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Sobre herejes y suicidas

Tiempo de lectura: 11 minutos

Autor: Daniel Jesús López Vega, psicólogo, coordinador de papageno.es y responsable del grupo de conducta suicida del COPAO

Espejismos y otras esperanzas rotas: sobre planes de prevención del suicidio descafeinados

De un tiempo a esta parte, siento la responsabilidad de no dejar pasar este momento. Los temas de salud pública son competitivos. Atraen la atención social cíclicamente y desaparecen del escenario público a tanta velocidad como salieron a la luz. Es adecuado que seamos capaces de leer el momento y no dejarlo pasar. Para bien o para mal, probablemente en estos años se esté escribiendo el futuro del abordaje del suicidio en nuestro país para las próximas décadas.

No en vano, en la actualidad vivimos un proceso de visibilización del suicidio que lo ha situado en la agenda política, de los medios de comunicación, de la administración sanitaria, de los movimientos sociales, del mundo académico… Poco a poco el mensaje va calando, aunque quizás demasiado tímidamente, en la sociedad en su conjunto.

Con esto no queremos decir que estemos cerca de la meta. Por ejemplo, la ansiada llegada del plan nacional de prevención y la emergencia de nuevos planes de las comunidades autónomas tienen más pinta de espejismo que de realidad. Un espejismo producto de la sensación de andar por el desierto esperando agua que luego es solo un líquido viscoso y no potable, que solo consigue hacer más patente nuestra sed. Unos planes que como los primeros intentos de cine animado parecen dar la sensación de movimiento pero que realmente no son producto de que nada se mueva

Tristemente imagino a nuestros políticos leyendo este blog (solo en mi imaginación, puesto que ya están de vacaciones y yo también) y recreando la escena de Catalina de Prusia cuando le dirigía a Diderot, quejosa, las siguientes palabras:

 

«Tenga presente, Sr. Diderot, la distinta posición en que nos hallamos respecto al plan de reforma que hemos emprendido. Vos, sabio e ilustrado filósofo, expresáis con toda holgura y sin inconveniente alguno grandes pensamientos, porque trabajáis sobre el papel, materia unida y compacta que todo lo admite, sin resistirse ni presentar obstáculos ni a vuestra fantasía ni a vuestra pluma; mientras que yo, pobre emperatriz, he de trabajar sobre la piel humana, que, como vos sabéis, es irritable y descontentadiza en extremo».

 

Y es que del dicho al hecho… El suicidio es un fenómeno complejo y multicausal que necesita de respuestas integrales que concentre los esfuerzos de diversos estamentos. La administración pública tienen por delante la ardua tarea de liderar la respuesta a una necesidad de encontrar una respuesta al problema de la salud mental y del abordaje del suicidio que no sea meramente estética o «buenista». Porque cuando se hace muy poco hacer más siempre será mejor, pero no suficiente. Y ni siquiera habremos acabado. El suicido como acto social transciende lo meramente sanitario. Cada suicidio es el retrato de algo que hacemos mal como sociedad y nos recuerda la necesidad de mejorar.

Quizás no sea una opinión políticamente correcta, pero es el momento de los movimientos sociales para recordar su esencia reivindicativa y evitar entrar en una etapa de conformismo que lleve a un sinsentido muchas de las buenas iniciativas que se han ido creando a lo largo de estos años. Recordar a quienes administran lo público que es la hora de afrontar el problema de forma efectiva y no de anuncios rimbombantes de medidas vacías de contenido.

 

El suicido: un drama social que tenemos que seguir visibilizando y aprender a desdramatizar

 

Todo lo anterior debe hacerse evitando dramatizar más un tema ya de por sí duro y  doloroso. En este artículo nos centraremos generalmente en el duelo por suicidio.

Por ejemplo, la Asociación de Psiquiatría Americana (APA) compara el dolor de una persona que ha perdido a un ser querido por suicidio con el de los supervivientes de un campo de concentración. Siempre me he preguntado cómo se sentirá una persona con el duelo recién iniciado si buceando por internet encuentra esta afirmación realizada por una entidad tan seria e ilustrada y si incluso puede tener efectos de profecía autocumplida. Es decir, que la propia persona tienda a dramatizar aún más su situación personal. Una situación acompañada de una tendencia al autocastigo y flagelación provocada por los sentimientos de culpabilidad y vergüenza que solo pueden justificarse desde un plano cultural y social.

En este sentido sería muy interesante indagar cómo llegan estos autores a esta conclusión tan difícil de comprobar como descarnada y desesperanzadora. El dolor no deja de ser subjetivo y no solo responde a las características de la causa, en este caso la muerte por suicidio, sino a variables de carácter individual o las relacionadas con el tabú y al estigma y que son de naturaleza evitable.

Dicha dramatización, enlaza, con el sentimiento de desesperanza al que muchas personas supervivientes se enfrentan en las primeras etapas del duelo. Éstas se materializan en expresiones tipo «nunca volveré a ser feliz» muy parecidas a las que sintieron sus familiares antes de acabar con sus vidas. Este tipo de expresiones son tan falsas como premonitorias. El concepto de felicidad es engañoso y esquivo. Y la expresión idealiza el pasado y ennegrece el futuro a partes iguales de forma artificial y peligrosa, como un guión predeterminado de lo que sucederá de forma obligada. Describe una situación, donde se presupone de forma poco realista, que antes del suicidio del ser querido se era feliz y que jamás se recuperará este supuesto estado de plenitud.

Prefiero conceptualizarlo de otra forma. Y lo defino como «volver a conseguir la mejor versión de uno mismo». Diferente, pero mejorada. Con cicatrices pero transitando el camino con paso firme para recuperar de nuevo el sentido de la vida. Lo que te define como persona no es el número de caídas, sino las veces que seas capaz de levantarte. Nadie elige las circunstancias de su vida, pero si elige la forma de afrontarlas.

