Berta Moreno Küstner, doctora en Psicología, catedrática del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Málaga, además de coordinadora del Máster en Psicología General Sanitaria, abordará la prevención del suicidio en el ámbito universitario, donde reflexionará sobre cómo afecta esta problemática a este grupo de la población. Küstner impartirá esta conferencia plenaria en el I Encuentro Nacional de Prevención, Intervención y Postvención en la Conducta Suicida, que se celebrará en Málaga el 27 de mayo de 2022.
El congreso, al que se podrá asistir de forma presencial, online o en diferido, contará con destacados profesionales de diferentes ámbitos, que compartirán su conocimiento y su experiencia sobre la conducta suicida con los asistentes. Ese aprendizaje se complementará con varios talleres que abordarán temas como el duelo por suicidio, la psicología de emergencias o la relación del suicidio con los medios de comunicación. Todos los talleres se llevarán a cabo de forma online a lo largo del mes de mayo.
¿Quieres conocer más información sobre el congreso? ¿Estás interesado en asistir? Puedes encontrar toda la información sobre el encuentro en su página web. Ayúdanos a forjar el futuro juntos.
Araceli Ortega Martínez, psicóloga sanitaria, emergencista y socia de Papageno, analiza la importancia de la comunicación, la formación y la concienciación a la hora de prevenir el suicidio. La persona con ideas suicidas «no quiere morir, sino dejar de sufrir», subraya Ortega en este vídeo, en el que anima a la participación en el I Encuentro Nacional de Prevención, Intervención y Postvención en la Conducta Suicida, que se celebrará en Málaga el 27 de mayo de 2022.
El congreso, al que se podrá asistir de forma presencial, online o en diferido, contará con destacados profesionales de diferentes ámbitos, que compartirán su conocimiento y su experiencia sobre la conducta suicida con los asistentes. Ese aprendizaje se complementará con varios talleres que abordarán temas como el duelo por suicidio, la psicología de emergencias o la relación del suicidio con los medios de comunicación. Todos los talleres se llevarán a cabo de forma online a lo largo del mes de mayo.
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La Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebra cada 28 de abril el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, dedicado a promover la prevención de los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales en el mundo. En España, solo en el año 2020, se produjeron más de medio millón de accidentes de trabajo que causaron baja, según un informe del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, una cifra marcada por la pandemia y que representa un descenso importante respecto a 2019, cuando se registraron 650.602 accidentes con baja. El sector de actividad con mayor índice de incidencia fue la construcción, seguido del sector agrario y del sector industrial.
Por otro lado, esta problemática afecta más a los hombres que a las mujeres, tanto a nivel de accidentes como en el número de muertes. En España, en el año 2020, fallecieron 634 personas en su jornada laboral, de las cuáles 602 eran hombres y 32 mujeres. Esto supone un aumento del 15,9% respecto a 2019, y sitúa la cifra en 3,5 accidentes mortales de trabajo por cada cien mil trabajadores asalariados. Los infartos, los derrames cerebrales y otras patologías no traumáticas provocaron cuatro de cada diez muertes, seguidas por el aplastamiento o la amputación y los choques o golpes contra un objeto inmóvil.
Una de las claves para prevenir y proteger a los trabajadores reside en los factores psicosociales, como son el estrés, la violencia o la fatiga derivada de la ordenación del trabajo. Esta cualidad, regulada por la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales, obliga a los empresarios a procurar entornos de trabajo seguros a los trabajadores a su cargo. Por tanto, una gestión rigurosa y eficaz de esta parte de la Ley redunda en el bienestar de los trabajadores en todos los sentidos. La prevención, entendida muchas veces como un coste, queda relegada a un segundo plano, cuando tiene una importancia vital para la salud, la motivación o el compromiso de los empleados.
Sin embargo, la omisión o el descuido de estos factores psicosociales pueden aumentar el riesgo de suicidio. El entorno laboral, como espacio habitual para la vida de millones de personas, es un lugar estratégico para la prevención, pero también cuenta con numerosos factores de riesgo. La ansiedad, la carga de trabajo, el acoso laboral, la desmotivación o la fatiga constante, sumadas a la precariedad, el incumplimiento de la legislación o el acceso a métodos letales, aumentan el riesgo de suicidio. Por este motivo, es fundamental adoptar medidas de prevención que fomenten el bienestar de los trabajadores.
Prevención del suicidio en el entorno laboral: una realidad oculta
Para conmemorar el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, la Cátedra Terra Próspera en Prevención de Riesgos Laborales y la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio ‘Papageno‘ organizan una jornada de visibilización y debate dedicada a la prevención del suicidio en el entorno laboral. Por este motivo, este jueves 28 de abril a las 16:30 se celebrará un encuentro en el Salón de Grados de la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Murcia. La sesión se enmarca entre las actividades complementarias de formación del Máster Interuniversitario en Prevención de Riesgos Laborales y se podrá seguir en directo de forma presencial en la Universidad de Murcia y online a través de Zoom.
El acto estará coordinado por el director de la Cátedra de Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad de Murcia, el doctor Mariano Meseguer de Pedro, y por el director del Departamento de Psiquiatría y Psicología Social de la Facultad de Psicología, el doctor Mariano García Izquierdo.
Programa
Daniel J. López Vega, psicólogo, presidente de Papageno y responsable del grupo de Psicología y Suicidio del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental (COPAO), impartirá la primera ponencia de la jornada, titulada ‘Prevención del suicidio en la empresa: posible y necesario‘. Posteriormente, Guillermo Córdoba Santos, periodista especializado en el tratamiento del suicidio y coordinador del proyecto Periodismo Responsable de Papageno, hablará sobre la especial relación del suicidio con los medios de comunicación y aportará diversas pautas para que los periodistas informen sobre este tema desde la prevención para ayudar a salvar vidas. A continuación, Noelia García-Guirao, doctora en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, profesora asociada en el Departamento de Psiquiatría y Psicología Social de la Universidad de Murcia, además de socia fundadora de Papageno, se encargará de la ponencia ‘Estrés y riesgo de suicidio en el entorno de trabajo‘. Por último, María Guerrero Escusa, doctora en Psicología, profesora asociada en el Departamento de Psiquiatría y Psicología Social de la Universidad de Murcia y presidenta del Teléfono de la Esperanza de Murcia, cerrará el encuentro con la sesión titulada ‘Prevención del suicidio y promoción de la salud emocional‘.
Luis Fernando López Martínez, psicólogo y codirector del proyecto ISNISS, dedicado a conocer, estudiar e investigar la posible influencia de los entornos digitales en la autolesión y el suicidio, será otro de los profesionales que participarán en el I Encuentro Nacional de Prevención, Intervención y Postvención en Conducta Suicida de Papageno. López participará con la ponencia titulada ‘Intervención psicológica en adolescentes y jóvenes con conducta suicida: herramientas y resultados terapéuticos’ en la jornada que se celebrará el viernes 27 de mayo de 2022 en Málaga (España).
El congreso, al que se podrá asistir de forma presencial, online o en diferido, contará con destacados profesionales de diferentes ámbitos, que compartirán su conocimiento y su experiencia sobre la conducta suicida con los asistentes. Ese aprendizaje se complementará con varios talleres que abordarán temas como el duelo por suicidio, la psicología de emergencias o la relación del suicidio con los medios de comunicación. Todos los talleres se llevarán a cabo de forma online a lo largo del mes de mayo.
