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Prevención de la conducta suicida en la comunidad escolar

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Si el suicidio está rodeado de estigma y es un tema tabú, cuando se trata la conducta suicida en la infancia o la adolescencia, este problema se agrava.

Y eso a pesar de que el suicidio es una de las principales causas de mortalidad a esas edades y además prevenible. Por eso la escuela, donde pasan buena parte de su tiempo, constituye un medio ideal para la prevención de conductas autolíticas.

Para reducir la probabilidad de aparición de este tipo de conductas existe consenso en actuar sobre los factores de riesgo de mayor prevalencia. Una de las causas o factores de riesgo es el acoso escolar, que está detrás de muchos casos de muerte por suicidio en estas etapas de la vida. Esta conducta de maltrato continua y deliberada toma diversas naturalezas y finalidades y puede tener como consecuencia más grave el aislamiento social de la víctima. El acoso es producto de la acción de uno o más compañeros agresores y de la ignorancia o pasividad por parte del resto de la comunidad educativa. Como consecuencia, puede aparecer bajo rendimiento escolar y autoestima o aumentar la aparición de conductas suicidas. 

Pero también hay otros muchos factores que se pueden relacionar con mayor probabilidad de aparición de pensamientos suicidas, como la presencia de trastornos mentales, los intentos previos, la impulsividad, la desesperanza, el estrés familiar, la accesibilidad a métodos letales o las crisis personales. 

La prevención de las conductas suicidas en estas edades pasa por detectarlas de forma precoz dentro del núcleo familiar o la escuela ya que es poco probable que pidan ayuda directamente. Esto nos lleva a la necesidad de conocer los signos que pueden predecir su aparición. En este sentido nos encontramos con las amenazas suicidas ya sean directas o indirectas, la presencia de notas o planes suicidas, los arreglos típicos del final de la vida, expresar preocupación por la muerte y los cambios bruscos conductuales, de apariencia, de forma de pensar o emocionales.

Cuando se detectan pensamientos, ideación o planeación suicida el objetivo esencial es mantener la seguridad alrededor de la persona afectada, restringiendo la accesibilidad a medios para efectuar la conducta suicida y evitando que se quede solo, con el acompañamiento de personas de confianza. Es importante el control emocional para mantener la calma y no dejarse llevar por las emociones, evitando un tono acusatorio o de enjuiciamiento. Es útil preguntar directamente y sin ambages sobre las intenciones de el/la joven, mostrando preocupación por su bienestar y mostrando confianza y esperanza en que la situación pueda resolverse de forma satisfactoria. Nunca deben mantenerse los pensamientos suicidas en secreto, sino que deben ser puestos en conocimiento de algún adulto cuidador, buscando la ayuda de recursos de salud mental en el menor plazo posible.

Probablemente sea imposible reducir la conducta suicida a cero en estas edades. Sin embargo, no debemos olvidar como hemos comentado que el SUICIDIO ES UNA CONDUCTA PREVENIBLE y que por lo tanto todo el esfuerzo que dediquemos a su prevención salva vidas. La escuela es, además, el entorno preventivo básico en la infancia y adolescencia por lo que sería interesante que los centros docentes implementaran programas preventivos en este sentido.


 

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