Marilú Ancona: «Es importante dar a conocer los mitos sobre el suicidio para combatirlo»

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Marilú Ancona: «Los Mitos del Suicidio»

La psicóloga mexicana Marilú Ancona en su participación en el programa «Voces en movimiento» de Radio Yucatán tuvo la oportunidad de hablar sobre el controvertido tema de los mitos relacionados con el Suicidio.

Según Ancona los mitos son ideas muy arraigadas en la sociedad y difíciles de cambiar. La prevención del suicidio pasa por darlos a conocer para cambiar la forma en la que nos aproximamos al dramático fenómeno del suicidio.

Puedes obtener más información en el vídeo adjunto. El suicidio es un problema global y para prevenirlo se requiere la participación de todos y todas.

Marilú Ancona Rosas

Licenciada en psicología clínica. Terapeuta cognitivo conductual. Máster en psicología clínica aplicada. Especialista en manejo de duelo. Fundadora del grupo de ayuda mutua «Renacer Mérida» (México), para padres que afrontan la muerte de un hijo. Miembro del grupo interinstitucional para la prevención del suicidio en Mérida. Docente en talleres para prevención de suicidios. En proceso de formación del grupo «Ancla de la Esperanza» para sobrevivientes de suicidio.

Aprender a decir adiós

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Nada hay más doloroso emocionalmente que la pérdida de una persona a la que se ama. Vivimos en una sociedad que potencia la idea romántica del «amor eterno». Esta falacia está detrás de muchas rupturas que no aguantan la tensión provocada por la idealización. Pinta la vida como un viaje que hacemos acompañados en todo momento de la gente a la que amamos tanto dentro de la pareja como en la vida familiar y social.

¡Mentira! El resto de personas entra y sale de nuestras vidas de forma más o menos abrupta y desaparecen del mismo modo. Cuanto antes aceptemos este hecho, antes estaremos preparados para transitar por el sendero de la felicidad. Quizás pienses que el mundo es un teatro y que el resto de figurantes sólo está ahí para darle sentido a tu vida, pero esto no es cierto. Nadie nació para hacerte feliz. Sólo tú

 

Con ella descubrí que hay amores eternos  que duran lo que dura un corto invierno…

Joaquín Sabina

 

La pérdida es consustancial a nuestra existencia y aprender a afrontarla quizás sea unos de los aprendizajes más útiles. Un camino de madurez que no se puede hacer sin ciertas dosis de sufrimiento que nos llevará a entender el trayecto como un viaje que hacemos con la única compañía de nosotros mismos. Cuando afrontamos pérdidas muchas veces nos resistimos a dejar ir a la otra persona. Confundimos nuestros deseos con lo que debería ocurrir y pensamos que la realidad es injusta cuando muy probablemente la realidad sea sólo lo que es. «Dejar ir» es una tarea complicada, pero obligada si deseamos recuperar nuestro equilibrio y respetar el curso natural de las cosas adaptándonos a los cambios que esto supone.

Haz un pequeño paréntesis en lo que estés haciendo y párate a pensar en cuantas cosas y personas estuvieron en tu vida y se marcharon para no volver. Por muy joven o mayor que seas las encontrarás. Quizás un día pensaste que serían para siempre. No lo fueron y eso no hace menos bonito lo que viviste. Puede que el ejercicio te provoque añoranza, pero puede también que te vuelva a hacer feliz. Nada ni nadie puede robarte tus experiencias, mientras que seas capaz de recordarlas. Intenta recuperarlas y vuelve a sentir lo de entonces. Los recuerdos son un tesoro que guardas en una caja y que puedes sacar cada vez que desees para disfrutarlos si eres capaz de entender que luego tendrás que devolverlos a su lugar. Ya no están. Acéptalo.

¿En qué has pensado? ¿Las amistades de tu niñez? ¿Tu primera pareja a la que juraste amor eterno? ¿Tu madre o tu padre que fallecieron? ¿Tu hijo o hija, tu hermano o hermana…? O quizás ¿La casa en la que pasaste tu niñez, tu primera moto, tu coche? Nada estará ahí para siempre. Saca el recuerdo de tu caja, permítete volver a disfrutar con su recuerdo y devuélvelo, no te pertenecen. Sólo tus emociones son tuyas.