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Miguel Guerrero Díaz, psicólogo clínico y presidente del comité científico del I Encuentro Nacional de Prevención, Intervención y Postvención en Conducta Suicida, nos presenta las claves de su ponencia ‘El suicidio como fenómeno universal, histórico y social; multidimensionalidad de la conducta suicida’. Guerrero, responsable de la Unidad de Conducta Suicida UPII Cicerón, ofrecerá una amplia radiografía sobre este problema en la jornada que se celebrará el viernes 27 de mayo de 2022 en Málaga (España).
La jornada, a la que se podrá asistir de forma presencial, online o en diferido, contará con destacados profesionales de diferentes ámbitos, que compartirán su conocimiento y su experiencia sobre la conducta suicida con los asistentes. Ese aprendizaje se complementará con varios talleres que abordarán temas como el duelo por suicidio, la psicología de emergencias o la relación del suicidio con los medios de comunicación. Todos los talleres se llevarán a cabo de forma online a lo largo del mes de mayo.
¿Quieres conocer más información sobre el congreso? ¿Estás interesado en asistir? Puedes encontrar toda la información sobre el encuentro en su página web. Ayúdanos a forjar el futuro juntos.
Daniel J. López Vega, presidente de la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención de la Conducta Suicida‘Papageno’, ofrece en el siguiente vídeo un mensaje de bienvenida al I Encuentro Nacional de Prevención, Intervención y postvención en Conducta Suicida, que se celebrará el viernes 27 de mayo de 2022 en Málaga (España).
La jornada, a la que se podrá asistir de forma presencial, online o en diferido, contará con destacados profesionales de diferentes ámbitos, que compartirán su conocimiento y su experiencia sobre la conducta suicida con los asistentes. Ese aprendizaje se complementará con varios talleres que abordarán temas como el duelo por suicidio, la psicología de emergencias o la relación del suicidio con los medios de comunicación. Todos los talleres se llevarán a cabo de forma online a lo largo del mes de mayo.
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El pasado miércoles 16 de febrero, asistí como ponente a la clase del profesor Juan Carlos Marcos Recio en el Máster de Documentación Fotográfica de la Universidad Complutense de Madrid. Acompañado por el profesor Francisco José Estupiñá Puig, coordinador de PsiCall, el servicio de atención psicológica para los estudiantes de la Complutense, impartimos una sesión sobre la salud mental y suicidio a los alumnos de este máster. Agradecido siempre por la invitación, comparto a continuación mi parte de la sesión, dedicada a enseñar cómo ilustrar una información sobre el suicidio en los medios de comunicación.
*Para una mejor experiencia en la lectura, se recomienda colocar el móvil en posición horizontal para poder ver con mejor calidad las fotografías que acompañan a este reportaje.
Una de las frases que más me gusta utilizar cuando acudo a dar una ponencia sobre la delicada relación del suicidio con los medios de comunicación es que informar del suicidio siempre ha sido, es y será difícil. Lo será, también, para la sociedad, pero en la cabeza de los periodistas existen todavía demasiados mitos sobre este tema. Solo una frase, “informar del suicidio provoca un efecto contagio”, adorna sus apuntes, lo que hace más complicado que, llegado el momento, informen con la responsabilidad que merece este tema. Lo mismo ocurre con las fotografías. Cuando piensan en qué imagen elegir, aparecen varios problemas que les hacen más difícil acertar.
Los problemas para ilustrar una información sobre el suicidio
El desconocimiento es uno de los problemas más graves que rodean a la conducta suicida. La influencia de la religión, el tabú, el estigma o los mitos influyen de manera evidente en la sociedad y en las redacciones de los medios de comunicación. Y esto hace que los periodistas no sean conscientes de las cifras o del dolor que esconden las personas que han perdido a un ser querido por suicidio. Ese desconocimiento, en el que su paso por la universidad juega un papel vital, provoca que los periodistas no sepan cómo informar del suicidio. Si su única formación es una frase, sería inocente pedirles que sepan qué fotografía elegir cuando abordan este tema.
A eso se suma que no conocen el buen número de guíasde buenas prácticas que se han publicado en los últimos años. Por ejemplo, si acudimos al escondido Manual del Ministerio de Sanidad, se recomienda al redactor que “sea prudente en el uso de imágenes”. Pero, manuales aparte, otro problema es la ausencia de costumbre, ya que los periodistas no están habituados a informar del suicidio. Sí es cierto que en la actualidad se informa más y mejor que hace años, pero no se hace a menudo. Si la vida se hace de costumbres, entre los periodistas no aparece todavía la de informar sobre el suicidio ni, tampoco, ver habitualmente informaciones sobre este tema.
El último problema a la hora de ilustrar este tema son las presiones por tiempo, un detalle que no hace ningún bien cuando no saben cómo acompañar la pieza. Si la prisa llama a la puerta, la paciencia escapa por la ventana. Es por ello que acuden a los típicos bancos de imágenes (Pixabay, Freepik, Pexels…) para teclear “suicidio” y escoger la imagen que mejor les encaje. Aquí, presos de pura ignorancia, cometen el error de elegir fotos que, aunque se identifican con el suicidio, ocasionan dolor en las personas con ideas suicidas o que han perdido a un ser querido por suicidio.
Errores más habituales
Pero, ¿de qué imágenes estamos hablando? Me refiero a fotografías donde vemos a una persona asomada a un precipicio en la que solo se aprecian sus zapatillas o en la que aparecen unas vías del tren, fotografías en las que se ve a alguien en el suelo rodeado de un buen número de pastillas o, también, las imágenes de una soga. Son imágenes propias del desconocimiento y de la ignorancia, atributos que forman parte del tabú que rodea al suicidio. Y ahora que sabemos qué imágenes debemos evitar, pasemos a otra pregunta importante: ¿por qué no debemos utilizarlas?
“La OMS recomienda no publicar fotografías sobre suicidios concretos, una directriz que en España sí que se cumple en la inmensa mayoría de los casos. No obstante, fruto de mi contacto con personas que han perdido a un ser querido por suicidio, he descubierto que hay otro tipo de fotos que los medios publicamos con asiduidad las cuales les generan un inmenso dolor. Y aquí he de decir que la ignorancia es la que nos lleva a hacerlo. Me refiero a informaciones que abordan el fenómeno del suicidio y que se ilustran con vías del tren, una persona asomada a un precipicio, pastillas, una soga… Los medios de comunicación, entre otras carencias, todavía no hemos resuelto la forma con la que ilustrar nuestras informaciones de suicidio. ¿Ilustraríamos una información sobre alcohólicos anónimos con una botella de whisky? Lo dudo. Pero estoy seguro de que si los periodistas supiéramos el dolor que generan estas imágenes, ya que la mayoría lo desconoce, dejaríamos de publicarlas”.
Además, habría que añadir el peligro de que este tipo de imágenes puedan provocar un efecto contagio en personas con ideas suicidas. La recomendación es no detallar el método o el lugar, pero ese consejo se extiende a la fotografía que vamos a elegir para acompañar la pieza. El Manual del Ministerio de Sanidad subraya una acertada recomendación sobre este tema.
