra vez al pensamiento recurrente de cómo podía haber evitado lo que ya es irremediable, y es a través de ese sufrimiento que la persona sigue conectada a su ser querido, en esta especie de fidelidad engañosa. Es una emoción que va creando una profunda y permanente sensación de malestar, de frustración, de enfado y tristeza.

La realidad es que no podemos cambiar el guion de una persona y tampoco se puede retroceder al pasado, ya que sólo existe el momento presente y la no aceptación de este hecho conlleva un enorme sufrimiento en este tipo de pérdidas.

Simbólicamente la culpa sería como ir andando por un camino lleno de fango con una pesada mochila a nuestra espalda cargada de piedras, estas piedras serían los juicios, reproches y exigencias sobre uno/a mismo/a (los tendría, los debería, los cómo no me di cuenta…). Caminar en estas condiciones hace que nuestra mirada sólo pueda estar centrada en ver cómo a cada paso que damos se van hundiendo nuestros pies y aunque a escasos metros exista terreno firme no podremos verlo. La culpa es un freno de mano que nos bloquea, nos mantiene pegados al sufrimiento y no nos permite avanzar.

 

¿Qué sentido tiene entonces sentir culpa?

Me gusta especialmente la definición que aporta el manual para enfrentar el suicidio de un ser querido de la Asociación Americana de Suicidología: “La culpa es ira vuelta al interior”. “La culpa es lo que sentimos cuando colocamos nuestra ira donde no corresponde: en nosotros mismos”.

Parece que tiene sentido, dentro del dolor, la frustración y la confusión que generan este tipo de fallecimientos. La culpa es un autocastigo y sirve para añadir aún más dolor y sufrimiento a la pérdida.

Una vez que la persona se da cuenta del significado que tiene la culpa en su vida puede ir viendo otras opciones. El primer paso para ir desprendiéndonos de la culpa es ACEPTAR que no somos responsables de lo que ha sucedido. Una persona sólo puede hacerse responsable de sus propios actos. La culpa siempre tiene una connotación de castigo, en cambio la responsabilidad es diferente puesto que permite darme cuenta si he cometido un error y posteriormente de reparación del daño, me da la posibilidad de rectificar en la vida.

La aceptación es una pieza clave, así en la elaboración del proceso de duelo Worden ya plantea que la primera y más fuerte de las tareas es la “aceptación de la realidad”, ser conscientes de que el ser querido ya no está y no volverá.

Una persona cuando decide suicidarse sólo desea dejar de sufrir, y cae en una trampa mental donde en su cabeza se instalan pensamientos erróneos del tipo: “por fin voy a descansar”, “dejaré de ser una carga para mi familia”, “pronto se olvidarán de mí, “no me van a echar tanto de
menos”…

Nada de esto es real, son distorsiones cognitivas que hacen que la persona se mantenga en una visión en túnel, por eso empieza a visualizar y fantasear con su propia muerte como la única salida a su sufrimiento.

Por numerosos testimonios de personas que han sobrevivido a un intento de suicidio se sabe que las personas que toman esta decisión sienten un intenso sufrimiento y viven los momentos previos en un estado de confusión, de desesperanza y abatimiento.

 

Factores de riesgo del suicidio

Así que si nos aferramos a la idea que esa persona decidió quitarse la vida después de que tuviéramos con ella una discusión, estaremos simplificando y viendo sólo una parte del problema ya que el suicidio es multicausal. Si nos metemos en ese bucle nos podremos darnos cuenta que esa persona muy probablemente ya arrastraba otros problemas en su vida.

Existen diversos factores de riesgo que hacen que aumente la probabilidad del riesgo de suicidio. Algunos factores son de tipo personal de tipo físico o psicológico.

Entre los factores psicológicos nos encontramos con algunos trastornos como la depresión, el trastorno bipolar, el abuso de sustancias, el trastorno bipolar o el trastorno límite de personalidad. En cuanto a los factores físicos: el diagnóstico de una enfermedad grave y crónica, una enfermedad grave que implique un gran deterioro físico y sin posibilidad de mejoría.