Inevitablemente mientras escribo, mis recuerdos también me transportaron a mi pasado. Seguro que desvaídos por mis deseos y por el tiempo, me llevaron a la casa familiar de siempre, a una tarde de invierno soleada, al olor de tetina de goma y leche caliente (alrededor alguien corretea) y, como no, a la figura de mi madre. Casi puedo escucharla reír. Imagino que la existencia de la felicidad es incierta, pero en caso de que exista a mí me lleva a el estado de plenitud y seguridad de cuando ella estaba. Ya no queda nada de mis padres, la casa se vendió y ahora viven otras personas que la llenan con sus cosas. Mientras acabo esta línea sé que los tendré que devolver a la caja, no me pertenecen. Lo que sentí mientra los pensaba, eso, eso me lo quedo.

 

«…cuando te encariñas de una cosa, no con algo que no te pueden quitar sino con algo como una jarra para el agua o una copa de cristal. deberías tener en mente lo que es, para no sentirte afectado cuando se rompa. Lo mismo debe ocurrir con las personas; si besas a tu hijo, o a un hermano o a un amigo… debes recordar que amas a un mortal y que nada que ames es de tu propiedad; se te entrega durante ese momento, no para siempre ni indisolublemente, sino como un higo o un racimo de uvas en la estación adecuada del año, y si lo ansías durante el invierno, eres un loco. Asi que, si sientes añoranzas por tu hijo o por un amigo, cunado no te es dado tenerlo, debes saber que añoras un higo en invierno».

EPICTETO (Hierápolis,​ 55-Nicópolis, 135)

 

No soy superviviente y aunque conozco a gente con la que compartí experiencias que fallecieron por suicidio sólo puedo imaginar por empatía como se siente alguien que pierde a un ser querido y ve su vida destrozada por el terrible mazazo de perder a alguien de esta forma. Pero si tú has pasado por ese mal trago te invito a que este rato lo pasemos juntos. Sin límites. Tu y yo. Sin máscaras ni caretas. No como terapeuta y superviviente, sólo como personas. Te acompañaré a la caja de tus recuerdos. Te ayudaré a sacar los más felices y podrás revivirlos. Una persona es mucho más que la causa de su muerte. Cuando seas capaz de recordarlo sin añorarlo, cuando seas consciente que luego tendrás que volver a dejarlos, cuando tengas claro que no te pertenecen que no nacieron para hacerte feliz a ti, yo estaré ahí, silencioso. Sé que lo conseguirás. Ya hice el viaje otras veces y me fío plenamente en que tendrás éxito en tu tarea.  Luego, yo también me iré. Estaremos juntos sólo en ese momento, pero no para siempre. No nos pertenecemos. Con el paso del tiempo a veces tu presencia se volverá más nítida y recordaré lo que vivimos juntos. Ambos nos dejaremos marchar y recordaremos con alegría el haber pasado este instante juntos.

Este texto está dedicado a todas las personas que perdieron a alguien por suicidio. No estáis solos. Siempre habrá alguien dispuesto a acompañarte un trozo del camino. Búscalos, la vida es como una colcha echa con retazos que tú tejes. Sólo de ti depende el resultado, déjame estar también ahí para verlo.  

Este texto también está dedicado a todas las personas que amaron y perdieron lo que amaron, en especial a ella, que leerá este texto de las primeras. Que el miedo a perder lo amado no te prive de amar. Cuando ya no quede nada siempre quedarás tú dispuesta a seguir levantándote después de cada caída, cada vez más fuerte. La mejor versión de ti misma. Siempre.

Aprender de las críticas

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Nuestra cultura fomenta ciertas ideas irracionales que contribuyen a aumentar nuestra ansiedad de forma considerable e innecesaria y que pueden provocar importantes desajustes psicológicos e incluso ideas suicidas. Una de ellas, muy común, nos hace creer equivocadamente que para que nos quieran tenemos que ser perfectos. Y eso nos embarca en una carrera sin fin para conseguirlo.

