Categoría el Factor de riesgo de suicidio

Suicidio y violencia machista, las víctimas olvidadas II

Tiempo de lectura: 4 minutos
Violencia machista y suicidio
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Introducción

La violencia machista se caracteriza por su continuidad en el tiempo y por la intención de sometimiento. Esto puede llevar a aumentar la probabilidad de aparición de conductas suicidas. La violencia machista y el suicidio están profundamente relacionados. El maltratador no busca provocar unas lesiones determinadas, sino someter a la víctima a su voluntad. El objetivo es lograr la sumisión de la misma.

Paradójicamente se da la circunstancia de que en la mayoría de los casos la primera asistencia ante un intento de suicidio se da por parte del agresor. Tiene el objetivo continuar la relación bajo un patrón de dominio-sumisión, no acabar con ella.

En el 88% de los casos la relación no mejoró tras la tentativa de suicidio. Así mismo el 54% de los agresores culpabilizaron a las víctimas de dicho intento.

La violencia contra la mujer, especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual constituyen un grave problema de salud pública. Es además una violación de los derechos humanos de las mujeres (Conferencia internacional de Viena 1993).

 

Las mujeres que sufren violencia constante tienen 12 veces más probabilidades de suicidio que el resto de mujeres. También tiene el doble de probabilidades de sufrir problemas físicos o mentales.

 

Discordancia entre los datos de las asociaciones y las cifras oficiales respecto de las víctimas

Miguel Lorente, Cruz Sánchez de Lara y Covadonga Naredo, trabajaron sobre una idea de Enriqueta Chicano y desarrollaron un completo informe sobre la relación suicidio-violencia de género. De él se desprenden importantes datos como la discordancia entre los datos de las asociaciones y las cifras oficiales respecto de las víctimas. Este hecho podría estar motivado por diferentes aspectos como:

  • Una inadecuada recogida de datos, que hace que muchos homicidios no sean relacionados con sus circunstancias. Algunos no entran dentro de la categoría estricta de violencia de género recogida en la LIVG (Ley Intregral de Violencia de Género).
    Como ejemplo podemos citar el caso del crímen de Cuenca perpetrado por Sergio Morate. Asesinó a su expareja y a una amiga que no se contabilizaría como crímen machista.
  • También quedan fuera de los recuentos oficiales las prostitutas, aunque el móvil del asesinato fuesen los celos.
  • En otras ocasiones no se conoce al autor, no existe confesión de autoinculpación ni testigos. Se espera que la sentencia judicial sea la que determine la autoría. Esto hace que hasta que se celebre el juicio, dado que habitualmente transcurre más de un año, no se incluyan en las estadísticas oficiales.
  • Concurrencia de más de un delito, pero en las estadísticas solo se computa uno de ellos.
  • La muerte diferida en el tiempo es otro criterio que hace variar las cifras del ministerio de los recuentos por parte de asociaciones especializadas. En muchas ocasiones la víctima es trasladada al hospital con vida, falleciendo días después y no se establece una relación directa con las circunstancias de la agresión.

En Estados Unidos, existe un servicio de prevención del suicidio: la U.S.Substance Abuse and Mental Health Services Administration, (SAMHSA) que lleva varios años sensibilizando en relación al vínculo entre el suicidio y la violencia machista.

Por otra parte en algunos países se ha legislado sobre suicidio femicida. En El Salvador, por ejemplo, se ha incorporado por ley la figura de suicidio femicida por inducción o ayuda.

Conclusiones

Ante este panorama algunas conclusiones importantes son:

  1. Que no es tanto la violencia física extrema la que conduce a la muerte, sino que en la gran mayoría de los casos es el clima de dominio el mayor indicador del desenlace. Puede ser el desencadenante del inminente asesinato machista o de un intento de suicidio.
  2. Necesidad de trabajar para que el sistema contemple el suicidio en mujeres víctimas del maltrato como un factor y una evidencia de la comisión del delito. Puede incluirse en concurso con el delito de inducción al suicidio a los maltratadores.
  3. Inclusión de la perspectiva de género en los planes nacionales de prevención del suicidio.
  4. Trabajar en el diseño de recursos educacionales y en explorar formas de asegurar que, cuando se trabaja en prevención de suicidio, no se pasen por alto los signos de este tipo de violencia, en relación también a la detección de señales de riesgo suicida.
  5. Una recomendación básica es atreverse a hablar, difundiendo especialmente el término suicidio femicida. La sociedad en general tiene escasa conciencia de que se puede conducir a una víctima al suicidio como consecuencia del abuso sistemático.
  6. Capacitar a los/las profesionales que trabajan con las víctimas en la detección de señales de riesgo suicida; el desarrollo de factores protectores, como por ejemplo redes de apoyo comunitarias; y la derivación al sistema de atención en salud mental.
  7. Emplear las nuevas tecnologías y la publicidad como herramienta didáctica y preventiva frente al suicidio femicida, mediante la creación de aplicaciones para la detección y prevención del riesgo suicida y por otra parte mediante la generación de redes de apoyo necesarias para prevenirlo.
  8. Es importante ayudar a las mujeres a eliminar la variable de la dependencia económica al agresor.

Fuentes:

 

Francisco Rodríguez Laguna

Psicólogo con formación avanzada en duelo (Modelo Integrativo-Relacional). Máster en Psicopatología y Salud. Experto en trastornos Infanto-Juveniles y en Intervención profesional desde la Perspectiva de Género. Es socio fundador de la Sociedad española de Suicidiología.

Aprenda a reconocer las señales de consumo de drogas

Señales de consumo de drogas

Tiempo de lectura: 1 minutoLas adicciones y el consumo de drogas tienen una relación directa con el suicidio por lo que puede ser útilo aprender a reconocer las señales del consumo de drogas. Ambos problemas pueden tener raíces comunes y presentarse de forma paralela para aforntar de una forma inadecuada el  estrés de la vida. El alcohol, la heroína y la cocaína, los derivados del cannabis e incluso el tabaco se han relacionado con mayores tasas de suicidio. Además, estas sustancias se utilizan para ejecutar la conducta por su capacidad deshinibidora.

En consecuencia, prevenir el suicidio en muchas ocasiones pasa por el tratamiento adecuado de los problemas mentales y especialmente de las adicciones. Sin embargo, la detección precoz es complicada por la ocultación del consumo por el rechazo social y sus consecuencias. Además, la persona que consume drogas puede no ser consciente de su problema. Hay drogas como la cocaína que da una falsa sensación de control y otras como el cannabis que gozan de cierta permisividad en su consumo.

Reconozca las señales de consumo de drogas. Las consecuencias de las drogas cubren un repertorio de aspectos que puede darnos pistas sobre la presencia de una adicción. Al detectarlas se da inicio al complicado proceso para hacer visible el problema, que la persona adicta lo reconozca y se preste a mantener la abstinencia o a recibir un tratamiento para ello.

Las señales del consumo de drogas puede ser de diversos tipos, entre los que nos encontramos con las alteracioens visibles durante una intoxicación, las físicas, psicológicas y del estado de ánimo, las del aspecto físico, del desempeño y de las relaciones, las económicas y las relativas al cambio brusco de hábitos.


PARA SABER MÁS

Cómo afrontar una adicción (I)

Tiempo de lectura: < 1 minuto

Las adicciones son un importante factor de riesgo para las conductas suicidas. Con esta infografía, en papageno.es iniciamos una serie de 3 trabajos gráficos para asesorar a las personas que pueden sufrir una adicción a a sus familiares y amigos para afrontar adecuadamente los primeros pasos a la hora de encontrar ayuda para solucionar el problema. 

En este primer trabajo nos centramos en conceptos básicos en adicciones como la definición, los tipos de adicción, la descripción de las diferentes etapas hasta llegar a la adicción y consejos dirigidos a la adolescencia que pueden ayudar a padres y madres a prevenir las adicciones en sus hijos.


Más información

Variaciones estacionales de la conducta suicida en España.

Tiempo de lectura: 5 minutos
Variaciones estacionales del suicidio en España

Después de analizar durante años datos estadísticos sobre suicidios, llegué a algunas conclusiones que comparto con ustedes:

  1. Las entidades que publican esas estadísticas en España (INE, Sanidad y pocas más) son fuentes poco seguras para el análisis del suicidio.
  2. Cuanto más profundizo en los números, más complejo se vuelve el tema.
  3. Es cada vez más evidente que la complejidad del comportamiento humano junto con la multifactorialidad del fenómeno suicida hace casi imposible deducir los factores detonantes de forma aislada a partir de los grandes números.
  4. Los estudios estadísticos realizados en otros países no son directamente extrapolables a la población española.
  5. Las conclusiones extraídas a partir de los datos sobre muertes son mucho menos interesantes que las que podrían obtenerse de las inexistentes estadísticas sobre tentativas.