“Sea prudente en el uso de imágenes. No publique fotografías ni vídeos de la persona fallecida, del método empleado, de la escena del suicidio, ni fotos dramáticas (por ejemplo, fotos de la persona en cornisas o similares, o de los instrumentos utilizados). Tampoco utilice imágenes recuperadas de las redes sociales”.
Conocida la recomendación, ¿se cumple? Como bien apuntaba González Ortiz, esta pauta se sigue en la inmensa mayoría de las piezas. Sin embargo, hay ocasiones en las que se comete un error: será por el desconocimiento, la ignorancia, las presiones por tiempo o la falta de costumbre. Será porque, conviene recordarlo, es difícil saber cómo acompañar este tipo de informaciones. Pero también hay veces en las que se cometen errores que atropellan la intimidad y se olvidan del dolor. Vamos a verlo con algunos ejemplos.
Intentos de suicidio
Una de las piezas que con más frecuencia aparecen en los medios de comunicación es la de un intento de suicidio abortado por los agentes de los cuerpos de seguridad del Estado. Aunque la recomendación es que no sean noticia, la información aterriza en la redacción a partir de una nota de prensa elaborada por los propios agentes. Es una información que, con mi experiencia, suele publicarse en varios medios con todo detalle: método, lugar y, a veces, una fotografía de la persona. Aunque es cierto que se respeta en parte la privacidad (la persona suele aparecer de espaldas, por lo que rara vez se la puede reconocer), la imagen se publica sin su consentimiento.
Si nos ponemos en la piel de esta persona o de sus familiares, es lógico pensar que podrían encontrar esta imagen en cualquier momento. En esa jungla que es internet, nada desaparece y todo permanece. Y hay recuerdos que hacen mucho daño. Pero, a pesar de todo esto, estas informaciones se publican sin filtro alguno, incumpliendo las recomendaciones y sin pensar en el dolor de los protagonistas. Aunque aprecio y valoro la labor de prevención de los agentes, que salvan muchas vidas a diario, cabe preguntarse si escribirían esa nota de prensa si conocieran a esa persona y fuera su madre, su hermano o uno de sus hijos. Sinceramente, lo dudo.
Suicidios consumados
En escasas ocasiones, los medios informan del suicidio de una persona concreta. La información suele relacionarse con una problemática social como el acoso escolar, el paro o los desahucios. Sabiendo que todo suicidio se produce por varias causas, los medios simplifican en exceso y relacionan un suicidio con una sola causa. Dejando a un lado este detalle, centrémonos en las fotografías. La lógica lleva a acompañar las informaciones con el edificio donde vivía la persona o el colegio en el que estudiaba el adolescente. Pero, a veces, se cometen errores que traspasan esa lógica.
En junio de 2021, todos los medios de comunicación informaron con todo detalle del suicidio de Segundo, un hombre que vivía en el barrio de Sants, en Barcelona. Pude ver imágenes dentro de la lógica: manifestaciones en contra de los desahucios o que mostraban el edificio donde vivía. Pero hubo una, publicada en El Periódico (advertencia: las imágenes que aparecen en esa noticia pueden herir la sensibilidad), que me llamó especialmente la atención: mostraba el lugar concreto donde Segundo se quitó la vida. Por razones ya comentadas, este tipo de imágenes no deberían publicarse al poder dar ideas del método empleado y causar un daño a las personas que conocen la dolorosa realidad del suicidio.
Otro ejemplo, más reciente, ocurrió en Ciudad Real a principios de febrero. En este caso, se trataba del suicidio de una persona oriunda de esta ciudad. (Advertencia: las imágenes que aparecen en estas noticias pueden herir la sensibilidad). Varios medios, como La Tribuna de Ciudad Real o Lanza Digital, publicaron la noticia con todos los detalles (si informar del suicidio provoca un efecto contagio, o eso dicen, ¿por qué la publicaron?) y con varias fotografías que mostraban el cuerpo del hombre en plena calle. Más allá de la evidente insensibilidad, añado una reflexión: en el suicidio, es mejor abordar el problema desde una perspectiva general que con un caso concreto.
Recomendaciones en el camino de la prevención del suicidio
Sabido todo esto, cambiemos de tercio. ¿Cómo pueden los medios de comunicación acompañar una información sobre el suicidio? La respuesta no es sencilla. La opción más habitual es con la fotografía de la persona o de las personas a las que hayamos entrevistado, algo habitual en los reportajes. Como ejemplos, un fantástico reportaje titulado ‘Suicidio, la muerte invisible’ escrito por las periodistas de La Nueva España Sandra F. Lombardía y Elena F.-Pello; y un segundo, también maravilloso, obra de Patricia Rodríguez (El Diario Vasco) y que cuenta la historia de Peru Aramburu, una persona que cuenta cómo pedir ayuda le ayudó a superar sus ideas de suicidarse.
‘Suicidio, la muerte invisible’ (La Nueva España)
El pie de foto es de premio: «Peru Aramburu sufrió un vacío existencial durante meses. Con la ayuda de un psicólogo ha conseguido salir adelante».
Ilustraciones
Otra forma preventiva de acompañar una información sobre el suicidio es a través de una ilustración. Sirve de ejemplo la lámina que ilumina este artículo. Elaborada por el ilustrador Felip Ariza, acompañaba el reportaje titulado ‘Todos contra el suicidio’, que fue publicado en El Correo en marzo de 2020. Transmite una idea directa, preventiva y con un mensaje claro: aunque una persona quiera quitarse la vida, siempre habrá una mano dispuesta a evitar que lo haga.
También sirven como ejemplos dos ilustraciones en sendos reportajes de Ana Lucas en La Opinión de Murcia. El primero, titulado ‘Suicidios en la adolescencia’, contiene una obra de Evelyn Quito (de hecho, este reportaje se llevó un accésit en la primera edición del premio #PeriodismoResponsable de Papageno y AFASIB), mientras que al segundo, titulado ‘El suicidio silenciado de las personas mayores’, le acompaña la ilustración de Loba López. Sin embargo, este tipo de escoltas no son muy habituales en las informaciones sobre el suicidio: necesitan de tiempo, además de la necesidad de pagar a los autores en un mercado donde la cartera no goza de buena salud.
Recursos de Ayuda
Los medios de comunicación no suelen aportar recursos de ayuda cuando informan sobre el suicidio. A la falta de costumbre y al evidente desconocimiento de las guías de buenas prácticas se suma la dificultad de conocer qué número deben incluir. Si el 016 es conocido por todos y es fácil de recordar, con el suicidio no existe, todavía, el teléfono de tres cifras facilitado por el Gobierno. Lo será en unos meses el 024, pero mientras llega marcado por las incógnitas, los recursos existentes son el Teléfono de la Esperanza (717 003 717), el Teléfono Contra el Suicidio (911 385 385), el puesto en marcha por el Ayuntamiento de Barcelona (900 925 555) o el Teléfono destinado a niños y adolescentes de la Fundación ANAR (900 20 20 10). Números largos, poco conocidos por la sociedad, difíciles de recordar y sin la visibilidad institucional.
Todo cambiará con la llegada, antes del 10 de mayo, del deseado pero peligroso 024 porque es corto, fácil de recordar, tiene el patrocinio del Gobierno y hay medios que ya han adquirido la costumbre de incluirlo aunque todavía no esté operativo. Pero, a la espera de su llegada, los medios de comunicación pueden hacer una valiosa labor de prevención si ilustran las informaciones sobre el suicidio con un recurso de ayuda (en especial, si es con un número de teléfono). De esta forma, podrían conectar con los lectores con un impacto visual, más directo y fácil de recordar que en el texto. Un buen ejemplo es este reportaje sobre el Teléfono de la Esperanza del Faro de Vigo o este otro sobre el Teléfono Contra el Suicidio de EL MUNDO.