 

El duelo o proceso de «echar de menos»

Lo que caracteriza las experiencias de duelo indiferentemente a la causa que los provoca, es el vacío de echar de menos al ser querido. Solomon y Corbitt crearon la teoría del proceso oponente que intentaba explicar el duelo como un proceso de homeostasis. Este modelo que ha sido utilizado frecuentemente para explicar situaciones de diferente naturaleza explicaba la reacción emocional tras la muerte y su intensidad en función de las características de la relación previa y las emociones que se daban y no tan relacionadas a la causa de la muerte. Quizás sea un buen modelo para conceptualizar el duelo por suicidio de forma desapasionada.

Teniendo en cuenta las características propias de la muerte por suicidio que pueden ser de especial virulencia, nos inclinamos más por pensar que lo que hace especialmente duro esta causa de mortalidad tiene un importante contexto social marcado por la incomprensión y el estigma

 

La desesperanza como constructo social

Tomemos como ejemplo, de nuevo a la desesperanza. Esta emoción está marcada por el guión cultural y social. Me recuerda a la fábula de «El elefante encadenado«. En este cuento filosófico una frágil cadena se convierte en la prisión del elefante que a pesar de poder partirla para ser libre se ve esclavo de sus propias creencias sobre la capacidad de la cadena para mantenerle atado.

No les voy a engañar. Cuando en los grupos de ayuda mutua a las que asisto como facilitador o cuando oigo a persona con conducta suicida narrar su historia me embriaga un dolor inconmensurable que me conecta a mi parte más humana. Quizás no te parezca una actitud muy profesional, pero en cierta forma siento como si la muerte de cada persona acaba en cierta forma con parte de la mía y como si cada sufrimiento fuera en parte mío. La narran con toda la solemnidad que da la gravedad del hecho y sin poder omitir cada detalle de lo vivido. Ojalá ninguna persona tuviera que pasar por ese trance.

Si nos centramos en los supervivientes, perder a una pareja, a un padre o una madre, a un hermano o aún peor a un hijo o hija en estas circunstancias provoca sin duda una de las más duras experiencias a nivel emocional, pero lo que no nos queda tan claro es cuál son las circunstancias que provocan la particular dureza de este duelo y si serían evitables si aprendemos a aproximarnos a él de otra forma menos hiriente.

La muerte es uno de los pocos hechos de los que podemos estar seguros. El suicidio, por mucho que nos duela, forman parte de nuestra naturaleza humana y de nuestros instintos más básicos aunque históricamente estas ideas se hayan intentado desterrar. Conceptualizarla como una conducta desviada, contra la naturaleza, tacharla de inmoral o penalizarla, muy lejos de evitarla, lo que consigue es perpetuarla. Esto solo tuvo sentido cuando la ignorancia sobre la conducta justificaban el uso estigma y el tabú como forma de control. 

Las experiencias de duelo vienen a cambiarnos para siempre. Metafóricamente constituyen cicatrices que nos marcan. Pero, ¿qué diferencia una muerte por suicidio, de una por accidente laboral, por homicidio, por sobredosis de droga, producto de conducción temeraria u otras conductas de riesgo, por cáncer u otra enfermedad crónica…?

Inicio las reflexiones a través de este complejo fenómeno sabiendo que será poco probable responder de forma categórica y esperando se abran otras incógnitas que nos ayuden a entender mejor esta causa de mortalidad. 

 

El suicidio como un ¿ejercicio de libertad?

La mayoría de las causas de muerte, aparentemente no necesitan de nuestra acción para existir (¿O sí?). Sin embargo, la conducta suicida se ve ligada en muchas ocasiones con la libertad supuesta que cada uno tiene para dar fin a su propia vida.

Algunos falsos filósofos que dan veracidad al dicho «la ignorancia es osada» dan rienda suelta a su ejercicio literario para reivindicar la libertad asociada al suicidio. Una supuesta libertad que contradice la definición del término de Aristóteles. Para este filósofo griego la libertad personal conlleva:

  • Una posibilidad de elegir.
  • Una disposición de elementos de juicio que conduzcan a la elección.
  • La posesión del conocimiento de los componentes de esos elementos de juicio.
  • La inteligencia adecuada para valorarlos debidamente y discernir acerca de la conveniencia de la elección.

Existe evidencia de que muchas personas que tienen intentos de suicidio con resultado de muerte están afectados por el fenómeno de la «visión en túnel» provocado por la ansiedad y el estrés que condiciona la atención a la percepción exclusiva de los estímulos más negativos de la situación. Cuando esta situación se da, nubla el juicio lo que es contradictorio a la toma de decisiones en libertad.

 

El suicidio, ¿la muerte inexplicable?

Es frecuente entre las personas supervivientes rumiar una y otra vez detrás de las circunstancias que acompañaron el hecho. En cierta forma esta actividad se sostiene como una espada de Damocles sobre sus cabezas y lleva a a hacer juicios sobre el grado de responsabilidad propia y de otros sobre lo ocurrido. Esto se convierte en una actividad cotidiana de búsqueda de una explicación causal. Es un hábito que en muchos casos puede perder intensidad en el tiempo, pero que se mantiene y vuelve de forma esporádica. 

La persona superviviente hace una especie de autopsia psicológica informal para reconstruir la situación de la muerte y construir un relato que le permita justificar el hecho. En este sentido la autopsia del forense, las notas de suicidio, los comentarios en el recuerdo, los móviles y ordenadores personales se convierten en fuentes para extraer información y construir una narrativa que dé sentido a la muerte de su ser querido. 

Muy probablemente el suicidio tiene una explicación tan fácil o compleja como cualquier otra causa de muerte. La ignorancia sobre el fenómeno la hace sin embargo entender como una conducta antinatural por la idea equivocada de que la única motivación esencial es el instinto de vida. Esto tampoco explicaría muchas conductas de riesgo de los seres humanos, ni el tabaquismo ni el consumo de drogas ni por otro lado conductas altruistas donde una persona pone en riesgo su propia vida para salvar la de otras o beneficiar a su «tribu o familia«.