Entre los factores personales de tipo emocional y habilidades nos encontramos con factores como la baja tolerancia a la frustración, los altos niveles de impulsividad, agresividad, la baja autoestima, la falta de habilidades sociales y de afrontamiento. También influyen los altos niveles de perfeccionismo, la personalidad introvertida así como los sentimientos de indefensión y desesperanza.

Entre estos factores personales también podríamos citar la existencia de antecedentes de suicidio en la familia, ya que en algún momento la persona aprendió a utilizar la misma respuesta como forma de afrontamiento. La pertenencia a familias donde existen altos niveles de hostilidad, de violencia, vivencias de maltrato físico, psicológico, así como haber sufrido abuso sexual en la infancia o adolescencia.

Entre los factores sociales estarían situaciones como ausencia o pérdida de una red social de apoyo, situaciones de aislamiento, la pérdida o ruptura de un ser querido, situaciones de desempleo, problemas económicos/ legales.

Cuantos más factores de riesgo se den en una misma persona o mayor sea su gravedad mayor será la probabilidad de que realice un intento o conducta suicida. También existiría mayor riesgo cuanto mayor sea el número de intentos previos.

En relación a la culpa al igual que en el suicidio también existen algunos mitos muy arraigados entre los supervivientes que si los conocemos nos pueden ayudar en el proceso de duelo.

 

Mitos sobre la culpa

MITO: Es mi culpa que esto haya pasado
HECHO: La única persona que tiene responsabilidad de su suicidio es la víctima
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MITO: Si yo hubiera logrado detener ese intento de suicidio él/ella estaría bien
HECHO: No tengo manera de saber qué hubiera pasado si los eventos se hubieran desarrollado de manera diferente. Muchas personas llegan a cometer suicidio a pesar de continuos rescates, a aun estando bajo el cuidado de profesionales de la salud mental.
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MITO: Debería haberlo visto venir
HECHO: No puedo predecir el futuro, e hice lo mejor que pude con el conocimiento que tenía
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MITO: Debería haber sido capaz de salvarlo/a
HECHO: Soy humano/a y no puedo controlar todos los eventos de mi alrededor
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MITO: Nunca podré ser feliz otra vez.
HECHO: Mi vida ha cambiado para siempre por mi pérdida, aunque mi vida continuará.

 

Los derechos del superviviente.

Para finalizar incluyo este valioso manifiesto, la carta de derechos del superviviente de un suicidio, también extraída del manual para enfrentar el suicidio de un ser querido.

 

“Tengo derecho a estar libre de culpa”.
“Tengo derecho a no sentirme responsable por el fallecimiento del familiar que se ha suicidado”.
“Tengo derecho a que mis preguntas sean contestadas honestamente por las autoridades y los miembros de la familia”.
“Tengo derecho a no ser engañado porque otros crean que pueden ahorrarme un mayor dolor”.
“Tengo derecho a mantener una sensación de esperanza”.
“Tengo derecho a tener sentimientos positivos respecto a la persona que perdí por suicidio, sin importar los eventos anteriores o simultáneos a esa muerte prematura”.
“Tengo derecho a conservar mi individualidad y a no ser juzgado/a a causa de esa muerte por suicidio”.
“Tengo derecho a buscar orientación y grupos de apoyo que me posibiliten a explorar mis sentimientos honestamente y a facilitar el proceso de aceptación”.
“Tengo derecho a lograr la aceptación”.
“Tengo el derecho a un nuevo comienzo”. “Tengo el derecho a ser”.

 

Estos dos últimos derechos me han conectado con este hermoso poema de Fernando Pessoa, en el que nos invita a desprendernos de todo aquello que nos limita en nuestra vida y nos hace permanecer anclados en el pasado…

 

“Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.»
Fernando Pessoa

 

Dedicado a las integrantes del GAM de Cádiz, por la valentía de realizar cada día una nueva travesía, un abrazo para todas. ¡UBUNTU MARIPOSAS!.