‘Una voz para la esperanza al otro lado de la línea’ (Faro de Vigo).
‘Tres días en el Teléfono Contra el Suicidio’ (EL MUNDO).
Pero ilustrar un reportaje sobre el suicidio con un recurso de ayuda no solo ayudaría a conectar con los lectores de esa pieza. Permitiría, también, llegar a un público más amplio a través de las redes sociales. Compartir un artículo a través de Facebook o de Twitter (y por supuesto de Instagram) implica que este vaya acompañado de una imagen que puede salvar vidas. Además, sabedores de que los lectores no siempre van a llegar al final del artículo (la ubicación habitual de estos recursos), la audiencia recibiría ese impacto nada más entrar, lo que aumentaría su repercusión.
[Añadido el 5 de marzo de 2022]. Según el periodista Diego Fuentes Rodríguez, otra opción acertada para ilustrar una información sobre el suicidio es acompañar la misma de una imagen que contenga un mensaje claro, directo y sencillo que cale en el receptor. Ejemplos útiles pueden ser una llamada a la acción junto a un teléfono de ayuda en lugar de mostrar solo las cifras; desmitificar que suicidarse sea un acto valiente o que quien se haya suicidado sea un ejemplo de algo o referente a seguir en ese aspecto. También que todo tiene solución excepto la consumación de esa decisión, o que nadie quiere morir, solo dejar de sufrir. Acompañada de un buen tratamiento de la información y de los recursos de ayuda, la función sería claramente disuasoria para potenciales receptores con ideas suicidas, parecida a la que tienen los mensajes de las cajetillas de tabaco. Sin embargo, en este caso serían más efectivos porque la imagen tendría un papel protagonista, claramente visible con independencia de si se lee o no la información, y no quedaría reservada a un mero espacio residual.
Cifras, datos, números
Una última opción para acompañar una información sobre el suicidio sería aportar un gráfico con las cifras del número de suicidios. Aportaría una radiografía completa, ya que de un vistazo se podrían observar datos que, de primeras, asustan. Este recurso aportaría conocimiento, contexto e información para que los lectores (y el público de las redes sociales) entiendan mejor la magnitud del grave problema de salud pública que representa el suicidio. Según el ámbito de cada medio (nacional o regional) y la información de la que dispongamos, podemos aportar una imagen que, claro, lleva su tiempo y que necesita de una pizca de paciencia antes de salir publicada.
Conclusiones
Una frase que me encanta es la de “ponerse en la piel de las personas”. Mi intención con este artículo era ponerme en la piel de los periodistas para entender cuáles son las dificultades que se encuentran cuando tienen que ilustran una información sobre el suicidio y, por supuesto, ponerme en la piel de las personas que conocen de cerca este grave problema de salud pública. Personas que han pensado o que piensan en el suicidio. Personas que han perdido a un ser querido por suicidio.Personas en las que los periodistas debemos pensar cuando informamos del suicidio.
El pasado 10 de septiembre, en una jornada especial con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio ‘Papageno‘ y la Asociación de Familiares y Amigos Supervivientes por Suicidio de las Islas Baleares (AFASIB), entregaron los premios #PeriodismoResponsable con el objetivo de distinguir a los mejores trabajos periodísticos que visibilizan el grave problema del suicidio y ayudan a salvar vidas. En la categoría nacional, el jurado eligió como ganador al reportaje ‘Suicidio: una decisión sin vuelta atrás’, elaborado por la periodista Luisa Pérez y el realizador Javier Monterde para Radio Nacional de España. Por otro lado, la columna ‘Saltar al vacío‘, publicada en el Diario de Ibiza por Pilar Ruiz Costa, fue el trabajo mejor valorado por el jurado en la categoría local, dirigida a los trabajos publicados en medios de comunicación de las Islas Baleares.
Para celebrar el fallo del jurado, los organizadores del premio han tenido la oportunidad de entrevistar a Luisa, Javier y Pilar para conocer sus sensaciones y reconocer su trabajo. Invitado por los dos profesionales de Radio Nacional de España, el coordinador del proyecto Periodismo Responsable de Papageno, Guillermo Córdoba, pudo entrevistar a los ganadores de este reconocimiento pionero. En los estudios centrales de la radio pública, los ganadores reflexionan sobre la compleja realidad del suicidio, los motivos que les llevaron a hablar de este tema o su trabajo antes de publicar estas piezas.
Puedes escuchar la entrevista en esta misma página o en la web de Ivoox.
El pasado viernes 17 de julio, el Ministerio de Sanidad publicó en su página web un manual con el título ‘Recomendaciones para el tratamiento del suicidio por los medios de comunicación’. El documento, elaborado a partir de la positiva sinergia entre diversas instituciones, busca orientar a los periodistas en la complicada tarea de informar sobre el suicidio. Algo que, tengamos claro, siempre será difícil hacer: lo era antes, lo es ahora y lo será en el futuro.
Leído el manual, que cuenta además con una amplia bibliografía, he querido escribir y reflexionar sobre los conocimientos que transmite y sobre los que no aparecen. Un análisis donde aportaré recomendaciones y comentariospara mejorar dicho manual, algo que podría ayudar a comprender mejor un grave problema de salud pública por el que pierden la vida más de 3.000 personas cada año en España, siempre según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística.
Terminadas las presentaciones, es turno de comenzar. Os animo a acompañarme y, sobre todo, aportar vuestra visión en los comentarios. Vamos a por ello.
En primer lugar, me ha gustado mucho la sinergiaentre diversas organizaciones (periodistas, policías, bomberos, psicólogos, supervivientes de suicidio…) para crear dicha guía. Esa colaboración es positiva para que todos aporten sus conocimientos y ayuden a los periodistas a hacer un correcto tratamiento del suicidio.
En segundo lugar, el manual cuenta con abundantes datos y un contexto necesario: antecedentes, mitos o cifras para comprender un urgente problema de salud pública que pasa desapercibido en la sociedad de la información. Pero, por otro lado, me ha faltado la aportación de varios gráficos para comprobar la escasa variación de las cifras en el siglo XXI, y otro donde se podrían comparan las muertes por suicidio con las de accidentes de tráfico o violencia machista. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y en este caso este tipo de gráficos ayudarían a la comprensión.
En tercer lugar, una de las carencias del manual es la nula explicación sobre qué es elefecto Werther. Por mi experiencia y contacto con los periodistas, sé que una frase habitual entre el gremio es “hablar del suicidio provoca un efecto contagio”. Pero, ¿saben qué es eso o se quedan en el mero titular? Habría que explicarles la historia de «Las desventuras del joven Werther» o el estudio que el sociólogo David Phillips publicó en 1974. Y, por supuesto, enseñarles ejemplos del incremento de los suicidios cuando se informa mal sobre ellos (sobre todo en el caso de los famosos) les ayudaría a comprender mejor el problema y tomar más precauciones. O, mejor dicho, saber por qué deben seguir las recomendaciones del manual.