 

Suicidio, ¿la muerte evitable?: La paradoja en la prevención del suicidio

Otra de las preocupaciones que centra la atención de las personas supervivientes son los que se han denominado los «Y si…». Construimos una falsa idea de control y seguridad sobre nuestras propias vidas como mecanismo de defensa para afrontar la imprevisibilidad de la vida. Como si realmente tuviéramos capacidad de controlar lo que ocurre a nuestro alrededor. 

Porque efectivamente el suicidio es prevenible, pero cuando nos referimos a esta cualidad del fenómeno no nos referimos a que una sola persona pueda cambiar la determinación de otra para acabar con su vida, sino a la necesidad de cambiar nuestra sociedad reforzando los valores comunitarios de cooperación y empatía para hacer un mundo más justo y para que las personas con problemas puedan encontrar ayuda para solucionarlos.

 

Suicidio como síntoma de una ¿debilidad personal?

Cuando por una u otra circunstancia he escuchado de alguien la idea de suicidarse o el relato de algún intento previo, siempre me invade la idea de que el mundo será peor si esa persona acaba terminando con su vida finalmente.

Sin embargo, es frecuente que nuestra sociedad se plantee el suicidio como un problema de gente frágil, con incapacidad de afrontar sus propios problemas, como una deficiencia personal que los hace «diferentes» y no como un problema social. De esta forma, por una parte estamos «nosotros», la gente «normal» y por otro «ellos», los suicidas (personas manipuladoras, débiles mentales, frágiles, incapacitadas o incluso cobardes). Una manera muy propia del ser humano y de la sociedad de ocultar sus trapos sucios y esconder el polvo debajo de las alfombras atribuyendo lo «malo» a los «otros».

El hecho de que las tasas sean diferentes en diferentes entornos culturales que influyen incluso en la elección de los métodos más usados en el suicidio quizás nos lleva a recalcar de nuevo que el suicidio es de facto un hecho social. Y que cada vez que muere una persona por suicidio, muere también una parte importante de la tribu. Cada suicidio es un fracaso social, del grupo, ajeno a que la fuerza de una cadena está limitada al del más frágil de sus eslabones. Esto puede verse reforzado si nos acercamos al hecho suicida como un acto de comunicación.

 

El relato vital: construye una realidad adaptativa

Albert Camus, en el «Mito de Sísifo» nos decía:  «Nada es una tragedia hasta que el héroe es consciente de su circunstancia».   Pero dicha circunstancia quizás no sea tan fácil de aprehender como realidad objetiva y sea meramente una construcción mental que cada persona construye para dar cierta consistencia a esta vida. En consecuencia no sería tanto la circunstancia sino nuestra forma de elaborarla y narrarla la responsable de darle categoría de drama y la intensidad de este.

Llevo escuchando los relatos de otras vidas los últimos 25 años. De hecho yo tengo el mío propio. Si te pido que me cuentes el tuyo y accedes, tu cerebro recopilará una serie de circunstancias, les dará un orden concreto y la narrará con un sentido único. La historia no solo retratará lo que te ha ocurrido sino que lo hará de una forma concreta que dice también cómo eres y que habla de tu personalidad más allá de hechos concretos. Seleccionarás las escenas entre miles de las que viviste y la construcción no solo será tu propia creación sino que también podrá determinar también tu futuro. No olvides que no es la única forma que hay de elaborar este relato y que si este no te ayuda a encontrar la esquiva felicidad, debes aprender a hacerlo de una forma diferente que sin negar tu realidad, te proporcione herramientas nuevas para afrontarla.

 

De esta forma, tanto la realidad de una persona que afronta ideas suicidas como el trabajo del duelo por suicidio, supondría un viaje al encuentro de un relato vital donde tus vivencias lleguen a tener un sentido y tengas la oportunidad de afrontar de forma adecuada los obstáculos que te imponga la vida. Recuerda que la vida no tiene memoria y que te da a tus seres queridos como una oportunidad y te los quita sin preguntar antes. Nadie te pertenece.

 

La herejía: desmitificación de la muerte por suicidio.

Hablar del suicidio, desdramatizarlo y desmitificarlo como una muerte especial puede parecer una especie de herejía entre los profesionales que nos dedicamos de forma continua a remarcar la gravedad de la situación. No es una causa de muerte especial. De hecho ninguna lo es sobre el resto. La muerte, muerte es y si bien las circunstancias que la rodean pueden ser diferentes y aumentar el sufrimiento, todas son iguales en cuanto que nos separan de un ser querido.

Para profesionales que nos dedicamos a dar visibilidad a esta causa de muerte, uno de los problemas claves de la salud pública de nuestro mundo, puede parecer paradójico llegar a la conclusión de que prevenir el suicidio pasa por considerarlo como una causa más de mortalidad, con sus características propias, pero cuyo dolor esté exclusivamente provocado por la pérdida del ser querido y no por los vestigios de tabú y estigma de los que históricamente ha venido acompañado.

Se trata, por tanto, de dar visibilidad sin aumentar la dramatización que acompaña a la que es la principal causa de mortalidad externa en España, causante, si nos atenemos a las estadísticas oficiales, 10 muertes cada día de media.

Un tabú que aún hoy obliga a las familias al uso de eufemismos para referirse al «suicidio», para huir de la vergüenza y la culpa a la que aún condena la sociedad a las personas suicidas y a sus seres queridos. Un tabú que parece protegernos de nombrarlo para no atraerlo, desde un sentido atávico de atraer los males que nombramos por su NOMBRE. Una tarea importante para afrontar un problema es darle identidad y eso solo puede conseguirse llamando a las cosas por su nombre: SUICIDIO y darle su dimensión concreta para encontrar soluciones eficaces.

Dedicado a todas las personas que día a día me recuerdan lo que ignoro, porque ellas me hacen mejor persona.