Aún así, no me desanimo y sigo rastreando los datos a modo de “estudio de la cábala”, en la confianza de que algún día me descubran la «piedra filosofal» que me ayude a entender esta parte de la naturaleza humana (sin estudiar psicología).

Ironías aparte, tras la lectura de algunas publicaciones que señalaban ciertas tendencias o ritmos estacionales en las muertes autoinfligidas y que encontraban explicación a las mismas por las horas de luz y su influencia en la producción de serotonina, me animé (una vez más) a refrendar las cifras para el caso español.

Si bien he acumulado datos estadísticos desde la década de los 70 en España, desglosado por Comunidades Autonómicas y he profundizado en el análisis de las series temporales (tendencias, correlaciones, desviaciones, etc.), aplicado a variables del tipo climatológico (horas de sol, temperaturas o precipitaciones), no creo necesario exponerlos en detalle, pues distraen del objetivo del presente artículo.

Entiendo que la visualización de los datos mediante gráficas puede resultar más interesante para quienes, desde diferentes profesiones, nos preocupamos en el estudio de las conductas suicidas. Hubiera sido provechoso haber dispuesto del desglose mensual por edades o por Comunidades Autónomas en todo el periodo 1980/2017, o datos referidos a medios empleados y meses pero, como tantos otros, no están disponibles en ninguna fuente que yo conozca.

Para los fanáticos del método, quiero especificar que he usado las series que proporciona el INE relativas a fallecimientos por causa de la muerte y de población residente en España, deduciendo las tasas de suicidio consumado a partir de ellas. Para presentar las variaciones estacionales he optado por deducir los coeficientes mensuales desde las medias de cada periodo/grupo y presentarlas en las clásicas gráficas de líneas sobre ejes cartesianos. Abcisas para los meses, ordenadas para el % de variación respecto de la media anual.

En cuanto a los elementos de comparación, he preferido centrarme en el comportamiento por género y las variaciones globales por décadas, desde los años 80 hasta nuestros días, así como una muestra del comportamiento por grupos de edad y las CCAAs con mayor población y/o suicidios.

La ventaja de exponer los resultados visualmente de forma más didáctica, frente a un enfoque más riguroso, es que nos permitirá interpretar los datos sin necesidad de conocimientos matemáticos y extraer conclusiones propias fácilmente.

Conclusiones

La primera y más rotunda es que existe un patrón estacional, que es significativo dada la magnitud de la muestra o su nivel de correlación y (aunque no pretendemos demostrarlo en este artículo) que es específico de cada grupo poblacional (háblese de zonas geográficas o de cualquier otra variable que podamos plantear).

La segunda es que, pese a las grandes diferencias del comportamiento suicida en base al género (tasas de tentativas, tasas de consumación o métodos empleados), las variaciones estacionales son claramente coincidentes entre hombres y mujeres en España.

 

La tercera, y no menos sorprendente, es que el comportamiento estacional es bastante fiel en el tiempo, observándose pocas diferencias entre lo que ocurría en la década de los 80 y la actualidad. Tanto es así, que hay mayores índices de correlación entre diferentes periodos temporales que, por ejemplo, entre diferentes grupos de edad o entre distintas regiones españolas.

 

La cuarta es que parecen confirmarse los estudios previos que señalaban que la llegada de los días largos eleva significativamente la tasa de suicidios: más del 10% por encima de la media en los meses de mayo, junio o julio y el fenómeno inverso para noviembre, diciembre o febrero. Si el factor desencadenante fuera la mayor tasa de serotonina, como señalan esos estudios, se da la aparente contradicción de que el alivio de los síntomas depresivos coincidiría con mayor prevalencia de conductas autolíticas. Un resultado que refuerza aquellas prevenciones del personal sanitario sobre el riesgo de suicidio en las personas que inician un tratamiento antidepresivo, posiblemente asociado a la disminución de inhibidores de la conducta como resultado de la medicación.

Quinta: El enfoque dado a los datos nos proporcionan tan solo una imagen de conjunto pero no ayuda a entender sus causas con fines preventivos. Se trata por tanto de un simple ejercicio indagatorio ante un fenómeno que, siendo la primera causa externa de muerte en España, resulta poco conocido por la población y que despierta aún menos interés en las autoridades sanitarias o a nuestros políticos en general.

