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El suicidio desde la mirada histórica; orígenes del estigma y el tabú

Tiempo de lectura: 6 minutos

Miguel Guerrero Díaz, psicólogo clínico en SAS.
Coordinador de la Unidad de Salud Mental Comunitaria de Marbella Responsable del Programa de Prevención e Intervención Intensiva en Conducta Suicida Programa Cicerón

La dimensión histórica del suicidio

El conocimiento de la dimensión histórica del suicidio contribuye a la comprensión holística de este fenómeno sumamente complejo. Contamos con cuarenta siglos de historia del suicidio, pero sólo en los dos últimos siglos y medio, ha sido la medicina quien ha reclamado para sí su estudio. Es por esto, por lo que los profesionales no debemos caer en un reduccionismo biomédico como paradigma explicativo de este fenómeno. Otras disciplinas como la filosofía, la ética, la sociología, el evolucionismo, la antropología, las artes, la literatura, los medios de comunicación y por supuesto la historia, que complementan nuestro conocimiento. El concepto y la imagen del suicidio no ha sido la misma a lo largo de la historia, siendo un constructo social modificable, sujeto a las influencias sociales y sobre todo culturales de cada tiempo histórico.

El suicidio en la cultura greco-romana


Es en este momento de la historia donde la muerte voluntaria comienza a ser estigmatizada, denostada y penada. El suicidio era un delito contra el Estado que conllevaba castigos puesto que privaba a la polis (la comunidad) de uno de sus miembros y de su contribución al progreso de esta. Además, era considerada por gran parte de la sociedad griega como un acto impío hacia los dioses. A través de la mitología se asociaron varias emociones consideradas como desencadenantes de la conducta suicida, como son la desesperación, la culpa, la vergüenza, o la propia locura. Ejemplo de estos mitos son el suicidio de Yocasta, Egeo o Áyax. Pero fue el suicidio de Sócrates en el año 399 a.C. el que marcó un hito en la historia de la filosofía de la muerte voluntaria. Su decisión afectó profundamente a sus seguidores. El principal sin duda fue Platón (387-347 a.C.). Éste se posicionó en contra del suicidio argumentando que atentaba contra el Estado y contra los dioses. No obstante, estableció excepciones donde la muerte voluntaria era legítima. Aristóteles (384-322 a.C.) condenó más enérgicamente aún el suicidio. En su obra Ética a Nicómaco, afirma que es un acto de cobardía puesto que el suicida eludía su responsabilidad social y afectaba a terceros.

La civilización romana heredó gran parte de la cultura helena, y del mismo modo existía una prohibición expresa al suicidio, salvo si se obtenía el permiso del censor que «legitimaba» el acto. Una característica del pueblo romano con relación a la muerte voluntaria fue su falta de democratización.

Marco Tulio Cicerón (106-46 a.C.) rechazó la muerte voluntaria haciendo suyos los postulados platónicos, en su obra El sueño de Escipión. Por el contrario, Lucio Anneo Séneca (4 a.C. – 65 d.C.), máximo representante latino del estoicismo y defensor de la ascesis del alma, legitimaba el suicido al considerarlo un acto de valentía y de máxima expresión de libertad humana. La otra gran contribución que nos ha legado Roma fue sin duda su legislación. El Código de Justiniano, obra del emperador bizantino Justiniano (527-565 d.C.), supuso la primera representación legal de una conducta derivada de un estado mental alterado («non compos mentis») y recogía como atenuante en la mente del suicida la perturbación de sus facultades mentales.

Foto de jimmy teoh en Pexels

Las primeras comunidades cristianas

En La Biblia se relatan hasta nueve suicidios sin que exista ni condena ni apología del suicidio. Para los primeros cristianos la muerte voluntaria no estuvo estigmatizada, produciéndose de hecho un fenómeno que alarmó enormemente a los primeros obispos de la Iglesia, el martirio voluntario. Este fenómeno hizo necesario la «invención» de un relato teológico que frenara estos actos, siendo San Agustín de Hipona (354-430 d.C.) quien contribuyó a tal fin. Condenó el suicidio equiparando éste a un homicidio de sí mismo y por ende una clara violación del V mandamiento; no matarás. Para la Iglesia «la vida es propiedad de nuestro Señor y no podemos disponer de ella libremente» por lo que, desde ese momento, el suicidio era un pecado y el suicida un pecador ante Dios. En el Concilio de Arlés (314 d.C.) se condenó formalmente por la Iglesia el suicidio y a cada concilio ecuménico celebrado, más condena y castigo se añadía al suicida, desde la excomunión, hasta la negación de rito, funeral, enterramiento, o sepultura.