Por el contrario, se explica con más detalle el origen delefectoPapageno con la ópera de Mozart. Hay un párrafo con una comparativa Werther-Papageno que me ha encantado. Lo podéis encontrar en la cuarta página del manual.
“Los medios de comunicación pueden tener una influencia en la conducta suicida de la población que puede ser tanto perjudicial como preventiva, según cuáles sean las características y el tratamiento de la información elaborada”.
Desde hace décadas, la inmensa mayoría de los periodistas tenían una idea sobre el suicidio: el efecto contagio. La frase de ahí arriba, junto con el manual, amplía su perspectiva sobre este problema. Probablemente exagere, pero me ha recordado a Colón descubriendo América. Si ese manual llega más lejos que las pautas que la Organización Mundial de la Salud distribuyó en el año 2000, el gremio periodístico podrá descubrir un nuevo mundo. Existe un continente casi desconocido donde los periodistas pueden hablar del suicidio y, lo más importante, si lo hacen bien pueden salvar vidas. El continente no se llama América: se llama Papageno.
Para terminar, dejo otro párrafo del manual que me ha gustado (página 7).
“El tabú ante el suicidio debe ser superado en los medios de comunicación a la vez que el tratamiento de las noticias sobre suicidios debe cumplir determinados criterios, que deben ser claros y consensuados con los y las profesionales de los medios para evitar el efecto contagio (“efecto Werther”) pero potenciar el efecto preventivo (“efecto Papageno”)”.
Recomendaciones
Entrando en las recomendaciones, paso a comentar las más destacadas:
“En el titular, no use la palabra “suicidio”, ni concrete el método y lugar (los métodos y los lugares se imitan)”.
Esta recomendación, quizá la más importante, está bien escrita y bien explicada. Los periodistas se preguntarán: ¿Por qué no contamos cómo se ha suicidado X famoso?Porque puedes provocar más víctimas. Pero aquí vuelvo al punto del efecto Werther: faltan ejemplos y son fundamentales.
“No publicar las notas de suicidio o las fotos dramáticas (por ejemplo, fotos de la persona en cornisas o similares, o de los instrumentos utilizados)”.
Este es un error habitual de las noticias o reportajes actuales sobre suicidio, ya que el periodista no sabe con qué imagen acompañar la pieza periodística. A veces, por costumbre o por error, lo hace de forma indebida, con una persona en un lugar elevado o con unas pastillas dispersas. Eso hay que evitarlo.
“Resaltar las alternativas al suicidio”.
Aunque se ofrecen recursos, quizá habría que haberlos personalizado según la pieza (si es una noticia sobre un suicidio podría acompañarse de unos recursos, y si es un reportaje sobre los supervivientes de otros). También hay que procurar que el manual seactualice cada cierto tiempo (cada seis meses o cada año), sobre todo para cuando se ponga en marcha ese teléfono de tres cifras tan deseado.
“Tenga especial cautela cuando informe sobre suicidios de personas famosas”.
Esta es, sin ninguna duda, la recomendación más importante del manual, ya que un alto porcentaje de las piezasperiodísticas (sobre todo las noticias) son sobre un famoso que se ha suicidado. También se suele escribir sobre el aniversario de un suicidio, aunque en este caso la pieza se acercaría más a un reportaje. Es clave que este punto quede claro desde un principio, ya que numerosos estudios afirman que el efecto contagio es mayor cuando se informa mal sobre el suicidio de una persona famosa.
También hay que tener en cuenta un par de detalles fundamentales. En primer lugar, el suicidio de una persona famosa puede ocurrir en cualquier parte del mundo, pero la información no siempre la escribe un periodista que vive en España. Me sirvo de un ejemplo para explicarlo. A finales de marzo, los medios informaron del suicidio de Thomas Schäfer, ministro de Finanzas del estado alemán de Hesse. Varios medios como EL MUNDO o El Periódico publicaron la triste noticia a partir de un teletipo de la Agencia EFE… escrito en Berlín. Tanto en el teletipo como en la noticia de ambos medios se incluía el método. En este enlace podéis encontrar la de EL MUNDO.
Sigo con el ejemplo de Schäfer para analizar la noticia publicada por la corresponsal de ABC en Berlín, Rosalía Sánchez. Cito textualmente: “Su cuerpo fue encontrado el sábado junto a las vías del tren. El ministro regional de Finanzas de Hesse, Thomas Schaefer, de 54 años, casado y con dos hijos, dejó una carta de suicidio”. El error, doble, está claro: método y nota. Conocido esto, ¿cuál sería el objetivo? No olvidarse de formar a los corresponsales de los medios españoles por todo el mundo. Y, si esto no tiene resultado, olvidarse de copiar y pegar ese teletipo que ha llegado de Berlín y modificar la noticia eliminando los detalles (método y nota en este caso) y añadiendo los recursos de prevención disponibles en España.
Los medios de comunicación no han tardado en relacionar el coronavirus con el suicidio. El caso más mediático hasta ahora ha sido el de Thomas Schäfer, ministro de Finanzas del estado alemán de Hesse.
“Sea cuidadoso en los contenidos, también en situaciones de presiones por tiempo”.
Esta situación es importante, ya que publicar el contenido antes que la competencia puede llevar al periodista al error. Es fundamental crear una conciencia para que tanto el periodista como su jefe den más tiempo, ya que una pieza sobre suicidio no se escribe en cinco minutos. Y menos si no se ha recibido la formación adecuada, claro. Este punto está relacionado con el anterior, ya que copiar y pegar un teletipo no lleva el mismo tiempo que leerlo con detenimiento y modificar lo necesario. Toca insistir en una idea de la introducción: hablar del suicidio siempre será difícil.
“Escriba siempre el artículo o elabore la pieza informativa con sensibilidad, pensando que uno de los seres queridos que ha sufrido la pérdida, lo va a leer y cómo se puede sentir”.
Algo parecido a lo que comentaba antes: hay que convencer al periodista de que se puede hablar del suicidio, y que si lo hacemos bien se pueden salvar vidas.
Siguiendo con las recomendaciones, en la página 12 aparece un apartado titulado ‘Características que debe reunir la información en prensa’, que está cogido del plan de prevención de Navarra. Si vamos al primer punto, leemos lo siguiente:
“Evitar explícitamente los detalles sobre el método de suicidio»:
Características que debe reunir la información en prensa. En ‘Recomendaciones para el tratamiento del suicidio por los medios de comunicación’ (página 12).
► P. ej. Se puede hacer referencia a una sobredosis, pero no al tipo y número de pastillas.
► P. ej. Decir que alguien se ha ahorcado es mejor que decir que alguien se ha ahorcado en su habitación usando su camiseta de fútbol”.
Pero… ¿No habíamos quedado en que no había que informar del método porque se imita? Este punto puede generardudas en el periodista, ya que anteriormente ha leído que “no debe concretar el método ni el lugar” y ahora ve que puede contar que una persona ha muerto por sobredosis o que se ha ahorcado, pero no detallar con qué pastillas o prenda lo ha hecho. El periodista no puede dudar, y menos aquí. Que quede claro: no hay que contar ni detallar el método.
“La responsabilidad debe implicar, entre otros aspectos, considerar los sentimientos de los parientes, evitar la descripción detallada del método de suicidio adoptado y tener en cuenta la sensibilidad del público receptor. Aunque pueda resultar relevante indicar cómo murió una persona, proporcionar demasiados detalles podría estimular a otras personas a probar esos métodos”.
