28 de abril: Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo

28 de abril: Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo

Tiempo de lectura: 5 minutos

Noelia García-Guirao es socia fundadora de Papageno, Doctora en Ciencias Sociales y Jurídicas, Psicóloga del Trabajo y de las Organizaciones, y Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales. Profesionalmente ejerce como Perito Judicial en PRL a nivel nacional y es profesora en el Máster Universitario en PRL, en la Facultad de Derecho y Relaciones Internacionales de la Universidad Antonio de Nebrija.

Breve apunte histórico a modo de introducción

Cada 28 de abril, desde 2003 y a petición del movimiento sindical, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebra el Día Mundial para la Seguridad y la Salud en el Trabajo; para el movimiento sindical, desde 1996 y a nivel mundial, el 28 de abril es el Día Internacional en memoria de los trabajadores fallecidos y heridos. De esta forma, el 28 de abril se convierte en la fecha dedicada a aumentar la conciencia internacional sobre la seguridad y la salud tanto entre los sindicatos, como entre las organizaciones de empleadores y los representantes de los gobiernos. En este sentido la OIT (2003) reconoce la responsabilidad compartida de las principales partes interesadas y los anima a promover una cultura preventiva de seguridad y salud y a cumplir con sus obligaciones y responsabilidades, con el fin de prevenir las muertes, lesiones y enfermedades relacionadas con el trabajo y permitir a los trabajadores regresar con seguridad a sus hogares al final de cada día de trabajo.

Desde hace años, y según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el suicidio se mantiene como la primera causa de muerte externa en España y las cifras, cada año, dan detalle de la magnitud del problema. El suicidio no figura en las estadísticas de accidentes laborales que cada año elabora y publica el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST); y ello da cuenta, por una parte, del mutismo que rodea al suicidio, y, por otra, de la dificultad para catalogarlo como accidente de trabajo, lo que suele ocurrir tras un largo y complicado periplo judicial, dada su naturaleza compleja, social y multicausal.

La obligación legal de controlar en el entorno de trabajo los factores psicosociales de riesgo: eliminándolos o minimizándolos

El suicidio puede ser la consecuencia más trágica y menos deseada de la exposición del trabajador a factores psicosociales de riesgo. Por ello, el entorno de trabajo debe permanecer libre de todo tipo de riesgos, incluidos los psicosociales. La Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales tiene por objeto determinar el cuerpo básico de garantías y responsabilidades necesario para establecer un adecuado nivel de protección de la seguridad y la salud de los trabajadores frente a los riesgos derivados de las condiciones de trabajo; todo ello en el marco de una política preventiva que ha de ser coherente, coordinada y eficaz, y cuyo ámbito de aplicación incluye tanto a los trabajadores vinculados por una relación laboral en sentido estricto, como al personal civil con relación de carácter administrativo o estatutario al servicio de las Administraciones públicas, así como a los socios trabajadores o de trabajo de los distintos tipos de cooperativas.

El INSST (2022) define los factores psicosociales de riesgo como condiciones de trabajo relacionadas con la organización del trabajo, el contenido y la ejecución de las tareas y con las relaciones interpersonales y los contextos en los que se desarrolla el trabajo, que se materializan de manera inadecuada o deficiente (por diseño, por configuración, dimensionamiento y/o implantación), y que, cuando están presentes, aumentan la probabilidad de que se generen consecuencias negativas para la seguridad y la salud de los trabajadores y las trabajadoras.

Para dar cumplimiento al mandato legal es importante que la empresa fundamente su cultura preventiva en unos principios sólidos que vayan más allá del mero cumplimiento formal de la Ley. Es importante para ello:

  • El compromiso de la dirección, que liderará el proceso y establecerá la política preventiva de la empresa.
  • La participación activa de los trabajadores, que deben estar involucrados en el proceso de identificación de riesgos y la toma de decisiones en relación con la seguridad y la salud en el trabajo.
  • La evaluación de los riesgos, para poder identificar los peligros y establecer medidas preventivas.
  • Una planificación y gestión adecuada. La prevención de riesgos no se improvisa, debe obedecer a un plan. Se deben establecer políticas y prácticas que promuevan la seguridad y la salud en el trabajo, y se deben asignar los recursos necesarios para implementar y mantener estas prácticas.
  • La información a los trabajadores sobre los riesgos de su puesto de trabajo.
  • La formación y la capacitación de los trabajadores para que puedan desempeñar sus funciones de manera segura. La formación debe ser continua y actualizada, en función de los cambios en el lugar de trabajo.
  • La investigación de los accidentes y de las enfermedades profesionales, con el fin de detectar las causas.
  • La vigilancia de la salud de los trabajadores.

Cultura preventiva: ir más allá del mandato legal.

Crear un ambiente laboral psicosocialmente seguro implica abordar los factores que pueden afectar la salud mental y emocional de los trabajadores. El empresario puede implementar estrategias que promuevan el bienestar general del trabajador y ayuden a crear un ambiente laboral seguro y saludable. Algunas de ellas pueden ser:

  • Establecer canales de comunicación abierta y efectiva con los trabajadores, lo que incluye: retroalimentación regular, información sobre los cambios en la organización y las políticas de la empresa, y habilitar buzones de sugerencias, con el fin de que los empleados puedan expresar sus preocupaciones.
  • Fomentar un ambiente laboral respetuoso libre de acoso y discriminación, estableciendo políticas claras, haciendo cumplir los códigos de conducta y ofreciendo programas de capacitación que promuevan la diversidad, la inclusión y la empatía.
  • Proporcionar los recursos y el apoyo necesarios para que los trabajadores puedan realizar sus tareas de manera efectiva, lo que debe incluir no solo programas de formación, desarrollo profesional, tecnología y herramientas adecuadas, sino también el apoyo emocional y psicológico cuando sea necesario.
  • Promover la participación y el empoderamiento. Los trabajadores deben sentir que tienen un papel importante en la organización y que su trabajo es valorado. Es importante que, en la medida de lo posible, los trabajadores participen en la toma de decisiones, tengan metas y objetivos claros y reciban retroalimentación positiva.
  • Cuidar el equilibrio trabajo-vida personal. Es importante que los empleadores reconozcan y respeten que los trabajadores tienen una vida personal fuera del trabajo y, consecuentemente, proporcionen un equilibrio adecuado entre ambas facetas, incluyendo, cuando sea posible, horarios flexibles y opciones de teletrabajo.

Estas estrategias, una vez implementadas, formarán parte de la cultura empresarial. En concreto, serán parte de la cultura preventiva de la empresa, y ello es fundamental tanto para prevenir accidentes, lesiones y enfermedades ocupacionales, como para crear un ambiente laboral saludable y productivo, lo que redundará en una mejora de la imagen de la empresa y en el aumento de la satisfacción y la motivación de los trabajadores.

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