 

 

 

 

Bibliografía:

  • Asociación de Investigación, prevención e intervención del
    suicidio y familiares y allegados en duelo por suicidio. (AIPIS) Conocimientos básicos de la conducta suicida. Aspectos básicos de la conducta suicida: Factores de riesgo.
  • JACKSON, Jeffrey. Asociación Americana de Suicidología. Manual para enfrentar el suicidio de un ser querido.
  • PESSOA, Fernando. El libro del desasosiego.
  • WORDEN, William. El tratamiento del duelo.

 

Prevención del suicidio para personal de enfermería

Tiempo de lectura: < 1 minuto

31 de marzo 2021 – Valencia – Universidad Cardenal Herrera

Descargar programa de la actividad

El suicidio y el sentido de la vida

Tiempo de lectura: 4 minutos

Artículo escrito por Josep Ramon Ortega Fons socio de papageno.es

Foto de Ylanite Koppens en Pexels

¿Cuál es el sentido de tu vida?

Hace unos días en una sesión terapéutica, una persona con la cual estamos trabajando sobre el sentido de su vida, se giró hacia mí y me preguntó: “Si te lo puedo preguntar, ¿cuál es el sentido de tu vida?”. La pregunta me hizo entrar en un conflicto interior: me estaba preguntando si aquello con lo cual estábamos trabajando, yo lo tenía claro. No dudé demasiado y respondí afirmativamente: “el sentido de mi vida es ayudar a quien lo necesite a nivel psicológico y espiritual, para que su vida sea un poco más feliz”. Esta respuesta dejó a esa persona un tanto descolocada, al ver que tenía tan clara la respuesta.

La pregunta sobre el sentido de la vida no es una pregunta que haya surgido ahora, se hace desde que la humanidad existe. La persona siempre se ha preguntado sobre el sentido de la existencia. Se podría hacer una larga lista de filósofos, teólogos, psicólogos, etc. que han intentado escudriñar sobre esa misma pregunta.  Pero este no es el objeto de este breve artículo.

 

Ary Scheffer, San Agustín y santa Mónica, 1858.

Ary Scheffer, San Agustín y Santa Mónica, 1858.

 

Una de las estrategias más usadas para la prevención del suicidio es trabajar el sentido de la vida de la persona.  Es sin duda un elemento de “protección” para la vida: saber por lo que estoy en esta vida me puede generar el deseo de continuar viviendo. En pleno siglo XXI, y con una pandemia que sólo hace que empeorar la situación, la pregunta sobre el sentido de la vida se trastoca, por no decir que se olvida. No obstante sigue haciendo mella y calando hondo en cada uno de nosotros. Nos hace falta lo que San Agustín (c.397 d.C.) ya anunciaba:

 

«Los hombres salen a hacer turismo para admirar las crestas de los montes, el oleaje proceloso de los mares, el fácil y copioso curso de los ríos, las revoluciones y giros de los astros. Y, sin embargo, se pasan de largo a sí mismos. No hacen turismo interior»

San Agustín, Confesiones 10,8,15.

 

Tal vez algunos pueden pensar que es una pregunta banal, o que ya saben meritoriamente la respuesta. Hasta el momento en que llega la crisis. Cuantas veces se responde a esa pregunta sobre el sentido de la vida, con respuestas que no están a la altura?. Asociar el sentido de la vida a cosas como el tener un físico excelente (lo siento, pero siempre se envejece, pierdes facultades, o te rompes una pierna… y ya no es tan excelente…); o bien tener un buen sueldo, empleo, casas lujosas, el mejor iphone, el mejor coche (cuando lo tienes, experimentas que eso tampoco da sentido a tu vida… se estropea y todo en algún momento puede llegar a su fin…); o tener mucho prestigio, (que te alaben, que seas conocido, aparentar una vida feliz, tal y como vemos muchas veces en las redes sociales… el día que dejan de seguirte o simplemente tus mil amigos de Facebook no llenan la soledad interior que sientes…); o bien poder controlar a tus súbditos, creerte que eres mejor que los demás pudiéndolo mirar por encima de los hombros… (algún día se pueden cambiar las tornas y ser tú el que está por debajo…).