 


Rogelio González Weiss

Criminólogo y analista. Representante de la Asociación Unificada de Guardias Civiles. Lleva a cabo estudios epidemiológicos sobre salud laboral y conductas suicidas en el ámbito de la Guardia Civil y general, para alertar del problema y para la adopción de políticas activas de prevención.

La lágrima terapéutica

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Llorar constituye una habilidad humana universal, pero llorar cuando estamos triste implica un proceso natural que tiene elementos diferenciadores de cuando lloramos por ejemplo cuando algo nos ha resultado muy gracioso o estamos emocionados por otros motivos diferentes a la pena.

El doctor Frey, indicó que la composición de las lágrimas que se nos caen cuando estamos tristes es diferente. Contienen una serie de hormonas, entre otras la prolactina, que tienen una función de preparar al organismo frente a una amenaza. Hormonas que nuestro organismo arroja al torrente sanguíneo para prepararnos ante dicha amenaza, con la finalidad de afrontarla o bien huir de una situación a la que no podemos hacer frente. Básicamente me refiero a la respuesta de estrés.

Hoy sabemos, que dichas hormonas mantenidas en el organismo durante mucho tiempo, tienen la capacidad de producir daños fisiológicos y mentales.

 

Llorar, en este contexto, nos libera del exceso de tensión, reduce la presión sanguínea, facilita la distensión muscular, tiene un efecto sedante y antidepresivo,  y a todo ello se le suma el hecho de poder eliminar dichas hormonas del estrés.

 

El llanto pues, cuenta con diferentes e importantes funciones. A las ya citadas a nivel fisiológico se le suman los beneficios a nivel social a través de la comunicación, puesto que llorar es una forma no verbal de pedir ayuda física y emocional en momentos de estrés o sufrimiento e implica poder responder al dolor ajeno mostrando empatía.

Finalmente supone poner en marcha otra funcionalidad excepcional, y es que a través de las lágrimas que expulsamos cuando estamos tristes, podemos elaborar nuestro duelo, dotando de significado a nuestra pérdida.

Se sabe, que los recuerdos producidos en un determinado estado emocional propician la evocación de más recuerdos consonantes con dicho estado emocional. Así, cuando estamos tristes, resulta más fácil evocar más recuerdos que incrementan dicha tristeza o al menos, la mantienen.

De esta manera, al recordar nuestra pérdida facilitamos la actividad en el sistema límbico y más en concreto entre otras estructuras a la amígdala que a su vez activa el hipocampo, que en conjunto vienen a determinar que nuestros recuerdos relativos a la pérdida sean consignados en el lugar adecuado de nuestro cerebro y no se conviertan en el obstáculo que paraliza y destruye a muchas personas en la elaboración de su duelo.

 

Francisco Rodríguez Laguna

Psicólogo. con formación avanzada en duelo (Modelo Integrativo-Relacional), Máster en Psicopatología y Salud, Experto en trastornos Infanto-Juveniles y en Intervención profesional desde la Perspectiva de Género es socio fundador de la Sociedad española de Suicidiología.

La desesperanza y el sentido de la vida

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Hay veces que la vida nos enseña su peor cara. Es entonces  cuando todo pierde sentido y nos parece que no seremos capaces de afrontar lo que nos ocurre. Para hacer frente a nuestro problemas es útil que tengamos en cuenta además de la situación vivida, los factores psicológicos que nos influyen y que nos paralizan.

Dos factores que pueden influirnos negativamente son la desesperanza y la indefensión aprendida. La desesperanza revierte en sentimientos displacenteros sobre uno mismo y sobre los demás y el futuro (Beck). Tiñe de negro nuestros pensamientos y puede empujarnos a la depresión o al suicidio. Se caracteriza por una visión pesimista, de queja continua y de culpabilidad que puede ser proyectada en los demás.