En consecuencia, cuando alguien nos critica señala nuestra imperfección. Entonces reaccionamos de manera evasiva o incluso agresiva para evitar el malestar que nos provoca el no ser perfectos en todo momento. Sin embargo, la crítica es una fuente de aprendizaje único que nos permite observar aspectos a mejorar de nuestra conducta y que pueden ayudarnos a crecer como personas.

Los psicólogos Joseph Luft y Harry Ingham​, en la «Ventana de Johari» describían cuatro zonas diferentes del conocimiento sobre cómo es una persona. Se basaron en lo que uno sabe de sí mismo y lo que perciben los demás. De esa forma conceptuaron cuatro espacios, lo que sé de mí mismo y conocen los demás (Área Libre), lo que conozco y oculto (Área Oculta), lo que ven los demás y yo desconozco (Área Ciega) y lo que todos desconocemos (Área Desconocida). Ambos autores relacionaron la salud mental y la armonía con el predominio del Área Libre. La crítica constructiva puede ayudarte a aumentar este espacio y sólo tendrás que aprender a aceptarla. Cuando alguien te critique escucha atentamente por si puedes aprender algo de la crítica.

Quizás en este punto se te haya venido a la memoria alguna situación donde la crítica no fue constructiva y eso te refuerza en la idea equivocada que la crítica es mala por naturaleza. Eso es sólo cierto en parte. La crítica no deja de ser una opinión más o menos fundada de otra persona sobre nosotros. Tanto si nos parece adecuada o inadecuada no debemos permitir que nos dañe la autoestima.

En el Capítulo 5 de la primera temporada de la serie catalana «Merlí», un profesor de filosofía con una visión muy particular de la ética, explica a uno de sus alumnos el concepto de «justicia». Tomando un billete de 50 euros le pregunta su valor. Posteriormente va repitiendo la pregunta mientras que arruga, golpea y estropea el billete. El alumno reconoce que el billete no ha perdido su valor original y el profesor utiliza este hecho para recordarle que su valor tampoco cambia pese a que alguien pueda estar siendo injusto con él. Cuando te critican sigues siendo la misma persona y tu valor no cambia.

 

«Por mucho que te pisen o te machaquen vales lo mismo, mucho»

Serie «Merlí» (Veranda TV)

 

Por otro lado, la asertividad te ayudará a afrontar la crítica sea cual sea su naturaleza. Cuando es positiva y puedes aprender de ella, escúchala atentamente, hazte consciente de lo que sientes y no te dejes llevar por ello, reconoce tu parte de responsabilidad e intenta mejorar. Cuando no estés de acuerdo, respeta la opinión de la otra persona, pero haz valer también la tuya propia. Recuerda que el comportamiento humano siempre tiene una intención positiva. Puede que muchas personas actúen sólo buscando su propio beneficio pero es eso lo que buscan y no el daño del otro. Por ejemplo hay personas que critican a los demás como forma de mejorar su autoestima, pero eso es sólo problema suyo.

Por eso, reivindicamos la crítica como una oportunidad y la aceptación de nuestra imperfección como una de las características que nos definen como seres humanos. Cuando lo creas oportuno aprende de las críticas que te hacen y en caso contrario, como dijo Epicteto, siempre tendrás oportunidad de reírte de ello


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Daniel J. López Vega

Coordinador de www.papageno.es

Psicólogo General Sanitario. Máster en Intervención Psicológica en Contextos de Riesgo, autor de «¿Todo por la Patria?», socio fundador de la Sociedad Española de Suicidiología. Experto Universitario de Estadística Aplicada a las Ciencias de la Salud (UNED).

AFASIB organiza la mesa redonda «Yo también soy vulnerable» con motivo del Día Internacional de Prevención del Suicidio

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Cartel de la mesa redonda «Yo también soy vulnerable» AFASIB

El próximo 10 de septiembre a la 18:00 de la tarde en la sede de Caixaforum de Palma de Mallorca situada en la Plaza Weiler, 3, AFASIB organiza la mesa redonda «Yo también soy vulnerable», con motivo del Día Internacional de Prevención del Suicidio.

