Creación y resiliencia: La transformación del sufrimiento

Tiempo de lectura: 8 minutos

Escrito por: Carolina Ratia Ceña – Psicóloga

El Grito de Edvard Munch

El Grito de Edvard Munch (1893) es una de las obras pictóricas más impactantes y a la vez reconocibles de la historia del arte. Este cuadro probablemente sea una de las obras que mejor haya expresado la profunda desesperación y angustia vital de un ser humano.

Es una obra paradójica en su expresión dado que un cuadro es silencioso y Munch pinta un cuadro que emite un sonido. El sonido no sale de la figura como se ha creído hasta ahora, el sonido emana del paisaje de la figura. Todo grita a su alrededor pero la figura no tiene voz. Se inspiró en una experiencia real que relató en su diario en 1892. “Estaba paseando por un camino con dos amigos, se puso el sol y sentí como un halo de melancolía, de repente el cielo se pintó de un rojo sangriento, me detuve, me apoyé contra una barandilla agotado y me fije en las llameantes nubes que goteaban sangre sobre el fiordo azul oscuro y la ciudad, mis amigos siguieron caminando, yo permanecía allí temblando de miedo y sentí un potente grito, interminable que desgarraba la naturaleza”.

Para pintar y recrear esta sensación Munch se sitúo en el mismo lugar en el que la experimentó, el paisaje que surge detrás de la figura no es imaginado, es un paisaje real de Oslo conocido por entonces como Kristiania, donde se sintió desbordado por esa terrible sensación. Una historiadora de arte ha identificado el paisaje que inspiró al pintor expresionista, según esta historiadora, se trata de Kristiania, vista desde la altura del Ekeberg. Es un lugar famoso de Oslo, un mirador desde el que tradicionalmente numerosos artistas retratan la ciudad. Para Munch este lugar vibraba con recuerdos dolorosos, fue el escenario de numerosos suicidios y en 1893 su mejor amigo el actor Kalle Løchenen se suicidó en el bosque cercano. En ese lugar también se encontraba el sanatorio para mujeres donde estaba internada su hermana menor, Laura, que sufría esquizofrenia, desde ese lugar podían oírse los gritos de esas mujeres. Por si fuera poco también en las inmediaciones existían varios mataderos por lo que los gritos de los animales mezclados con los gritos de las enfermas del psiquiátrico pudieron haber creado esa atmósfera opresiva generando en él una gran angustia.

La vida de Munch estuvo siempre marcada por la tragedia. En su infancia falleció su hermana preferida, Sophie, este hecho inspiró el cuadro de la “La niña enferma”. Unos años antes fallecía su madre cuando él tenía cinco años, también a causa de la tuberculosis. Uno de sus hermanos murió al poco tiempo de casarse de neumonía. En cuanto a la relación con su padre fue muy severa y carente de afecto. Su padre era hijo de un sacerdote, fue una persona autoritaria y religiosa en extremo. De él llegó a escribir:

«Mi padre tenía un carácter sumamente nervioso, además estaba tan obsesionado con la religión, era psiconeurótico. De él heredé la semilla de la maldad. El miedo, la pena y la muerte estuvieron a mi lado desde el día que nací.»

Munch sufrió frecuentes depresiones y tuvo graves problemas de alcoholismo durante su vida. Con el grito el artista había pintado su propia experiencia transmitiendo el sufrimiento como nunca antes se había hecho. Ese es el secreto de su éxito, ser capaz de sobrecoger al espectador.

Como gran conocedor del alma humana así es como el mismo llegó a definirse: “Igual que Leonardo Da Vinci estudió la anatomía humana y disecó cuerpos, yo intento disecar almas.»

En el libro “el friso de la vida” podemos encontrar una extensa recopilación de sus mejores textos, aquí encontramos su propia definición de lo que el arte supuso para él:

“No creo en el arte que no se haya impuesto por la necesidad de una persona de abrir su corazón. Todo arte – la literatura como la música

– Ha de ser engendrado con los sentimientos más profundos, el arte son los sentimientos más profundos” E. Munch.