Más de 50 candidaturas se presentan a la primera edición del premio #PeriodismoResponsable

Tiempo de lectura: 6 minutos

La Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio ‘Papageno y la Asociación de Familiares y Amigos Supervivientes por Suicidio de las Islas Baleares (AFASIB) han cerrado con éxito la convocatoria de la primera edición del premio #PeriodismoResponsable. Una variada lista con más de 50 candidaturas si sumamos ambas categorías optarán a hacerse con los galardones, que tienen como objetivo principal distinguir a los mejores trabajos que visibilizan la problemática del suicidio y ayudan a salvar vidas.

El premio #PeriodismoResponsable busca servir de estímulo para los periodistas en la búsqueda de un cambio de actitud en las redacciones, alejado del miedo al efecto contagio y centrado en informar del suicidio con responsabilidad. Con el propósito de recompensar la originalidad, la sensibilidad o la inclusión de datos, señales de alerta y recursos de ayuda para visibilizar el suicidio, Papageno y AFASIB han organizado esta iniciativa pionera dividida en dos categorías.

Para la categoría nacional, abierta a los trabajos publicados en castellano en medios de comunicación españoles en soporte de papel, digital, radiofónico o en televisión, optarán a ganar la primera edición del premio un total de 49 trabajos. Periodistas de medios tradicionales como EL PAÍS, La Vanguardia o EL MUNDO, regionales como La Voz de Galicia, La Nueva España, La Opinión de Murcia o La Voz del Sur, junto a nativos digitales como El Confidencial, NIUS Diario, eldiario.es o EL ESPAÑOL, configuran una lista amplia y variada de trabajos que han abordado con responsabilidad el suicidio.

Por otro lado, siete trabajos se han presentado en la categoría local, reservada a las piezas periodísticas publicadas en medios de comunicación de las Islas Baleares. El siguiente paso, ahora que ha concluido el plazo de admisión, corresponde al jurado. Formado por Nicole Haber Eterovich, responsable del Observatorio del Suicidio del Servicio Público de Salud de las Islas Baleares; Gabriel González Ortiz, periodista del Diario de Navarra y autor del libro Hablemos del suicidio. Pautas y reflexiones para abordar este problema en los medios; María de Quesada Herrero, periodista y autora del libro La Niña Amarilla; y Olga Fernández Castro, periodista especializada en salud, evaluarán todos los trabajos y elegirán a las mejores candidaturas.

Los ganadores recibirán un premio económico de 250 euros, junto a un diploma conmemorativo y el libro Hablemos del suicidio, de Gabriel González Ortiz, o La Niña Amarilla, de María de Quesada Herrero. Cada categoría otorgará dos accésit, que recibirán un diploma. Los ganadores de ambos premios se conocerán durante la I Jornada de Prevención y Postvención del Suicidio, que se celebrará el viernes 10 de septiembre de 2021 en el CaixaForum de Palma de Mallorca, coincidiendo con el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. En este evento, que podrá seguirse de forma presencial y será retransmitido en streaming, se abordará con todo detalle la compleja relación del suicidio con los medios de comunicación.

Debido a las restricciones de aforo impuestas por la pandemia, se solicita a aquellos candidatos que quieran asistir de forma presencial al CaixaForum de Palma de Mallorca que se pongan en contacto con la dirección del premio.

«La prevención del suicidio requiere de una respuesta coordinada de todas las fuerzas sociales donde los medios de comunicación juegan un papel clave. Por ello, valoramos positivamente la participación de todos los trabajos presentados«, afirma Daniel López, presidente de Papageno. «Desde las asociaciones de personas en duelo por suicidio somos especialmente sensibles a los contenidos publicados en los medios. Por ello, nos emociona la implicación de tantas personas en el premio», detalla Xisca Morell, presidenta de AFASIB. Ambos esperan que esto suponga el pistoletazo de salida para abrir otros canales de participación conjunta.

Las siguientes entidades colaboran en la primera edición de este premio: Sindicat de Periodistes de les Illes Balears (SPIB), Col·legi Oficial de Psicologia de les Illes Balears (COPIB), Obra Social laCaixa, Teléfono de la Esperanza de Islas Baleares, la Oficina de Salut Mental de les Illes Balears, 3 Salut Mental, Teléfono de la Esperanza de Sevilla, Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) y la Asociación En Primera Persona.

Candidaturas presentadas al premio Nacional

Candidaturas presentadas al premio Local

El suicidio desde la mirada histórica; orígenes del estigma y el tabú

Tiempo de lectura: 6 minutos

Miguel Guerrero Díaz, psicólogo clínico en SAS.
Coordinador de la Unidad de Salud Mental Comunitaria de Marbella Responsable del Programa de Prevención e Intervención Intensiva en Conducta Suicida Programa Cicerón

La dimensión histórica del suicidio

El conocimiento de la dimensión histórica del suicidio contribuye a la comprensión holística de este fenómeno sumamente complejo. Contamos con cuarenta siglos de historia del suicidio, pero sólo en los dos últimos siglos y medio, ha sido la medicina quien ha reclamado para sí su estudio. Es por esto, por lo que los profesionales no debemos caer en un reduccionismo biomédico como paradigma explicativo de este fenómeno. Otras disciplinas como la filosofía, la ética, la sociología, el evolucionismo, la antropología, las artes, la literatura, los medios de comunicación y por supuesto la historia, que complementan nuestro conocimiento. El concepto y la imagen del suicidio no ha sido la misma a lo largo de la historia, siendo un constructo social modificable, sujeto a las influencias sociales y sobre todo culturales de cada tiempo histórico.

El suicidio en la cultura greco-romana


Es en este momento de la historia donde la muerte voluntaria comienza a ser estigmatizada, denostada y penada. El suicidio era un delito contra el Estado que conllevaba castigos puesto que privaba a la polis (la comunidad) de uno de sus miembros y de su contribución al progreso de esta. Además, era considerada por gran parte de la sociedad griega como un acto impío hacia los dioses. A través de la mitología se asociaron varias emociones consideradas como desencadenantes de la conducta suicida, como son la desesperación, la culpa, la vergüenza, o la propia locura. Ejemplo de estos mitos son el suicidio de Yocasta, Egeo o Áyax. Pero fue el suicidio de Sócrates en el año 399 a.C. el que marcó un hito en la historia de la filosofía de la muerte voluntaria. Su decisión afectó profundamente a sus seguidores. El principal sin duda fue Platón (387-347 a.C.). Éste se posicionó en contra del suicidio argumentando que atentaba contra el Estado y contra los dioses. No obstante, estableció excepciones donde la muerte voluntaria era legítima. Aristóteles (384-322 a.C.) condenó más enérgicamente aún el suicidio. En su obra Ética a Nicómaco, afirma que es un acto de cobardía puesto que el suicida eludía su responsabilidad social y afectaba a terceros.