Afasib, Familiars i Amics Supervivents per suïcidi de les Illes Balears, es una asociación de supervivientes que da apoyo a personas que han perdido a personas significativas por suicidio y que desarrolla su actividad en las Islas Baleares. 

En la actividad en la que colabora la Obra Social de La Caixa, participarán profesionales de diversas instituciones que tendrán la oportunidad de exponer su implicación en la prevención de este problema de salud pública que es el primer motivo de mortalidad externa en España (3.679 muertes en 2017).

La presentación de la actividad correrá a cargo de la presidenta de AFASIB, María Francisca Morell García y contará con la participación de Alicia González (Teléfono de la Esperanza), Antonia Ramis del Colegio de Psicología de las Islas Baleares (COPIB), Javier Jiménez (RED-Aipis), Ángela Durá (Asociació de Periodistes de les Illes Balears), Jennifer Prata del colectivo de voluntarios Ángeles de Azul y Verde dedicado a la prevención del suicidio en cuerpos policiales, Nicole Haber (Observatorio del Suicidio IB Salut) y Daniel López colaborador de papageno.es.

A lo largo de la actividad el problema del suicidio cobrará visibilidad y se podrán compartir las experiencia de todas las instituciones y profesionales participantes. También habrá oportunidad de establecer un debate y visionar el trabajo de docuficción «Suicidio» de Palma de Mallorca Press Producciones.


DATOS DE CONTACTO
Llamar 657 71 63 40
 
 
asociacionafasib@gmail.com
 

 

El duelo: lo que la muerte de los seres queridos se lleva de nosotros

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Saber vivir, es también saber morir

Pocas cosas hay tan ciertas en la vida, como que todos moriremos. Sin embargo, vivimos a espaldas de esta realidad y en muchas ocasiones carecemos de habilidades para afrontar la muerte de nuestros seres queridos o para prepararnos para la nuestra. 

La vida es una aventura que se recorre en soledad y en la que gozamos de la compañía momentánea de otras personas con la que tenemos la suerte de cruzarnos. «Dejar ir» es quizás una de las habilidades más útiles que podemos aprender y para la que menos se nos prepara. Nuestra sociedad está gobernada por el hedonismo y los placeres efímeros y fáciles de conseguir y mantiene ocultos los verdaderos placeres de la vida que requieren de una constancia para conseguirlos. 

Saber vivir implica necesariamente saber morir cuando llega nuestro fin. No todo los procesos de duelo por muerte son iguales. La gravedad del duelo puede depender de muchas variables y en algunos casos puede ser la última oportunidad de aprendizaje que tengamos.

 

“Hablando con amigos y colegas, compruebo que muchos pueden describir su participación en una muerte especial, como aquella en la que el moribundo parece poder controlar y orquestar el proceso y morir con tal dignidad y calma que todos los que le rodean, entre ellos el médico, se sienten privilegiados, por la vivencia de esa situación y, en cierta forma extraña, enriquecidos por ella” (Heath I, 2008), en Fisterra.com.

 

El duelo como proceso individual y normal

El duelo tanto cuando nos preparamos para nuestra propia muerte como cuando está provocado por la muerte de personas cercanas es un proceso único e individual. Aunque no existe acuerdo en cuáles son las fases por las que pasa una persona en duelo, parece que existe un consenso en determinar que su evolución tiene diferentes etapas. Sea como sea este proceso es un proceso normal y sano que nos ayuda a readaptar la situación tras una pérdida.

Cuando el duelo no se desarrolla de forma adecuada, pueden existir complicaciones. Por ello, es importante prevenir y actuar de forma precoz evitando patologizar un proceso que es de naturaleza adaptativa.

El duelo por ruptura emocional

Aunque con características diferentes, el duelo también puede aparecer en ausencia de muerte. Las rupturas emocionales ligadas a la pérdida de pareja por separación puede también provocar un estado emocional alterado caracterizado por una soledad extrema. Este estado se caracteriza por el dolor, la desesperación, la rabia y  la decepción.  A esto se puede unir la sensación tormentosa al tener la falsa esperanza de la vuelta de la pareja, y en consecuencia, el círculo vicioso de emociones dolorosas.