El manual, aprobado por el Consejo de Administración en 2010, me deja a medias. Pide “evitar la descripción detallada” y “no proporcionar demasiados detalles”, pero no deja claro si hay que contar o no el método. Si vamos a la parte práctica, que en este caso aporta más que la teórica, podemos encontrar varios malos ejemplos donde periodistas de RTVE no cumplen con las directrices. A pesar de ello, hay que decir que RTVE es el grupo que más reportajes ha hecho sobre la prevención del suicidio. Vamos con los malos ejemplos.
Titular: “La policía confirma el suicidio de Robin Williams”.
En el cuerpo de la noticia leemos lo siguiente.
“La investigación preliminar sobre la muerte de Robin Williams ha determinado, según han informado las autoridades del condado de Marin (California), que el actor se ahorcó con un cinturón en su dormitorio. El actor, de 63 años, se habría quitado la vida sin dejar una nota de suicidio, según ha declarado Keith Boyd, policía del condado”.
Recomiendo también ver el vídeo para escuchar las palabras de Almudena Ariza.
“La policía ha dado una rueda de prensa y ha confirmado que la muerte de Robin Williams fue un suicidio, se ahorcó con un cinturón y se cortó una de las muñecas”.
Titular:“Muere el expresidente peruano Alan García tras dispararse cuando iba a ser detenido por supuesta corrupción”.
En el cuerpo de la noticia leemos lo siguiente:
“El ministro del Interior, Carlos Morán, ha informado que cuando la policía llegó a casa de García para arrestarlo, el expresidente dijo que necesitaba llamar a su abogado. Después, entró en su habitación y cerró la puerta. A los pocos minutos se escuchó un disparo de arma de fuego, la policía entró por la fuerza en la habitación y encontró a García sentado con una herida en la cabeza», ha añadido Morán”.
Hay que decir que, días después, la cadena pública informó de que García había dejado una nota de suicidio. La nota fue leída en público por su hija y en la noticia se incluía, de nuevo, el método utilizado por el expresidente de Perú.
Titular: “Un hombre mata a su pareja en Puertollano, Ciudad Real”.
En el cuerpo de la noticia leemos lo siguiente:
“La Policía que investiga la muerte de dos personas en su domicilio de Puertollano (Ciudad Real) por disparos de arma de fuego ha señalado que los indicios apuntan a que el hombre disparó a la mujer, que era su pareja sentimental, y posteriormente se suicidó con el mismo arma, y se ha descartado por el momento la intervención de terceras personas”.
Volviendo al manual del Ministerio de Sanidad, echo de menos una mención o una recomendación al libro Hablemos del suicidio de Gabriel González. De hecho, este libro no aparece ni en la bibliografía, cuando es probablemente la mejor fuente de información sobre este tema en español, y no solo desde la perspectiva periodística. Siguiendo con el libro de González, en el manual falta algo fundamental: ¿cuándo un suicidio es noticia? No aparece por ningún lado y es una carencia total.
Conclusiones
El manual publicado por el Ministerio de Sanidad cumple, tanto en extensión como en el formato, con una buena guía de recomendaciones para el gremio periodístico. La necesaria sinergia entre organizaciones, la aportación de datos y contexto, el descubrimiento del efecto Papageno o cómo desmiente un buen número de mitos. A pesar de las carencias, que existen y en mi opinión son importantes, es un buen primer paso para comenzar a trabajar.
Adecuar ellibro de estilode los medios de comunicación sería un paso de gigante para fomentar la prevención. Se podría empezar con los que cita la guía (EL PAÍS y EL MUNDO), ya que son los más conocidos y podrían generar un efecto rebote sobre el resto. Hay que pensar que los estudiantes de Periodismo pueden guiarse a partir de los libros de estilo y, si están actualizados, llegarán a las redacciones con otra imagen sobre el suicidio.
Formar a lasagencias de noticias (Europa Press, Agencia EFE o Servimedia) sería otro gran paso para crear un efecto de prevención. Si una agencia no sabe cómo tratar el suicidio e informa mal sobre ello, habrá medios de comunicación que copien-peguen esa información y, cómo no, también informen mal. Creo que el ejemplo del Schäfer comentado por ahí arriba ilustra bien esta necesidad.
Me preocupa no saber cada cuánto tiempo va a compartir el Ministerio estas normas con los periodistas. No vale con dejarlas ahí y compartirlas una vez. Hay que hacerlo, como mínimo, una vez al mes y sobre todo al principio, para que el periodista tenga claro que, si alguien insiste tanto, será porque es importante.
Relacionado con el punto anterior, también hay que realizar un seguimiento de las noticias. Voy con otro ejemplo. Si dentro de un mes se suicida un famoso y los medios cuentan todos los detalles, algo habría que corregir. Para que eso no pase, debe crearse lo antes posible un grupo de trabajo que analice a diario las piezas publicadas sobre el suicidio y ayude a los periodistas en su correcto tratamiento. Quizá llegue con el esperado pero todavía invisible Plan Nacional de Prevención. Pero cuanto antes se ponga en marcha, mejor.
Otro punto negativo es el momento en el que se ha publicado la guía. La vida nos ha puesto en una coyuntura en la que el coronavirus ocupa casi toda la agenda y, por desgracia, el manual no va a tener tanto protagonismo como desearíamos todas las personas que trabajamos en la prevención del suicidio. Una rueda de prensa del ministro Illacon los principales agentes que han trabajado en la guía sería una buena noticia para que tuviera más relevancia y llegar de lleno a la sociedad, no solo al periodista.
Queda muchísimo trabajo por hacer. La publicación del manual del Ministerio nos puede ilusionar como un amor de verano, pero la historia nos dice que la existencia deunas recomendaciones sobre cómo informar del suicidio no garantizan su cumplimiento. Después de perder una oportunidad de oro en el año 2000 con las recomendaciones de la OMS (o incluso decenas con el abundante número de pautas publicadas desde entonces), no podemos perder otro tren. Llegar tarde otra vez sería imperdonable.
Formar bien a los periodistas bajo el paraguas de un Plan Nacional de Prevención es posible. Y no solo a los periodistas, sino a los estudiantes que acuden a las facultades a estudiar Periodismo. Si les formamos a ellos, ganaremos tiempo, ya que llegarán a la redacción con una idea diferente que las promociones anteriores. Hacen falta tiempo, ganas y querer hacerlo. El recurso está ahí, ya ha terminado la parte más fácil. Es el momento de ir a por la parte más difícil del puzzle: enseñar, ayudar y convencer a los periodistas de que hablar bien del suicidio salva vidas.
Criminólogo y analista. Representante de la Asociación Unificada de Guardias Civiles. Lleva a cabo estudios epidemiológicos sobre salud laboral y conductas suicidas en el ámbito de la Guardia Civil, para alertar del problema y para la adopción de políticas activas de prevención.
Introducción: consumo de alcohol, cirrosis y suicidio
No hace mucho reflexionaba en este mismo blog sobre las diferentes tasas de suicidio entre dos Regiones de España aparentemente similares: Asturias y Cantabria.
Buscando peculiaridades sociogeográficas en ambas regiones que lo explicaran, encontré en el Atlas Nacional de Mortalidad en España (ANDEES) una característica de salud que señala un comportamiento distinto entre ambas: el nivel de fallecidos por cirrosis.