El suicidio en la Edad Media

No obstante, fueron la leyes civiles -y no sólo las eclesiásticas- las que marcaron con su extrema violencia el destino de los suicidas. A la suma de la condena eclesiástica, se añadió el rechazo por parte del Estado. El suicida no sólo se era un pecador, sino que se convirtió en un delincuente ante la Ley, merecedor de castigos físicos y sociales extremos. Arrastrar el cuerpo, mutilarlo, clavarle una estaca, enterrarlo en un cruce de caminos, vejarlo o negarle sepultura, son ejemplos de cómo se trataba de aleccionar al pueblo para hacer desistir a quien tuviera ideas suicidas.

La Edad Moderna

El Renacimiento (siglo XV y XVI) supuso un cambio en la mentalidad secular. Si bien la Iglesia persistió en la dura condena moral del suicida, aparecieron un grupo de humanistas filósofos que comenzaron a cuestionar abiertamente las posiciones teológicas sobre el suicidio. Michel de Montaigne (1533- 1592) fue pionero en considerar que el suicidio no podía evaluarse moralmente a partir de dictados divinos, sino que debía ser resultante de una elección personal. En 1608 John Donne escribe Biathanatos, la primera obra en defensa del suicidio en lengua anglosajona, y el ensayo más exhaustivo sobre el suicidio en la edad moderna. A partir de entonces los postulados religiosos fueron progresivamente desplazados por razones seculares, tomando la filosofía el relevo del debate moral acerca de la legitimidad o no del suicidio. Anatomía de la melancolía publicada en 1621 por Robert Burton (primer autor
en proponer el suicidio como resultado de una alteración) supone un hito histórico al considerarse un auténtico precursor de los futuros postulados científicos del siglo XIX.

La patologización del suicidio

En el siglo XVIII, con los avances de la ciencia experimental impulsados por el «movimiento ilustrado» se consiguió paulatinamente la definitiva secularización y descriminalización del suicidio. Sin embargo, quedó ligado a la enfermedad mental y a toda clase de «locura». La psiquiatría alienista representada por Jean Étienne Dominique Esquirol (1772-1840, psiquiatra francés y alumno de P. Pinel) postuló la asociación del suicidio a toda clase de estados clínicos patológicos (delirium agudo, estados delirantes crónicos, monomanías, manías) pese a reconocer que el suicidio, no era una enfermedad mental per se. En el siglo XIX con la llegada del romanticismo el suicidio pierde su carácter peyorativo. Se valoran las motivaciones psicológicas por encima de la ética, se exaltan los sentimientos y se considera el suicidio como un acto de máxima libertad o como expresión de estados de desesperanza. A finales del siglo XIX destacó la figura del sociólogo francés Émile Durkheim (1858-1917) – se puede enlazar con otra entrada.

El suicidio en la actualidad

En la actualidad, desde el esquema biopsicosocial como el propuesto por Van Heeringen en 2001, se proponen una serie de estrategias de intervención, clasificadas en universales (población universal), selectivas (dirigidas a grupos de riesgo) e indicadas (indicadas para personas con conducta suicida expresada). Las principales serían la limitación de acceso a medios letales, la mejora en el acceso a los recursos sanitarios (tanto a atención primaria como, sobre todo, a atención especializada en salud mental), la identificación temprana y el tratamiento de la depresión, el alcoholismo u otros trastornos mentales. Otras medidas de igual importancia son el desarrollo de intervenciones sociosanitarias en grupos vulnerables como jóvenes, mayores y minorías étnicas, así como la concienciación y mejora de competencias para el manejo del suicidio de profesionales sanitarios y no sanitarios (educadores, policías, bomberos, etc.), a través de la formación. Comprender que el suicidio es un fenómeno sociológico e histórico complejo más allá de la patología psiquiátrica y de las fronteras de la atención a la salud mental facilitaría un abordaje integral.