El tener, el poder y el aparentar son tres grandes fantasmas que parecen responder esa pregunta pero que no están a la altura de la respuesta y siempre acaban creando crisis, a veces irresolubles que encaminan a la persona a sentir que “su vida no tiene sentido”.

No es una pregunta fácil de responder, obviamente, pero como nos decía San Agustín, requiere que hagamos “turismo interior” para hallar la respuesta que realmente fundamente nuestra vida. Si el sentido de nuestra vida se halla en cosas tangibles o fácilmente perecederas, así de frágil será nuestra vida. En este tiempo de pandemia, donde tantas cosas se nos han hundido, y no sólo la salud y la economía, recuperar ese “turismo interior” que trasciende más allá de lo físico y tangible es una inversión de futuro y garantía de solidez. Podemos empezar ese turismo interior cada día, agradeciendo a quien cada uno quiera: a Dios, a la naturaleza, a la fortuna, a los chacras, a la vida… Cuando agradecemos constantemente lo que nos sucede, cuando saboreamos cada momento, es donde encontramos el sentido de la vida. No es tanto el descubrir el “que” sino el “porque” de ese sentido.  Es igual si uno construye coches o entierra muertos o trabaja para mejorar la movilidad de una ciudad o ayuda a las personas a superar la pérdida de un ser querido. La motivación que mueve a esa acción es lo que puede dar sentido a la existencia más allá de lo físico.

La pregunta y la respuesta forman parte de la incesante búsqueda que las personas tenemos y ansiamos. Esconde en lo más profundo de nuestro corazón una fuente inagotable del deseo de amar y de ser amados sin ataduras ni límites. Si lo que mueve nuestra existencia no se encuentra en esa fuente inagotable, puede que construyamos nuestra “persona” sobre unos cimientos frágiles que puede rompernos y dejarnos “sin sentido” cuando surjan las inevitables crisis en nuestra vida. 

Es necesario, más que nunca, convertir esta pregunta y su respuesta en una obligación para prevenir que alguien decida acabar con su vida y evitar el terrible impacto que ello produce en el ámbito familiar y en el círculo de amistades.

El Colegio Oficial de Enfermería de Cádiz organiza el «Curso de Intervención enfermera en el abordaje de conductas suicidas»

Tiempo de lectura: < 1 minuto

INTRODUCCIÓN

El suicidio es una conducta prevenible compleja y multicausal, que causa la muerte de 800.000 personas al año a nivel mundial. Las consecuencias en la morbimortalidad, emocionales y socioeconómicas lo han convertido en uno de los retos más importantes de salud pública de nuestra sociedad actual. Es la primera causa de muerte externa en España, la tercera para los jóvenes de 14 a 25 años y uno de los principales factores que afectan a los años de vida potencialmente perdidos.

CONTENIDO

  • Conceptos básicos y epidemiología en conductas suicidas.
  • Estigma y suicidios: mitos y falacias.
  • Factores precipitantes y señales de advertencia.
  • Factores protectores y de riesgo en el suicidio.
  • Detección, evaluación y actuación ante la conducta suicida.
  • La intervención comunitaria en enfermería y el suicidio.

 ALUMNOS80 alumnos

HORARIO: De 17 a 19:30 horas.

ACREDITACION: En fase de acreditación por la Agencia de Calidad Junta de Andalucía.