Existe una fuerte relación entre el consumo excesivo de alcohol y las enfermedades hepáticas crónicas. De hecho, han dado lugar a un cuadro clínico específico: la cirrosis hepática del alcohol. También hay bastante consenso científico en que el alcohol es una conducta asociada al fallecimiento autoinfligido, como también hay consenso entre el par depresión/suicidio como ya adelantaba Miguel Ruiz-Flores Bistuer en su entrada: Alcohol y suicidio, la pareja letal
Se podría escribir mucho sobre hábitos de consumo de alcohol en España y extraer información relevante a varios niveles con la información allí disponible: frecuencias de consumo, de consumo intensivo, borracheras, bingedrinking, etc. Invito a expertos y a profesionales sanitarios, psicólogos o sociólogos a que estudien este tema en profundidad, puesto que los hábitos de consumo de alcohol están íntimamente relacionados con muchas conductas suicidas.
Con mis limitadas posibilidades quiero centrar la presente exposición en un solo eje: Relación entre consumo de alcohol, depresión y fallecimiento por lesiones autoinfligidas.
Alcohol y género
Convendrán conmigo que hay algo que distingue con claridad una dolencia alcohólica de un cuadro depresivo: los efectos orgánicos del abuso del alcohol y el agravamiento de otras enfermedades. Y esas consecuencias, matan. Eso sin olvidar el elevado coste en accidentes de tráfico o en actos violentos. La OMS estima que son más de 3 millones de muertes las que ocasiona el alcohol cada año en todo el mundo.
Recordarán l@s más veteran@s aquel anuncio, en los años 60/70, de un brandi cuyo eslogan era: “Es cosa de hombres”. Pues resulta que aquel prototipo del machismo debió calar (mucho) y el consumo excesivo de alcohol en España hace honor a aquella publicidad aún hoy en día. El alcoholismo sigue siendo cosa de hombres. Como consecuencia, también lo son las enfermedades crónicas del hígado y las muertes que provoca por diferentes medios.
No es posible establecer en este trabajo si el fruto envenenado de este “modelo de masculinidad” asociado al consumo de alcohol es suficiente para explicar los cuadros depresivos y las conductas suicidas, pero si creo posible valorar si el deterioro físico y mental resultado de consumo crónico, puede ser un factor de riesgo para el suicidio.
Método
Animado por los resultados obtenidos a partir de las series de datos de Andees, intenté localizar otras fuentes sobre consumo de alcohol, asistencias sanitarias provocadas por alto consumo de alcohol, fallecidos por cirrosis alcohólica y prevalencias de cuadros depresivos que apoyaran esos datos. Además de las ya conocidas sobre fallecidos por causa de la muerte que se pueden obtener de Sanidad y del INE, he tenido en cuenta datos sobre ingresos hospitalarios clasificados por el diagnóstico principal. Aparte, he recopilado los resultados de las encuestas de salud que se publican en ambas webs (Encuesta Europea de Salud del INE y Encuesta Española de Salud del Ministerio de Sanidad).
Encontré datos sobre fallecidos por cirrosis alcohólica en la web de Sanidad (codificado CIE-10 “K70”), discriminando por Comunidades Autónomas, género y grupos de edad (15-64 años) entre 1999/2018. De la misma fuente obtuve los datos de fallecidos por lesiones autoinfligidas (codificado CIE-10 “X60-X84).
El propio Ministerio de Sanidad ofrece datos sobre ingresos hospitalarios con motivos “Trastornos mentales y del comportamiento debidos al uso de alcohol” (CIE-9 ”660”), por “Enfermedad alcohólica del hígado” (CIE-9 “571”) y “Cuadros depresivos” (CIE-9 “296”, “300” y “311”), en el periodo 1997/2015 desglosados también por CCAAs, género y edad.
Los datos pueden también obtenerse del INE a través de su portal estadístico.
La misma web de Sanidad nos ofrece una larga batería de datos sobre modos de consumo de alcohol recogidos en el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad y en el INE obtenidos mediante encuestas (Encuesta EDADES del PND y Encuesta Europea de Salud y prevalencias sobre cuadros depresivos en el INE (Encuesta Nacional de Salud).
Con los datos detallados por año, Comunidad Autónoma, género y grupo de edad, obtuve una larga serie de tasas:
Fallecidos por cirrosis alcohólica por cada 100 mil habitantes.
Fallecidos por lesiones autoinfligidas por cada 100 mil habitantes.
Ingresos hospitalarios por trastornos mentales asociados al alcohol por cada mil personas asignadas.
Ingresos hospitalarios por cirrosis alcohólica por cada mil personas asignadas.
Ingresos hospitalarios por cuadros depresivos por cada mil personas asignadas.
Por otro lado, dispuse los resúmenes de dichas tasas para cotejarlas (por CCAA y género) con los datos disponibles de las encuestas sobre los modos de consumo de alcohol del Plan Nacional de Salud y Encuesta Europea de Salud, mediante correlaciones de Pearson. La falta de concordancia de los años de las encuestas y el periodo de los datos de las series largas nos obligan a considerar con reservas sus resultados.
Es necesario destacar que no he encontrado información detallada sobre prevalencias de consumo de alcohol o depresión más allá de las citadas encuestas. Los datos sobre ingresos o fallecimientos son “puntuales” en cada uno de los años analizados, lo que en estadística se denomina como incidencia. Este hecho no desvirtúa, en mi opinión los resultados, pues la incidencia de un problema de salud que, razonablemente, podemos suponer crónico o de larga duración nos indica directamente el nivel de implementación de la enfermedad, de forma asimilable a la prevalencia.
El plan de trabajo pretendía abordar un análisis descriptivo, mostrar esos datos mediante gráficas de barras de error y realizar cotejos sencillos mediante el coeficiente de correlación de Pearson, para determinar groseramente el nivel de relación entre las variables.
Las tasas de mortalidad que se expresan a edades avanzadas y la diversidad de sus causas nos invitan a dejar de lado el grupo de población de más de 65 años para tratar de simplificar el estudio.
Como enfermedad degenerativa, es raro encontrar muertes por cirrosis en edades tempranas. Pese a haber incluido en el estudio el grupo de edad “15 a 24 años”, solo se registran tres casos: Galicia en 2012, Navarra en 2007 y Asturias en 1999. Mi recomendación para quienes profundicen en el estudio es estrechar el límite de edad entre los 25 y los 65 años.
Resultados
Las series de datos de cada grupo de encuestas parecen concordar bien entre sí y, en menor medida, también con los series de las otras encuestas cuando analizan los diferentes patrones de consumo de alcohol. Ello es así incluso con las dificultadas intrínsecas del modelo de adquisición de la información y el número limitado de datos.
No hay una relación estrecha entre fallecidos por cirrosis del alcohol y los consumos expresados en las encuestas nacionales de salud.
Hay mejor relación entre cirrosis como causa de muerte y los consumos declarados en las encuestas europeas de salud.
Se observa que los cuadros de depresión menor y los cuadros severos de depresión moderada son los que más se asocian al consumo excesivo de alcohol.
La variable que mejor predice los ingresos hospitalarios, las muertes y los suicidios es la de personas que manifiestan no haber consumido alcohol en el último año (mediante correlación inversa).