Para ampliar la información puede acceder a: Reflexiones sobre el suicidio desde la mirada histórica – Psicoevidencias – Portal de gestión del conocimiento del Programa de Salud Mental de Andalucía


Bibliografía

  1. Ramón A. Semper dolens. Historia del suicidio en Occidente. Barcelona: Acantilado; 2015.
  2. Jiménez Treviño L. Breve aproximación a las conductas autolíticas. ReNEPCA (Red Nacional para el Estudio y Prevención de Conductas Autolíticas); 2003.
  3. Vega-Piñero M, et al. El suicidio. Salud Global. 2002;2(4):1-15.
  4. Macrobio AAT. Comentario al Sueño de Escipión de Cicerón. Madrid: Gredos; 2006.
  5. Cohen CB. Perspectivas cristianas sobre el suicidio y la eutanasia asistida: La Tradición Anglicana. J Law MedEthics. 1996;24(4):369-379.
  6. Pérez Barrero SA, Peláez S. La conducta suicida en las Sagradas Escrituras. Revista Internacional de Tanatología y Suicidio. 2002;2(1):7-9.
  7. Murray A. The suicide in the Middle Age. Volumen I: The violent against themselves. Oxford University Press;1998.
  8. Aquino T. Suma teológica. España: Biblioteca de Autores Cristianos; 1960.
  9. Rudick M, Battin P (editores). Biathanatos. New York, London: Garland Publishing; 1982.
  10. Berrios GE. La autoagresión. En: Berrios GE. Historia de los síntomas de los trastornos mentales: la psicopatología descriptiva desde el siglo XIX. México: Fondo de Cultura Económica; 2008.
  11. Durkheim E. El suicidio. Madrid: Akal; 1982.
  12. Camus A. El míto de Sísifo. Madrid: Alianza Editorial; 2012.
  13. Dumon E, Portzaky G. Suicide Prevention Toolkit for Media Professionals. Work package 6
  14. Dumon E, Portzaky G. General Guidelines on suicide prevention. Euregenas. Work package 6.

Etiología del suicidio en España: el prólogo español de «El Suicidio» de Durkheim

Emile Durkheim
Tiempo de lectura: 4 minutos

Etiología del suicidio en España

En el año 1928 Don Mariano Ruiz-Funes, Catedrático de Derecho penal en la Universidad de Murcia, publicó “Etiologia del suicidio en España” como capítulo preliminar del clásico libro de sociología que él mismo tradujo: “El SUICIDIO” de E. Durkheim,

Muy necesario este capítulo ya que en la obra del francés hay muy escasas referencias a lo que acontecía en este país. Esta carencia se debe a que, mientras en Europa se recogían datos desde el año 1841, en España se empezaron a recoger datos de manera especifica en 1906. Cuando el libro se publicó por vez primera en 1897, aún no había datos específicos sobre lo que aquí sucedía. Se recogían el número de suicidios pero no con todos los datos que se estableció en la Real orden de 8 de septiembre de 1906.

De hecho, el autor francés encuentra que en todos los países la mujer se suicida cuatro o cinco veces menos que el hombre excepto en España, donde es solo la mitad. Escribe en un claro pie de pagina “Aparte de que la exactitud de la estadística española nos deja escépticos, España no es comparable a las grandes naciones de la Europa central y septentrional”. Por otra parte en escritos previos Morselli sobre la misma cuestión, no apunta a nuestra chapucera estadística decimonónica sino a “una fuerte tendencia al suicidio de la mujer española, producto de la fortaleza de su carácter, que la aproxima mucho al sexo masculino”.

Cuando se publicó la traducción al castellano en la edición del 1928 ya se contaban con esos datos específicos del suicidio. Y los incluyeron.

En el capitulo preliminar se pueden leer frases que, aunque escritas hace cien años, pueden referirse a los conocimientos actuales:

-“el alcoholismo es un factor de consideración en la criminalidad y en el suicidio, pero ambos fenómenos tienen una causalidad más extensa y más compleja.”

– Cuando buscan el factor racial en el suicidio (hablamos de una Europa anterior a la segunda guerra mundial) dicen “la tendencia al suicidio es de dudosa transmisión por herencia”. En ese aspecto, con todos los avances técnico científicos, seguimos en el mismo punto.

– Sobre el tema recurrente del efecto llamada, el efecto Werther que ha hecho silenciar los suicidios durante décadas dice: “El contagio del suicidio se produce por la propaganda; y la mayor eficacia de ella se logra por la prensa. Este es un postulado cierto, y, no obstante, la experiencia no lo confirma. Francia e Inglaterra tienen mayores medios de publicidad y de difusión que Dinamarca y Sajonia, y, sin embargo, las últimas ofrecen un porcentaje más crecido de suicidios. Reafirma este hecho el carácter individual que reviste el contagio suicida y la dificultad de referirlo a factores sociales”.

 

Efecto Werther Vs Efecto papageno

Es decir, en el 1928 ponen en duda la célebre afirmación de que publicar sobre el suicidio lleva a la imitación del suicidio (señalar que el libro que produjo el efecto Werther se publicó en 1774, traducido al español en 1835).