RESERVA DE PLAZA: 10 euros

DURACIÓN TOTAL20 horas

SOLICITANTE:

Estar colegiado en Cádiz y al corriente en sus cuotas colegiales. El alumno deberá rellenar el formulario de solicitud a través de la página coecadiz.com y abonar 10 euros en concepto de “reserva de plaza y compromiso”, una vez recibida la misma se le notificará la admisión al curso a través del correo electrónico.

En el caso de no poder asistir al curso deberá comunicarlo a este Departamento con un mínimo de 3 días antes del comienzo del curso (excluidos sábados, domingos y días de fiesta). La no asistencia al curso sin aviso previo de 72 horas o el abandono de este tras haberlo iniciado, supondrá la pérdida de la devolución de la cuota de reserva y compromiso. 

INSCRIPCIÓN

Seminario web sobre comunicación y conducta suicida

Tiempo de lectura: 2 minutos

Este 23 de marzo el movimiento Obertament Balears de la alianza 3 Salut Mental (Gira-Sol, Es Garrover y Estel de Llevant) y papageno.es organizaron un evento de dos horas de duración con el título «Comunicación y conducta suicida».

La actividad tenía como objetivo reflexionar sobre la necesidad de mejorar las habilidades comunicativas relativas al relato en primera persona de conductas suicidas y salud mental en medios de comunicación.

Ángel Luis Mena, licenciado en humanidades, master en comunicación, gestión del conocimiento y periodismo y socio de papageno.es señaló la necesidad de hablar del suicido y otras conductas suicidas de forma responsable y evitando el sensacionalismo. Tras exponer la estrategia 1 de cada 4 sobre estigma en salud mental, Mena habló sobre el efecto Werther y Papageno. También se trabajaron los indicadores de calidad de diferentes organismos (OMS, Ministerio de Sanidad) sobre comunicación sobre suicidio en medios. Con la exposición de diferentes casos de buenas y malas prácticasm se debatió sobre el papel de los y las activistas en salud mental en el cambio cultural necesario para luchar contra el estigma relacionado al suicidio.

Por otro lado, Daniel J. López coordinador de papageno.es, psicólogo y máster en intervención psicológica en contextos de riesgo, trazó en su intervención conceptos básicos relativos a tres temas. Por un lado, habló de la importancia del storytelling como una estrategia de comunicación efectiva que apela a la emoción y que ayuda al cambio de actitudes en el largo plazo. Más tarde habló sobre aspectos relativos a la comunicación empática y a las habilidades sociales. Por último habló de estrategias persuasivas y del marketing social como instrumentos de cambio.

El webinar reforzó la idea en los y las participantes de la importancia de seguir luchando contra el estigma que existe alrededor de la salud mental y el suicidio y del protagonismo del relato en primera persona. Con esto, se establecen lazos para seguir colaborando entre ambas asociaciones que esperemos cristalicen en el desarrollo de proyectos conjuntos. 

 

 

Carta a un ángel sin alas. Dos años sin ti, dos años contigo.

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Carta de una madre a su hijo a dos años de la despedida

¡¡¡2 años ya sin ti !!! Aún no deperté de este mal sueño. Hasta que no lo ves escrito, no te das cuenta de cuanto duele tu ausencia. Cada día 21 vuelve ese trágico dia. Repasar cada momento.

Estás en el trabajo, inmersa en la rutina de la vida. Pero algo no va bien. Repasas todo lo que ocurrió ese dia, cada detalle, cada minuto. El teléfono suena hasta que paras a cogerlo. Te quema en las manos, ya intuyes que algo va mal. Y entonces todo se para. Te bajas del mundo. Te quedas cómo si esto no fuera contigo. Cada 21 vuelven las culpas, los porqués

¿En qué momento se detuvo tu vida? ¿Por qué no te llamé la noche antes?¿Por qué no te escribí? ¿Por qué no me contaste lo qué te preocupaba? ¿Por qué no pediste ayuda? Tan grande era tu dolor, que no pensaste qué pasaría. Y no te paraste a pensar qué ese dolor sería infinito en nosotros.