En el caso de la indefensión aprendida nos referimos a la creencia de una persona sobre el bajo o nulo control sobre su vida y las consecuencias de sus actos. En esos casos la persona adopta una conducta de pasividad que provoca que las circunstancias no cambien (profecía autocumplida). La persona pierde la motivación a actuar por la idea equivocada de que lo que le ocurre no es producto de lo que hace, sino del destino, de otras personas o de otras razones inevitables. Por ejemplo, una persona que se ha quedado sin empleo y que tiene varias experiencias negativas cuando está intentando encontrar uno nuevo, puede llegar a pensar que no tiene sentido seguir haciéndolo porque no depende de él. Al dejar de buscar empleo, no entrará de nuevo en el mercado de trabajo lo que reforzará su idea de que haga lo que haga no conseguirá nada. Sin embargo, es su pasividad la que de forma indirecta afecta negativamente a su «mala suerte».

En el lado contrario hay factores que pueden ayudarte a mantener tu salud mental y que si bien no te aseguran una felicidad completa si son el camino que te llevará a un mayor equilibrio personal. Uno de ellos es el sentido de la vida. Victor Frankl definió este concepto como la necesidad de los seres humanos de encontrar un motivo, un propósito de sus vidas, para asumir la responsabilidad sobre uno mismo y sus experiencias. Si tienes un sentido serás más capaz de afrontar las situaciones desagradables de tu vida. Un concepto parecido fue definido por Antonovsky con el nombre de sentido de coherencia. Con ello se refiere a una orientación global del individuo expresada por la percepción sobre sus recursos de afrontamiento (controlabilidad), la capacidad de ver las crisis como retos desde una orientación positiva, (significatividad), y la comprensión coherente y claro del entorno o (comprensión). Tanto el sentido de la vida, como el sentido de coherencia han intentado explicar por qué las personas en situaciones límite, consiguen un nivel de salud mental y bienestar psicológico adecuado. 

 

Quien tiene un «por qué» podrá hacer frente a todos los «cómo»

Nietszche citado por Victor Frankl

 

Estudios empíricos han relacionado sentido de la vida y desesperanza. En concreto, se señala que cuando existe un sentido de la vida claro existe un nivel de desesperanza mínimo, al contrario cuando aparecen vacíos existenciales. Estas relaciones presentaron diferencias estadísticamente significativas. 

 
CONSEJOS PARA COMBATIR LA DESESPERANZA

Analizar racionalmente la situación. 

Pensar de forma positiva y desarrollar la autoeficacia. 

Evitar el aislamiento y buscar la relación honesta con otras personas.

Listar objetivos simples y alcanzables. Premiar los logros

Ser constantes. 

Evitar la victimización.

No idealizar al resto de personas.

No esperar soluciones milagrosas ni rápidas.

Realizar autocrítica constructiva.

Buscar soluciones creativas. 


MÁS INFORMACIÓN

Adicciones, drogas y alcohol en la conducta suicida

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Las drogas institucionalizadas (alcohol y tabaco) y las ilegales (cannabis, opiáceos, cocaína o derivados, drogas de diseño…), así como todas las adicciones conductuales o sin sustancia (ludopatía, telefonía móvil, Internet y redes sociales, compra compulsiva, adicción al sexo…) tienen un punto en común: prometen un mundo idílico, un paraíso, donde es fácil afrontar los problemas que nos trae la vida.

En muchas ocasiones, sin embargo, en la fase de experimentación se suman la capacidad adictiva de la sustancia o conducta a sus efectos subjetivos tejiendo alrededor de la persona una red que acabará atrapándolo en una adicción. En esta fase las consecuencias negativas de la conducta aún parecen lejanas y la persona cree falsamente que ejerce control sobre su conducta. Dependiendo de las características de la adicción, de características personales y del entorno, la persona se verá envuelta en un escenario totalmente diferente. Cada vez dedicará más tiempo a actividades relacionadas con su problema, más recursos y más esfuerzo, en detrimento de actividades o personas significativas con las que antes disfrutaba.

En etapas posteriores aparecerán las consecuencias que determinarán un nuevo estilo de vida donde las consecuencias serán mayores que los beneficios percibidos. Entonces la conducta se mantendrá, entre otras razones, para evitar la abstinencia. La vida irá perdiendo sentido sin la presencia de la adicción que se adueñará del control de la vida y podrá llegar a tener graves consecuencias en la salud y en la calidad de vida.

 

En los casos más graves, la adicción se convierte en un factor de riesgo en la aparición de conductas suicidas. Adicciones, drogas y alcohol están presentes en muchos suicidios, ya sea en personas adictas o como desinhibidores para emitir la conducta.