Cien años después se sigue discutiendo sobre la idoneidad de hablar o callar sobre el suicidio. Si bien cada vez con menos fuerza para los partidarios de acallarlo y con indicaciones de la OMS sobre cómo informar del suicidio.

-Dada la actual situación económica no deja de ser interesante que señalen (el año anterior al crack de 1929): “El factor económico es transcendental … Buena copia de suicidios hallan su origen, más que en catástrofes morales, en convulsiones Industriales y mercantiles.”

– En datos la estadística de 1838 arrojaba un 1,6 de suicidios por millón de habitantes ; en 1859 12,2 por millón, y en el promedio del periodo 1883-1900 sube a 27,61 por millón. Sobre el sexenio 1906-1911 cuando ya se recogían datos específicos refiere el máximo de suicidios consumados, cometidos por varones en el año 1909, representado por la cifra de 987. Las mujeres aportan su máximum de suicidios consumados el año 1910, con la cifra de 312. Sumando ambos máximos obtendríamos 1299 muertes por suicidio en una población de 19.990.669 (1910) es decir algo menos de 65 por millón. Actualmente de la tasa es algo menor, de 77, 9 por millón.

 

Las reflexiones de D. Mariano Ruíz-Funes

Reproduciré textualmente los últimos párrafos del capitulo escrito por D. Mariano Ruiz-Funes por que algunas de las reflexiones que escribe aún hay que repetirlas a la sociedad actual. Parece que estamos siempre cegados por la novedad y nos cuesta aprender de nuestros mayores. Si bien las ideas son “modernas” (en nuestra sociedad postmoderna el pensar que la cultura cura es ingenuo), creo que merece la pena una reflexión sobre ellas.

El suicidio no es un producto de la cobardía, ni una escuela de la miseria, ni la reflexión en el mundo exterior de una tara psiquiátrica, ni un capricho oscuro de la naturaleza, que proyecta, con sus modalidades meteorológicas, el disgusto de la vida sobre la víctima. No se produce el suicidio porque la lucha por la vida imponga esfuerzos dolorosos, ni porque estén insatisfechas necesidades legítimas, sino porque ignoramos o desconocemos el límite ético de esas necesidades y no sabemos dotar de una finalidad ideal a nuestros esfuerzos, embelleciéndolos con el sólo afán de lograrlos.

Las sociedades actuales no padecen una gran miseria económica, sino una alarmante miseria moral. Esa miseria moral habrá que combatirla creando un sentido elevado del deber; educando a la voluntad; dando a la inteligencia, y a su alto y generoso esfuerzo, el valor primario que le corresponde en los pueblos civiles, creando el sentido de la responsabilidad, exaltando el sentimiento de la tolerancia y el libre y legítimo ejercicio de todas las ideas, fomentando la solidaridad humana sobre la base de la ayuda mutua y del mutuo respeto y comprendiendo que el progreso es una relación de integración entre las más varias actividades individuales, que sólo se alcanza por la libertad y por la cultura.”

 

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Grupos de ayuda mutua de duelo por suicidio: Evaluación del curso

Tiempo de lectura: 2 minutos

Evaluación del curso de «Formación básica para facilitadores/as de grupos de ayuda mutua: dinamización de grupos de personas que han perdido a un ser querido por suicidio» celebrado entre los días 3-31 de mayo de 2021 reconocido  de Interés Docente – Sanitario por la  Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, con número de expedientes 128D/21. 

EVALUACIÓN CURSO DE FACILITADORES 2021 (DESCARGAR PDF)

I PREMIO #PERIODISMORESPONSABLE 2021: EL SUICIDIO EN LOS MEDIOS

Tiempo de lectura: 3 minutos

DESCARGAR PROGRAMA

Sonsoles Rivera Pascual. Sonsoles es periodista, socia de papageno.es y responsable de redes sociales.

Guillermo Córdoba Santos. Guillermo es periodista, socio de papageno.es y responsable del programa #periodismoresponsable

Periodismo responsable

Hay una diferencia vital entre informar del suicidio con responsabilidad e ignorar la realidad de este problema social. El suicidio es un impacto que al periodista también le cuesta asumir, la falta de preparación en este campo suele promover piezas que estiran las emociones, más apropiadas para alimentar la curiosidad del lector morboso que para llevar a cabo la importante labor social propia del periodismo.

 

“Los medios de comunicación tienen un gran impacto en múltiples facetas de la vida. Influyen en la forma de vestirnos, en lo que compramos, en lo que empleamos el tiempo libre y también nos afectan en los temas que nos hacen pensar y en los conceptos a partir de los que valoramos el mundo. Sus efectos son difíciles de analizar aisladamente y hay que reconocer que se trata de un proceso sutil, complejo y en el que participan otras muchas fuerzas. Son determinantes en los asuntos de los que carecemos de experiencia directa. Esa influencia es la clave de su exigencia ética”(García & Domínguez, 2017).