 

El duelo por suicidio

El suicidio supone la ruptura abrupta de la vida de una persona y de las personas cercanas. Se estima que cada muerte por suicidio deja 6 supervivientes o personas que verán afectadas sus vidas. Por las características de la muerte por suicidio, su duelo es por naturaleza más doloroso y complicado. El estigma y el tabú añade al dolor de la pérdida, la culpa, la vergüenza y el aislamiento. 

Cuando se vive una pérdida de suicidio el apoyo social se convierte en el elemento esencial para la recuperación. El aislamiento anteriormente mencionado y el rechazo social hacia este problema de salud pública convierte a los Grupos de Autoayuda para Supervivientes en instrumentos para poder expresarse en un ambiente libre de prejuicios donde elaborar la pérdida e integrarla. Un proceso de reinvención donde indefectiblemente se ha perdido algo importante.

En este proceso la expresión del llanto, el enfado, la culpa, la vergüenza es uno de sus pilares. Las emociones no son ni positivas ni negativas, todas cumplen una función adaptativa. Sin embargo, cuando no se expresan, las emociones pueden provocar importantes consecuencias psicológicas y físicas. En consecuencia, ante la pérdida de alguna persona importante en tu vida, crea y buscas espacios seguros para mostrar tu dolor. Recuerda, que a pocos metros de ti siempre habrá alguien dispuesto a escucharte y que tú puedes encontrarlos para acompañarte en esta parte del viaje.

 


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¿Son los países «más felices» dónde existen menos suicidios?

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La felicidad no es el Producto Interior Bruto de un país

A pesar de las dificultades metodológicas que entrañan ambos conceptos, cabría pensar que aquellos países considerados «más felices» son aquellos que mantienen menores tasas de muertes por suicidio. Pero la complejidad hace que en muchos casos esto no sólo no es así, sino que guarda una relación inversa.

En 2016, países como Dinamarca, Suiza, Islandia, Noruega, Finlandia y Canadá estuvieron entre los considerados «más felices» en un informe realizado en 156 países por la Organización de las Naciones Unidad (ONU) con los datos de la encuesta Encuesta Mundial de Gallup. En una escala del 0 al 10 los entrevistados valoraban la calidad de su vida (la peor o la mejor vida posible). En su elaboración también se utilizaron variables de carácter objetivo (PIB, esperanza de vida, generosidad, apoyo social, libertad y corrupción). Sin embargo, ese grupo de seis países se encuentra también entre los que sufren mayor incidencia de muertes por suicidio. 

Durante muchos años los gobiernos de las naciones (en el mejor de los casos) han supuesto que el bienestar de sus ciudadanos depende de forma directa de la cantidad de bienes y servicios que poseen. Se basan en la premisa de que la producción continua determina dicho bienestar. Esto ha provocado la utilización del Producto Interior Bruto (PIB) como principal indicador de desarrollo.  Sin embargo, muchos de los problemas a los que se enfrenta nuestro mundo tienen que ver con esta forma de entender el progreso. La insostenibilidad del sistema nos lleva cada vez más a una situación más distópica e indeseable. El calentamiento global, el agotamiento de los recursos, los populismos y toda suerte de extremismos, son fruto de la loca carrera sin fin a la que nos aboca nuestra economía. Las estrategias competitivas hacen que el reparto de los recursos sea cada vez más desigual y eso repercute negativamente.

Actualmente ha aparecido un interés en integrar otras variables más subjetivas como nuevos indicadores relacionados de una forma indirecta o directa con la felicidad. Esto llevó a que algunos países, como el de Bután, en la década de los 70 del anterior siglo y tras la llegada al poder del rey Jigme Singye Wangchuck, utilizara la felicidad para evaluar la calidad de vida y el progreso social, acuñando el término de Felicidad Nacional Bruta (FNB). El termino felicidad, sin embargo, parece muy complejo y subjetivo y debe ser usado con una mayor precisión para entenderlo. A pesar de lo anterior, ciertamente parece una avance respecto al que valora el bienestar exclusivamente con la producción y la posesión de bienes.