Jamás puedes imaginar que algo así te pasaría. Ya son 24 meses. Sigues andando, luchando contra tus propios miedos. Cada dia te cuesta vivir, sonreír, salir, pero te pones la máscara aunque estés rota y llores por dentro. Pasa el tiempo y piensas si dejara de doler algún día.

Es un dolor intenso que no sabes si entra o sale del alma, un dolor inexplicable como una herida abierta. Intentas dejarlo de lado, pero roza la locura ¿Cómo seguir adelante después de perder a un hijo? ¿Cómo puedo seguir dando amor? ¿Cómo voy a ser feliz? ¿El amor a él debe ser igual de intenso al dolor por su partida?

Cuánto amor dejó y dio a sus amigos, primos, compañeros de camino, su familia. Todos han compartido un recuerdo feliz con él. Algunos no pueden elegir sólo uno. Sigue siendo la luz y alegría. su sonrisa lo llenaba todo. Lo daba todo. Siempre divertido, deportista, amigo de sus amigos, defensor de causas imposibles. Y como todos tenía su carácter y !!Qué carácter, jajaja!!

¿Cómo darme cuenta de que en su partida dejó un mensaje?. Un legado de infinito amor qué tenemos que seguir dando por él. Este homenaje me lo demostró. Así que este dolor tendrá que ir convirtiéndose en Amor. Sin dejar atrás la nostalgia por su ausencia y la melancolía por esos grandes momentos compartidos.

Dediquémosle un gran sonrisa después de agradecer cómo impactó su vida en la nuestra. Abrazar a la Vida cómo el mejor homenaje y honrar su destino. Guardar esos recuerdos con todo el amor que nos dio.

GRACIAS GRACIAS GRACIAS

Te quiero mi niño❤️

Seminario web «Las conductas suicidas: ¿un riesgo laboral?»

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Miércoles, 28 de abril de 2021 de 17.00 a 19.00
Actividad Online

Inscripción cerrada

Salud mental: la ola más importante de la pandemia no tiene número

Tiempo de lectura: 4 minutos

Camino del primer aniversario de la pandemia provocada por el coronavirus, existe en la sociedad una evidente fatiga mental motivada por incontables circunstancias. El confinamiento, las mascarillas, la pérdida de empleos, la falta de ocio, la ausencia de despedidas, el miedo al contacto o las dificultades del duelo son algunos factores que han comprometido nuestro día a día. Todo se resume en una palabra clave, que no es otra que incertidumbre. Si el ser humano necesita de certezas, este virus se las ha llevado todas. Vivimos el presente sin tener claro cómo será el futuro y con el recuerdo reciente de un pasado sin excesivas sonrisas. 

No olvidaremos lo ocurrido en 2020, un año marcado para siempre en nuestra piel y, sobre todo, en nuestra memoria. Porque, más allá de contagios, hospitalizaciones y muertes, la pandemia ha afectado a nuestra salud mental. Numerosos estudios han constatado el aumento de casos de depresión o ansiedad, así como el aumento del consumo de antidepresivos o de ansiolíticos en España, un país en el que visitar al psicológico sigue rodeado de estigma y tabú, además de una espera excesiva entre consulta y consulta. Mientras, las redes sociales se han destapado como un espacio donde los jóvenes pueden expresar lo que sienten con cierta intimidad.

Hace solo unos días, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha publicado una encuesta sobre la salud mental de los españoles durante la pandemia causada por la COVID-19. Más del 50 % reconocía haberse sentido cansado, mientras un 42 % había tenido problemas de sueño. La pregunta más popular ha sido en la que uno de cada tres españoles confesaba haber llorado debido a la situación en la que nos encontramos. Un dato elevado y en consonancia con otros estudios, que exponen la urgente necesidad de mejorar el interés por la salud mental, la ya conocida como “hermana pobre de la sanidad” entre la jerga de los profesionales sanitarios.