 

Tratamiento del suicidio en medios de comunicación

El suicidio tiene una tradición inmoral y pecaminosa que lo ha convertido durante siglos en un tabú. El periodismo llega tarde a su autorregulación. Se le ha adelantado la Organización Mundial de la Salud (OMS), que declara al suicidio un problema de Salud Pública que se debe abordar específicamente desde los Medios de Comunicación (Actualización 2017).

Por estas razones la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención de la Conducta Suicida «Papageno» y Familiars i Amics Supervivents per Suïcidi de les Illes Balears «Afasib» han organizado el I PREMIO #PERIODISMORESPONSABLE, para difundir la importancia de informar adecuadamente sobre el suicidio. Y concienciar de que el tratamiento adecuado es una pieza fundamental y necesaria para sensibilizar a la sociedad desde el enfoque de la prevención.

Afasib

I Premio #PeriodismoResponsable 2021

La organización entregará un premio a nivel nacional y otro a nivel local en las Islas Baleares, a cargo de la entidad 3 Salut Mental. Los ganadores/as recibirán un premio económico de 250 euros, un diploma conmemorativo y el libro Hablemos del suicidio, de Gabriel González Ortiz, o La Niña Amarilla, de María de Quesada Herrero. Cada categoría contará con dos accésit, que recibirán un diploma. La organización del premio se reserva el derecho a declarar desierto uno o algunos de los premios en el caso de que el jurado considere que ninguno de los trabajos presentados atesoran la calidad o los requisitos suficientes. 

Los trabajos premiados se darán a conocer durante la I Jornada de Prevención y Postvención del Suicidio, que se celebrará el 10 de septiembre de 2021 en un acto en el CaixaForum de Palma de Mallorca, coincidiendo con el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. En este evento se abordará con todo detalle la compleja relación del suicidio con los medios de comunicación.

El día después: grupos de ayuda mutua de duelo por suicidio

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Charla- coloquio para público en general

La experiencia de perder a un ser querido por suicidio es una de las situaciones de duelo más dolorosas. ¿Qué hacer el día después de un suicidio?

Con motivo de la reapertura de los grupos de ayuda mutua en Sevilla organizados con la colaboración del Teléfono de la Esperanza de Sevilla y Papageno.es, miembros de ambas asociaciones realizarán una charla coloquio con la finalidad de encontrar respuestas a esta pregunta y motivar al desarrollo y participación en los grupos.

Siguiendo las directrices de la OMS, los grupos de ayuda mutua para duelo por suicidio son recomendables para aquellas personas que necesitan ayuda para afrontar su dolor y encontrar apoyo social. Expresar las emociones en un ambiente seguro y cálido junto a otras personas que pasan por la misma situación y la búsqueda conjunta de recursos para transitar por su dolor son herramientas que ayudan a las personas a restablecer una nueva normalidad en sus vidas. Una vida que será diferente pero donde la persona logrará resituarse después de vivir la pérdida en primera persona.

Por eso os esperamos el próximo miércoles 30 de junio de 17.00 a 19.00 en la sede social del Teléfono de la Esperanza en Sevilla. Por razones de la crisis sanitaria por COVID-19 el aforo estará limitado según normativa vigente. Para favorecer la participación de otras personas interesadas, también se podrá participar a través de videoconferencia por ZOOM.

Para la asistencia presencial se enviarán invitaciones dependiendo de dicho aforo.

Para ambas modalidades es necesaria la inscripción previa que podrá encontrar en el siguiente enlace: INSCRIPCIÓN

11/06/2021 POR RAZONES DE AFORO ACTUALMENTE SOLO SE PERMITIRÁN INSCRIPCIONES POR VIDEOCONFERENCIA. PARA FACILITAR LA PARTICIPACIÓN SE GRABARÁ LA INTERVENCIÓN DE LOS PONENTES Y SE PODRÁ VER TAMBIÉN EN DIFERIDO

¡Te esperamos!

Aprender de los árboles

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Susi De León Morgado – Presidenta de UBUNTU

En algún momento de mi existencia debí ser árbol. Quizás por eso les siento tan bien: su presencia, su latido, su transformación, su serena sabiduría…
Este mensaje va dedicado a toda la gente a la que quiero y, en especial, a tod@s mis compañer@s de UBUNTU, la asociación de personas que han perdido a seres queridos por suicidio, y que hemos creado para ayudar a prevenir y concienciar a la sociedad de este tema tabú pero, también , para sostenernos en nuestro intento de regreso a la alegría y Vida. Y a l@s compañer@s de Papageno, asociación de profesionales de la psicología que nos acompañan en nuestro caminar.