La civilización romana heredó gran parte de la cultura helena, y del mismo modo existía una prohibición expresa al suicidio, salvo si se obtenía el permiso del censor que «legitimaba» el acto. Una característica del pueblo romano con relación a la muerte voluntaria fue su falta de democratización.

Marco Tulio Cicerón (106-46 a.C.) rechazó la muerte voluntaria haciendo suyos los postulados platónicos, en su obra El sueño de Escipión. Por el contrario, Lucio Anneo Séneca (4 a.C. – 65 d.C.), máximo representante latino del estoicismo y defensor de la ascesis del alma, legitimaba el suicido al considerarlo un acto de valentía y de máxima expresión de libertad humana. La otra gran contribución que nos ha legado Roma fue sin duda su legislación. El Código de Justiniano, obra del emperador bizantino Justiniano (527-565 d.C.), supuso la primera representación legal de una conducta derivada de un estado mental alterado («non compos mentis») y recogía como atenuante en la mente del suicida la perturbación de sus facultades mentales.

Foto de jimmy teoh en Pexels

Las primeras comunidades cristianas

En La Biblia se relatan hasta nueve suicidios sin que exista ni condena ni apología del suicidio. Para los primeros cristianos la muerte voluntaria no estuvo estigmatizada, produciéndose de hecho un fenómeno que alarmó enormemente a los primeros obispos de la Iglesia, el martirio voluntario. Este fenómeno hizo necesario la «invención» de un relato teológico que frenara estos actos, siendo San Agustín de Hipona (354-430 d.C.) quien contribuyó a tal fin. Condenó el suicidio equiparando éste a un homicidio de sí mismo y por ende una clara violación del V mandamiento; no matarás. Para la Iglesia «la vida es propiedad de nuestro Señor y no podemos disponer de ella libremente» por lo que, desde ese momento, el suicidio era un pecado y el suicida un pecador ante Dios. En el Concilio de Arlés (314 d.C.) se condenó formalmente por la Iglesia el suicidio y a cada concilio ecuménico celebrado, más condena y castigo se añadía al suicida, desde la excomunión, hasta la negación de rito, funeral, enterramiento, o sepultura.

El suicidio en la Edad Media

No obstante, fueron la leyes civiles -y no sólo las eclesiásticas- las que marcaron con su extrema violencia el destino de los suicidas. A la suma de la condena eclesiástica, se añadió el rechazo por parte del Estado. El suicida no sólo se era un pecador, sino que se convirtió en un delincuente ante la Ley, merecedor de castigos físicos y sociales extremos. Arrastrar el cuerpo, mutilarlo, clavarle una estaca, enterrarlo en un cruce de caminos, vejarlo o negarle sepultura, son ejemplos de cómo se trataba de aleccionar al pueblo para hacer desistir a quien tuviera ideas suicidas.

La Edad Moderna

El Renacimiento (siglo XV y XVI) supuso un cambio en la mentalidad secular. Si bien la Iglesia persistió en la dura condena moral del suicida, aparecieron un grupo de humanistas filósofos que comenzaron a cuestionar abiertamente las posiciones teológicas sobre el suicidio. Michel de Montaigne (1533- 1592) fue pionero en considerar que el suicidio no podía evaluarse moralmente a partir de dictados divinos, sino que debía ser resultante de una elección personal. En 1608 John Donne escribe Biathanatos, la primera obra en defensa del suicidio en lengua anglosajona, y el ensayo más exhaustivo sobre el suicidio en la edad moderna. A partir de entonces los postulados religiosos fueron progresivamente desplazados por razones seculares, tomando la filosofía el relevo del debate moral acerca de la legitimidad o no del suicidio. Anatomía de la melancolía publicada en 1621 por Robert Burton (primer autor
en proponer el suicidio como resultado de una alteración) supone un hito histórico al considerarse un auténtico precursor de los futuros postulados científicos del siglo XIX.

La patologización del suicidio

En el siglo XVIII, con los avances de la ciencia experimental impulsados por el «movimiento ilustrado» se consiguió paulatinamente la definitiva secularización y descriminalización del suicidio. Sin embargo, quedó ligado a la enfermedad mental y a toda clase de «locura». La psiquiatría alienista representada por Jean Étienne Dominique Esquirol (1772-1840, psiquiatra francés y alumno de P. Pinel) postuló la asociación del suicidio a toda clase de estados clínicos patológicos (delirium agudo, estados delirantes crónicos, monomanías, manías) pese a reconocer que el suicidio, no era una enfermedad mental per se. En el siglo XIX con la llegada del romanticismo el suicidio pierde su carácter peyorativo. Se valoran las motivaciones psicológicas por encima de la ética, se exaltan los sentimientos y se considera el suicidio como un acto de máxima libertad o como expresión de estados de desesperanza. A finales del siglo XIX destacó la figura del sociólogo francés Émile Durkheim (1858-1917) – se puede enlazar con otra entrada.