Llegados a este punto, también podemos preguntarnos si conceptos tales como la desigualdad constituyen variables que podrían explicar mejor estas diferencias de tasas. Los determinantes sociales en salud y el cómo se reparten los recursos y la «felicidad» entre los distintos miembros de una sociedad, podría tener valor explicativo. La conducta suicida es compleja y multicausal y la investigación tiene el reto de crear modelos explicativos que contemplen todas las variables implicadas y la interrelación entre éstas.

De todas formas, el tema requiere de investigaciones que determinen los factores de protección y de riesgo de carácter social de la conducta suicida. En consecuencia aumentaría la comprensión del suicidio como fenómeno global y desde una perspectiva social y no sólo como fenómeno individual.


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Daniel J. López Vega

Colaborador de www.papageno.es

Psicólogo General Sanitario. Máster en Intervención Psicológica en Contextos de Riesgo. Autor de «¿Todo por la Patria?». Socio fundador de la Sociedad Española de Suicidiología. Experto Universitario de Estadística Aplicada a las Ciencias de la Salud (UNED)

La desesperanza y el sentido de la vida

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Hay veces que la vida nos enseña su peor cara. Es entonces  cuando todo pierde sentido y nos parece que no seremos capaces de afrontar lo que nos ocurre. Para hacer frente a nuestro problemas es útil que tengamos en cuenta además de la situación vivida, los factores psicológicos que nos influyen y que nos paralizan.

Dos factores que pueden influirnos negativamente son la desesperanza y la indefensión aprendida. La desesperanza revierte en sentimientos displacenteros sobre uno mismo y sobre los demás y el futuro (Beck). Tiñe de negro nuestros pensamientos y puede empujarnos a la depresión o al suicidio. Se caracteriza por una visión pesimista, de queja continua y de culpabilidad que puede ser proyectada en los demás.

En el caso de la indefensión aprendida nos referimos a la creencia de una persona sobre el bajo o nulo control sobre su vida y las consecuencias de sus actos. En esos casos la persona adopta una conducta de pasividad que provoca que las circunstancias no cambien (profecía autocumplida). La persona pierde la motivación a actuar por la idea equivocada de que lo que le ocurre no es producto de lo que hace, sino del destino, de otras personas o de otras razones inevitables. Por ejemplo, una persona que se ha quedado sin empleo y que tiene varias experiencias negativas cuando está intentando encontrar uno nuevo, puede llegar a pensar que no tiene sentido seguir haciéndolo porque no depende de él. Al dejar de buscar empleo, no entrará de nuevo en el mercado de trabajo lo que reforzará su idea de que haga lo que haga no conseguirá nada. Sin embargo, es su pasividad la que de forma indirecta afecta negativamente a su «mala suerte».

En el lado contrario hay factores que pueden ayudarte a mantener tu salud mental y que si bien no te aseguran una felicidad completa si son el camino que te llevará a un mayor equilibrio personal. Uno de ellos es el sentido de la vida. Victor Frankl definió este concepto como la necesidad de los seres humanos de encontrar un motivo, un propósito de sus vidas, para asumir la responsabilidad sobre uno mismo y sus experiencias. Si tienes un sentido serás más capaz de afrontar las situaciones desagradables de tu vida. Un concepto parecido fue definido por Antonovsky con el nombre de sentido de coherencia. Con ello se refiere a una orientación global del individuo expresada por la percepción sobre sus recursos de afrontamiento (controlabilidad), la capacidad de ver las crisis como retos desde una orientación positiva, (significatividad), y la comprensión coherente y claro del entorno o (comprensión). Tanto el sentido de la vida, como el sentido de coherencia han intentado explicar por qué las personas en situaciones límite, consiguen un nivel de salud mental y bienestar psicológico adecuado. 

 

Quien tiene un «por qué» podrá hacer frente a todos los «cómo»

Nietszche citado por Victor Frankl

 

Estudios empíricos han relacionado sentido de la vida y desesperanza. En concreto, se señala que cuando existe un sentido de la vida claro existe un nivel de desesperanza mínimo, al contrario cuando aparecen vacíos existenciales. Estas relaciones presentaron diferencias estadísticamente significativas. 