Desde que llegué en septiembre a Grazalema para incorporarme al IES local les he ido fotografiando y compartiendo mis paseos al amanecer, en un intento de hacerles llegar toda la belleza y la paz , la Luz que yo encontraba en ellos. Y, en especial, les he compartido este pequeño bosque que está a la entrada de Grazalema, por donde suelo pasear con Rayo, mi perro, cada día.
Desde el principio, he conectado con esos árboles, desde el alma, desde el corazón. He sentido dentro de mí su evolución y sus cambios, su proceso de transformación. Y he aprendido de ellos. Sí, es cierto, he aprendido de ellos. De su capacidad para desprenderse y dejar caer con suavidad y dulzura sus hojas, lo que ya no tiene sentido mantener con nosotr@s, porque nada es permanente, porque nada es para siempre… Cambia, todo cambia… Y hay que dejar espacio a lo nuevo, para que llegue.

Y en invierno he sentido el frío que sus ramas han sentido al quedar completamente desnudas frente al mundo. Desnudas… Pero no muertas…. Porque la vida en ese momento latía escondida en sus raíces, nutriéndose de la madre Tierra, de los minerales que ella les regalaba, del agua subterránea o de la lluvia, del viento y del sol, que les agitaban o acariciaban dulcemente con generosidad, para que permanecieran despiertos a la espera de la llegada de la nueva primavera.

Y ya está aquí. La primavera ha llegado con toda su belleza y su verdor. Y mis árboles han despertado, obligándome a mí a hacerlo también. Su memoria de la Luz les recuerda que deben regresar a la Vida, y comenzar a germinar y a florecer, regalando al mundo su alma creada con el mismo polvo de estrellas con el que estamos hechas todas las criaturas que existen… Ellos no se plantean nada más…Sencillamente, florecen… Dejando atrás cualquier resto de sombras o dolor… Se abren, generosos, a la existencia sabedores de que el mundo necesita de su belleza y su frescor para sobrevivir… Y comienzan a fotosintetizar … Y a regalarnos su alma y su ser, limpiándonos el aire y transformando en oxígeno el co2 para que podamos respirar y vivir. Y lo increíble es que lo hacen juntos, todos a la vez, sin dejar a ninguno atrás.

Ubuntu, como nosotr@s. Soy, porque somos. Es la maravilla del florecer, que regresan todos a la vez.

Aprendamos de ellos: de su belleza, de su sabiduría, de su generosidad.

Es tiempo de abrirnos a la belleza y a la Vida.
Es tiempo de dejar memorias dolorosas atrás y abrirnos a lo nuevo.
Es tiempo de dejar atrás el invierno y dar la bienvenida a la primavera . Cada un@ a la suya. A la que nos toque vivir.
Es tiempo de florecer. Sin más. Sin menos.
Los árboles, la Vida, nos están llamando para ello.

 

Escuchémosles…

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Actividad interna de formación: manejo de WordPress

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El próximo 21 de abril de 2021 de 17.00 a 19.00, Ángel Luis Mena será el dinamizador de un seminario web orientado a mejorar las competencias en WordPress y al publicación de noticias en blogs para socios y socias de UBUNTU y PAPAGENO.

Este seminario se realizará a través de videoconferencia por Zoom y el link se facilitará por los WhatsApp de ambas asociaciones la misma mañana del evento.

¡Participa!

El peso de la culpa tras el suicidio de un ser querido

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Dentro del ciclo de actividades organizadas por Ubuntu y Papageno en el marco de la atención a personas que han perdido a seres queridos por suicidio, el próximo día 30 de abril de 2021 Carolina Ratia dará una ponencia con el nombre «El peso de la Culpa».

La psicóloga gaditana participará en esta actividad interna donde las personas que conforman los diferentes grupos de ayuda mutua podrán trabajar sus emociones y aprender recursos para afrontarlas adecuadamente.

La actividad está reservada a miembros de los grupos de ayuda mutua de Cádiz, Sevilla, Jaén y Albacete y se celebrará por videoconferencia (Zoom) el viernes 30 de abril de 17.00 a 19.00. El enlace se enviará el mismo día por la mañana a través de los WhatsApp de ambas asociaciones. 

 

¡Te esperamos!