El suicidio en la actualidad

En la actualidad, desde el esquema biopsicosocial como el propuesto por Van Heeringen en 2001, se proponen una serie de estrategias de intervención, clasificadas en universales (población universal), selectivas (dirigidas a grupos de riesgo) e indicadas (indicadas para personas con conducta suicida expresada). Las principales serían la limitación de acceso a medios letales, la mejora en el acceso a los recursos sanitarios (tanto a atención primaria como, sobre todo, a atención especializada en salud mental), la identificación temprana y el tratamiento de la depresión, el alcoholismo u otros trastornos mentales. Otras medidas de igual importancia son el desarrollo de intervenciones sociosanitarias en grupos vulnerables como jóvenes, mayores y minorías étnicas, así como la concienciación y mejora de competencias para el manejo del suicidio de profesionales sanitarios y no sanitarios (educadores, policías, bomberos, etc.), a través de la formación. Comprender que el suicidio es un fenómeno sociológico e histórico complejo más allá de la patología psiquiátrica y de las fronteras de la atención a la salud mental facilitaría un abordaje integral.


Para ampliar la información puede acceder a: Reflexiones sobre el suicidio desde la mirada histórica – Psicoevidencias – Portal de gestión del conocimiento del Programa de Salud Mental de Andalucía


Bibliografía

  1. Ramón A. Semper dolens. Historia del suicidio en Occidente. Barcelona: Acantilado; 2015.
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  13. Dumon E, Portzaky G. Suicide Prevention Toolkit for Media Professionals. Work package 6
  14. Dumon E, Portzaky G. General Guidelines on suicide prevention. Euregenas. Work package 6.

Etiología del suicidio en España: el prólogo español de «El Suicidio» de Durkheim

Emile Durkheim
Tiempo de lectura: 4 minutos

Etiología del suicidio en España

En el año 1928 Don Mariano Ruiz-Funes, Catedrático de Derecho penal en la Universidad de Murcia, publicó “Etiologia del suicidio en España” como capítulo preliminar del clásico libro de sociología que él mismo tradujo: “El SUICIDIO” de E. Durkheim,

Muy necesario este capítulo ya que en la obra del francés hay muy escasas referencias a lo que acontecía en este país. Esta carencia se debe a que, mientras en Europa se recogían datos desde el año 1841, en España se empezaron a recoger datos de manera especifica en 1906. Cuando el libro se publicó por vez primera en 1897, aún no había datos específicos sobre lo que aquí sucedía. Se recogían el número de suicidios pero no con todos los datos que se estableció en la Real orden de 8 de septiembre de 1906.

De hecho, el autor francés encuentra que en todos los países la mujer se suicida cuatro o cinco veces menos que el hombre excepto en España, donde es solo la mitad. Escribe en un claro pie de pagina “Aparte de que la exactitud de la estadística española nos deja escépticos, España no es comparable a las grandes naciones de la Europa central y septentrional”. Por otra parte en escritos previos Morselli sobre la misma cuestión, no apunta a nuestra chapucera estadística decimonónica sino a “una fuerte tendencia al suicidio de la mujer española, producto de la fortaleza de su carácter, que la aproxima mucho al sexo masculino”.

Cuando se publicó la traducción al castellano en la edición del 1928 ya se contaban con esos datos específicos del suicidio. Y los incluyeron.

En el capitulo preliminar se pueden leer frases que, aunque escritas hace cien años, pueden referirse a los conocimientos actuales:

-“el alcoholismo es un factor de consideración en la criminalidad y en el suicidio, pero ambos fenómenos tienen una causalidad más extensa y más compleja.”

– Cuando buscan el factor racial en el suicidio (hablamos de una Europa anterior a la segunda guerra mundial) dicen “la tendencia al suicidio es de dudosa transmisión por herencia”. En ese aspecto, con todos los avances técnico científicos, seguimos en el mismo punto.

– Sobre el tema recurrente del efecto llamada, el efecto Werther que ha hecho silenciar los suicidios durante décadas dice: “El contagio del suicidio se produce por la propaganda; y la mayor eficacia de ella se logra por la prensa. Este es un postulado cierto, y, no obstante, la experiencia no lo confirma. Francia e Inglaterra tienen mayores medios de publicidad y de difusión que Dinamarca y Sajonia, y, sin embargo, las últimas ofrecen un porcentaje más crecido de suicidios. Reafirma este hecho el carácter individual que reviste el contagio suicida y la dificultad de referirlo a factores sociales”.

 

Efecto Werther Vs Efecto papageno

Es decir, en el 1928 ponen en duda la célebre afirmación de que publicar sobre el suicidio lleva a la imitación del suicidio (señalar que el libro que produjo el efecto Werther se publicó en 1774, traducido al español en 1835).

Cien años después se sigue discutiendo sobre la idoneidad de hablar o callar sobre el suicidio. Si bien cada vez con menos fuerza para los partidarios de acallarlo y con indicaciones de la OMS sobre cómo informar del suicidio.

-Dada la actual situación económica no deja de ser interesante que señalen (el año anterior al crack de 1929): “El factor económico es transcendental … Buena copia de suicidios hallan su origen, más que en catástrofes morales, en convulsiones Industriales y mercantiles.”

– En datos la estadística de 1838 arrojaba un 1,6 de suicidios por millón de habitantes ; en 1859 12,2 por millón, y en el promedio del periodo 1883-1900 sube a 27,61 por millón. Sobre el sexenio 1906-1911 cuando ya se recogían datos específicos refiere el máximo de suicidios consumados, cometidos por varones en el año 1909, representado por la cifra de 987. Las mujeres aportan su máximum de suicidios consumados el año 1910, con la cifra de 312. Sumando ambos máximos obtendríamos 1299 muertes por suicidio en una población de 19.990.669 (1910) es decir algo menos de 65 por millón. Actualmente de la tasa es algo menor, de 77, 9 por millón.

 

Las reflexiones de D. Mariano Ruíz-Funes

Reproduciré textualmente los últimos párrafos del capitulo escrito por D. Mariano Ruiz-Funes por que algunas de las reflexiones que escribe aún hay que repetirlas a la sociedad actual. Parece que estamos siempre cegados por la novedad y nos cuesta aprender de nuestros mayores. Si bien las ideas son “modernas” (en nuestra sociedad postmoderna el pensar que la cultura cura es ingenuo), creo que merece la pena una reflexión sobre ellas.