 

En ese orden de cosas, el consumo agudo de alcohol es utilizado frecuentemente como desinhibidor (intentos de suicidio o suicidios «completados»), mientras que su abuso se asocia a la conducta suicida aumentando las tasas de suicidio a nivel poblacional. En esta relación influyen otras variables siendo superior en países del norte y del este de Europa que en los países mediterráneos. 

La relación entre el tabaquismo y la muerte por suicidio ha sido también constatada pero es mucho menos intuitiva. En primera instancia pudiera parecer que la relación no es directa, pero hay estudios que relacionan las leyes restrictivas de consumo con menores tasas de suicidio. Richard A. Grucza ha encontrado una relación mas allá del hecho que las personas con problemas psiquiátricos tienden a ser mayores fumadores. Su estudio determinó que un incremento de un dólar en los impuestos al tabaco se asoció con un descenso del 10% en las tasas de suicidio. Otras variables que podrían estar relacionadas son las prohibiciones de fumar en lugares cerrados. En los estados de EEUU donde se daban ambas medidas se registraban tasas inferiores en un 15% de la media nacional.

En el caso de las adicciones comportamentales o sin sustancia parece que la tendencia es parecida. Si hablamos de la ludopatía o juego patológico aumenta la probabilidad de aparición de ideación e intención suicida. Estas suelen aparecer asociadas a los sentimientos de arrepentimiento y pánico ante situaciones económicas problemáticas o de otra índole y el aislamiento o rechazo social propio de la fase de desesperación. Aproximadamente un 90% de los jugadores patológicos relatan ideación suicida y cerca del 20% refieren intentos de autolisis. Un jugador patológico corre seis veces más riesgo de fallecer por suicidio que la población general.

Por último, el consumo de drogas ilegales empeora aún más la situación. En el caso de la cocaína, muchos de sus consumidores acompañan su consumo del de alcohol lo que agrava los riesgos. Además, el síndrome de abstinencia de la cocaína, puede ir acompañado de depresión, ideas paranoica e incluso de pensamientos suicidas, lo que puede requerir apoyo profesional. 

En general, parece clara la relación de las conductas adictivas y el suicidio por lo que es recomendable considerarlas como un importante factores de riesgo. En consecuencias, los profesionales que atienden a personas con problemas adictivos deben contemplar la detección precoz de conductas suicidas de forma que puedan ser prevenidas. La formación de estos profesionales constituye una medida efectiva de prevención para reducir las tasas de suicidio en este colectivo.


PARA SABER MÁS

Comunicación responsable en casos de conducta suicida

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Las tasas de suicidio se ven influenciadas por la forma en que se comunican las conductas suicidas a través de los medios de comunicación. La aparición de Internet y las redes sociales han aumentado las vías de comunicación y esto afecta a las fuentes que las personas usamos para informar e informarnos. 

Junto a este hecho, en los últimos años existe un interés mayor en partir el estigma y el tabú asociado al suicidio y eso hace que se multipliquen las comunicaciones sobre conductas suicidas por diferentes medios. Muchas veces estas comunicaciones movidas desde la mejor de las intenciones no se someten a las indicaciones preventivas y pueden llegar inadvertidamente a constituir un riesgo para personas vulnerables. Por eso es importante que aquellas personas que por razones de carácter profesional o de otra naturaleza,  hablemos sobre este problema de salud pública tengamos en cuenta las recomendaciones para evitar comunicar de forma irresponsable. Máxime cuando las redes sociales tienen un fuerte impacto y son muy accesibles tanto para publicar como para acceder a lo publicado. En ocasiones las redes sociales «las carga el diablo».

 

Si no estoy seguro de la utilidad de lo que publico o tengo una fuerte carga emocional por lo que ha ocurrido, es útil esperar para evitar efectos negativos. También se debe evitar utilizar casos concretos para instrumentalizarlos con otros fines que no sean preventivos.  Recuerda que detrás de cada caso de suicidio hay una persona que merece el mayor de los respetos y unos supervivientes a los que hay que evitarles procesos de revictimización. 

 

El efecto de imitación en el suicidio ha sido descrito en la literatura científica y verificado por lo que existe consenso sobre su existencia. Parece estar relacionado con la aparición de descripciones pormenorizadas de sucesos relacionados con el suicidio, donde se describen por ejemplo el lugar exacto del hecho o el método utilizado, donde se simplifica la causa de lo ocurrido o generalmente escrito destacando detalles sensacionalistas. Este efecto puede ser mayor cuando el caso relatado es de una persona relevante o modélica.