 

La culpa de los supervivientes por la pérdida de un ser querido por suicidio

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Carolina Ratia Ceña. A 1 de Abril de 2021

 

La culpa del superviviente

Es un sentimiento fuertemente arraigado en todo tipo de duelos, sobre todo en los duelos por suicidio. 

La culpa aparece como una respuesta emocional que hace que la persona viva su duelo con un intenso sufrimiento y aumente la devastación que producen estos fallecimientos. Es un sentimiento que golpea incesantemente y lleva una y otra vez al pensamiento recurrente de cómo podía haber evitado lo que ya es irremediable, y es a través de ese sufrimiento que la persona sigue conectada a su ser querido, en esta especie de fidelidad engañosa. Es una emoción que va creando una profunda y permanente sensación de malestar, de frustración, de enfado y tristeza.

La realidad es que no podemos cambiar el guion de una persona y tampoco se puede retroceder al pasado, ya que sólo existe el momento presente y la no aceptación de este hecho conlleva un enorme sufrimiento en este tipo de pérdidas.

Simbólicamente la culpa sería como ir andando por un camino lleno de fango con una pesada mochila a nuestra espalda cargada de piedras, estas piedras serían los juicios, reproches y exigencias sobre uno/a mismo/a (los tendría, los debería, los cómo no me di cuenta…). Caminar en estas condiciones hace que nuestra mirada sólo pueda estar centrada en ver cómo a cada paso que damos se van hundiendo nuestros pies y aunque a escasos metros exista terreno firme no podremos verlo. La culpa es un freno de mano que nos bloquea, nos mantiene pegados al sufrimiento y no nos permite avanzar.

 

¿Qué sentido tiene entonces sentir culpa?

Me gusta especialmente la definición que aporta el manual para enfrentar el suicidio de un ser querido de la Asociación Americana de Suicidología: “La culpa es ira vuelta al interior”. “La culpa es lo que sentimos cuando colocamos nuestra ira donde no corresponde: en nosotros mismos”.

Parece que tiene sentido, dentro del dolor, la frustración y la confusión que generan este tipo de fallecimientos. La culpa es un autocastigo y sirve para añadir aún más dolor y sufrimiento a la pérdida.

Una vez que la persona se da cuenta del significado que tiene la culpa en su vida puede ir viendo otras opciones. El primer paso para ir desprendiéndonos de la culpa es ACEPTAR que no somos responsables de lo que ha sucedido. Una persona sólo puede hacerse responsable de sus propios actos. La culpa siempre tiene una connotación de castigo, en cambio la responsabilidad es diferente puesto que permite darme cuenta si he cometido un error y posteriormente de reparación del daño, me da la posibilidad de rectificar en la vida.

La aceptación es una pieza clave, así en la elaboración del proceso de duelo Worden ya plantea que la primera y más fuerte de las tareas es la “aceptación de la realidad”, ser conscientes de que el ser querido ya no está y no volverá.

Una persona cuando decide suicidarse sólo desea dejar de sufrir, y cae en una trampa mental donde en su cabeza se instalan pensamientos erróneos del tipo: “por fin voy a descansar”, “dejaré de ser una carga para mi familia”, “pronto se olvidarán de mí, “no me van a echar tanto de
menos”…

Nada de esto es real, son distorsiones cognitivas que hacen que la persona se mantenga en una visión en túnel, por eso empieza a visualizar y fantasear con su propia muerte como la única salida a su sufrimiento.

Por numerosos testimonios de personas que han sobrevivido a un intento de suicidio se sabe que las personas que toman esta decisión sienten un intenso sufrimiento y viven los momentos previos en un estado de confusión, de desesperanza y abatimiento.

 

Factores de riesgo del suicidio

Así que si nos aferramos a la idea que esa persona decidió quitarse la vida después de que tuviéramos con ella una discusión, estaremos simplificando y viendo sólo una parte del problema ya que el suicidio es multicausal. Si nos metemos en ese bucle nos podremos darnos cuenta que esa persona muy probablemente ya arrastraba otros problemas en su vida.

Existen diversos factores de riesgo que hacen que aumente la probabilidad del riesgo de suicidio. Algunos factores son de tipo personal de tipo físico o psicológico.

Entre los factores psicológicos nos encontramos con algunos trastornos como la depresión, el trastorno bipolar, el abuso de sustancias, el trastorno bipolar o el trastorno límite de personalidad. En cuanto a los factores físicos: el diagnóstico de una enfermedad grave y crónica, una enfermedad grave que implique un gran deterioro físico y sin posibilidad de mejoría.