El suicidio no es un producto de la cobardía, ni una escuela de la miseria, ni la reflexión en el mundo exterior de una tara psiquiátrica, ni un capricho oscuro de la naturaleza, que proyecta, con sus modalidades meteorológicas, el disgusto de la vida sobre la víctima. No se produce el suicidio porque la lucha por la vida imponga esfuerzos dolorosos, ni porque estén insatisfechas necesidades legítimas, sino porque ignoramos o desconocemos el límite ético de esas necesidades y no sabemos dotar de una finalidad ideal a nuestros esfuerzos, embelleciéndolos con el sólo afán de lograrlos.

Las sociedades actuales no padecen una gran miseria económica, sino una alarmante miseria moral. Esa miseria moral habrá que combatirla creando un sentido elevado del deber; educando a la voluntad; dando a la inteligencia, y a su alto y generoso esfuerzo, el valor primario que le corresponde en los pueblos civiles, creando el sentido de la responsabilidad, exaltando el sentimiento de la tolerancia y el libre y legítimo ejercicio de todas las ideas, fomentando la solidaridad humana sobre la base de la ayuda mutua y del mutuo respeto y comprendiendo que el progreso es una relación de integración entre las más varias actividades individuales, que sólo se alcanza por la libertad y por la cultura.”

 

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Grupos de ayuda mutua de duelo por suicidio: Evaluación del curso

Tiempo de lectura: 2 minutos

Evaluación del curso de «Formación básica para facilitadores/as de grupos de ayuda mutua: dinamización de grupos de personas que han perdido a un ser querido por suicidio» celebrado entre los días 3-31 de mayo de 2021 reconocido  de Interés Docente – Sanitario por la  Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, con número de expedientes 128D/21. 

EVALUACIÓN CURSO DE FACILITADORES 2021 (DESCARGAR PDF)

I PREMIO #PERIODISMORESPONSABLE 2021: EL SUICIDIO EN LOS MEDIOS

Tiempo de lectura: 3 minutos

DESCARGAR PROGRAMA

Sonsoles Rivera Pascual. Sonsoles es periodista, socia de papageno.es y responsable de redes sociales.

Guillermo Córdoba Santos. Guillermo es periodista, socio de papageno.es y responsable del programa #periodismoresponsable

Periodismo responsable

Hay una diferencia vital entre informar del suicidio con responsabilidad e ignorar la realidad de este problema social. El suicidio es un impacto que al periodista también le cuesta asumir, la falta de preparación en este campo suele promover piezas que estiran las emociones, más apropiadas para alimentar la curiosidad del lector morboso que para llevar a cabo la importante labor social propia del periodismo.

 

“Los medios de comunicación tienen un gran impacto en múltiples facetas de la vida. Influyen en la forma de vestirnos, en lo que compramos, en lo que empleamos el tiempo libre y también nos afectan en los temas que nos hacen pensar y en los conceptos a partir de los que valoramos el mundo. Sus efectos son difíciles de analizar aisladamente y hay que reconocer que se trata de un proceso sutil, complejo y en el que participan otras muchas fuerzas. Son determinantes en los asuntos de los que carecemos de experiencia directa. Esa influencia es la clave de su exigencia ética”(García & Domínguez, 2017).

 

Tratamiento del suicidio en medios de comunicación

El suicidio tiene una tradición inmoral y pecaminosa que lo ha convertido durante siglos en un tabú. El periodismo llega tarde a su autorregulación. Se le ha adelantado la Organización Mundial de la Salud (OMS), que declara al suicidio un problema de Salud Pública que se debe abordar específicamente desde los Medios de Comunicación (Actualización 2017).

Por estas razones la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención de la Conducta Suicida «Papageno» y Familiars i Amics Supervivents per Suïcidi de les Illes Balears «Afasib» han organizado el I PREMIO #PERIODISMORESPONSABLE, para difundir la importancia de informar adecuadamente sobre el suicidio. Y concienciar de que el tratamiento adecuado es una pieza fundamental y necesaria para sensibilizar a la sociedad desde el enfoque de la prevención.

Afasib

I Premio #PeriodismoResponsable 2021

La organización entregará un premio a nivel nacional y otro a nivel local en las Islas Baleares, a cargo de la entidad 3 Salut Mental. Los ganadores/as recibirán un premio económico de 250 euros, un diploma conmemorativo y el libro Hablemos del suicidio, de Gabriel González Ortiz, o La Niña Amarilla, de María de Quesada Herrero. Cada categoría contará con dos accésit, que recibirán un diploma. La organización del premio se reserva el derecho a declarar desierto uno o algunos de los premios en el caso de que el jurado considere que ninguno de los trabajos presentados atesoran la calidad o los requisitos suficientes. 

Los trabajos premiados se darán a conocer durante la I Jornada de Prevención y Postvención del Suicidio, que se celebrará el 10 de septiembre de 2021 en un acto en el CaixaForum de Palma de Mallorca, coincidiendo con el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. En este evento se abordará con todo detalle la compleja relación del suicidio con los medios de comunicación.

El día después: grupos de ayuda mutua de duelo por suicidio

Tiempo de lectura: 2 minutos

Charla- coloquio para público en general

La experiencia de perder a un ser querido por suicidio es una de las situaciones de duelo más dolorosas. ¿Qué hacer el día después de un suicidio?

Con motivo de la reapertura de los grupos de ayuda mutua en Sevilla organizados con la colaboración del Teléfono de la Esperanza de Sevilla y Papageno.es, miembros de ambas asociaciones realizarán una charla coloquio con la finalidad de encontrar respuestas a esta pregunta y motivar al desarrollo y participación en los grupos.

Siguiendo las directrices de la OMS, los grupos de ayuda mutua para duelo por suicidio son recomendables para aquellas personas que necesitan ayuda para afrontar su dolor y encontrar apoyo social. Expresar las emociones en un ambiente seguro y cálido junto a otras personas que pasan por la misma situación y la búsqueda conjunta de recursos para transitar por su dolor son herramientas que ayudan a las personas a restablecer una nueva normalidad en sus vidas. Una vida que será diferente pero donde la persona logrará resituarse después de vivir la pérdida en primera persona.

