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Suicidio en el colectivo LGTBI: víctimas invisibles

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El suicidio es un grave problema de salud pública, que afecta de manera especial a un grupo de personas; al colectivo de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales , cuyo acrónimo es LGTBI.

En las siguientes líneas, me quiero referir de manera más concreta a las víctimas de acoso escolar, tanto por razón de orientación como de identidad sexual.

La víctima del acoso escolar homofóbico sufre experiencias constantes de violencia por parte de sus compañeros y compañeras durante largos períodos de tiempo, lo cual propicia que la víctima entre en una espiral emocional en la que no verá fin a su sufrimiento, en la que no verá salida a su situación, y finalmente donde la desesperanza se instala como antesala de posible salidas definitivas e irreversibles.

En oposición a otras minorías susceptibles de victimización como pueda ser la etnia gitana, inmigrantes o las personas de color, la minoría sexual posee en este tipo de prácticas acosadoras un plus de aislamiento y soledad , ya que en la mayoría de los casos, la víctima no es consciente de cuál es la causa de su sentimiento de diferencia, pues la identidad o la orientación sexual se van forjando a lo largo del desarrollo, y no es identificable ni visible desde el principio de la vida como otras identidades.

Así mismo al crecer sin un grupo de iguales de referencia en sus entornos más cercanos, su vulnerabilidad al aislamiento es mayor y, por tanto, en situaciones de insulto y acoso, no suelen tener en quien apoyarse y desahogar su malestar.

El acoso escolar homofóbico frecuente y prolongado, provoca en los adolescentes y jóvenes de este colectivo que lo sufren sentimientos claros de vulnerabilidad, aislamiento, autocastigo y culpabilidad, y todo ello deviene además en un sentimiento de desesperanza como señalé más arriba, y, en definitiva a vislumbrar que no hay solución para la situación que están sufriendo, determinando todo esta experiencia un elevado riesgo de ideación de suicidio, de planeamiento del mismo y, en menor medida, pero en un importante porcentaje, de intento de suicidio.

Generelo y Pichardo, en un informe elaborado en el 2005 explican que las características que hacen tan peligrosa y compleja la homofobia son :la invisibilidad, la falta de apoyo familiar, el contagio del estigma, el horizonte de la injuria, el continuo de la exclusión y la normalización del rechazo.

Esa vivencia temprana del insulto, de la ofensa, es lo que se conoce como el horizonte de la injuria , una de las características particulares de la homofobia que la hace especialmente dañina

Por otra pare en lo referido al contagio del estigma , a diferencia de otras formas de discriminación, el estigma que conlleva la orientación sexual o la identidad sexual es contagioso, quien se aproxima a las víctimas de la homofobia es susceptible de que esta también recaiga sobre él o ella; “Ahí va el hermano del maricón”

Además el riesgo suicida se ve incrementado en situaciones de falta de apoyo familiar, por parte del profesorado y de una red social adecuada.

El riesgo suicida en este contexto se vería reducido notablemente, si la persona contara con información, referentes, apoyo y comprensión suficientes. En la mayoría de las ocasiones, en realidad, es suficiente con que la familia le muestre su comprensión y apoyo incondicional, y con que el sistema educativo trabaje la diversidad afectivo-sexual desde la positividad y desde la lucha contra el acoso.


 

Francisco Rodríguez Laguna

Psicólogo. con formación avanzada en duelo (Modelo Integrativo-Relacional), Máster en Psicopatología y Salud, Experto en trastornos Infanto-Juveniles y en Intervención profesional desde la Perspectiva de Género es socio fundador de la Sociedad española de Suicidiología.

La lágrima terapéutica

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Photo by Kat Jayne from Pexels

Llorar constituye una habilidad humana universal, pero llorar cuando estamos triste implica un proceso natural que tiene elementos diferenciadores de cuando lloramos por ejemplo cuando algo nos ha resultado muy gracioso o estamos emocionados por otros motivos diferentes a la pena.

El doctor Frey, indicó que la composición de las lágrimas que se nos caen cuando estamos tristes es diferente. Contienen una serie de hormonas, entre otras la prolactina, que tienen una función de preparar al organismo frente a una amenaza. Hormonas que nuestro organismo arroja al torrente sanguíneo para prepararnos ante dicha amenaza, con la finalidad de afrontarla o bien huir de una situación a la que no podemos hacer frente. Básicamente me refiero a la respuesta de estrés.

Hoy sabemos, que dichas hormonas mantenidas en el organismo durante mucho tiempo, tienen la capacidad de producir daños fisiológicos y mentales.

 

Llorar, en este contexto, nos libera del exceso de tensión, reduce la presión sanguínea, facilita la distensión muscular, tiene un efecto sedante y antidepresivo,  y a todo ello se le suma el hecho de poder eliminar dichas hormonas del estrés.