 

Frida Kahlo

Otra pintora que ha dejado una importante huella en la historia del arte por su fascinante y potente obra ha sido la mexicana Frida Kahlo, al igual que Munch su vida desde pequeña estuvo marcada por la tragedia, a los 6 años contrajo una poliomielitis que le dejó importantes secuelas físicas. A los 18 años sufrió un grave accidente en el que se rompió la columna y la pelvis, debido a las numerosas intervenciones se vi obligada a pasar largas temporadas en postrada en la cama. Fue en ese momento cuando aprendió a pintar de este modo la pintura fue su tabla de salvación en los momentos más amargos de su vida. Fue a través de la pintura como Frida plasmó los momentos más dramáticos de su existencia. La pintora no sólo padeció dolor físico debido a su accidente y su precario estado de salud, en su obra queda reflejado el intenso dolor tras su aborto y ver truncado su deseo de ser madre, hecho que la sumió en una profunda depresión. Casi al mismo tiempo le tocó vivir las constantes infidelidades de su marido el también pintor Diego Rivera lo que hizo que la relación entre ambos fuera excesivamente tormentosa.

 

 

Obra pintada por la artista tras su accidente (Frida Kahlo)

 

Resiliencia

Pero volviendo al título de este artículo creo que es importante pasar a definir el concepto de “resiliencia” así como aportar algunos argumentos sobre como la expresión artística puede ayudarnos a ser más resilientes.

En cuanto al origen etimológico de la palabra “resiliencia” procede del latín, del verbo, resilio, resilire que significa saltar hacia atrás, rebotar, es decir, volver a la normalidad. En cuanto a su definición según el diccionario de lengua española (RAE) encontramos: “Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. “Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido”.

La palabra resiliency nació en la física (soltura de reacción, elasticidad) y designaba la capacidad de un cuerpo para resistir un choque. Pero atribuía demasiada importancia a la sustancia. De este modo el psiquiatra infantil Michael Rutter y el neurólogo y psiquiatra francés Boris Cyrulnik, inspirados en el concepto físico, introdujeron el término en psicología para definir la capacidad para superar situaciones dolorosas y traumas saliendo fortalecido de ellos.

 

Para Boris Cyrulnik “La resiliencia es el arte de navegar en los torrentes, el arte de metamorfosear el dolor para darle sentido; la capacidad de ser feliz incluso cuando tienes heridas en el alma”. “La resiliencia es más que resistir, es también aprender a vivir”.

 

Y aquí sería interesante añadir que la propia infancia de Boris Cyrulnik fue especialmente traumática, sus padres fueron deportados y enviados a un campo de concentración donde finalmente sus padres terminaron siendo asesinados por los nazis, por lo que pasó una parte de su infancia escondido y huyendo. Al finalizar la guerra y confirmarse la muerte de sus padres una tía se hace cargo de él iniciando una nueva vida. Después de finalizar sus estudios de medicina es cuando decide realizar sus estudios en psicoanálisis y neuropsiquiatría. Su propia experiencia y su formación le llevaron a dedicar gran parte de estos estudios a tratar los traumas vividos por los niños, estudió la capacidad de recuperación de los sobrevivientes de los campos de concentración y de niños criados en orfanatos.

Según sostiene Boris Cyrulnik la expresión artística nos puede ayudar a ser más resilientes: “Todas las manifestaciones artísticas están hechas para superar la tragedia, las películas cuentan tragedias, cuenta historias emotivas de gente que consigue superar la tragedia, y de ahí podemos aprender y para los dañados es también una forma de pedirle al artista que sea su portavoz, el arte por tanto juega un papel importante en el proceso de resiliencia”.

Así es como la escritura y cualquier forma de creación podrá actuar como un bálsamo reparador. Boris Cyrulnik sostiene cómo la escritura y el poder de las palabras pueden transformar el sufrimiento. Si al escribir nos cuestionamos cómo ha sucedido lo que nos causa sufrimiento y nos preguntamos quién nos ha ayudado entonces la memoria se reorganiza y se produce un efecto terapéutico. “Escribiendo he reparado mi alma desgarrada” Boris Cyrulnik.