A este efecto imitativo se le dio el nombre de «efecto Werther» tomado del personaje homónimo de la novela de Goethe «Las Penas del Joven Werther», escrita en 1774. El personaje se suicidaba por razones atribuidas al desamor. Su publicación se relacionó con un aumento de los suicidios que imitaron el método o incluso la manera de vestir típica de Werther en el acto final. Este efecto también se ha denominado efecto contagio, copycat…

Existe una variante de este efecto que atribuye un efecto negativo por la exposición de la muerte de personajes mediáticos. Tomó el nombre de Yukiko Okada,  una cantante de rock japonesa cuyo suicidio tuvo una amplia cobertura sensacionalista, provocando un importante efecto de imitación en el país nipón.

Sin embargo, frente a ambos efectos, existe una manera adecuada y responsable de informar sobre suicidio (Efecto Papageno) que tiene carácter preventivo y que reivindica la importancia de los medios de comunicación en atajar uno de los mayores dramas de salud pública. Por eso el efecto imitación no impide hablar del suicidio, sino que incide más en el modo en el que debemos hacerlo, como indica las recomendaciones de organismo internacionales como la OMS.

 
RECOMENDACIONES DE LA OMS/OPS (2017)
Referencia rápida
Lo que se debe hacer
  • Suministrar información exacta acerca de dónde buscar ayuda
  •  Educar al público acerca de los datos sobre el suicidio y la prevención
    del suicidio, sin difundir mitos
  •  Informar sobre maneras de hacer frente a los estresantes de la vida o a pensamientos suicidas y sobre formas de obtener ayuda
  • Tener mucho cuidado al informar sobre suicidios de celebridades
  • Tener cuidado al entrevistar a familiares o amigos que estén atravesando un duelo por haber perdido a un ser querido
  • Reconocer que los profesionales mismos de los medios de
    comunicación se pueden ver afectados por noticias sobre suicidios
 
Lo que NO se debe hacer
  • No destacar ni repetir innecesariamente las noticias sobre suicidios
  • No utilizar un lenguaje que sea sensacionalista o normalice el suicidio,ni se presente el suicidio como una solución constructiva a problemas
  • No describir explícitamente el método utilizado
  • No facilitar detalles acerca del sitio ni la ubicación
  • No usar titulares sensacionales
  • No usar fotografías, material de vídeo ni enlaces a redes sociales

PARA SABER MÁS

El suicidio en las situaciones de privación de libertad: 460 suicidios en España (2000- 2017)

Tiempo de lectura: 3 minutos
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El suicidio afecta a hombres y mujeres de todos los estamentos sociales, a ricos y a pobres, en todas las etapas de la vida, países y culturas. Sin embargo, las tasas de suicidio parece no distribuirse de forma homogénea en la población, afectando de forma más intensa a diferentes colectivos entre los que se encuentra el de las personas privadas de libertad.

Dentro de los centros penitenciario el estigma se convierte en norma. A la comisión de delitos socialmente reprobables, se une la enfermedad mental y las adicciones, las dificultades de integración en ambientes multiculturales, la frecuente falta de apoyo social, el aislamiento y la soledad y las duras condiciones de vida para conformar un caldo cultivo que unido a la falta de recursos de afrontamiento provoca una mayor necesidad de prevención de las conductas suicidas.

A nivel mundial, los países nórdicos son los que presentan mayores tasas de suicidio en población reclusa. A la cabeza estaría Noruega que presenta un riesgo 10 veces superior de suicidios en personas privadas de libertad que en la población general. En España la diferencia sería de 3,7 veces. En México, durante 2016 hubo 57 suicidios en este ámbito. 

 

En España, en 2017 había 58.814 personas privadas de libertad en centros penitenciarios, de los que el 92% era hombres. Desde 2000 hasta 2017, 460 personas han fallecido dentro de las prisiones por suicidio. 1 de cada cinco suicidios ha ocurrido en centros penitenciarios andaluces. La segunda comunidad autónoma con más muertes por suicidio es Castilla y León. 