 
CONSEJOS PARA COMBATIR LA DESESPERANZA

Analizar racionalmente la situación. 

Pensar de forma positiva y desarrollar la autoeficacia. 

Evitar el aislamiento y buscar la relación honesta con otras personas.

Listar objetivos simples y alcanzables. Premiar los logros

Ser constantes. 

Evitar la victimización.

No idealizar al resto de personas.

No esperar soluciones milagrosas ni rápidas.

Realizar autocrítica constructiva.

Buscar soluciones creativas. 


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El apoyo social como factor protector de salud mental

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El apoyo social se define como la existencia de recursos de apoyo psicológico y provisión de ayuda por parte de personas significativas. Aporta sensación de ser queridos, estimados y valorados, la expresión de afecto positivo y la afirmación a los valores y creencias personales, indicando la pertenencia a una red de comunicación y de obligaciones mutuas. 

Por el contrario, la soledad es una vivencia subjetiva, disruptiva, estresante y displacentera producto de la falta de apoyo social. En español la palabra soledad engloba acepciones muy diferentes. En este caso nos referimos a la no elegida. Sin duda el estrés que conlleva la falta de apoyo social implica consecuencias para nuestra salud mental y física.

 

El apoyo social es un factor protector de salud mental y puede prevenir las conductas suicidas o favorecer el afrontamiento de las situaciones estresantes de forma adecuada. 

 

Así que para mantener una buena salud mental, es esencial mantener relaciones sanas y honestas y compartir experiencias con otros. Siempre que tengas oportunidad únete, asóciate y comparte actividades con personas que puedan aportar en tu vida y a las que puedas entregar lo mejor de ti mismo.


PARA SABER MÁS

 

¡Pide ayuda! la última vacuna contra el suicidio

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El suicidio es una conducta compleja, multicausal y prevenible que tiene un origen biopsicosocial. 

Rodeada de estigma y tabú, la conducta suicida tiene entre las claves de su prevención la detección precoz de factores de riesgo. Una de las dificultades para dicha detección está provocada por las reticencias de muchas personas a pedir ayuda cuando aparecen los primeros síntomas.

Puede ocurrir que el acto de pedir ayuda se tome como una debilidad y el miedo a despertar rechazo en los demás haga que vivamos en silencio o en la más estricta intimidad situaciones de sufrimiento que podrían ser aliviadas en contacto con otras personas. 

Por eso podría sernos útil luchar contra muchos de los mitos que existen alrededor de la conducta. Por un lado, el suicidio no es cuestión de valientes ni de cobardes, de débiles o fuertes.  Pedir ayuda cuando se necesita no sólo que no nos hace débiles, sino que supone un acto de valentía que abre la puerta a solucionar nuestros problemas. Por otro lado, hablar del suicidio no provoca que la gente se suicide, sino que ayuda a tratar abiertamente los problemas, a desahogarse y a mejorar la relación comprendiendo las razones que causan los sentimientos y las emociones. 

 

Por eso, tanto si estás sufriendo, como si ves a gente que sufre o has vivido de cerca un suicidio ¡comunícate! ¡pide ayuda!. La comunicación es la vacuna más potente que se conoce para prevenir el suicidio y para solucionar muchos problemas emocionales. El aislamiento y la soledad debilitan los lazos sociales y el apoyo social es uno  de los más potentes factores protectores de tu salud mental. Fuera hay muchas personas dispuestas a ayudarte, pero tienes que buscarlas. Tú también tienes mucho que aportarles… Nosotros también te necesitamos a ti. 

 

www.papageno.es es un colectivo de profesionales sin ánimo de lucro con formación en prevención y postvención del suicidio que aporta su experiencia para contribuir a controlar la amenaza a la salud pública que supone la conducta suicida. Si deseas más información accede a nuestro blog, estaremos encantados de compartir contigo.