De esta forma el cine, la ópera, la literatura, entre otras artes, se pueden volver un factor de resiliencia. Boris Cyrulnik sostiene que nos pueden ayudar a nombrar el trauma, construir lo que se rompió y transformarlo. En su conferencia sobre “resiliencia y arte: los relatos del trauma” cuenta que para que Francia pudiera iniciar un proceso colectivo de resiliencia después de la Segunda Guerra Mundial, fue necesario darle la palabra a los artistas. Pone el ejemplo del escritor francés Georges Perec, quien perdió a sus padres en la guerra y decidió ser escritor para devolverle la dignidad a sus padres contando la historia de sus vidas. Con la escritura de la biografía de sus padres, el novelista francés más importante de la mitad del s. XX, les dio una sepultura y su dignidad.

Otro ejemplo de los beneficios de la creación como catalizador de emociones y vehículo para reestructurar el dolor y ayuda para superar el trauma lo encontramos en la biografía del rapero Eminen, su infancia estuvo marcada por maltratos físicos, emocionales y psicológicos. Su padre lo abandonó cuando apenas tenía 6 meses. Además sufrió unos de los casos más extremos de bullying, con tan solo 9 años recibió una paliza en su instituto que lo dejó inconsciente y estuvo 10 días en coma. En ese momento empezó a desarrollar su lado creativo a través de sus dibujos. Fue su tío quien le enseñó una canción de rap y a partir de ahí empezó a interesarse por la música donde encontró la fuerza para superar la situación. La música fue su anclaje a la vida. En el año 2010 compuso la canción ‘Not afraid’ (Sin miedo) en la que cuenta cómo abusaban de él y con la que pretendía ayudar a las personas que también lo sufren. Este es el estribillo de la canción sin miedo:

 

No tengo miedo. Que todo el mundo, agarre mi mano Caminemos juntos a través de la tormenta Sea cual sea el clima, haga frío o calor Solo quiero que sepas que no estás solo Grita si sientes que has pasado por el mismo camino que yo”.

 

Después de este breve recorrido sobre la creación y resiliencia y sobre cómo ésta puede ayudarnos a transformar el sufrimiento y hacer más sostenible el dolor me despido con una propuesta: la próxima vez que te sientas desbordado o desbordada y que sientas que tu sufrimiento es insoportable es muy importante que no te aísles y sobre todo PIDE AYUDA para que una persona te acompañe a caminar a través de la tormenta y mientras sales del abismo prueba a escribir tu dolor, a dibujar tus lágrimas o poner una melodía a los momentos difíciles de tu vida. A nuestro alrededor tenemos numerosos ejemplos de personas que salieron adelante y superaron la adversidad con ayuda de la música, la pintura o la escritura. Existen historias igual poco conocidas como la del cantante Julio Iglesias, que en sus inicios fue jugador del real Madrid pero debido a un grave accidente pasó muchos meses en un hospital recuperándose de sus lesiones. Un día un enfermero llamado Eladio le regaló una guitarra para que pudiera ejercitar la movilidad de sus dedos, y no sólo fue recuperando la movilidad sino que ese regalo cambiaría su vida para siempre. En el hospital compuso su famosa canción “la vida sigue igual”, así fue como la música fue algo más que una terapia para Julio Iglesias.

 

“….siempre hay por qué vivir y por qué luchar…” Extraído de la canción “la vida sigue igual” Julio Iglesias

 

Bibliografía:

  • El friso de la vida. Nórdica Libros Historia de un grito. Jot Down
  • La maravilla del dolor (el sentido de la resiliencia). Boris Cyrulnik

Webgrafía:

 

Carolina Ratia Ceña

Licenciada en Psicología y habilitada para el ejercicio de la psicología general sanitaria. Especialista en Tratamiento psicológico de la obesidad y trastornos del comportamiento alimentario. Máster en Gerontología. Psicoterapeuta humanista con orientación gestáltica y tutora en la formación de Terapia Gestalt en el centro Syam en Cádiz. 

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