Entre los factores personales de tipo emocional y habilidades nos encontramos con factores como la baja tolerancia a la frustración, los altos niveles de impulsividad, agresividad, la baja autoestima, la falta de habilidades sociales y de afrontamiento. También influyen los altos niveles de perfeccionismo, la personalidad introvertida así como los sentimientos de indefensión y desesperanza.

Entre estos factores personales también podríamos citar la existencia de antecedentes de suicidio en la familia, ya que en algún momento la persona aprendió a utilizar la misma respuesta como forma de afrontamiento. La pertenencia a familias donde existen altos niveles de hostilidad, de violencia, vivencias de maltrato físico, psicológico, así como haber sufrido abuso sexual en la infancia o adolescencia.

Entre los factores sociales estarían situaciones como ausencia o pérdida de una red social de apoyo, situaciones de aislamiento, la pérdida o ruptura de un ser querido, situaciones de desempleo, problemas económicos/ legales.

Cuantos más factores de riesgo se den en una misma persona o mayor sea su gravedad mayor será la probabilidad de que realice un intento o conducta suicida. También existiría mayor riesgo cuanto mayor sea el número de intentos previos.

En relación a la culpa al igual que en el suicidio también existen algunos mitos muy arraigados entre los supervivientes que si los conocemos nos pueden ayudar en el proceso de duelo.

 

Mitos sobre la culpa

MITO: Es mi culpa que esto haya pasado
HECHO: La única persona que tiene responsabilidad de su suicidio es la víctima
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MITO: Si yo hubiera logrado detener ese intento de suicidio él/ella estaría bien
HECHO: No tengo manera de saber qué hubiera pasado si los eventos se hubieran desarrollado de manera diferente. Muchas personas llegan a cometer suicidio a pesar de continuos rescates, a aun estando bajo el cuidado de profesionales de la salud mental.
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MITO: Debería haberlo visto venir
HECHO: No puedo predecir el futuro, e hice lo mejor que pude con el conocimiento que tenía
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MITO: Debería haber sido capaz de salvarlo/a
HECHO: Soy humano/a y no puedo controlar todos los eventos de mi alrededor
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MITO: Nunca podré ser feliz otra vez.
HECHO: Mi vida ha cambiado para siempre por mi pérdida, aunque mi vida continuará.

 

Los derechos del superviviente.

Para finalizar incluyo este valioso manifiesto, la carta de derechos del superviviente de un suicidio, también extraída del manual para enfrentar el suicidio de un ser querido.

 

“Tengo derecho a estar libre de culpa”.
“Tengo derecho a no sentirme responsable por el fallecimiento del familiar que se ha suicidado”.
“Tengo derecho a que mis preguntas sean contestadas honestamente por las autoridades y los miembros de la familia”.
“Tengo derecho a no ser engañado porque otros crean que pueden ahorrarme un mayor dolor”.
“Tengo derecho a mantener una sensación de esperanza”.
“Tengo derecho a tener sentimientos positivos respecto a la persona que perdí por suicidio, sin importar los eventos anteriores o simultáneos a esa muerte prematura”.
“Tengo derecho a conservar mi individualidad y a no ser juzgado/a a causa de esa muerte por suicidio”.
“Tengo derecho a buscar orientación y grupos de apoyo que me posibiliten a explorar mis sentimientos honestamente y a facilitar el proceso de aceptación”.
“Tengo derecho a lograr la aceptación”.
“Tengo el derecho a un nuevo comienzo”. “Tengo el derecho a ser”.

 

Estos dos últimos derechos me han conectado con este hermoso poema de Fernando Pessoa, en el que nos invita a desprendernos de todo aquello que nos limita en nuestra vida y nos hace permanecer anclados en el pasado…

 

“Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.»
Fernando Pessoa

 

Dedicado a las integrantes del GAM de Cádiz, por la valentía de realizar cada día una nueva travesía, un abrazo para todas. ¡UBUNTU MARIPOSAS!.

 

 

 

 

Bibliografía:

  • Asociación de Investigación, prevención e intervención del
    suicidio y familiares y allegados en duelo por suicidio. (AIPIS) Conocimientos básicos de la conducta suicida. Aspectos básicos de la conducta suicida: Factores de riesgo.
  • JACKSON, Jeffrey. Asociación Americana de Suicidología. Manual para enfrentar el suicidio de un ser querido.
  • PESSOA, Fernando. El libro del desasosiego.
  • WORDEN, William. El tratamiento del duelo.

 

Prevención del suicidio para personal de enfermería

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31 de marzo 2021 – Valencia – Universidad Cardenal Herrera

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