Sin embargo, los medios de comunicación no han dedicado la atención suficiente al grave problema de la salud mental. Más bien, han saturado a la sociedad con mala información de la pandemia a partir de un abuso de los datos y noticias repetitivas, a veces sin el contexto necesario. Esto ha obligado a los especialistas a recomendar a sus pacientes apagar el televisor y no consumir noticias sobre la pandemia. Es algo curioso. En un momento clave para la población, el exceso de información ha hecho que lo mejor sea ponerse a dieta. Pero, más allá de estos errores, queda otro igual o más importante: la falta de precisión al referirse a la ola de salud mental.

Si en la primavera convivimos con el desconocido estado de alarma y la primera ola, meses después llegó el segundo capítulo de la película. Cocinada al calor de agosto y septiembre, la segunda ola vivió su apogeo entre finales de octubre y principios de noviembre. Entre datos y más datos, los medios de comunicación posaron la mirada en la salud mental, a la que definieron sin tabú como la “tercera ola de la pandemia”. Pero lo hicieron demasiado rápido. Con el aumento de casos a partir de mediados de diciembre (y sobre todo a raíz de la llegada de 2021), los periodistas (y también los expertos) tuvieron que redefinir su propio concepto. 

 

Titulares publicados por los medios de comunicación sobre la salud mental.

Ya no podían definir a la salud mental como la tercera ola, ya que habían bautizado así un nuevo y considerable incremento de contagios. Por ello, la salud mental pasó a ser llamada la “cuarta ola de la pandemia”, atributo que mantiene en la actualidad a la espera de que, tarde o temprano, un nuevo aumento de los casos la obligue a pasar otra vez por el probador para adquirir una nueva definición que, cabe suponer, no será la última. Pero, ¿qué ocurrirá cuando llegue la cuarta ola? ¿La salud mental será la quinta? ¿Y si meses después llega otra, volverá a cambiar su número? 

No, gracias. La salud mental necesita dejar atrás su degradación constante y ocupar el espacio que merece en la agenda mediática. No puede ser definida, según el día, como la tercera, la cuarta o la quinta ola. Este cambio impide definir con claridad el problema y abordarlo como se merece, con más atención, más profesionales y más recursos. Un interminable cambio que es necesario atajar cuanto antes para así dar la prioridad que merece a un problema que no terminará con una vacuna.

Si ahora nos encontramos en la tercera ola, aludir a la salud mental como si fuera la cuarta hace pensar que todavía no está aquí, que llegará después, cuando sabemos que los problemas de salud mental aparecieron desde el primer confinamiento. Esta es una forma errónea de dar voz a un grave problema, como cuando se informa de la despoblación de la España rural y se cita a estas regiones como la España vacía o la España vaciada. ¿No vive nadie en esos lugares de España? Claro que sí, pero aquí ocurre como con tantos otros temas: falta precisión en el diagnóstico.

Titulares publicados por los medios de comunicación sobre la salud mental.

La imprevisible ola de la salud mental no tiene número. Arrancó en el mes de marzo de 2020, cuando el coronavirus cambió nuestra vida para siempre y entramos en la insólita normalidad en la que ahora, un año después, todavía nos encontramos. Es la ola más importante de la pandemia por su incalculable duración, por sus limitados recursos, por su escasa visibilidad, por el estigma y el tabú que la rodean o porque, por desgracia, a las personas nos cuesta reconocer (y aquí me incluyo) que a veces no estamos bien cuando nos preguntan cómo estamos.

Es necesario focalizar a la salud mental como la ola más importante de la pandemia para otorgar más prioridad, más recursos, más transparencia y más delicadeza a un problema que nos afecta a todos. Educar emocionalmente desde el colegio, mejorar las plantillas de psicólogos y psiquiatras de la sanidad pública, prestar más atención desde los medios de comunicación y potenciar campañas para animar a la sociedad a hablar de este tema. Pero no basta con eso. Hace falta que la política se implique de verdad. Mejor dicho: hace falta que la política quiera implicarse de verdad.