 

Como en todos los casos de conducta suicida, las causas pueden ser múltiples. El Programa Marco de Prevención de suicidios de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias señala entre las causas la afectación psicológica de la detención, el encarcelamiento y el estrés de la vida cotidiana dentro de las prisiones en personas vulnerables y con menos habilidades de afrontamiento. Esto parece estar afectado a su vez por la naturaleza del delito cometido, por la aparición en medios de comunicación, la pérdida de relaciones familiares y sociales,  la existencia de enfermedad mental, el consumo de alcohol y drogas y el historial previo de conductas suicidas. Factores importantes en la incidencia podrían ser también la sobrepoblación de las instituciones y la ratio entre reclusos y personal penitenciario.

En este sentido, la OMS concluye que el suicidio en estos entornos es prevenible, por lo que recomienda la implementación de programas integrales de prevención del suicidio en los centros penitenciarios a nivel mundial. Pese a las dificultades para predecir los suicidios en personas privadas de libertad, los profesionales que desarrollan sus funciones en centros penitenciarios son personas clave para la identificación, evaluación y tratamiento de la conducta suicida.  

Dada que la finalidad de nuestra Administración Penitenciaria, definida en la Constitución Española y en la Ley Orgánica General Penitenciaria, se resume en la reeducación y reinserción social,  la retención custodia de detenidos, presos y penados y su asistencia y que el suicidio es una de las principales causas de mortalidad de nuestros centros la prevención de este tipo de situaciones se hace vital para el cumplimiento de sus objetivos.


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Acoso y suicidio: un binomio mortal

Tiempo de lectura: 2 minutos

La conducta suicida es multicausal y compleja. Aducir razones para explicar su aparición explicitando una sola causa es simplista y dificulta el abordaje preventivo, porque son muchos los factores de riesgo los que influyen en la decisión de una persona que termina con su vida. 

Sin embargo, hay factores que tienen una importante influencia en la muerte autoinflingida y las autolesiones. Uno de ellos es el acoso en todas sus manifestaciones: sexual, escolar, laboral… 

Ya hablamos en una anterior entrada de la doble relación entre la violencia de género y la conducta suicida, Pero la relación con el acoso no se circunscribe al entorno doméstico exclusivamente. El entorno escolar y laboral puede convertirse para personas vulnerables en verdaderos infiernos que las empujan a tomar decisiones erróneas con graves consecuencias.

El bullying o acoso escolar está detrás de muchas conductas suicidas, lo que puede ser constatado en muchos estudios. La muerte por conductas autolíticas puede afectar tanto al agresor (relacionado con su impulsividad), como al agredido. La víctima de la conducta de acoso siente como su agresor aumenta su poder sobre ella y queda en el desamparo, sintiéndose culpable por lo que ocurre y esperando la próxima agresión. El círculo vicioso acaba trayendo consecuencias, siendo la más dramática el suicidio. Vivir con miedo es la peor de las vidas cuando no se es capaz de romper las dinámicas de grupo perniciosas.

Cuando este acoso se da en el entorno laboral, se utiliza el anglicismo de «mobbing». Esta variante del acoso tiene características similares al anterior, salvo que se desarrolla en el mundo adulto. Algunas prácticas propias de algunas organizaciones pueden fomentar este tipo de problemas. El acoso laboral destroza vidas. Empresas como France Telecom, acusada de prácticas de recursos humanos agresivas, afrontan complejos procesos judiciales por acusaciones de este tipo.

Pero el acoso no es sólo un problema de que existan agresores. Por desgracia, aunque es nuestra obligación conseguir un mundo lo más justo posible, vivir conlleva saber afrontar de forma adecuada las injusticias que nos puedan suceder. En consecuencia tenemos que aprender recursos para defendernos, para ser críticos con lo que nos ocurre o les ocurre a otros y evitar las actitudes sumisas que nos hacen daño. El agresor es responsable de su acción, evitarla es responsabilidad de todos. El suicidio nunca será una solución a un problema.

 

“Esperar que la vida te trate bien por ser una buena persona es como esperar que un tigre no te ataque porque tú eres vegetariano»

(Bruce LEE)

 

El acoso es un problema social y de los grupos humanos. El desarrollo de estas conductas necesita de cómplices a través del silencio. Si conoces algún caso de acoso o tienes alguna sospecha, nunca guardes silencio. Si eres víctima de acoso, busca ayuda. 

¡Por un mundo sin acoso, lucha!

 

Daniel J. López Vega es Psicólogo y colaborador de la plataforma de profesionales de prevención del suicidio papageno.es


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