 

Adicciones, drogas y alcohol en la conducta suicida

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Photo by Yash Lucid from Pexels

Las drogas institucionalizadas (alcohol y tabaco) y las ilegales (cannabis, opiáceos, cocaína o derivados, drogas de diseño…), así como todas las adicciones conductuales o sin sustancia (ludopatía, telefonía móvil, Internet y redes sociales, compra compulsiva, adicción al sexo…) tienen un punto en común: prometen un mundo idílico, un paraíso, donde es fácil afrontar los problemas que nos trae la vida.

En muchas ocasiones, sin embargo, en la fase de experimentación se suman la capacidad adictiva de la sustancia o conducta a sus efectos subjetivos tejiendo alrededor de la persona una red que acabará atrapándolo en una adicción. En esta fase las consecuencias negativas de la conducta aún parecen lejanas y la persona cree falsamente que ejerce control sobre su conducta. Dependiendo de las características de la adicción, de características personales y del entorno, la persona se verá envuelta en un escenario totalmente diferente. Cada vez dedicará más tiempo a actividades relacionadas con su problema, más recursos y más esfuerzo, en detrimento de actividades o personas significativas con las que antes disfrutaba.

En etapas posteriores aparecerán las consecuencias que determinarán un nuevo estilo de vida donde las consecuencias serán mayores que los beneficios percibidos. Entonces la conducta se mantendrá, entre otras razones, para evitar la abstinencia. La vida irá perdiendo sentido sin la presencia de la adicción que se adueñará del control de la vida y podrá llegar a tener graves consecuencias en la salud y en la calidad de vida.

 

En los casos más graves, la adicción se convierte en un factor de riesgo en la aparición de conductas suicidas. Adicciones, drogas y alcohol están presentes en muchos suicidios, ya sea en personas adictas o como desinhibidores para emitir la conducta.

 

En ese orden de cosas, el consumo agudo de alcohol es utilizado frecuentemente como desinhibidor (intentos de suicidio o suicidios «completados»), mientras que su abuso se asocia a la conducta suicida aumentando las tasas de suicidio a nivel poblacional. En esta relación influyen otras variables siendo superior en países del norte y del este de Europa que en los países mediterráneos. 

La relación entre el tabaquismo y la muerte por suicidio ha sido también constatada pero es mucho menos intuitiva. En primera instancia pudiera parecer que la relación no es directa, pero hay estudios que relacionan las leyes restrictivas de consumo con menores tasas de suicidio. Richard A. Grucza ha encontrado una relación mas allá del hecho que las personas con problemas psiquiátricos tienden a ser mayores fumadores. Su estudio determinó que un incremento de un dólar en los impuestos al tabaco se asoció con un descenso del 10% en las tasas de suicidio. Otras variables que podrían estar relacionadas son las prohibiciones de fumar en lugares cerrados. En los estados de EEUU donde se daban ambas medidas se registraban tasas inferiores en un 15% de la media nacional.

En el caso de las adicciones comportamentales o sin sustancia parece que la tendencia es parecida. Si hablamos de la ludopatía o juego patológico aumenta la probabilidad de aparición de ideación e intención suicida. Estas suelen aparecer asociadas a los sentimientos de arrepentimiento y pánico ante situaciones económicas problemáticas o de otra índole y el aislamiento o rechazo social propio de la fase de desesperación. Aproximadamente un 90% de los jugadores patológicos relatan ideación suicida y cerca del 20% refieren intentos de autolisis. Un jugador patológico corre seis veces más riesgo de fallecer por suicidio que la población general.

Por último, el consumo de drogas ilegales empeora aún más la situación. En el caso de la cocaína, muchos de sus consumidores acompañan su consumo del de alcohol lo que agrava los riesgos. Además, el síndrome de abstinencia de la cocaína, puede ir acompañado de depresión, ideas paranoica e incluso de pensamientos suicidas, lo que puede requerir apoyo profesional. 

En general, parece clara la relación de las conductas adictivas y el suicidio por lo que es recomendable considerarlas como un importante factores de riesgo. En consecuencias, los profesionales que atienden a personas con problemas adictivos deben contemplar la detección precoz de conductas suicidas de forma que puedan ser prevenidas. La formación de estos profesionales constituye una medida efectiva de prevención para reducir las tasas de suicidio en este colectivo.


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