Considerando las tasas de ingresos hospitalarios por trastornos mentales provocados por consumo de alcohol, dolencias orgánicas por abuso alcohólico, muertes por cirrosis alcohólica y muertes por suicidio, del periodo 1997/2018 segregando por CCAAs, sexo y grupos de edad obtenemos los siguientes resultados:
Existe una alta correlación entre los ingresos por dolencias somáticas y por trastornos mentales asociados al alcohol. También muy clara entre los ingresos hospitalarios y las muertes por cirrosis alcohólica. Es asimismo muy alta la correlación entre fallecidos por cirrosis y suicidio. En menor medida se corresponden ingresos hospitalarios por depresión con ingresos hospitalarios por enfermedad alcohólica. Curiosamente, no se evidencia a este nivel ningún tipo de relación entre depresión y muertes por problemas hepáticos o por lesiones autoinfligidas. Ojo, que no se muestre no significa que no exista. Recordemos la necesidad de explorar las capas que puedan enmascarar esa relación.
De hecho, con tan solo separar por géneros empezamos a visualizar signos de vinculación de la depresión con el alcohol y el suicidio.
Una característica reseñalable respecto al género es que los ingresos hospitalarios por cuadros depresivos es más alto para las mujeres que para los hombres, contrariamente a lo que ocurre con todos los demás conceptos.
Otra forma de ver hasta que punto se ajustan las variables suicidio y cirrosis es mediante la representación de la nube de puntos. Sirva de ejemplo la gráfica relativa a Hombres mayores de 25 años, de la que he excluído las Regiones menos pobladas (La Rioja, Ceuta y Melilla) para evitar la acumulación de valores 0 de la variable “Cirrosis”:
Cuando separamos por grupos de edad (además de por géneros), se siguen mostrando correlaciones, pero expresadas en niveles más bajos. Deduzco que se debe a la reducción en el número de datos que permiten aflorar la influencia del resto de variables que influyen en el suicidio y que se reflejan en la enorme variabilidad entre regiones.
De hecho, cuando despreciamos la capa “CCAAs” y agrupamos al global de España, los datos para el grupo de edad de 25 a 34 años muestra unas correlaciones muy elevadas para las variables Suicidio, Cirrosis, Ingresos por trastornos alcohólicos e Ingresos por dolencias alcohólicas.
Al expresarlo mediante barras de error comprobamos el comportamiento similar de las variables “muertes por cirrosis” y “muertes por suicidio”:
El caso de Asturias y Cantabria
Armados con nuevos datos, volvemos a encarar las diferencias en las tasas de suicidio entre regiones con el ejemplo de Asturias (color verde apagado) y Cantabria (color rojo).
De entrada, los fallecidos por cirrosis alcohólica compaginan bien con los de suicidio. Asturias se destaca como la Región con mayores tasas de cirrosis y la segunda por suicidios, mientras Cantabria se sitúa en niveles bajos de suicidios y en la zona media en cirrosis.
¿Pero ocurre igual con los demás parámetros?
En realidad no. La diferencia no es tan señalada para los ingresos hospitalarios por trastornos alcohólicos o por enfermedades hepáticas alcohólicas, aunque sí por ingresos por depresión.
Tan es así, que cuando estudiamos su comportamiento por género, en Cantabria las mujeres empiezan a destacarse por el alto número de ingresos por patologías relacionadas con el alcohol, superando a Asturias y rompiendo las conclusiones generales anteriores.
Dificultades metodológicas
Resulta complicado extraer conclusiones para determinar las bajas tasas de suicidio en Cantabria. No podemos entender las conductas autolíticas limitándonos a unos pocos parámetros estadísticos. Las motivaciones son tan complejas como los individuos y varían considerablemente de un municipio a otro. Hemos sido capaces de exponer razones que ayudan a explicar las altas tasas de Asturias. Ahora toca buscar cuales son las variables protectoras que hacen de Cantabria una región más amable con las pérdidas por suicidio. Me permito adelantar una hipótesis para los futuros investigadores: habrá que analizar las razones de que en Cantabria tengan unas tasas tan bajas de ingresos por depresión.
Los análisis matemáticos requieren su interpretación. Especialmente cuando tratamos de comparar variables físicas que no miden realidades idénticas.
Las encuestas de salud son muy interesantes para conocer los hábitos de consumo, pero su limitado número, la variabilidad de los términos en que se formulan las preguntas y disponer solo de los resúmenes de los informes, no facilitan su análisis estadístico ni relacionarlo con rotundidad con los fallecimientos por enfermedad hepática o suicidio.
Una encuesta, por bien realizada que esté y por muy alta que haya sido la muestra, está sometida a distorsiones por su carácter subjetivo. Más aún cuando se adentran en cuestiones íntimas, como la salud o nuestro comportamiento, con toda su carga de reproche social, culpa o auto censura que pueden inducirnos a ser condescendientes con nosotros mismos. Su análisis requiere un enfoque distinto al puramente matemático. Ni siquiera el dato objetivo de litros de alcohol consumidos reflejan la problemática asociada al abuso, al no considerar los patrones y usos sociales en su forma de consumirlo.
En cuanto a los datos sobre hospitalizaciones, y como señalaba al inicio, no es lo mismo disponer de una variable que señala fielmente el nivel de presencia de una enfermedad (prevalencia), que otras que muestren sucesos (hospitalizaciones) o aquellas que nos indiquen un resultado (fallecidos). Incluso así, las altas correlaciones encontradas refuerzan la asumida convicción de la relación entre alcohol/depresión/suicidio.
Aún con la directa relación causa/efecto que sabemos existe entre el abuso del alcohol y la cirrosis alcohólica, no cabía esperar un coeficiente de correlación perfecto en un cálculo que se basa en el cotejo dato a dato, pero que hemos visualizado cuando discriminamos por capas. Ello es debido a que al ceñirnos a determinadas variables (edad, género y región), no hemos tenido en cuenta la interacción con otros factores de riesgo y/o protectores, que acaban imponiendo su presencia al desaparecer las anteriores, especialmente cuando alcanzamos el nivel CCAA.
Conclusiones:
Los datos globales confirman que el consumo patológico de alcohol es un factor de riesgo de primer orden para el suicidio (bien per se, como coadyuvante o como precipitador).
Las correlaciones entre suicidio y patologías alcohólicas son especialmente elevadas para el grupo de edad entre los 25 y los 34 años.
Se observa la firme relación alcohol/depresión y depresión/suicidio. Y aunque no sea posible establecer las direcciones de “causalidad” (por el método analítico empleado), todo apunta a que el motor principal en este juego de interdependencia pueda ser la conducta abusiva del alcohol.
Existe un componente social del consumo excesivo de alcohol vinculado al género, pero también a patrones culturales en su forma de consumirlo que influye en el resto de conductas y cuadros patológicos.
Los problemas psicológicos y orgánicos resultado del abuso del alcohol se acumulan con la edad y tienen su reflejo en el mayor número de ingresos hospitalarios, diagnósticos por depresión, en el nivel de fallecidos por cirrosis y en las tasas de suicidio.
La complejidad y diversidad de las motivaciones suicidas hacen que cualquier elemento, como es en este caso el consumo de alcohol, sea solo uno más de los muchos factores de riesgo o protectores y no explica por sí solo el fenómeno en su conjunto.
Que en base a las variables que hemos estudiado, y aunque se enfaden mis amigos asturianos, Asturias se asimila más a su vecina Galicia que a su vecina Cantabria.
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