 

El llanto pues, cuenta con diferentes e importantes funciones. A las ya citadas a nivel fisiológico se le suman los beneficios a nivel social a través de la comunicación, puesto que llorar es una forma no verbal de pedir ayuda física y emocional en momentos de estrés o sufrimiento e implica poder responder al dolor ajeno mostrando empatía.

Finalmente supone poner en marcha otra funcionalidad excepcional, y es que a través de las lágrimas que expulsamos cuando estamos tristes, podemos elaborar nuestro duelo, dotando de significado a nuestra pérdida.

Se sabe, que los recuerdos producidos en un determinado estado emocional propician la evocación de más recuerdos consonantes con dicho estado emocional. Así, cuando estamos tristes, resulta más fácil evocar más recuerdos que incrementan dicha tristeza o al menos, la mantienen.

De esta manera, al recordar nuestra pérdida facilitamos la actividad en el sistema límbico y más en concreto entre otras estructuras a la amígdala que a su vez activa el hipocampo, que en conjunto vienen a determinar que nuestros recuerdos relativos a la pérdida sean consignados en el lugar adecuado de nuestro cerebro y no se conviertan en el obstáculo que paraliza y destruye a muchas personas en la elaboración de su duelo.

 

Francisco Rodríguez Laguna

Psicólogo. con formación avanzada en duelo (Modelo Integrativo-Relacional), Máster en Psicopatología y Salud, Experto en trastornos Infanto-Juveniles y en Intervención profesional desde la Perspectiva de Género es socio fundador de la Sociedad española de Suicidiología.

El final del duelo

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¿Qué significa elaborar el duelo?, ¿existe una manera adecuada de procesar esta experiencia? A pesar de que el dolor no restaura el vinculo perdido, existe evidencia de que tal experiencia estimula un complejo neurológico responsable del procesamiento de la información que incluye un establecimiento de nuevos significados o la reorganización de nuevos esquemas mentales. En definitiva, una reestructuración de nuestro mundo interior y nuestra propia identidad.

Pero detrás de estos procesos hay una base biológica, así las acciones arriba indicadas y que señalaban autores como Robert Neymeyer y Ronnie Janoff-Bulman en lo referido al propio sistema de creencias y valores del doliente tras el proceso traumático, o Richard Tedeschi y Lawrence Calhoun en lo que se refiere al crecimiento postraumático que experimentan algunas personas en la etapa final del duelo y por último en cuanto a la creación de nuevos significados o esquemas mentales que citan Mardi Horowitz y Susan Folkman, todas ellas tienen un incuestionable correlato neurobiológico

Ello, tiene importantes implicaciones en cuanto al diseño de estrategias de intervención, así , estos cambios citados, en forma de nuevas creencias, o significados o conclusiones referidas a una misma persona, sobre la vida y las relaciones con las demás personas deben emerger de forma natural como consecuencia del proceso de asignación de significación emocional-cognitiva, y no como un esfuerzo mental de distorsión para reducir la sintomatología. Es por ello que el trabajo desde lo puramente cognitivo e implicando auto instrucciones del tipo: Hay que resignarse, no debo pensar en ello, tienes que esforzarte, etc.., no sólo resultan poco útiles sino que pueden complicar el proceso de recuperación y elaboración del duelo

Pero ello no implica la eliminación o minimización de las conductas de afrontamiento del duelo por parte de la persona superviviente, lo que cabe es una exploración cuidadosa de la vivencia subjetiva de la persona con el objetivo de determinar si las conductas, sentimientos o pensamientos que experimenta la persona doliente son realmente estrategias que contribuyen a un adecuado procesamiento del duelo o por el contrario se constituyen como respuestas inadaptativas

En este contexto, por extraño que parezca, la estrategia de afrontamiento más efectiva no es siempre la que modera el efecto del estrés sobre la persona, sino la que promueve un procesamiento emocional-cognitivo de la experiencia de pérdida, por ello, la efectividad del afrontamiento puede ser independiente de la sintomatología, pudiéndonos encontrar con situaciones donde un afrontamiento correcto es aquel que incrementa la sintomatología y en otras ocasiones la reduce, así por ejemplo en una primera etapa, una persona puede intentar evitar conectar con la pérdida y su significado y ello le ayuda a permanecer estable de tal manera que se protege de un exceso de sufrimiento que es difícil de asimilar en principio.

En definitiva, el quid de la cuestión reside en si el afrontamiento que emplea la persona en ese momento le ayuda o no, a asimilar la situación traumática.

Payás Puigarnau, Alba (2010). Las tareas del duelo. Editorial Paidós

Reseña

Francisco Rodríguez Laguna

Psicólogo. con formación avanzada en duelo (Modelo Integrativo-Relacional).

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