«Marie Curie»: En un mundo de hombres, su valentía cambió la historia

Tiempo de lectura: 3 minutos

Crítica de Carmen, miembro de los grupos de ayuda mutua para personas que han perdido a un ser querido por suicidio de UBUTU/PAPAGENO. Dedicada a todas las mujeres que construyeron buena parte del mundo que conocemos y que no pasarán desapercibidas. 8 de marzo de 2021 Día de la Mujer.

Año 2016

Dirección: Marie Noëlle

Reparto: Karolina Gruszka, Arieh Worthalter, Charles Berling.

Sinopsis:

La acción nos lleva a principios del siglo XX, cuando acaba de darse a conocer que el matrimonio Curie ha sido galardonado con el Premio Nobel de Física (1903). Ello sirve de impulso a sus estudios sobre las aplicaciones de la radiación al campo de la medicina. Sin embargo, poco tiempo después, Marie enviuda y deberá proseguir en solitario la investigación que compartía con su esposo. En ese momento hacen su aparición adversidades laborales por su condición de mujer sola en un mundo científico del que formaba parte solamente los hombres. La inquebrantable determinación que muestra en el laboratorio se pondrá a prueba cuando salga a la luz pública el romance con uno de sus colaboradores, un hombre casado.

Marie Curie es de las escasas mujeres que todos reconocemos sin haber sido reina ó personaje de ficción y no ha sido olvidada por el celuloide, ni son pocas las obras que se le han dedicado. Destacan la versión de Mervyn LeRoy, un gran melodrama épico, representativo del Hollywood grandilocuente de la época clásica, y la más reciente, “Radiactive”, de 2020

Todas ellas abordan la biografía de Curie desde diferentes perspectivas

La película de la directora  Marie Noëlle, parte de la vida laboral de los Curie hasta el fallecimiento de Pierre, tras un accidente. Es aquí donde la directora opta por una visión más innovadora y pretendidamente atractiva, dándole prioridad a la relación que mantuvo con el científico Paul Langevin, hombre casado y que causó gran escándalo social, hasta el punto que el Comité del Premio Nóbel le pidió que no acudiera a Suecia a recoger su segundo galardón, a lo que la gran científica respondió que el reconocimiento era por sus descubrimientos científicos y no por hechos de su vida privada.

La autora pretende, al priorizar el tema amoroso  denunciar la hipocresía y machismo en un mundo dominado por los hombres, por otra parte real, pues eran conocidos otros affaires de colegas sin suponer un menoscabo de su posición. Por esto mismo el film acaba resultando contradictorio con sus pretensiones reivindicativas, en lugar de ensalzar su gran proeza, ser la primera mujer en recibir un premio Nobel, 1903 y la primera persona en recibir dos, 1911 y la  gran magnitud de sus aportaciones al mundo de la ciencia.

El film suscita en las primeras secuencias expectativas que empiezan a decaer a partir del momento en que Pierre Curie desaparece de escena, contrariamente a lo pretendido al mostrarnos sin garra las circunstancias que ha de afrontar en solitario. Tampoco alcanza a ser conmovedora cuando, partiendo del “affaire” que inicia con un hombre casado intenta construir su crítica social. Transmite una cierta frialdad

Hay un sentido homenaje a Marie Curie aunque con cierta frialdad

En cuanto a la parte técnica, destacan la gran fotografía con unas evocadoras y preciosas primeras imágenes en el mar.Se envuelve el film en una especie de bruma, muy adecuada a la historia que quiere contar y igualmente a destacar una gran banda sonora de Bruno Coulais, preciosa, intimista

Buen y sobrio trabajo de la actriz polaca Karolina Gruszka en el papel de Marie Curie

Apunte:

No es contradictorio que en el país del nacimiento de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, una mujer pierda su apellido en favor del marido?

Maria Salomea Sklodowska

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