Por eso os esperamos el próximo miércoles 30 de junio de 17.00 a 19.00 en la sede social del Teléfono de la Esperanza en Sevilla. Por razones de la crisis sanitaria por COVID-19 el aforo estará limitado según normativa vigente. Para favorecer la participación de otras personas interesadas, también se podrá participar a través de videoconferencia por ZOOM.

Para la asistencia presencial se enviarán invitaciones dependiendo de dicho aforo.

Para ambas modalidades es necesaria la inscripción previa que podrá encontrar en el siguiente enlace: INSCRIPCIÓN

11/06/2021 POR RAZONES DE AFORO ACTUALMENTE SOLO SE PERMITIRÁN INSCRIPCIONES POR VIDEOCONFERENCIA. PARA FACILITAR LA PARTICIPACIÓN SE GRABARÁ LA INTERVENCIÓN DE LOS PONENTES Y SE PODRÁ VER TAMBIÉN EN DIFERIDO

¡Te esperamos!

Aprender de los árboles

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Susi De León Morgado – Presidenta de UBUNTU

En algún momento de mi existencia debí ser árbol. Quizás por eso les siento tan bien: su presencia, su latido, su transformación, su serena sabiduría…
Este mensaje va dedicado a toda la gente a la que quiero y, en especial, a tod@s mis compañer@s de UBUNTU, la asociación de personas que han perdido a seres queridos por suicidio, y que hemos creado para ayudar a prevenir y concienciar a la sociedad de este tema tabú pero, también , para sostenernos en nuestro intento de regreso a la alegría y Vida. Y a l@s compañer@s de Papageno, asociación de profesionales de la psicología que nos acompañan en nuestro caminar.

Desde que llegué en septiembre a Grazalema para incorporarme al IES local les he ido fotografiando y compartiendo mis paseos al amanecer, en un intento de hacerles llegar toda la belleza y la paz , la Luz que yo encontraba en ellos. Y, en especial, les he compartido este pequeño bosque que está a la entrada de Grazalema, por donde suelo pasear con Rayo, mi perro, cada día.
Desde el principio, he conectado con esos árboles, desde el alma, desde el corazón. He sentido dentro de mí su evolución y sus cambios, su proceso de transformación. Y he aprendido de ellos. Sí, es cierto, he aprendido de ellos. De su capacidad para desprenderse y dejar caer con suavidad y dulzura sus hojas, lo que ya no tiene sentido mantener con nosotr@s, porque nada es permanente, porque nada es para siempre… Cambia, todo cambia… Y hay que dejar espacio a lo nuevo, para que llegue.

Y en invierno he sentido el frío que sus ramas han sentido al quedar completamente desnudas frente al mundo. Desnudas… Pero no muertas…. Porque la vida en ese momento latía escondida en sus raíces, nutriéndose de la madre Tierra, de los minerales que ella les regalaba, del agua subterránea o de la lluvia, del viento y del sol, que les agitaban o acariciaban dulcemente con generosidad, para que permanecieran despiertos a la espera de la llegada de la nueva primavera.

Y ya está aquí. La primavera ha llegado con toda su belleza y su verdor. Y mis árboles han despertado, obligándome a mí a hacerlo también. Su memoria de la Luz les recuerda que deben regresar a la Vida, y comenzar a germinar y a florecer, regalando al mundo su alma creada con el mismo polvo de estrellas con el que estamos hechas todas las criaturas que existen… Ellos no se plantean nada más…Sencillamente, florecen… Dejando atrás cualquier resto de sombras o dolor… Se abren, generosos, a la existencia sabedores de que el mundo necesita de su belleza y su frescor para sobrevivir… Y comienzan a fotosintetizar … Y a regalarnos su alma y su ser, limpiándonos el aire y transformando en oxígeno el co2 para que podamos respirar y vivir. Y lo increíble es que lo hacen juntos, todos a la vez, sin dejar a ninguno atrás.

Ubuntu, como nosotr@s. Soy, porque somos. Es la maravilla del florecer, que regresan todos a la vez.

Aprendamos de ellos: de su belleza, de su sabiduría, de su generosidad.

Es tiempo de abrirnos a la belleza y a la Vida.
Es tiempo de dejar memorias dolorosas atrás y abrirnos a lo nuevo.
Es tiempo de dejar atrás el invierno y dar la bienvenida a la primavera . Cada un@ a la suya. A la que nos toque vivir.
Es tiempo de florecer. Sin más. Sin menos.
Los árboles, la Vida, nos están llamando para ello.

 

Escuchémosles…

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Actividad interna de formación: manejo de WordPress

Tiempo de lectura: < 1 minuto

El próximo 21 de abril de 2021 de 17.00 a 19.00, Ángel Luis Mena será el dinamizador de un seminario web orientado a mejorar las competencias en WordPress y al publicación de noticias en blogs para socios y socias de UBUNTU y PAPAGENO.

Este seminario se realizará a través de videoconferencia por Zoom y el link se facilitará por los WhatsApp de ambas asociaciones la misma mañana del evento.

¡Participa!

El peso de la culpa tras el suicidio de un ser querido

Tiempo de lectura: < 1 minuto

 

Dentro del ciclo de actividades organizadas por Ubuntu y Papageno en el marco de la atención a personas que han perdido a seres queridos por suicidio, el próximo día 30 de abril de 2021 Carolina Ratia dará una ponencia con el nombre «El peso de la Culpa».

La psicóloga gaditana participará en esta actividad interna donde las personas que conforman los diferentes grupos de ayuda mutua podrán trabajar sus emociones y aprender recursos para afrontarlas adecuadamente.

La actividad está reservada a miembros de los grupos de ayuda mutua de Cádiz, Sevilla, Jaén y Albacete y se celebrará por videoconferencia (Zoom) el viernes 30 de abril de 17.00 a 19.00. El enlace se enviará el mismo día por la mañana a través de los WhatsApp de ambas asociaciones. 

 

¡Te esperamos!

 

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